Asia del Pacífico ante Estados Unidos: un enfoque heterodoxo.

AuthorRam

Para la mayoría de los analistas internacionales, el 11 de septiembre malva un giro drástico en la evolución del sistema de relaciones internacionales." la "nueva guerra" emprendida por la administración Bush contra el "terrorismo internacional'" habría consolidado de manera indiscutible la hegemonía estadounidense. Las intervenciones militares en Afghanistán e Irak no contaron con una oposición eficiente de las potencias secundarias y habrían contribuido a la consolidación unipolar del orden internacional

El presente trabajo ofrece una interpretación diferente: a partir de los acontecimientos cruciales recientes, pretende demostrar que "el orden global" está marcado por una situación contradictoria. Por un lado, el gobierno estadounidense, cierto, es capaz de imponer globalmente sus intereses económicos, políticos y militares, pero esa imposición se realiza a costa de crisis internacionales en los ámbitos en que tales intereses se materializan; por el otro, las crisis internacionales provocadas por el gobierno estadounidense afectan los intereses de las potencias regionales, obligándolas a oponerse a los designios de aquél y a disputarle la influencia política, económica e inclusive militar en sus propios ámbitos geográficos.

A pesar de las acres disputas, ninguna de las potencias nacionales secundarias está en condiciones de desplazar a los estadounidenses. El orden internacional, en consecuencia, evolucionará de crisis en crisis, mientras sigan existiendo las disparidades entre la potencia principal y las potencias secundarias.

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Después del 11 de septiembre de 2001, la mayoría de los análisis sobre el sistema de relaciones internacionales se refiere a la fatídica fecha como un parte aguas en la política exterior estadounidense y, dada la función hegemónica de los Estados Unidos, en la historia mundial. El factor determinante del cambio en la evolución del orden global sería la guerra contra el terrorismo internacional, emprendida por la administración Bush y que, en la óptica de la misma, es planetaria por necesidad. Los primeros resultados de esa "nueva guerra" parecerían apuntar hacia la consolidación de un orden internacional basado en la hegemonía indiscutible de los Estados Unidos. Al respecto, suele argumentarse que las intervenciones militares en Afganistán e Irak fueron llevadas a cabo de acuerdo con los designios del actual hegemón, sin que ninguna potencia secundaria fuese capaz de presentar una oposición real a los mismos. La conclusión que parece imponerse por sí misma indicada que la historia posterior al 11 de septiembre reforzó, a la vez, la preeminencia internacional estadounidense y un orden mundial unipolar. Esta conclusión es considerada indiscutible y representa el supuesto básico de los análisis sobre el giro drástico de la historia mundial, luego de los ataques suicidas del 11 de septiembre.

Con el trabajo que el lector tiene ante sí, se desea ofrecer una interpretación diferente de la situación actual. Esta lectura podría ser considerada como heterodoxa, en la medida en que se aleja de los enfoques convencionales en boga y se organiza en torno a la idea siguiente: el fin de la Guerra Fría en modo alguno significó la consolidación de Estados Unidos como la potencia mundial indiscutida de un orden internacional, organizado alrededor de un polo único, predominante en los ámbitos económico, político y militar; antes bien, los acontecimientos determinantes de la evolución del sistema mundial, cuando menos a partir del 2 de julio de 1997, indican que el llamado "orden global" está marcado por una situación contradictoria: por un lado, la supuesta potencia hegemónica no está en condiciones de imponer sus intereses sin provocar crisis internacionales en los ámbitos en que ellos se materializan; por el otro, todavía no existe otra potencia susceptible de desplazar o de disputar a los Estados Unidos su lugar preponderante en el sistema mundial.

Ahora bien, la ausencia de un rival capaz de competir con los Estados Unidos, en pie de igualdad y en todos los órdenes, no significa que otras potencias menores no estén dispuestas a disputarles la influencia en sus propios ámbitos regionales, en las dimensiones política, económica o, inclusive, militar. Dicha ausencia tampoco implica que los gobiernos de los países en desarrollo acepten pasivamente un papel subordinado a la principal potencia mundial; antes bien, algunos de ellos han reaccionado impulsando iniciativas orientadas a preservar sus propios intereses económicos y políticos.

