Realismo y Relaciones Internacionales: una observaci

AuthorBlinder, Daniel

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se propone realizar un análisis crítico sobre la construcción de los argumentos de la teoría Realista de la la disciplina Relaciones Internacionales. El realismo, que tiene distintos exponentes teóricos y subcorrientes internas y debates, construye un marco para analizar la realidad en la que, básicamente, presenta un modelo cuyos conceptos principales son el centralismo del Estado-Nación, el sistema internacional anárquico, el balance de poder, y la autoayuda. ¿De dónde provienen estos conceptos? ¿Son pertinentes para comprender el funcionamiento de la política internacional? ¿Es posible trasladar conceptos creados para entender fenómenos internacionales, para entender el funcionamiento de un ecosistema natural, el funcionamiento del átomo o la óptica? De la misma manera que intuitivamente responderíamos que no esta última pregunta, ¿por qué conceptos que provienen de las visiones mecánicas del universo del Renacimiento y de debates de aristotélicos sobre la naturaleza explicarían el comportamiento político entre Estados?

Dada la prolífica producción de los exponentes de esta corriente de pensamiento, y lo inabarcable de la misma para un ensayo de esta naturaleza, para la confección del presente trabajo se realiza una selección metodológica intencional de quienes consideramos sus mayores exponentes: Morgenthau, Waltz y Kissinger. Si bien es cierto que la teoría Realista tiene tantos matices y expresiones como exponentes, los presupuestos básicos se pueden encontrar en estos tres autores que reconocen al ambiente internacional con las características y presunciones que aquí pretendemos analizar críticamente. El primero es quien introdujo el pensamiento Realista haciendo foco en el Estado (agencia), el segundo quien sistematizó con estatus científico positivista-estructuralista (estructura) y el tercero porque además de teórico fue un exponente teórico que llevó a cabo los principios básicos del Realismo. La selección, por lo tanto, es subjetiva en términos weberianos, pues con el mencionado criterio hacemos la selección, para luego hacer un análisis que busque la objetividad (Weber, 1993). El presente artículo no se propone ni hacer un exhaustivo estudio sobre el Realismo como escuela de pensamiento, su historia y su presente, ni todas las corrientes de pensamiento científica que en este confluyen. No obstante ello, se recurrirá a otros autores cuando la necesidad argumental sea demandada. Si nos proponemos trazar los orígenes de sus fundamentos teóricos y reflexionar sobre las consecuencias políticas, realizando una genealogía (Rodrigues, 2013) con los propios conceptos de los autores atribuidos como propios de la corriente teórica.

EQUILIBRIO UNIVERSAL

En un sentido práctico, varios investigadores de las Relaciones Internacionales aseguran que las teorías de esta disciplina "pueden ser vistas como una caja de herramientas analítica que provee múltiples métodos y responder preguntas" (McGlinchey et al., 2017, p.2). Cada una de estas teorías puede aportar una mirada a una serie de hechos de la política internacional. Según el principal texto de Realismo académico, "el realismo político supone que la política, al igual que toda la sociedad, obedece a leyes objetivas que arraigan en la naturaleza humana. A los efectos de cualquier mejoramiento de la sociedad es necesario entender previamente las leyes que gobiernan la vida de esa sociedad. El funcionamiento de esas leyes es completamente ajeno al curso de nuestras preferencias; desafiarlas significa el riesgo de exponerse al fracaso" (Morgenthau, 1986, p.12).

Además, Morgenthau (1986, p.13) explica que "el elemento principal que permite al realismo político encontrar su rumbo en el panorama de la política internacional es el concepto de interés definido en términos de poder', y los estadistas podrían llevar a cabo políticas exteriores moralmente buenas o malas, pero lo que garantizará el éxito será la lectura correcta de la realidad de poder del sistema interestatal, siguiendo un curso "racional, objetivo y no emocional" (Morgenthau, 1986, p. 12).

Asimismo, según este clásico de la disciplina Relaciones Internacionales, existe un principio que rige entre naciones soberanas -que es la unidad de análisis del sistema internacional- y sin cuya presencia la disciplina carecería de todo sentido. El Estado en relación con los otros generan una especie de ecosistema en el cual "las aspiraciones de poder de varias naciones, cada una de ellas tratando de mantener o de quebrar el statu quo, llevan necesariamente a una configuración que se denomina 'equilibrio de poder' y a las políticas que procuran preservarlo" (Morgenthau, 1986, p.209). El equilibrio de poder es, según Morgenthau (1986, p.210), equivalente a balance y es utilizado en muchas otras ciencias como la física, la biología o la economía, la sociología y la ciencia política. De acuerdo a varios autores, la idea de equilibrio de poder es muy antigua, y tiene distintas acepciones y valoraciones, y los realistas lo ponderan como un modo de organización social. El balance de poder impide el establecimiento de una hegemonía universal, asegura la estabilidad y seguridad mutua y prolongaba la paz (Dougherty & Pfaltzgraff, 1993, p.41-42).

