El atroz encanto de ser argentinos.

AuthorRodríguez Elizondo, José

Marcos Aguinis (Buenos Aires, Planeta, 2001), 253 págs. (Decimotercera edición).

Desde el oxímoron de su título, El atroz encanto de ser argentinos pareciera escrito al compás de la crítica situación sociopolítica y económica del vecino país.

Sin embargo, no es un libro de coyuntura. Marcos Aguinis --Premio Planeta por su célebre novela La gesta del marrano--, lo terminó antes del fin del milenio. Hasta podría estimarse que fue pensado para actualizar su anterior ensayo, Un país de novela, compuesto bajo un burlón epígrafe de Enrique Santos Discépolo: "El nuestro es un país que tiene que salir de gira".

Ambos libros, y éste más que aquél, expresan el desgarrado estado de alma de la intelectualidad argentina: de una parte, el dolor patriótico por un país objetiva y subjetivamente importante, que no logra superar sus depresiones cíclicas; de otra --y esto puede decirse con aire de tango--, la esperanza humilde de romper la fatalidad de esa cadencia.

Aguinis tenía muy clara esa ambivalencia sentimental y así lo advirtió epistolarmente a este comentarista, antes de que apareciera la primera edición (ya van quince) de su obra: "Es un libro muy crítico, como deriva del título paradójico, pero con oxígeno de esperanzas". Seguramente, fue él quien optó por una ilustración de carátula que evoca el mito de Sísifo.

Desde luego, la parte crítica de Aguinis pesa mucho más. Se explaya en ocho de nueve capítulos, en los cuales el dolor no se vuelca en lágrimas, sino en la clásica ironía autoflagelante de su estirpe. Ésa que supera, desde la frustración ilustrada, todas las burlas propias del antiargentinismo ramplón que se emiten desde la malquerencia.

En el primero de esos capítulos está la perspectiva en off del país. La de aquellos extranjeros que han expresado su estupor ante la prolongada coexistencia de un binomio eventualmente incompatible: el potencial enorme de desarrollo y la realidad hilvanada por bonanzas de plata dulce y cacerolazos con pregón de piqueteros. Una percepción estampada en la ironía lapidaria de Mario Moreno (Cantinflas): "Argentina está compuesta por millones de habitantes que quieren hundirla, pero no lo logran".

A partir de ese testimonio foráneo, viene la denuncia endógena del país invertebrado, con eje en el individualismo antisocial. Ése que se identifica con los ídolos del deporte, del tango y de la política. En ese orden, que es toda una jerarquía...

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