El conflicto entre Georgia y Rusia un año después (a propósito del informe Tagliavini)

AuthorAntonio Blanc Altemir
Pages556-566

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El pasado 30 de septiembre de 2009 fue publicado el Informe de la Misión de Investigación Internacional Independiente sobre el conflicto desencadenado en agosto de 2008 entre Georgia y Rusia, en relación con las regiones secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia. El Informe se realizó como consecuencia de la decisión del Consejo de la Unión Europea (Decisión 2008/901/PESC), adoptada el 2 de diciembre de 2008, en la que se establecía como objeto de la misma «investigar los orígenes y el desarrollo del conflicto en Georgia, incluso en relación con el Derecho internacional, el Derecho humanitario y los derechos humanos, y las acusaciones realizadas en este contexto». La Decisión nombraba igualmente a la diplomática suiza experta en el Cáucaso, Heidi Tagliavini, Jefe de la Misión de Investigación Internacional, quien debía fijar con total independencia los procedimientos y métodos de trabajo, durante el período de actuación de la Misión (2 de diciembre de 2008 y 31 de julio de 2009), así como decidir su composición («expertos reconocidos, en particular juristas, historiadores, militares y expertos en derechos humanos»), para lo cual se establecía una financiación de un millón seiscientos mil euros. El Informe, que fue concluido tras nueve meses de trabajo por los diecinueve expertos que formaban la Misión, fue entregado en la fecha indicada a las partes en el conflicto, al Consejo de la UE, a la OSCE y a las Naciones Unidas.

El Informe, que consta de más de mil páginas repartidas en tres volúmenes, incorpora un minucioso análisis de las causas fundamentales de los conflictos en Georgia (Abjasia y Osetia del Sur), su evolución, en particular tras más de quince años de procesos de paz en tales regiones y su evidente fracaso, así como sus repercusiones en las ya de por si tensas relaciones entre Georgia y Rusia y de forma más general entre ésta y Occidente.

Tras un primer volumen dedicado a llevar a cabo una contextualización del conflicto en el momento del estallido de la crisis en agosto de 2008, así como de sus consecuencias, el voluminoso segundo volumen (441 pp.) dividido en ocho capítulos, analiza cuestiones jurídicointernacionales de gran alcance, como el estatuto legal de Abjasia y Osetia del Sur, el derecho de autodeterminación o la secesión (capítulo III). Otras cuestiones de gran interés como el punto de vista de las partes en el conflicto (capítulo IV); las operaciones militares (capítulo V); el uso de la fuerza (capítulo VI) o las relativas al Derecho Internacional Humanitario y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos (Capítulo VII), son igualmente analizadas en este segundo volumen. El Informe finaliza con un tercer volumen (638 pp.) que incorpora el material facilitado por las partes (Georgia, Rusia, Osetia del Sur y Abjasia) a la Misión.

Conviene, sin embargo, detenerse en algunas de estas cuestiones por su gran interés. En particular, el Informe reconoce el derecho de autodeterminación a las regiones separatistas dePage 557Osetia del Sur y Abjasia pero no el derecho a la secesión al encontrarse fuera de un contexto colonial. En relación con la política de Rusia de conceder masivamente la nacionalidad y los pasaportes rusos a los ciudadanos de ambas regiones y posteriormente de llevar a cabo su reconocimiento como Estados independientes, el Informe considera que constituyen una interferencia en los asuntos internos de Georgia así como un quebrantamiento de su integridad territorial.

El Informe analiza igualmente las operaciones militares llevadas a cabo durante el conflicto desde el punto de vista de las partes y constata la gran divergencia existente entre ellas, así como las apreciaciones e informaciones contradictorias sobre esta cuestión, lo que dificultó de forma muy notable a la Misión la tarea de establecer la secuencia de los acontecimientos ocurridos en agosto de 2008.

En relación con la cuestión central de la prohibición del uso y de la amenaza de la fuerza (art. 2,4 de la Carta de las Naciones Unidas), el Informe constata que todas las partes violaron el Derecho internacional: Georgia, porque con su ataque lanzado en la noche del 7 al 8 de agosto de 2008 sobre la capital de Osetia del Sur, Tsjinvali, inició el conflicto a gran escala, lo que no puede justificarse desde el punto de vista jurídico-internacional, aunque fuera la culminación de un período de tensiones, provocaciones e incidentes; Rusia, porque su intervención militar desproporcionada no puede justificarse por las necesidades de defensa de las fuerzas de paz rusas estacionadas en Tsjinvali, que habían sido atacadas por los georgianos, y mucho menos al llevar a cabo sus operaciones militares en territorio georgiano, y por lo tanto fuera de los límites administrativos osetio-georgianos; Osetia del Sur, porque a pesar de actuar en legítima defensa contra el previo ataque georgiano, siguió combatiendo tras el acuerdo de alto el fuego el 12 de agosto en poblaciones de etnia mayoritariamente georgiana; y, por último, Abjasia por la captura del valle del Kodori.

