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AuthorMancilla Azargado, Pamela

INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en el sistema internacional se dio inicio a una nueva etapa, la Guerra Fría (GF) de 1945 a 1991. El estudio de este período ha sido abordado como el enfrentamiento entre dos grandes potencias, Estados Unidos (EE.UU.) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), las cuales buscaban la expansión de las ideologías del capitalismo y comunismo, respectivamente.

En los estudios de GF se ha llegado al consenso general de que la política exterior de los Estados se veía determinada, en gran medida, por la adhesión a uno de los dos grandes bloques ideológicos. De esta manera, el rol que ejercían la Unión Soviética y muy especialmente Estados Unidos, como hegemón del sistema internacional, era decisivo al considerar las relaciones internacionales del período. Sin embargo, y opuesto a esta visión, en el lapso de tiempo considerado se produjeron contribuciones políticas y teóricas en otras partes del mundo.

En la presente investigación se pretende abordar cómo desde Asia se ha producido conocimiento propio, desafiando la idea del desarrollo eurocéntrico del mundo, según la cual Occidente ha sido el protagonista absoluto de la historia. Esta primacía de Occidente en los estudios internacionales ha invisibilizado los aportes que se originan desde las zonas que históricamente han sido consideradas como parte de la periferia del mundo. En este sentido, sostenemos que desde la periferia se han generado aportes fundamentales para los estudios internacionales, los cuales no han sido estimados con la debida atención. Con estas afirmaciones no pretendemos establecer una oposición de contrarios entre lo que históricamente se ha considerado como Occidente y Oriente (1), sino más bien reconocer el rol de Asia en la elaboración del pensamiento sobre lo internacional.

En este sentido, adherimos a lo postulado por John M. Hobson en su obra "Los orígenes orientales de la civilización de Occidente", quien desafía uno de los supuestos básicos del eurocentrismo, el que Oriente ha sido -en sus palabras- "un espectador pasivo en el relato del desarrollo histórico del mundo, además de una víctima del poderío de Occidente, destinada a cargar con él y, por lo tanto, debe quedar justamente al margen de la historia del progreso del mundo" (Hobson, 2004, pág. 21).

Hobson establece que ambas zonas se encuentran ligadas desde el año 500 e.v. y que, para el desarrollo de Occidente, el Oriente cumplió un rol fundamental, por lo que se busca la "negación eurocéntrica de la función de Oriente como sujeto agente" (Hobson, 2004, pág. 22).

Sin embargo, esta invisibilización fue potenciada por una oposición de contrarios establecida por la visión del orientalismo. Este término fue acuñado por Edward Said en su obra que llevaba el mismo nombre, "Orientalismo", de 1978, según la cual se establece una jerarquía en que la civilización occidental se encuentra en una posición de superioridad. Lo distinto a Occidente se consideraba "un otro", de esta manera se caracterizaba a Oriente con atributos tales como irracional, supersticioso, bárbaro, emocional, despótico y caótico, mientras Occidente era racional, científico, civilizado, sensato, democrático y ordenado. Esta visión orientalista también puede verse en la obra de Karl Marx quien, a pesar de criticar el capitalismo, consideró a Occidente como el sujeto histórico por excelencia, el que contaba con un grado de desarrollo del que carecía Oriente. Le posicionaba, entonces, como el real protagonista de la historia. Por su parte, Young Chul Chung (2005) señala que el principal problema de la visión orientalista es que no reconoce el relativismo cultural, ya que desestima la historia del "Otro" (Chung, 2005, pág. 2). Esto lleva a la reproducción de información en un marco predeterminado con concepciones preexistentes. Y así no es posible la generación de nuevo conocimiento, lo que atenta directamente contra el objetivo de los investigadores dedicados a los estudios internacionales.

Esta postergación o invisibilización de los enfoques producidos fuera de la corriente principal en la historia y en el desarrollo del pensamiento internacional, ha llevado a que las teorías que surgen de Asia no hayan sido consideradas con la relevancia necesaria, ya que son analizadas desde la perspectiva predominante.

