La operación «respuesta solidaria ii» en pakistán y su relevancia para España y la OTAN

AuthorPablo Blesa Aledo
Pages581-585

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El 21 de octubre de 2005, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aprobaba el envío de elementos de su Fuerza de Reacción Rápida a Pakistán, para colaborar en la mejora de las condiciones de vida de los damnificados por el terrible terremoto que asoló el país el día 8 del mismo mes, dejando a su paso 73.000 víctimas mortales, 69.000 heridos y tres millones de habitantes sin hogar.

La misión «Pakistan Earthquake Relief», que se prolongó desde el día 29 de octubre hasta el 1 de febrero de 2006, se basó en cinco componentes: 1) la coordinación de las donaciones de la OTAN y sus países asociados a través del «Euro-Atlantic Disaster Relief Co-ordination Centre» (EADRCC), situado en Bruselas; 2) dos puentes aéreos, uno desde Turquía y el otro desde Alemania, por los que se transportaron los bienes de primera necesidad a las zonas afectadas de Pakistán -fundamentalmente Bagh, en la Cachemira pakistaní-; 3) cinco helicópteros para la distribución de bienes de auxilio y primera necesidad a las zonas más apartadas y agrestes del territorio pakistaní; 4) apoyo médico a la población civil mediante un hospital de campaña y unidades móviles adicionales; 5) la movilización de un amplio destacamento de ingenieros para la reparación y acondicionamiento de carreteras, alojamientos, escuelas e instalaciones médicas.

La misión contaba sobre el terreno con un elemento de tierra y otro aéreo. El elemento de tierra estuvo liderado por los españoles, que establecieron su cuartel general en Darja. Su comandante, el General Javier Aguirre, dispuso de dos unidades ligeras de ingenieros -una polaca y otra española-, una unidad de ingenieros italiana con equipos de construcción pesada, otra unidad de ingenieros británica especializada en trabajos en altitud y un hospital de campaña de la OTAN, provisto por el ejército holandés, y nutrido de un equipo médico multinacional de checos, franceses, portugueses y británicos. En cuanto al elemento aéreo de la operación, lo aportó Francia e incluyó una modesta participación alemana y luxemburguesa. En su momento más álgido, la misión contó con la participación activa de un millar de ingenieros y personal de apoyo, y de dos centenares de médicos y personal sanitario de asistencia.

Evaluados a la luz del socorro brindado a la población afectada, los resultados de la misión son valiosos, pero modestos: la operación significó 168 vuelos desde Europa en los que se transportaron unas 3.500 toneladas de ayuda; unos 4.890 pacientes fueron tratados en el hospital de campo, donde además se llevaron a cabo unas 160 operaciones quirúrgicas; el equipo de helicópteros evacuó alrededor de 8.000 personas y transportó 1.745 toneladas de ayuda humanitaria a las zonas más remotas; los ingenieros de la OTAN repararon unos 60 km de carreteras y removieron en torno a 41.500 metros cúbicos de desechos que obstruían las vías de comunicación.

Pero si modesta se presenta la misión en cuanto a tamaño, duración e impacto -ya que las fuerzas armadas pakistaníes y agencias de Naciones Unidas sobrellevaron el peso de la reconstrucción y la asistencia-, tal vez resulte llamativa la valoración política de la operación efectuada por el máximo responsable civil de la OTAN: el Secretario General de la Alianza, el holandés Japp de Hoop Scheffer, la calificó como «sin precedentes»; y no cabe duda de que lo era a cuatro títulos diversos: en primer lugar, se trataba de la primera «misión humanitaria» en la historia de la OTAN, organizada a petición de Naciones Unidas; en segundo lugar, era la primera vez que se hacía uso -con una cierta magnitud y escala de exigencia- del nuevo modelo de fuerzas de reacción rápida -NATO Response Force (NRF)-, en torno al cual pivota hoy la transformación, agilización y abaratamiento de la estructura militar de la Organización; en tercer lugar, se trataba de la primera intervención de la OTAN ampliada: veintiséis embajadores adoptaron una resolución cuyos fundamentos e inspiración política la sitúan muy lejos de Page 582 aquellos que alentaron la acción disuasiva de la Alianza durante medio siglo; por último, la operación estaba liderada por un destacamento español formado por unos 370 hombres: tras la retirada de las tropas de Irak, la misión se presentaba como una muestra tangible de la voluntad española de contribuir a la seguridad occidental, como un indicio de su pretensión de recuperar el buen tono en las relaciones con los Estados Unidos y, fundamentalmente, como ejemplo de las nuevas condiciones que el Gobierno socialista entiende habrán de concurrir en...

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