La idea de orden mundial es lo que según Kissinger fue concebido en Europa Occidental como la Paz de Westfalia de 1648, siendo el sistema westfaliano la base de un orden basado en el equilibrio de poder, la soberanía estatal y la anarquía internacional. Pero estos conceptos son concepciones de la circulación de ideas de la época, en la cual el poder político se secularizaba de la Iglesia y de sus ideas que empezaban a racionalizar el mundo, y sentar las bases del pensamiento científico moderno. Westfalia estaba basada "en un sistema de estados independientes que se abstuvieran de interferir en los asuntos internos ajenos y controlaran mutuamente sus ambiciones a través de un equilibrio general del poder (...). A cada Estado se le asignó el atributo de poder soberano sobre su territorio" (Kissinger, 2016, p. 8).

1648 significó el establecimiento del Estado soberano, se acordó el derecho de cada país firmante a elegir su organización política y religión, y se protegió a las minorías religiosas. Es el comienzo de un sistema de relaciones internacionales con representaciones diplomáticas de cada Estado. Previamente existía una idea de unidad imperial o religiosa en la cual había un centro de poder legítimo (la Iglesia). A partir de Westfalia se buscó la multiplicidad para el orden común "sobre la base de reglas y límites consensuados, basado en la multiplicidad de poderes antes que en la dominación de un solo país" (Kissinger, 2016, p.36). De aquella multiplicidad nacía el equilibrio de poder.

"El equilibrio de poder puede desafiarse al menos de dos maneras: la primera es cuando un país importante aumenta su fuerza al extremo de amenazar con convertirse en hegemónico. La segunda tiene lugar cuando un Estado hasta entonces secundario quiere obtener el mismo rango que las grandes potencias" (Kissinger, 2016, p. 40). Por su parte, Kenneth Waltz pretende un análisis Realista con criterios de cientificidad positivistas, pero partiendo de la idea de que el sistema internacional es análogo a una estructura. La teoría del "equilibrio del poder adecuadamente enunciada comienza por establecer presupuestos acerca de los Estados: son actores unitarios que, como mínimo, procuran su autopresevación y, como máximo, tienden al dominio universal" (Waltz, 1988a, p. 173). La centralidad del Estado es clave para entender el orden y "el equilibrio de poder prevalece siempre que se cumplan dos, y solo dos requerimientos: que el orden sea anárquico, y que esté poblado por unidades que deseen sobrevivir" (Waltz, 1988a, p. 178), siendo el resultado de acciones no coordinadas entre los Estados. Puede haber desbalances, pero el Estado, como actor, puede devolver el equilibrio (Waltz, 1990, p. 28). "La teoría no lleva a esperar que los Estados se comporten de maneras que resulten en la formación de equilibrios (...) Si los actores políticos se equilibran o no entre sí; si siguen o no la corriente, es algo que depende de la estructura del sistema" (Waltz, 1988a, p. 185). También el autor usa una metáfora biológica que refiere sobrevivir sistémicamente.

"El realismo estructural presenta un retrato sistémico de la política internacional que representa las unidades componentes de acuerdo con la forma de su disposición. Con el propósito de desarrollar una teoría, los Estados se presentan como actores unitarios que desean al menos sobrevivir y se consideran las unidades constituyentes del sistema" (Waltz, 1988b: 618).

Así, el Estado tiene un papel central en tanto que es parte primordial de un sistema que formado por un conjunto de otras unidades estatales, tanto como para la supervivencia (vida del Estado), como para la estabilidad sistémica (equilibrio natural entre otros Estados).

METÁFORAS NATURALES

El balance de poder ha estado asociado a la idea de alianzas antihegemónicas--para que no exista un gran poder que domine todo--o a la acción de los países para mantener su seguridad uniéndose a otros. Pero el concepto de balance de poder es una metáfora que performa cognitivamente como pensamos el mundo, y "tiene la habilidad de transformar el significado establecido de un concepto y cumple el rol esencial de comprender aspectos del mundo" (Little, 2007, p. 23). Metáforas en ciencia, y entre disciplinas científicas...

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