Los retos que enfrenta la integracion europea en el futuro y las relaciones entre la Union Europea y America Latina.

AuthorNeyts-Uytterbroeck, Annette
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Exposición realizada el 30 de abril de 2002, en la Casa Central de la Universidad de Chile, por la Ministra de Estado de Relaciones Exteriores de Bélgica *.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

No obstante que en el debate sobre el futuro de Europa lo primero que habría que hacer es ocuparse del tema de fondo, esto es, de lo que Europa quiere hacer, no hay que dejar de lado el problema de configuración institucional de la Unión, ni de si evolucionamos o no hacia la creación de una Constitución europea.

Aunque no soy abogada ni constitucionalista, durante casi 25 años me he dedicado a los asuntos constitucionales e institucionales, tanto belgas como europeos. Para la mayoría de los observadores, las cuestiones institucionales son áridas y tediosas, y más vale dejarlas a los especialistas. De ahí que a menudo se tienda a malinterpretar o rechazar a los políticos que se ocupan de ellas. Se los insta a ocuparse de los "problemas reales" de la gente --lo que quiere decir que se ocupen de todo, desde la seguridad alimentaria al traspaso de jugadores de fútbol--, pero no de cuestiones institucionales.

Si bien no me atrevería a discutir que a los políticos también les corresponde ocuparse de los problemas "reales", pienso que no deberían dejarse de lado los problemas "institucionales". Como ciudadana de un país, esto es, de Bélgica, que está permanentemente reformulando sus instituciones, de manera que se adapten mejor a los deseos de mayor autonomía cultural, regional y comunitaria de la ciudadanía; como ciudadana de un país en que sólo las coaliciones gubernamentales han sido objeto de sucesivas reformas constitucionales; como ciudadana de un país que considera que la reforma de las instituciones es algo importante y objeto de controversia y de debate, pero nunca motivo de violencia, pienso que las cuestiones institucionales son a la vez importantes y sumamente interesantes.

Y me pregunto quiénes sino los representantes de elección popular tienen el derecho y, en rigor, el deber de ocuparse de estas cuestiones. Las instituciones son la columna vertebral, la arquitectura de los sistemas políticos. Ningún sistema político puede ser viable o sustentable a menos que cuente con una estructura institucional.

Me refiero a un sistema "político", y eso es precisamente lo que ha llegado a ser la Unión Europea a la largo de los años y tras los sucesivos Tratados. No hay duda alguna de que el plan original de los padres fundadores --la cuna de Europa tuvo pocas madres-- fue eminentemente político, pero el sistema creado originalmente o se percibió así. El objetivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero era reunir bajo una sola autoridad industrias que hasta entonces habían alimentado dos devastadoras guerras mundiales. La audacia, algunos deben haber pensado la "osadía", consistió precisamente en unir las industrias pesadas de naciones que diez años antes habían estado en guerra entre sí. La finalidad del Tratado de Roma, que creó el Mercado Común, también fue percibido como una entidad primordialmente económica. El hecho de que en 1954 no se pudiera establecer una Comunidad Europea de Defensa ha frenado por mucho tiempo toda ambición política expresa.

Todos ustedes saben, y se los recuerdo con el solo fin de subrayarlo, que los inicios de la construcción europea o, si lo prefieren, la creación de un sistema institucional europeo, tuvieron lugar en el marco de una perspectiva primordialmente económica y no política, en el sentido que se atribuye habitualmente a la palabra.

Lo anterior es importante, porque explica la razón por la cual en un comienzo las cuestiones institucionales no tuvieron tanta importancia como ahora. Las primeras instituciones se crearon no porque interesara que hubiese adecuada separación entre los poderes, que los ciudadanos estuviesen representados equitativamente o que se optara entre un sistema parlamentario, presidencial o mixto, sino por el interés en que la gestión fuese eficiente. A ello se deben la independencia de la Comisión, su derecho exclusivo a la iniciativa legislativa y reguladora y el sistema de rotación de la presidencia. Estos orígenes explican también la razón por la cual en los primeros veinte años de vida de las Comunidades Europeas no hubiese un verdadero parlamento.

La decisión de elegir directamente el Parlamento Europeo a partir de 1979, el hecho de que se ampliara a países que recién se sacudían del yugo autoritario y se incorporaban a la familia de países democráticos, el Sistema Monetario Europeo, el Acta Única, la Unión Económica y Monetaria con su moneda única, y la cooperación política, son todos elementos que reforzaron mucho la dimensión y la ambición políticas de la Comunidad Europea, que con toda razón pasó a ser la "Unión Europea".

Ignoro quién fue el primero en lanzar la idea de una Constitución europea. Si sé que Altiero Spinelli y sus amigos del Crocodile Club fueron los primeros en redactar una Constitución europea, que fue recibida con beneplácito por varios parlamentos nacionales y tuvo el enorme mérito de iniciar efectivamente el debate.

Los sucesivos tratados de Maastricht, Amsterdam y Niza sentaron las bases de lo que es actualmente el marco constitucional europeo. Estos tratados son bastante extraordinarios. Digo así porque crean una soberanía nueva, distinta de aquélla de los Estados miembros de la Unión, pero de la cual participan en pie de igualdad todos ellos, sea cual fuere su peso relativo...

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