Las Naciones (des) Unidas despues de la guerra de Irak *.

AuthorSanchez, Walter

El principal rasgo político de la guerra de Irak fue el alto nivel de desunión y la falta de concertación política que predominó entre los países involucrados. Este clima, enrarecido por las sospechas y recriminaciones mutuas, puede convertirse en una bola de nieve, a menos que predomine una diplomacia preventiva que apunte a articular los gobiernos, la opinión pública, los Estados y las organizaciones, formales e informales. El título del artículo señala esta problemática y a partir de esa realidad sugiere algunas alternativas para mejorar el sistema de modo de aumentar los niveles de cooperación en el plano de la seguridad internacional.

INTRODUCCIÓN

El shock de la guerra de Irak llevó a figuras célebres como Kenneth Waltz, uno de los fundadores del neorrealismo, Thomas Schelling y otros 32 internacionalistas destacados a enviar una carta al New York Times, oponiéndose a la guerra en Irak. Por su parte, Henry Kissinger discrepó de los métodos, aunque aprobó la guerra por razones geopolíticas. La izquierda encontró una bandera para su agenda antiimperialista. Aunque es contrario al neorrealismo, Chomsky sostiene que lo que mueve al imperio es la conquista de recursos, especialmente el petróleo, y que la lucha contra el terrorismo y en favor de la democracia son un disfraz para satisfacer intereses geoeconómicos.

La industria mediática, al servicio de la ideología de la entretención, optó por recrear comunicacionalmente el clima de reality, destacando el protagonismo del mensaje. Sin embargo, en vez de analizarlo en profundidad subió a sus corresponsales arriba de los tanques. Más allá del golpe mediático de la denominada Spectacle war, se pretende prospectar tendencias estructurales en medio de la bruma de la guerra, nebulosa que desapareció tras la victoria militar, para ser reemplazada por una densa neblina política de posguerra.

La hipótesis de este artículo, sin negar la existencia de causales valóricas, jurídicas, económicas y geopolíticas, apuesta por el predominio de causales políticas. Para comprobarla se optó por un enfoque del realismo estructural, es decir, ocupar algunas categorías del realismo unidas a otras de carácter sistémico, en particular, los aportes de las teorías relativas a los regímenes internacionales (1).

Toda sugerencia que pueda derivarse para reformar el sistema de cooperación en el área de la seguridad tiene como punto de partida una adecuada apreciación de la correlación de fuerzas en la coyuntura post Irak.

  1. LOS ERRORES DE LA POLÍTICA Y LA DIPLOMACIA

    Mientras que la caída del Muro de Berlín se celebró en las calles como victoria de la política en beneficio del género humano, con la reciente guerra de Irak ocurrió lo contrario. Como señaló la presidenta del Carnegie Endowment en un número especial de Foreign Policy sobre el mundo post Irak: "El período de post guerra será una prueba decisiva para saber si esta tendencia negativa puede revertirse, si a diferencia de lo ocurrido en Afganistán durante los años ochenta, la intervención en Irak será una victoria militar seguida de una costosa derrota política" (2).

    El artículo sostiene que la guerra de Irak fue provocada en parte por fallas políticas estructurales, es decir, por el aflojamiento de los sistemas de alianzas, que aumentaron los niveles de indisciplina y desunión entre los países. En particular, se escindió el eje que sostiene la balanza de poder mundial debido a las diferentes visiones sobre éste y sus usos después del 11/09.

    En la medida en que aumentó la sensación de temor, crecieron los síntomas de una eventual anomia internacional y frente a esta amenaza de disolución del statu quo, los actores centrales aprovecharon la coyuntura para enviar una fuerte señal unilateral de disciplinamiento del sistema. Para reacomodar el orden de post guerra, estarían dispuestos a pagar los costos y aceptar algunos principios generales y marcos regulatorios multilaterales.

    Si bien la situación no se rigió por los principios generales de las Naciones Unidas habría interés en intentar un up grading de los regímenes de cooperación en el área de la seguridad. Asegurar los beneficios que significa operar en un entorno político post bélico, más predecible y sin los siderales gastos de un excesivo unilateralismo, no es filantropía sino realismo.

    La sensación de recelo e inseguridad que produjo la guerra de Irak fue un tema clave de la agenda comunicacional. Por lo tanto, ante la amenaza de nuevas guerras asimétricas y terroristas, también sostenemos que existe un clima favorable para reorganizar la "gobernanza global", en particular el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si no se trata de innovar ahora, se desaprovecharía la mejor coyuntura para hacerlo.

