Mujeres en un contexto de migración transnacional y con esposos migrantes: las que se quedaron

AuthorYolanda Correa Castro
Pages205-252

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El proceso de migración transnacional piegallense

Considerar a Pie de Gallo como una localidad transnacional nos permite por un lado analizar la especi?cidad de una comunidad que obedece a la lógica del capitalismo globalizado y por otra estudiar la existencia histórica de sus ?ujos migratorios a Estados Unidos. En este sentido nos será de utilidad retomar los planteamientos expuestos en el capítulo I, cuando nos apropiamos de la propuesta de circuito migratorio transnacional (Rouse, 1987, 1991) para referirnos al intenso y continuo intercambio de personas, ideologías, símbolos, información, dinero, objetos, servicios y con?ictos políticos que permiten establecer fuertes lazos entre el lugar de origen y el de recepción. La migración a los Estados Unidos ha creado relaciones y redes sociales que vinculan estrechamente a Pie de Gallo con diversos lugares del país vecino, creando campos sociales transnacionales.

Suponer la existencia de estos espacios sociales transnacionales conlleva al estudio de un contexto transnacional local en construcción y reproducción tanto en lo económico, político y sociocultural, como en la propia identidad que se ve trastocada y resigni?cada por los que migran y los que permanecen, creándose un contexto local transnacional articulado con una sociedad diferente en valores, en costumbres y, sobre todo, marcada por una profunda desigualdad económica.

Este enfoque facilita observar las mutaciones identitarias de los piegallenses cuando despliegan en el lugar de llegada estrategias signi?cativas reales y simbólicas para mantener ciertos hábitos culturales de su lugar de origen, y al tiempo se esfuerzan por retomar pautas culturales que les permitan adaptarse a sus nuevas condiciones de vida. En este sentido la identidad se recon?gura a su nuevo entorno sin olvidar sus raíces identitarias.

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La metáfora del circuito migratorio transnacional permite describir las acciones y mecanismos económicos, culturales y sociales que llevan a cabo hombres y mujeres, en este caso piegallenses, para producir y transformar instituciones, símbolos, valores, costumbres y prácticas cotidianas que les permiten adecuarse al lugar receptor. Este modelo, de migración transnacional, tiene la ventaja de ubicar a los migrantes como actores que se esfuerzan por generar estilos de vida en más de una nación, y en ello están involucrados las familias, las parejas, los hijos, los amigos y la propia localidad.

Este enfoque además ofrece la capacidad de estudio al ampliar el punto de vista en el análisis tanto en el territorio como en la unidad de estudio. Ya que, por una parte, la reestructuración del sistema capitalista globalizado y su incapacidad de responder a las necesidades de los hogares lleva a ampliar la separación territorial entre el lugar de trabajo y de residencia; por otra la unidad doméstica y los trabajadores ante la pobreza, las condiciones laborales y los cambios culturales se ven ?exibilizados para generar estrategias de sobrevivencia más allá del ámbito nacional.

La vida familiar y la propia localidad articulan novedosas, complejas y contradictorias vivencias, a tal grado que hoy se habla de la existencia de familias binacionales o biculturales (Longoria, 2001); familias transnacionales (Herrera, 1997); familias transfronterizas (Ojeda, 1994, 1995); unidades domésticas internacionalizadas (Nash, 1994); familias transnacionales multilocales (Glick y Blanc-Szanton, 1992); familia binacional (Chávez, 1988); hogares transfronterizos (Murray, 1981) para referirse a las familias migrantes que articulan dos culturas diferentes, la de origen y la de destino, ya sea que se han establecido en Estados Unidos y están integradas tanto por miembros nacidos en México como en el país vecino, o son familias divididas entre México y Estados Unidos, manteniendo una estrecha e intensa relación entre su lugar de origen y de residencia.

Es desde esta perspectiva que nos interesa enfocar el estudio de la migración transnacional de los piegallenses a Estados Unidos, haciendo énfasis, por una parte, en la dinámica de la unidad doméstica cuando decide enviar a su(s) integrante(s) fuera del territorio nacional; y por otra, en las estrategias que emprende para llevarlo a cabo, es decir, en las redes sociales, en la memoria, en los saberes y en los recursos, todos ellos capital social y cultural de que dispone el hogar para hacer posible esa decisión.

Es importante recordar que si bien el grupo doméstico diseña estrategias de sobrevivencia más o menos comunes y posee un capital social que le permite hacer posible la salida de uno de sus integrantes al país vecino, esto de ninguna manera se puede traducir en considerar que la toma de decisiones se dé en un ambiente equitativo y de consenso, más bien al contrario, tienen gran peso las desigualdades

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de género en la toma de decisiones y en la distribución de los recursos. Como hemos sostenido la unidad doméstica expresa cooperación y solidaridad, pero también fuertes tensiones, contradicciones, desequilibrios de clase, de género y generacionales, así como formas desiguales y diferenciales en la posición social y en el ejercicio del poder.