Reconocemos la conexión que existe entre el conocimiento y el contexto específico desde el que surge, por lo que la Teoría Crítica resulta útil a los propósitos de esta investigación en tanto busca presentar una alternativa a los enfoques dominantes, ya que como sostiene Sanahuja (2017), en su sentido ontológico "desnaturaliza" las estructuras, agentes y conceptos que constituyen el sistema internacional, proponiendo nuevas ontologías del poder, mientras que en su sentido normativo vincula epistemología y ontología, buscando desenmascarar "el papel que tienen las teorías tradicionales para sostener un orden internacional que perpetúa relaciones de dominación y exclusión y, por otro, se configura como teoría para la transformación social" (Sanahuja, 2017, pág. 160). Es por esto que nos proponemos estudiar las bases epistemológicas de un pensamiento político que surge desde Asia y específicamente de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), orientado a su propósito de política exterior de alcanzar autonomía internacional y que se constituye como una alternativa distinta al pensamiento del mainstream de Relaciones Internacionales.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que el desarrollo político de la península coreana se encuentra definido, en gran medida, por su ubicación geográfica y por el rol que las grandes potencias ejercieron, desde la dominación japonesa, de 1910 a 1945, al papel de Estados Unidos y la Unión Soviética finalizada la Segunda Guerra Mundial. Estos Estados determinaron la división de la península. Lo anterior influyó en las dos Coreas y potenció aquella búsqueda por ejercer una política independiente en ambos lados del paralelo 38.

Postulamos que el Juche es el factor central para comprender la búsqueda de autonomía internacional, pues a través de este pensamiento se da sustento teórico e ideológico al desarrollo de la política norcoreana en sus distintas dimensiones: política, económica y militar. Así, las diversas decisiones de política exterior se ven justificadas por esta ideología, entre las que destaca el desarrollo de su programa nuclear. Por ende, para entender el rol de la RPDC en el sistema internacional es necesario estudiar cómo la articulación de la ideología Juche es central en la búsqueda de autonomía internacional y de qué manera esta se ve determinada por la noción de poder. Para ello utilizaremos los supuestos epistemológicos y las categorías analíticas de Michel Foucault, lo que nos permitirá comprender la tensión entre autonomía, poder y dominación, y así entender la forma en que esta se articula en la ideología del Juche.

De esta manera, la pregunta de investigación de este artículo es: ¿De qué manera el desarrollo de un pensamiento político propio, constituido en la ideología Juche, ha servido al propósito de autonomía internacional de la política exterior de la República Popular Democrática de Corea?

Como hipótesis planteamos que la ideología Juche ha servido al propósito de autonomía internacional, objetivo central en la política exterior de la RPDC, expresándose a través de tres aspectos fundamentales. En primer lugar, debido al desarrollo de la identidad coreana, el fomento de lo coreano ha servido como sustento para la instauración de una ideología basada en el nacionalismo y en la cultura local, rechazando lo extranjero. En segundo lugar, el culto a la personalidad le ha permitido legitimar al régimen Kim desde su llegada al poder. Finalmente, la capacidad de adaptación del Juche le ha permitido adecuarse a los cambios producidos en el sistema internacional desde el período de Guerra Fría hasta la actualidad.

ALGUNAS PRECISIONES CONCEPTUALES

La bibliografía de Relaciones Internacionales en el período de Guerra Fría ha sido definida principalmente por el enfrentamiento de las dos grandes potencias EE.UU. y URSS, dejando relegado el rol de los países de la periferia. Para el contexto histórico, seguimos lo planteado por Odd Arne Westad (2005), para quien la idea de que la GF no pertenecía al sur estaba errada. El conflicto de Guerra Fría no solo se produjo en los Estados centrales del sistema internacional, sino que también se vio expresado en aquellos que se encontraban fuera del centro político, a través de lo que Westad denominó la "Guerra Fría Global" (GFG), esta visión indica que las características del enfrentamiento de GF se reproducían también en los Estados de la periferia, tanto en su política interna como externa.

En relación al concepto de ideología, haciendo una revisión, Antonio Ariño (1997) concluye que este se articula en torno a cuatro procesos de las sociedades, los cuales corresponden a: "la necesidad de conocimiento fiable; la necesidad de legitimación de una dominación que no puede basarse ya en la fuerza descarnada ni en apelación a la divinidad; la necesidad de movilización simbólica para la acción social, y la comprensión de la pluralidad de universos simbólicos propia de las sociedades complejas" (Ariño, 1997, pág. 201).

Reconociendo la complejidad de la noción de ideología, hemos optado por abordarla desde su función como fuente de capability (2) en relaciones internacionales, de esta manera los Estados pueden optar por seguir una ideología determinada en su interacción con otros Estados, de manera de proyectar sus creencias internas hacia el sistema internacional. En palabras de Evans y Newnham (1998), una ideología puede ser considerada como un conjunto de postulados sobre el comportamiento y los sistemas sociales, que en el ámbito político asumen la forma de doctrinas. Así, una ideología política puede ser definida como un conjunto...

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