    El supuesto en que descansan estas hipótesis políticas es que a largo plazo, la trampa de un unilateralismo ciego puede llevar a una guerra de guerrillas de todos contra todos. Por unilateralismo se entiende "to opt out of a multilateral framework (whether existing or proposed) or to act alone in adressing a particular global or regional challenge rather than choosing to participate in collective action ... because they do not wish to subject themselves to the generalized principles being negotiated of enforced, or they may find such principles inimical to their national interests ..." (3). Llevada al extremo, esta tendencia política no ofrecería garantías de durabilidad, eficacia y legitimidad. Sería el peor riesgo para la paz y la democracia y el más propicio aliciente para una guerra sin fin, que a su vez gatillaría una estampida armamentista acompañada de ciclos menos democráticos.

    No obstante reconocerse los errores políticos y diplomáticos cometidos por todos los actores, esta vez el sistema no funcionó y hubo fallas estructurales que deben repararse antes de que vuelva a caer. Aunque las responsabilidades son desiguales, todos los actores fracasaron políticamente. Como lo señaló Juan Pablo II, la guerra fue un retroceso para la Humanidad (4).

    Hacia el futuro, una diplomacia preventiva debería garantizar el bien colectivo de la paz mediante un sistema eficiente para el manejo multilateral de los conflictos (5). En la guerra virtual o guerra espectáculo, los televidentes, agresores o agredidos, son atraídos por armas veloces, inteligentes, high tech, a control remoto y a larga distancia, muy lejos del suelo patrio. Esas batallas virtuales provocaron un estado de agitación permanente de la población, que fue intoxicada y desinformada con verdades a medias. Como consecuencia de ello, ya ingresamos a la etapa de poner en duda la credibilidad de los argumentos y la verosimilitud en la conducción de la guerra (6).

    Pese a sus defectos, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tiene credibilidad pero perdió una oportunidad viable de prevenir la guerra e imponer la paz mediante un "multilateralismo", al menos formal. El sistema no funcionó y cada actor actuó solo y demostró ser capaz de salirse con la suya. La sensación de impunidad internacional creció entre los Estados y los ciudadanos, por lo que concluimos que la actual coyuntura post bélica es más favorable para crear instituciones multilaterales de tercera generación y renovadas. Existe una oportunidad histórica para avanzar en la institucionalización de una diplomacia multilateral y preventiva, por lo tanto es bienvenido un up grading de los principios generales, origen, composición y gestión de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad (7).

    El Consejo no suple las carencias de poder de cada uno sus miembros y, por sí, no es ni será un segundo polo para mantener a Estados Unidos dentro del sistema internacional. Individualmente, sus miembros no pueden imponer un sistema multipolar. A veces con fines propagandísticos, muchos líderes de opinión estadounidenses estarían usando el mismo procedimiento del unilateralismo ciego para contener esa tendencia. Con cierta razón, Robert Kagan ha criticado el multilateralismo europeo "a partir del hecho de que refleja la debilidad de Europa". En su argumento, "la visión multilateralista sólo es posible porque los europeos pueden descansar en la fuerza del poderío militar de los Estados Unidos" (8).

    La presente lectura, realista y sistémica, reconoce que la estructura mundial del poder es unipolar en lo militar, con evidente predominio de una paz americana multipolar en lo económico. Pero también hay otro tipo de poder, que Joseph Nye denomina softpower, y define como "el reino de las relaciones transnacionales que cruzan las fronteras más allá del control de los gobiernos ... Este softpower es muy disperso y no tiene sentido hablar de unipolaridad, multipolaridad o hegemonía" (9). En esta materia, la situación se presta para crear regímenes políticos que hagan posible la cooperación entre los miembros de la sociedad civil para lograr bienes colectivos para la humanidad. Para llevar adelante esta tarea habrá que aumentar la representación de la sociedad civil en los organismos de seguridad y cooperación mundiales. Ésta es una tendencia irreversible, indirecta y a largo plazo. Para que sea duradera, toda innovación de los sistemas de seguridad en Estados Unidos, en Europa y en el Consejo de Seguridad tendría que reconocer estas realidades y volver a colocar las cosas en su lugar.

  2. ¿EL FIN DEL "ATLANTISMO" DESPUÉS DE LA GUERRA DE IRAK?

    En la guerra de Irak, Estados Unidos, con el apoyo de Inglaterra y España, se alinearon en favor de una estrategia unilateralista como procedimiento válido para la "gobernanza global".

    El eje franco-alemán, con el apoyo de Rusia, perdió porque el Consejo de Seguridad fue sobrepasado y no se reunió para legitimar el uso de la fuerza. En cambio, los autodenominados "multilateralistas" lograron un cuasi empate político, ante el doble fracaso de la diplomacia de los Estados Unidos y del Consejo de Seguridad.

    La "vieja Europa" capitalizó la masiva simpatía antibélica de la opinión pública mundial y este aparente acierto político condujo al...

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