Finalmente, y en lo referente a las normas del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, una de las principales conclusiones del Informe es que todas las partes las violaron masivamente: ataques indiscriminados, detenciones ilegales, toma de rehenes, torturas y malos tratos, destrucción arbitraria de inmuebles y desplazamientos forzosos, fueron llevados a cabo por ambos bandos en el transcurso de las hostilidades. Sin embargo, el Informe no acepta las alegaciones planteadas por Rusia y Osetia del Sur de que los combatientes georgianos cometieron genocidio contra la población surosetia, entre otras razones por no existir una intención de destruirla total o parcialmente, como exige el Derecho internacional y en particular el artículo 2 de la Convención para la prevención y sanción del crimen de genocidio. En cambio, el Informe admite que existen serios indicios de que se produjo en muchos casos una limpieza étnica contra los habitantes de etnia georgiana asentados en Osetia del Sur, y plantea dudas sobre la determinación o capacidad de las fuerzas rusas para prevenir y frenar las numerosas transgresiones perpetradas por las fuerzas regulares y grupos armados irregulares de Osetia del Sur, tanto antes como después de declararse el alto el fuego.

Conviene, no obstante, que para una mayor comprensión del desarrollo del conflicto, así como de sus consecuencias, en particular en las relaciones de Rusia con la OTAN y la UE, llevemos a cabo un análisis, aunque necesariamente breve por razones de espacio, de cómo se desarrollaron los acontecimientos y, de forma específica, las operaciones militares. Sin lugar a dudas, el conflicto, que según el citado Informe supuso más de 850 muertos, además de numerosos heridos y desaparecidos, así como el desplazamiento forzoso de más de 100.000 personas, 35.000 de las cuales todavía no han logrado volver a sus hogares, se enmarca en la ausencia de una solución definitiva para el estatus político de regiones con aspiraciones secesionistas, como ha ocurrido en otros conflictos surgidos en el territorio de la antigua Unión Soviética (Cfr. Blanc Altemir, A.: Conflictos territoriales, interétnicos y nacionales en los Estados surgidos de la antigua Unión Soviética, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004).

Sin lugar a dudas, el conflicto estaba dando síntomas alarmantes de «descongelación» desde 2007, pues a la entrada y posterior control de los georgianos en el valle del Kodori, enPage 558territorio abjasio y próximo a la frontera con Georgia, se sucedieron una serie de acontecimientos y de graves incidentes, en particular la creación de una administración paralela y progeorgiana en Osetia del Sur; el incremento de la actividad paramilitar de los surosetios en la frontera; las graves acusaciones vertidas por el Gobierno georgiano contra la actuación rusa en el conflicto en todos los foros internacionales; la celebración en Osetia de un nuevo referéndum para la independencia o la inestabilidad interna en Georgia. Por otra parte, Georgia ha llevado a cabo un esfuerzo militar considerable desde el acceso al poder de Saakhasvili, multi- plicando por diez su gasto militar constante y por cinco el porcentaje del PIB, además de recibir asistencia militar norteamericana (Cfr. Arteaga, F.: «Los enfrentamientos entre Georgia y Rusia por Osetia del Sur», Real Instituto Elcano. ARI, n.º 95/2008, p. 4).

Como en otras ocasiones y para frenar el desafío del Gobierno georgiano, que intentaba aproximarse a las estructuras occidentales desde el acceso de Saakashvili al poder, Rusia movió sus fichas en el tablero regional, en particular reactivando y descongelando los conflictos de Abjasia y de Osetia del Sur. La contundente oposición rusa al reconocimiento de Kosovo a partir de febrero de 2008, añadió todavía más argumentos a la decidida actitud de Rusia de buscar paralelismos entre el caso de la república balcánica y las regiones secesionistas norcaucásicas. Para ello institucionalizó sus ya estrechas relaciones con Abjasia y Osetia del Sur, lo que difícilmente podía ser compatible con su participación en las fuerzas de mantenimiento de la paz en la zona.

La estrategia de la provocación, que había ido alimentando recíprocamente el conflicto durante los últimos meses, pareció incrementarse a partir de abril de 2008 cuando fuerzas rusas derribaron un avión de reconocimiento no...

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