Gas por mar.

AuthorBonnefoy, Pascale

Gas for sea

En 2012 un senador oficialista de Bolivia planteó que se podría reconsiderar la decisión de su país de no venderle gas a Chile, resucitando una fórmula para negociar una salida al mar que llegó a sintetizarse como <> y que fracasó estrepitosamente a mediados de la década pasada. Esta vez, sin embargo, las condiciones en ambos países han cambiado y la fuerza de los hechos podría volver a instalar el tema del gas en la mesa de negociaciones con Chile.

<> planteó el jefe de bancada del MAS boliviano, senador Eugenio Rojas. (1)

La proposición fue tildada de <> por opositores políticos y de <> por dirigentes obreros y fue desestimada rápidamente por el gobierno boliviano. Se encendió el discurso anti-chileno pero también sirvió, como era la intención del senador, para abrir un debate que no es solo retórico; sino que responde a una realidad inminente que ese país tarde o temprano deberá enfrentar.

Lo que quiso decir Rojas, como explicó después, era que había que ser realista: las circunstancias habían cambiado desde que en 1999 Bolivia y Brasil firmaron un acuerdo para que la petrolera estatal brasileña Petrobras importara gas de Bolivia por un período de 20 años. Hoy esas exportaciones sustentan las arcas fiscales bolivianas, pero tienen sus días contados: tras el descubrimiento de enormes reservas de hidrocarburos dentro de su propio territorio. en el futuro Brasil ya no necesitará tanto gas boliviano. Junto con la reducción prevista de la demanda de Argentina, Bolivia se verá en aprietos por abrir nuevos mercados para su gas y buscar una salida menos costosa para sus exportaciones. Ambos objetivos apuntan a Chile.

Sin embargo, el senador Rojas se encargó rápidamente de desvincular su propuesta de la histórica reivindicación marítima de su país. Rememorando el fracasado proyecto de exportar gas boliviano por un puerto chileno a cambio de un enclave costero sin soberanía, el senador aseguró que había que <>.

<> dijo. (2)

Mientras en Chile se guardó silencio, el gobierno boliviano rápidamente desmintió que reflotar la fórmula <> fuera un tema en discusión, ya que no formaba parte de la agenda de 13 puntos que desde 2006 sirve de base para negociaciones sobre un conjunto de temas bilaterales. <> reaccionó el canciller boliviano David Choquehuanca. (3)

Sería ingenuo pensar que el tema del gas no se ha asomado a las reuniones y conversaciones reservadas o extraoficiales entre las autoridades de ambos países. Sin embargo, en Bolivia incluir el gas como elemento de negociación con Chile sobre un derecho (al mar) que considera intransable sigue siendo un tabú desde que la fórmula discutida entre los entonces presidentes Ricardo Lagos y Hugo Banzer quedara sepultada en medio del fuerte rechazo popular de la idea de vender gas por un puerto chileno. En efecto un mes antes de que Lagos asumiera la presidencia de Chile en 2000, los gobiernos de ambos países habían comunicado públicamente que las relaciones bilaterales se basarían en una <>, lo que abrió la puerta a que ambos presidentes mantuvieran conversaciones reservadas que derivaron en el diseño de un plan que daría una ruta de acceso a Bolivia al mar, postergando su soberanía sobre ella. Para Lagos fue un arreglo <> no vinculado con la aspiración marítima de Bolivia (Rodríguez Elizondo, 2006:99).

El plan consistía en que Bolivia exportaría gas a Estados Unidos y México por un periodo de 20 años a través de Pacific LNG, un consorcio internacional compuesto por British Gas (BG), British Petroleum (BP) y Repsol/YPF, empresas que controlaban la explotación de Margarita, la mayor reserva de gas en Bolivia. La primera fase implicaba la construcción de un gasoducto desde Tarija, Bolivia, hasta el puerto chileno de Patillos. Ahí se construiría una planta para producir gas licuado antes de transportarlo por vía marítima a un puerto mexicano, donde se transformaría de nuevo en gas para ser enviado y distribuido en Estados Unidos (Dangl, 2009:157).

En cuanto al dilema político de exportar gas a través de Chile, en circunstancias de que aún no se resolvía la reivindicación marítima boliviana, la propuesta incluía otorgar a Bolivia una <> en la II Región, una especie de enclave portuario con plantas de licuefacción y petroquímica y al cual llegaría el gasoducto desde Bolivia. Bolivia no ejercería soberanía sobre esa zona, sino que operaría el complejo bajo un contrato de comodato renovable a largo plazo y sin regalías especiales para Chile. Así, Bolivia gozaría de <> (Rodríguez Elizondo, 2006:102). Además, no requeriría de la aquiescencia de Perú de acuerdo con el Tratado de 1929, como sí lo exigiría la creación de un corredor con soberanía en el norte de Chile.

<> (Rodríguez Elizondo, 2006:102).

Cuando este diseño se filtró al público, los bolivianos lo entendieron no como un mero <> que privilegiaba los menores costos de exportar a través de Chile en vez de Perú, sino como una renuncia de Bolivia a una salida al mar con soberanía. La mayoría de la población boliviana rechazó el gasoducto a través de Chile, reaccionando con un levantamiento popular que derivó en la renuncia del Presidente Gonzalo Sánchez de Losada (4) en lo que se conoció como la <>. Los sublevados exigían revertir la privatización del sector de hidrocarburos y privilegiar el consumo interno. Una de sus principales consignas se refería a no vender gas a Chile, ni a través de Chile.

Para entonces, las reservas probadas de gas natural en Bolivia se habían decuplicado, gracias a fuertes inversiones en el sector en los años anteriores.

LA DIPLOMACIA DEL GAS

En este marco asumió el Presidente Carlos Mesa. Políticamente, no le era posible renunciar a la reivindicación de un acceso soberano al Pacífico, so pena de enfrentar un levantamiento similar al que había tumbado a Sánchez de Losada. <> explica Mesa (Mesa, 2011).

Mesa repuso la reivindicación irrenunciable de...

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