En estas condiciones, las funciones internacionales que el gobierno estadounidense se adjudica a sí mismo son cuestionadas en forma reiterada y este cuestiona-miento genera fricciones con aquellos actores internacional que no están dispuestos a aceptar sin chistar la imposición de intereses ajenos. El presente trabajo, por lo tanto, pretende ilustrar las reacciones de los gobiernos de Asia y el Pacífico ante la voluntad del gobierno estadounidense de ejercer un dominio sobre ellos. Las ilustraciones corresponden a cuatro temas cruciales de la historia regional reciente:

* La tentativa de los gobiernos asiáticos de sustraerse, durante la crisis de 1997-1998, al influjo de una economía organizada sobre la base del dólar como medio de pago de las transacciones internacionales y de las instituciones financieras que rigen el sistema económico mundial. Esa tentativa se expresó en los proyectos orientados hacia la creación de instancias regionales, tales como el Fondo Monetario Regional y el Fondo Regional de Estabilización.

* La respuesta de los gobiernos del sudeste asiático a la imposición de los intereses estadounidenses y de las instituciones financieras internacionales durante la crisis asiática, cristalizada en la creación de un foro que agrupa a economías en desarrollo de América Latina y Asia del Este y que pretende defender los intereses propios de los gobiernos asociados.

* Los proyectos de integración regional como respuesta a la crisis de 19971998, a la recesión global de 2001-2003 y a las dificultades actuales para reactivar una economía internacional organizada en torno a la estadounidense. Mediante esos proyectos, los gobiernos asiáticos buscan crear mercados regionales, más o menos amplios, donde puedan ejercer, de manera concertada, la regulación de los procesos económicos.

* La actitud de los gobiernos asiáticos ante la guerra contra el terrorismo internacional: a diferencia de instancias como el Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN y la OEA, los gobiernos del Pacífico asiático rehusaron otorgar carta blanca a la administración Bush para llevar a cabo su ofensiva contra la supuesta amenaza terrorista. El distanciamiento de los asiáticos con respecto al gobierno de la potencia "hegemónica" quedó plasmado en las declaraciones de Beijing y de Los Cabos, de los "líderes económicos" de APEC.

LOS PROBLEMAS DE UNA ECONOMÍA GLOBAL ORGANIZADA EN TORNO A LA ESTADOUNIDENSE

La crisis asiática fue presentada por los analistas anglosajones a partir de los rasgos que, de acuerdo con ellos mismos, marcaban la distinción entre las economías asiáticas y la estadounidense:

* La noción de crony capitalism ponía en evidencia un sistema de relaciones entre agentes públicos y privados que rebasaba los principios del libre mercado e iba en contra de ellos; por esa razón, se argumentaba, las economías asiáticas estuvieron condenadas a sufrir el colapso de 1997-1998.

* La idea del financial panic introdujo una explicación extraeconómica y monocausal de la crisis, destacando un supuesto grave peligro, latente en cualquier economía cuyos mecanismos no son tan transparentes como aquellos regidos por el libre mercado.

* El diagnóstico relativo a una "crisis de éxito" destacó las virtudes de una administración estricta y disciplinada de las variables macroeconómicas. Sin embargo, paradójicamente, aconsejaba el mismo tipo de reformas estructurales que fue impuesto a gobiernos displicentes como los latinoamericanos.

En síntesis, los principales esquemas interpretativos de la crisis asiática denotaban un doble problema analítico: por un lado, dejaban de lado las peculiaridades del funcionamiento de las economías asiáticas y del desarrollo de las condiciones que hicieron posible la crisis misma, para concentrarse en aspectos que, por contraste, llevaban a "afirmar" de manera apriorística las virtudes del libre mercado; por el otro, se concentraban exclusivamente en la evolución de las variables macroeconómicas y, en...

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