Las herramientas contra la espiral de precios

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Los países pueden compaginar medidas monetarias, comerciales y fiscales para conjurar el daño de la escalada de precios y adaptarse, según un nuevo estudio del FMI.

El fantasma del hambre agudiza drásticamente los riesgos para los países de ingreso bajo y mediano que dependen de la importación de alimentos y combustibles. Hoy deben encontrar la manera de saciar el hambre y de sustentar la estabilidad macroeconómica frente al avance de la inflación y el enfriamiento de sus economías.

La situación de cada uno es diferente, y las medidas que conviene adoptar varían sustancialmente.

El FMI está ayudando a los países a evaluar el impacto macroeconómico de estos shocks de precios y crear un espacio fiscal que permita incrementar el gasto a favor de los pobres, contener la inflación mediante la política monetaria y cambiaria, y estructurar la política comercial.

También está proporcionando asistencia técnica; puede ayudar a los países a modificar el régimen tributario o arancelario, o a elaborar programas de transferencias focalizados en los pobres. Está preparado para desembolsar rápidamente fondos a países con problemas de balanza de pagos, y ya brinda financiamiento adicional a siete países de bajo ingreso.

Los países ya han desplegado una amplia variedad de medidas. Desde el punto de vista de la eficiencia, tiene sentido trasladarle al público el aumento total de los precios porque así los productores incrementarán la oferta y los consumidores reducirán la demanda. Pero al mismo tiempo hay que proteger a los pobres.

La solución ideal es tender una red de protección social bien focalizada, pero muchos países de bajo ingreso no tienen ni la capacidad ni los recursos fiscales para hacerlo.

Lógicamente, la mayoría de los países afectados se vieron obligados a adoptar otras políticas de rápida implementación.

Veintinueve de los 46 países que declaran aplicar subsidios a los combustibles ampliaron estos subsidios como consecuencia del aumento del precio del petróleo, que recientemente ha superado los US$140 por barril.

En algunos casos los subsidios son impresionantes: en cinco países absorben más del 5% del PIB. Además de ser costosos, los subsidios universales a los combustibles alientan el consumo excesivo, agudizan la presión alcista sobre los precios internacionales y son difíciles de desmantelar.

Ochenta y cuatro países declararon haber recortado los impuestos sobre los alimentos.

Pero bajar los impuestos generales y selectivos...

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