Las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2005 en Chile.

AuthorHuneeus, Carlos

Durante 2005 y 2006 once paises de América Latina tienen o tuvieron elecciones presidenciales, desde México por el norte, hasta Perú Bolivia y Chile en el sur. También hubo o habrá en Haití, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Colombia y Brasil.

En este artículo se analiza la elección presidencial en Chile en que fue elegida Michelle Bachelet, que será la primera mujer en la historia de Chile y en América del Sur que llega a la jefatura del Estado a través de una elección popular. Ello ha provocado interés internacional, por su impacto en el aumento de la participación de las mujeres en puestos directivos de gobiernos y del sector privado, universidades y otros ámbitos de la actividad pública. Se examinan los factores políticos e institucionales que explican el cuarto triunfo presidencial de la Concertación por la Democracia, la coalición de centro e izquierda que mantiene la dirección del gobierno desde el regreso a la democracia en 1990, y la elección de una mujer a la presidencia de la República.

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En 2005 y 2006 una docena de países de América Latina, desde México por el norte, hasta Perú y Bolivia en el sur han celebrado o deben celebrar elecciones presidenciales. Además, hay o habrá nuevos jefes de Estado elegidos por el pueblo en Haití, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Chile, Colombia y Brasil. En un solo caso, fue reelegido el Presidente, Álvaro Uribe, en Colombia.

Es interesante analizar las campañas presidenciales y los resultados electorales, porque ello sirve para conocer las condiciones políticas en que llega al poder el jefe de Estado y cuán fuerte o débil es su base política para enfrentar las necesidades de la población y llevar a cabo su programa de gobierno, en el ámbito nacional e internacional. Los presidentes tienen la responsabilidad de dirigir la política exterior de su país y su liderazgo puede tener alcances más allá de su frontera, como ha sucedido con Hugo Chávez en Venezuela. Las elecciones presidenciales tienen consecuencias internacionales.

En este artículo se analiza la elección presidencial en Chile en que fue elegida Michelle Bachelet, que será la primera mujer en la historia de Chile y en América del Sur que llega a la jefatura del Estado a través de una elección popular. (1) Ello ha provocado interés internacional, por su impacto en el aumento de la participación de las mujeres en puestos directivos de gobierno y del sector privado, universidades y otros ámbitos de la actividad pública. (2) Se examinarán los factores políticos e institucionales que explican el triunfo de la Concertación y la elección de una mujer a la presidencia de la República.

El 15 de enero de 2006, Michelle Bachelet (PS), candidata de la Concertación de Partidos por la Democracia, (3) se impuso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, con el 53.50% de los votos, derrotando al candidato de la coalición de derecha Alianza por Chile, el empresario Sebastián Piñera del Partido Renovación Nacional (RN), que alcanzó un 46.50%. Bachelet había ganado ampliamente en la primera vuelta de las presidenciales, el 11 de diciembre de 2005, que fueron simultáneas con las elecciones parlamentarias, con el 45.95% de las preferencias. En esa ocasión Piñera obtuvo un 25.41%, venciendo al otro candidato de la derecha, Joaquín Lavín, representante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), que recibió 23.22%; Tomás Hirsch, del Pacto Juntos Podemos Más, coalición de izquierda que incluye al partido Comunista (PC), logró un 5.4%. Entretanto, la Concertación se impuso con un amplio respaldo en los comicios legislativos.

A diferencia de sus antecesores, Bachelet contará con una mayoría en ambas cámaras del Congreso, pues la reforma constitucional del año 2005 eliminó los senadores <> (o designados), que generalmente se habían alineado con los parlamentarios de la oposición, pertenecientes a la UDI y RN. (4)

En las nuevas democracias de la <> (5) es un hecho inédito que la coalición que gana las primeras elecciones presidenciales haya sido capaz de mantenerse unida y conservar el apoyo ciudadano en los tres comicios posteriores. La Concertación también ha ganado las cinco elecciones parlamentarias realizadas desde la derrota del general Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, que gatilló el tránsito a la democracia.

El nuevo triunfo de la coalición gobernante se explica por el contexto favorable constituido por el exitoso gobierno del presidente Ricardo Lagos (PS/PPD) (2000-2006), con muy buenos indicadores económicos --crecimiento del 6% el 2005 y una cesantía muy baja, cercana al 8% de la población económicamente activa--, y cuyo apoyo ciudadano se aproxima al 70%. Asimismo, se debe a la fortaleza de la coalición de gobierno, cuyos partidos han sabido superar sus diferencias para trabajar en favor de un gobierno de coalición. Y, por supuesto, al liderazgo de Bachelet, que supo desarrollar un discurso de cambio y continuidad de las políticas seguidas por la Concertación, apelando a todos los estratos sociales y a hombres y mujeres, y planteando su voluntad de impulsar un cambio al estilo de hacer política en el país.

