No sólo Asia-Pacífico. La Eurasia de Beijing que urge analizar.

AuthorSoto, Augusto
PositionIntegraci

En los últimos meses la agenda exterior de la República Popular China (RPCh) se ha ampliado considerablemente. El Asia-Pacífico continúa destacando en primerísimo lugar En la distancia, la Unión Europea es el otro bloque tecnológico-comercial e inversor relevante. Y en el Golfo Pérsico, la RPCh tiene a sus proveedores energéticos clave.

Hoy Beijing se reasienta en una Asia ampliada, a la que percibe como Juente de grandes oportunidades y amenazas: un enorme espacio de inteligibilidad continua y que abarca a Siberia, a las Asias del occidente meridional, y hasta el Oriente Medio. Por añadidura, Beijing también ve un destino en el espacio exterior Y está actuando en consecuencia.

Para visualizar insospechadas vías de relación, los observadores y actores del Pacifico americano habrán de mantener un ampliado y minucioso esfuerzo de análisis de China y su entorno. Y de allí el sentido del estudio profundo de los nuevos ejes que revaloriza Beijing.

Urge que el mundo ibérico y el latinoamericano, poco conocidos en China fuera del ámbito diplomático y de algunos círculos empresariales acotados, encuentren ampliadas fórmulas de posicionamiento físico en Asia, cuyo centro será China. Pero ello es imposible sin una participación más activa que nunca de los distintos actores sociales, de la concertación de países, y de una gran inversión en conocimiento.

INTRODUCCIÓN

A comienzos del siglo XXI, y especialmente en los últimos meses, se constata que la agenda internacional de Zhongnanhai se ha ampliado extraordinariamente (1). La República Popular China (RPCh) ha acumulado incomparables índices de crecimiento, diversificado intercambios comerciales, comenzado a arrastrar hacia sí de manera dramática a las principales transnacionales, y se ha acercado a nuevos países a los que hoy asigna un alto valor estratégico. En suma, se acomoda en el sistema internacional más dinámicamente que nunca desde la apertura al exterior decidida en 1978.

El Asia Pacífico continúa destacando en primerísimo lugar. Por comunes y variadas razones, Taiwan, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur (incluido el conflicto de Corea) retienen gran parte de la atención de Beijing. Si sumamos a los países de la ASEAN, más Oceanía, perfilamos claramente esa priorización estratégica vecinal. En la distancia, la UE es el otro bloque tecnológico-comercial e inversor relevante. Y en el Golfo Pérsico, la RPCh tiene a sus proveedores energéticos clave.

La década de los años noventa ha sido la del auge del Asia-Pacífico. Y la crisis asiática no marca su relativización ni mucho menos, pero junto con el 11-S, parece marcar una inflexión. Hoy Beijing se reasienta en una Asia ampliada, a la que percibe como fuente de grandes oportunidades y amenazas: un enorme espacio de inteligibilidad continua y que abarca a Siberia, a las Asias occidental y meridional, y hasta el Oriente Medio. Y está actuando en consecuencia.

También hay un espacio exterior, el cosmos, al que se ha proyectado decididamente en 2003, llamado a englobar exploración, defensa espacial y prestigio nacional.

La recargada agenda puede concentrar desmedidamente la atención del coloso asiático y desviarla de otras regiones del amplísimo marco marítimo del APEC. A comienzos de 2004 se advierte una RPCh que ha de habérselas con unos temas tan variados que son todo un reto de inteligibilidad para ella, para el mundo, y en particular para los países de América Latina del APEC y del Mercosur: de que busquen oportunidades en el país-continente clave de las deslocalizaciones, las manufacturas, las inversiones y el turismo de las próximas décadas.

Para visualizar insospechadas vías de relación, los observadores y actores del mundo ibérico y latinoamericano habrán de mantener un ampliado y minucioso esfuerzo de análisis de China y su entorno. Y de allí el sentido del estudio de los nuevos ejes que Beijing también comienza a priorizar, en el contexto de un APEC que parece adquirir un dinamismo menor, que no es el de sus comienzos.

El camino que perfila Chile con China en estos meses, orientado a explorar fórmulas conducentes a un tratado de libre comercio, es un ejemplo extraordinario que reforzará la necesidad de auscultar a un gigante estratégico de visión panorámica.

Es más, por su relativa implicación comercial e institucional con el Oriente, Chile puede aspirar a convertirse en referente latinoamericano de gestión y conocimiento asiáticos. Ya ha abandonado su antigua autopercepción de país aislado e insiste en oficiar de puente Asia-América Latina en 2004. Por su parte, en la última década, España también ha emprendido acciones exteriores estratégicas en América Latina y en China, cuyo potencial también urge explorar.