Por ello nos interesa, acorde con nuestros objetivos, exponer y analizar el papel de las mujeres que se quedaron al frente de la unidad doméstica una vez que el jefe de familia migró a los Estados Unidos. Retomando las preguntas efectuadas en el capítulo I nos cuestionamos sobre ¿cuándo y cómo se decidió que jefes de familia, mujeres solas y familias completas salieran más allá de la frontera nacional?, ¿qué efectos tiene esta decisión en las mujeres, en las familias y en la comunidad?, más concretamente ¿cómo afecta este evento en la identidad y en las relaciones de gé-nero, sobre todo de las mujeres que se quedaron?, y ¿de qué manera las relaciones transnacionales interactúan con la estructura de poder, en este caso, de género?

En el presente capítulo nos proponemos responder a estas interrogantes, para ello lo hemos organizado de la siguiente manera: en primer lugar describimos y re?exionamos sobre la situación de las mujeres que se quedaron, que viven un contexto migratorio transnacional y que se esfuerzan por cumplir su papel tradicional, pero que además tienen que suplir y cubrir el rol social del jefe de familia. Para ello identi?camos las estrategias que han emprendido y la repercusión personal, familiar y local, todo ello con la intención de subrayar los cambios, las rupturas, las pervivencias y las continuidades en las relaciones de género ante condiciones que van más allá de la propia localidad de origen y de recepción.

Para lograr estos propósitos reportaremos los resultados obtenidos en las 18 entrevistas a profundidad realizadas a mujeres cuyos esposos han estado o estaban, en el momento de la entrevista, en Estados Unidos, y en las 24 entrevistas que realizamos a hombres con experiencia migratoria en dicho país. Analizaremos además la información proporcionada por los 211 cuestionarios que aplicamos a las amas de casa. Se incluyen también los datos proporcionados por los informantes clave y por las observaciones realizadas en el trabajo de campo en Pie de Gallo.

Ante el evento social e histórico de la migración transnacional piegallense nuestro interés radica en analizar las causas y los efectos de este fenómeno en las mujeres, las familias y la localidad, así como los mecanismos económicos y socioculturales que se desencadenaron. Para ello explicamos el origen y evolución de la migración transnacional de hombres y mujeres junto con el per?l de los hombres migrantes transnacionales.

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Origen y evolución

Los antecedentes de la emigración internacional de los piegallenses están relacionados con factores internos y externos de la estructura del propio sistema capita-lista. Entre las condiciones internas, tanto nacionales y regionales como locales, se encuentran la pobreza, pauperización del campo y bajos salarios, el desempleo y los cambios socioculturales tanto de la comunidad, como de las unidades domésticas, entre otros. Y como factores externos tenemos la cambiante política migratoria norteamericana, las estrategias violentas de vigilancia fronteriza, las demandas del mercado de trabajo y la consolidación de las redes sociales transnacionales.

Todo indica que la migración transnacional se inició en Pie de Gallo con los señores Indalecio y Mateo López (hermanos), Severiano y Guadalupe Jiménez (hermanos) Salvador y Guadalupe Ortiz (hermanos), Francisco Palacios y José Grande, quienes de acuerdo con los informantes clave salieron a trabajar a Estados Unidos aproximadamente entre los años de 1942 y 1948, por lo que el inicio de la movilización territorial al país del norte se da en el marco de la vigencia del Programa Braceros (1942-1964), (capítulo II).

A pesar de que este programa desde el principio excluyó a las mujeres e impuso un patrón migratorio masculino y circular dedicado al trabajo en la agricultura, por diversas investigaciones sabemos que las mujeres no sólo estuvieron presentes como esposas e hijas, sino además como trabajadoras internacionales. A tal grado que a mediados de los años setenta el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos a?rmó que las mujeres mexicanas, junto con las ?lipinas, hindúes, portuguesas, chinas, inglesas, italianas, griegas y coreanas ya representaban el 54.5% de los inmigrantes.

Canales (2001) considera que para mediados de los años sesenta ya era mayor el ?ujo de emigrantes indocumentados que el de los contratados y a?rma que desde los años ochenta al momento actual la migración circular1se inclina a convertirse en un proceso de asentamiento en Estados Unidos. A este fenómeno hemos de sumar la heterogeneidad de sus características, de su orígen y de su destino. Si bien la migración

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