Más allá de estos factores directos, el resultado electoral no se comprende sin tener en cuenta la influencia del contexto histórico, constituido por la memoria histórica de los chilenos proveniente de las tensiones y conflictos que provocaron la crisis y caída de la democracia en 1973 y la dura y prolongada experiencia autoritaria que encabezó el general Augusto Pinochet (1973-1990). Esta larga e intensa historia de conflictos y divisiones ha contribuido a configurar alineamientos electorales entre la Concertación y la Alianza por Chile que se han mantenido relativamente estables en los comicios presidenciales, parlamentarios y municipales. Probablemente en ningún otro país de América Latina el pasado haya influido tanto como en Chile, donde aún se observa una clara proximidad con el presente, y confirmada por la elección de Bachelet.

EL CONTEXTO POLÍTICO DE LAS ELECCIONES

Al momento de inaugurarse la democracia en marzo de 1990, cuando Patricio Aylwin (PDC) entró al Palacio de La Moneda, ni el más optimista de los observado res predijo que la Concertación, una coalición de partidos de centro e izquierda, podria dirigir el Poder Ejecutivo durante cuatro administraciones consecutivas. Aylwin pudo entregar el poder a Eduardo Frei Ruiz-Tagle (PDC) (1994-2000) y este hizo algo similar con Ricardo Lagos el 11 de marzo de 2000. Este último repetirá esta ceremonia con Michelle Bachelet, aunque con mayor simbolismo que en los dos casos anteriores, porque se trata de una mujer y porque su biografia refleja la tragedia de Chile y la capacidad de superarla.

El contexto de la democratización era muy difícil. En primer lugar, el régimen autoritario del general Augusto Pinochet (1973-1990) (6) dejó profundas heridas por la represión, el exilio, la tortura y la muerte de aproximadamente 3 mil personas, que impactaron hondamente a la ciudadanía y a las élites. La coerción se ejerció no solo en el país, sino también en el exterior. (7) La dictadura contó con sólidas bases políticas constituidas no solo por el apoyo de las Fuerzas Armadas, sino también por el respaldo de una parte de la población y de los dirigentes de los partidos históricos de la derecha y de los gremios empresariales. A diferencia de las demás experiencias militares de la región, el gobierno de Pinochet no cayó por su fracaso político, por la derrota en una guerra, como fue la Argentina del <> (1876-1983) o por la división de las Fuerzas Armadas, como en el Perú en 1985, sino que de acuerdo con las normas institucionales establecidas para regular la cuestión sucesoria, que consideraban la posibilidad del retorno del poder a los civiles a través de la vía electoral. (8) Tampoco fracasó en su gestión económica, pues impulsó reformas institucionales de orientación neoliberal que alteraron las relaciones entre el Estado y la sociedad y establecieron algunas de las bases del crecimiento económico que ha registrado el país desde fines de los años ochenta.

En segundo lugar, el régimen anterior dejó enclaves autoritarios (9) entre los cuales destaca la continuidad del general Pinochet como comandante en jefe del Ejército hasta marzo de 1998, según se estableció en la Constitución de 1980. Esta decisión fue rechazada por la Concertación, pero no pudo evitarla porque tenía legitimidad legal y era apoyada por los militares, los partidos de derecha, las organizaciones empresariales y una parte del país, que miraban con gran desconfianza a los partidos que componían la coalición de gobierno. Esa continuidad fue negativa para la transición porque dio una mala señal al país sobre los reales alcances de la autoridad del Presidente y el Congreso frente al ex dictador y porque buscó influir en la política, perturbando a los gobiernos democráticos, especialmente al de Aylwin.

El trabajo unido de los dirigentes políticos permitió crear las confianzas necesarias para la labor común entre el Gobierno y el Congreso.

En tercer lugar, los gobiernos de la Concertación no tuvieron mayoría en el Senado debido a la presencia de nueve senadores institucionales o designados (10) que, como hemos dicho, votaban junto a los parlamentarios de derecha. (11) Este factor complicó bastante a los presidentes, pues debían evitar caer en un inmovilismo institucional por el rechazo del Senado o provocar un conflicto con este, situación que no habría favorecido la consolidación de la democracia. Los presidentes optaron por seguir una política de compromiso con la oposición, logrando aprobar importantes iniciativas legales, aunque debieron ceder en algunos puntos de su programa.

Esta capacidad de negociación y compromiso de los políticos de la Concertación ha sido posible porque aprendieron las lecciones del derrumbe de la democracia en 1973, precipitado por los enfrentamientos entre la izquierda y el centro, la...

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