Alejandro Herrero Rubio (1907-2004)

AuthorAntonio Remiro Brotóns
PositionCatedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales Universidad Autónoma de Madrid
Pages667-668

Page 667

Don Alejandro Herrero Rubio ha fallecido casi centenario, con noventa y seis años cumplidos. Sin embargo, desde mucho tiempo atrás, había ido cerrando los círculos académicos y sociales hasta prácticamente renunciar a cualesquiera contactos que no fueran los de su familia más directa, sus hijos y nietos. Había en ello una especie de pudor, de respeto hacia sí mismo, de implícito afán en ser recordado como fue... Allí, en su hogar, contaba con los libros que leía o, finalmente, le leían. Con esa edad y esa auto-reclusión quienes le conocimos jóvenes ahora contamos con no menos de cincuenta años.

Creo que la primera vez que vi en persona a don Alejandro Herrero fue en Vitoria, en julio de 1970. Don Alejandro, Don Ale, solía pasar allí, desde 1946, algunas semanas cada año como Director de los Cursos de Verano de la Universidad de Valladolid, cuyo distrito universitario abarcaba todo el País Vasco. Esos Cursos fueron consustanciales con él, que los creó y animó durante su vida académica y aún más, pues habiéndose jubilado en la Cátedra de Derecho Internacional Público y Privado de Valladolid en 1977, mantuvo la dirección de los cursos vitorianos hasta 1980, año en que la creación de la Universidad del País Vasco los condujo por otros derroteros.

En el tiempo de Don Alejandro los cursos de Vitoria, de los que él era «nervio y naturaleza» según lo expresó Don Mariano Aguilar Navarro ya en 1953, constituían una preciosa singularidad en el panorama español. «Ciencia y tertulia», decía Aguilar. Doctorandos y ayudantes de clases prácticas en Derecho Internacional ambicionando una carrera universitaria pasaron por ellos como oyentes con la esperanza de, un día, hacerlo como profesores, pues era norma de Don Alejandro invitar con tal fin a quienes ganaban sus oposiciones a cátedras o agregaciones. También se dejaban ver doctores y adjuntos con expectativas de progresar, que encontraban en la morosidad vitoriana la ocasión de tratar algo más de cerca a algunos de los señores de sus anillos académicos. En la Revista Española de Derecho Internacional desde su fundación en 1948 (a cuyo Consejo se incorporó al acceder a la Cátedra de Valladolid en 1950) dejó Don Alejandro puntual constancia del devenir de los cursos en crónicas modélicas que revelan esa consustancialidad a la que antes he hecho referencia.

Aunque el ritmo físico de los cursos respondía a su condición veraniega muchos de ellos, no menos de cuarenta al jubilarse Don Alejandro, se...

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