ANTECEDENTES INMEDIATOS

El precedente más inmediato de la mayor internacionalización china puede situarse en el paradójico período de comienzos de los noventa, cuando Zhongnanhai relanzó una pequeña apertura que pasó casi inadvertida, independiente, previa y posterior al famoso nanxun (el viaje al sur) emprendido por Deng Xiaoping en 1992, que significó la reapertura del país tras la crisis de Tiananmen, la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética en conjunto condujeron, al restablecimiento y al establecimiento de relaciones con países que hoy son clave para Beijing, tales como Indonesia, Singapur, Corea del Sur e Israel. Y culminó con la participación china en la constitución del Grupo de Shanghai, en 1996, en el que junto a Rusia y los países del Asia central ex soviética, firmó el primer tratado multilateral de su historia (2).

El 11-S alejó a China de un perceptible cerco de parte de la administración Bush. Pocos meses antes, la llamada "tesis Armitage/Wolfowitz" defendia la contención de la RPCh. Tras el 11-S, China ha cooperado activamente con Estados Unidos en la lucha internacional contra los talibanes y Al-Qaeda, se percibe un menor apoyo estadounidense a Taiwán del que cabía prever y China ha ganado prominencia a ojos norteamericanos en el desbloqueo de la crisis nuclear con Corea del Norte (3).

Y pese a que se estima que las relaciones atraviesan por su mejor momento en la última década, Beijing no deja de seguir con gran preocupación las acciones norteamericanas en el arco que va de Irak y el Golfo Pérsico a Corea del Norte, abarcando al Asia meridional y al Asia central. Y al parecer, si Estados Unidos lograse estabilizar Irak, su presencia allí se prolongaría. Pero sin pacificarse el país, la ocupación militar tampoco tiene visos de acabar. En ambos casos, el despliegue actual de recursos es extraordinario y los hechos no apuntan hacia una salida de ese país. La posibilidad de aspirar a un mayor control y ampliación de los hidrocarburos haciéndose sentir decisivamente en el mercado mundial es hoy una alternativa real. Las reservas de Irak superan probablemente las de Arabia Saudita y son mayores que las de Kuwait o de Irán. Además, producir petróleo en Irak es hoy mucho más barato que en cualquier otro lugar del mundo. Y en todos los aspectos, de precio, seguridad y volumen de petróleo, Beijing es actor interesado porque es cliente de varios de los Estados productores del Golfo Pérsico, con una demanda interna extraordinaria que lo hace incluso profundizar en fuentes complementarias más alejadas, como Gabón y Argelia (4).

Tampoco son tranquilizadoras para Zhongnanhai las acciones bélicas y encubiertas en Afganistán, Pakistán (el más férreo aliado de Beijing en las últimas décadas), así como en cuatro países centroasiáticos ex soviéticos. En primer lugar, Islamabad ha quedado relativamente desorbitado de la constelación asiática de Beijing, al concederle Washington un préstamo por tres mil millones de dólares y enviarle a centenares de asesores militares para luchar contra los talibanes y Al-Qaeda. También, y rompiendo con la historia, aunque ya existía un precedente, Estados Unidos ha logrado posicionarse físicamente en el Asia central ex soviética (5).

Se establecen por primera vez bases militares norteamericanas en dos repúblicas del Asia central ex soviética, Uzbekistán y Kirguistán. Es más, la presencia se ha ampliado con asistencia económica y cooperación a todas las repúblicas centroasiáticas hoy independientes de Moscú (6).

Antes del 11-S Beijing ya constataba que los países centroasiáticos vecinos estaban vinculados con la OTAN a través de programas como la Asociación por la Paz y el Proyecto Ruta de la Seda Virtual, además de ser miembros del Consejo Euroatlántico. Y también veía una gran presencia de las principales transnacionales norteamericanas en el Caspio. Pero desde hace unos meses también se incrementan en el área programas educativos y de asistencia norteamericanos, entre ellos USAID y se refuerza la actuación de otros organismos (7).

LA ORGANIZACIÓN PARA LA COOPERACIÓN DE SHANGHAI

Pero la diplomacia de Zhongnanhai no se ha detenido La respuesta más concreta de carácter institucional emprendida por Beijing en el área ha sido el aceleramiento concertado para la institucionalización definitiva de la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS). Finalmente, su constitución se oficializó en enero de 2004, culminando un proceso iniciado en 1996 en la megalópolis meridional china --de allí su nombre-- que corría el riesgo de no concretarse en proyectos continuados de alcance estratégico global.

Con la apertura de su secretaría en Beijing --desde el que se impulsará el libre comercio entre sus miembros-- y de un centro antiterrorista en Tashkent (Uzbekistán), la RPCh y sus vecinos de la antigua Unión Soviética...

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