Vision estrategica de la Armada de Chile y de su relacion con Peru.

AuthorVergara, Miguel A.

Conferencia en la Academia de Guerra Naval del Perú, 25 de junio de 2002.

  1. PALABRAS INICIALES

    Constituye un alto honor, para quien les habla, ocupar la tribuna de esta Escuela Superior de Guerra Naval y dirigirme a este selecto auditorio, encabezado por el Comandante General de la Marina de Guerra del Perú, Almirante Don Ricardo Arboccó Liceti, con la presencia de parte importante de su Alto Mando. Ésta es una oportunidad que me parece nunca antes se había producido, lo que nos ofrece un indicio respecto del creciente acercamiento entre nuestras Armadas.

    Soy consciente de que aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar un nivel de cooperación como el que los tiempos exigen. Vamos por el camino correcto pero, quizás, deberíamos apurar el ritmo, puesto que Perú y Chile se necesitan mutuamente para ocupar el espacio que nuestras Patrias merecen en el mundo que se está construyendo y tengo la íntima convicción de que la cooperación es la única manera de lograrlo.

    En efecto, nos encontramos en un momento histórico en que el mundo avanza rápido; en que la nueva situación mundial cada día se delinea y consolida; en que las necesidades de nuestras sociedades son más grandes y urgentes; y en que las oportunidades aparecen, pasan y se desvanecen a alta velocidad.

  2. NUESTRO PASADO

    Para enfrentar juntos este desafío que nos impone la globalización, propongo empezar por despejar algunas percepciones distintas de nuestro pasado común. Pasado que es importante, ya que contiene la memoria histórica y de algún modo contribuye a determinar lo que somos y cómo somos.

    Nuestra historia común es variada y tiene momentos de cooperación y convergencia de propósitos, y momentos de conflicto y desencuentro. A mi memoria viene el Imperio Inca, cuya cultura superior se puede reconocer en caminos y pucarás que aún existen hasta en la parte centro norte de Chile; esas obras dan testimonio de la intensidad con que la presencia de vuestros antepasados se manifestó en nuestro país. Posteriormente, y desde el inicio mismo del proceso de conformación de nuestra nacionalidad, la presencia colonial del Virreinato y específicamente de las ciudades de Lima y Callao, fueron los referentes principales de la vida económica, social y cultural de nuestra Capitanía General.

    Más adelante, en la lucha de nuestros pueblos por la Independencia de España, se generó una natural y espontánea cooperación fraternal que nos permitió compartir próceres militares y líderes políticos. Lamentablemente, a poco andar tuvimos nuestro primer desencuentro, en la Guerra entre Chile y la Confederación Perú-Boliviana, la cual afortunadamente no dejó huellas profundas en el alma de nuestras Naciones. Prueba de ello fue la comunión de ideales que se produjo a raíz de la Guerra contra España, en 1865, que vio combatir y recibir juntos su bautismo de fuego a quienes posteriormente serían nuestros máximos héroes navales: Miguel Grau y Arturo Prat.

    Después, a fines del siglo XIX, ocurrió el más profundo desencuentro de nuestros países en lo que conocemos como la Guerra del Pacífico. Es evidente que tenemos diferentes percepciones de esa guerra y sus efectos. Lamentablemente, los hechos del pasado no pueden ser cambiados, son hechos que sucedieron y nada puede hacerse para reemplazarlos. No obstante, y sin perder un ápice de objetividad, podemos hacer un esfuerzo por interpretar aquellos mismos hechos desde otra perspectiva; y eso sí que es materia de nuestra elección.

    Sugiero comenzar reconociendo y aceptando la sinceridad y honestidad de las razones esgrimidas por ambos países. Puede que hoy los argumentos y motivaciones de los contendores de aquella época no nos resulten convincentes, pero no cabe duda de que, en la oportunidad, ambos pueblos los creyeron válidos y de tal importancia como para aceptar incluso el sacrificio supremo.

    También es digno de destacar que en aquel conflicto, ambos países lucharon como lo hacen los mejores: hasta alcanzar la victoria o morir en el intento. Felicitémonos por haber sido dignos adversarios, por haber luchado con coraje y entereza por una causa que creímos justa. Ello nos permite respetamos mutuamente y mirarnos a la cara sin reservas, más allá de las mutuas victorias y derrotas de aquel largo conflicto.

    Por nuestra parte, la Armada de Chile estima que se prestigia y enaltece a sí misma cuando honra a las personas, las instituciones y los Estados que en algún momento fueron sus rivales. Por eso hoy, en esta Escuela Superior de Guerra Naval, quiero recordar al Gran Almirante Don Miguel Grau y Seminario, marino ejemplar, estratega genial y un caballero a carta cabal; en una palabra un señor del mar, digno ejemplo para generaciones futuras de marinos, no sólo del Perú. Verdaderamente sentimos que el Almirante Grau y la Marina de Guerra del Perú son actores brillantes de nuestra propia historia, con quienes compartimos nuestras glorias y también nuestros dolores y frustraciones.

  3. NUESTRO FUTURO

    Afortunadamente, con posterioridad a la Guerra del Pacífico hemos sabido vivir en paz y resolver nuestras controversias mediante el diálogo; y confiamos en que esta actitud continuará en el futuro. No obstante, más allá de haber sido capaces de conservar el valioso bien de la paz, es un hecho que los procesos de desarrollo y consolidación de las identidades nacionales de Perú y Chile, han marchado por 123 años más bien por caminos paralelos y, a veces, divergentes. El desafío es que en el futuro próximo, nuestros caminos converjan hacia expectativas e intereses comunes. Ésta es una tarea ardua que requiere de voluntad para construir una relación de mayor confianza, lo que implica hacer un esfuerzo por querernos más.

    En tal sentido, teniendo en cuenta que no se puede querer lo que no se conoce, creo que este cambio debe comenzar por una exploración y conocimiento mutuo que permita despejar prejuicios anclados en la historia, de modo de enfrentar juntos las realidades del presente y las expectativas del futuro. Ésta es la razón por la que creo que el intercambio de oficiales alumnos entre nuestras Academias de Guerra Naval es tan importante y que debemos cuidarlo e intensificarlo. Incluso, deberíamos ampliar estas actividades de intercambio hacia el personal subalterno...

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