Manifestaciones de una política criminal global en ámbitos concretos de la criminalidad

AuthorCarolina Villacampa Estiarte
Pages45-101
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CapítuloIV
Manifestaciones de una política criminal
global en ámbitos concretos de la
criminalidad
Al margen de los esfuerzos de la comunidad internacional
por aprobar instrumentos jurídicos que sienten las bases de un
derecho penal común, activándose con ello las líneas guía de
una política criminal global, como acabamos de ver en el caso
de la Corte Penal Internacional, cabe señalar que:
El derecho penal de la globalización, en su lucha contra
la criminalidad organizada transnacional –que constituye
el paradigma de la criminalidad de la globalización–, ha
venido empleando otros mecanismos para alcanzar el ob-
jetivo de lograr una respuesta penal uniforme o armónica
que evite los paraísos jurídico-penales.
En ocasiones, la consecución de dicha respuesta penal ar-
monizada se ha auspiciado desde instancias internacionales,
fundamentalmente a través de Naciones Unidas. Sin embargo,
a diferencia del ejemplo brindado por la aprobación del esta-
tuto de la Corte Penal Internacional, los elementos base plas-
mados en dichas regulaciones no han procedido de un amplio
consenso internacional acerca de aquellas cuestiones que de-
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bían verse reflejadas en documentos normativos internaciona-
les armonizadores, sino que han obedecido a las ansias incri-
minadoras de miembros claramente influyentes en el escena-
rio político internacional –también en el penal–, como es el
caso, especialmente, de los Estados Unidos.
Uno de los ámbitos en que la adopción de líneas guía en
política penal internacional se ha visto más influenciada por
los Estados Unidos a través de Naciones Unidas, y en que más
flagrante resulta la adopción del modelo del denominado de-
recho penal del enemigo, ha sido en materia de terrorismo, so-
bre todo tras los atentados del 11 de septiembre del 2001. Pero
existen otros ámbitos de la criminalidad que pueden conside-
rarse igualmente emblemáticos en este sentido, como es el ca-
so del tráfico de drogas –como conducta delictiva que tiende
a la lesión de un interés comunitario–, de la trata de seres hu-
manos y de la prostitución –estas dos últimas como conductas
delictivas relacionadas con los grandes movimientos migrato-
rios contemporáneos.
Dado que se trata de procesos de incriminación de conductas a
nivel internacional emprendidos a impulso de concretos países
dominantes en la esfera internacional, no debe sorprender que
en algunos casos puedan identificarse en estos campos en las
normativas internacionales a que se hará referencia soluciones
altamente politizadas, aquellas que Garland refería que suponían
una negación del dilema o bien que funcionaban a modo de acting
out. De tal forma que algunos de estos instrumentos normativos
pueden erigirse también en expresión de reacciones que operan
en la lógica de la segregación punitiva, que son altamente popu-
listas y están politizadas y que, en algunos casos, intentar otorgar
un lugar privilegiado a una imagen estereotipada de la víctima.
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1.Política criminal internacional y tráfico de
drogas
1.1.La guerra contra las drogas en Estados Unidos
Uno de los ejemplos que más arriba se ha referido como de
reacción penal politizada y simbólica que niega las limitaciones
del Estado soberano para luchar contra determinada conduc-
ta es la declaración de la guerra contra las drogas en Estados
Unidos durante los años ochenta.
La guerra contra las drogas emprendida por Estados Uni-
dos alcanzó su clímax en los años ochenta con la Administra-
ción Reagan. Sin embargo, dicha contienda fue iniciada origi-
nariamente por agentes de la US Treasury en la década poste-
rior a la aprobación de la Harrison Narcotics Act de 1914, que
colocó a la cocaína y los opiáceos bajo control federal por pri-
mera vez. Un segundo embate en este ámbito se organizó alre-
dedor de la aprobación de la Marihuana Tax Act de 1937, aus-
piciada por el Comisario Federal en tema de narcóticos Harry
Ashlinger, quien indicó al Congreso que debía ponerse coto a
la amenaza de la marihuana, ejemplificada en las actuaciones
llevadas a cabo por algunos adolescentes miembros de bandas
que actuaban violentamente tras su consumo. La tercera fase
de la guerra contra la droga supuso la declaración oficial de la
misma por parte del presidente Nixon, quien en un mensaje al
Congreso calificó el consumo de drogas como una emergencia
nacional, considerando esta cuestión el enemigo público nú-
mero uno, arengando a una «ofensiva total». Confirmando es-
ta tendencia, la manifestación de la ofensiva contra las drogas

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