Las políticas públicas en la transformación del espacio audiovisual. Europa y Latinoamérica: contrastes.

AuthorManuel Chaparro
Pages155-164

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Las políticas públicas en la transformación del espacio audiovisual. Europa y Latinoamérica: contrastes

Manuel Chaparro

El fin de la II Gran Guerra marcó un antes y un después en el uso del espacio radioeléctrico. La necesidad de construir una nueva Europa desde otros referentes políticos, culturales y económicos que evitará nuevos enfrentamientos bélicos, hizo que todos los países centraran sus políticas de socialización en fuertes sistemas públicos que desde el monopolio estatal contribuirían a crear la atmósfera necesaria. El monopolio público audiovisual marcó tanto al oeste como al este en aquella Europa fragmentada por intereses ideológicos. En la Europa capitalista, los monopolios jugaron un papel esencial en la construcción de los nuevos estados, que salvo en España, Portugal y Grecia puntualmente, fue muy similar. En este escenario la radio y la televisión privada no tenían cabida, aun cuando la radio comercial ya había existido con anterioridad.

El fin de los monopolios públicos europeos

Los años setenta trajeron las primeras reivindicaciones ciudadanas a favor de la liberalización del espectro. La tutela del Estado ya no era suficiente para seguir avanzando en los procesos democráticos, y el abaratamiento tecnológico y la aparición de los transistores dieron lugar a una revolución tecnológica que facilitaba la apropiación ciudadana de los medios. La resistencia de los estados a estos cambios fue terca, pero las radios “libres” en Francia e Italia, las “piratas” en el canal de Mancha, la existencia de Radio Televisión Luxemburgo como canal privado que emitía para el territorio francés y las reivindicaciones de mayores cuotas de libertad amplificadas por el mayo francés, fueron creando un clima propicio a los cambios.

En la década de los ochenta se va a comenzar a transformar el espacio audiovisual para ir configurando el panorama actual europeo. El nuevo modelo dista mucho de representar una auténtica pluralidad y ha perdido compromisos básicos con la audiencia. La economización de la comunicación y la información darán como resultado el paso del monopolio estatal como garante del servicio público, a un sistema cada vez más desregulado y favorecedor de las estructuras oligopolísticas. Este fue, el segundo hito que modificó el paisaje audiovisual en la Europa capitalista y que se fundamentó principalmente en la debilitación del concepto de servicio público para permitir que el espacio radioeléctrico fuera administrado por empresas públicas y privadas. Desde esta óptica el principio de servicio público sólo se puede desarrollar si se hace compatible con la rentabilidad económica. Un difícil equilibrio que sin la

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existencia de políticas públicas eficaces, encaminadas a la regulación conducen al

fracaso.

En este proceso ha habido un claro un perdedor: la ciudadanía, como potencial emisora y no sólo como receptora de contenidos. Hemos aceptado con normalidad que el derecho de emisión corresponde a los poderes públicos y al poder económico, que intervienen como representantes de los intereses y deseos de los ciudadanos. Este nuevo modelo europeo defiende la libertad de empresa anteponiéndola a la libertad de expresión. Un modelo que excluye al llamado Tercer Sector en sus derechos de emisión, en el derecho a la comunicación.

Es importante destacar que fueron los movimientos ciudadanos los que iniciaron el proceso emancipador sobre la tutela del estado. Los movimientos asociativos, los colectivos ciudadanos, movilizados desde la universidad, los sindicatos y algunos partidos políticos de la izquierda, rompieron con los monopolios pero se vieron expulsados del espacio radioeléctrico al anteponerse los interesas del mercado a los de la sociedad civil. Europa ha consolidado un espacio audiovisual en el que los medios del Tercer Sector son marginales y no se desenvuelven en igualdad de condiciones que el sector público y privado.

La ausencia de equilibrio

Una política pública que trabaje a favor de la libertad de comunicar debe buscar el equilibrio entre el Primer, Segundo y Tercer Sector. Un reparto del espacio radioeléctrico en igualdad de condiciones de competencia y competitividad. Ningún país europeo ha regulado pensando en este equilibrio, y en muchos casos como el español ni siquiera ha establecido claramente el consenso con los medios privados comerciales en torno a la utilidad social, la calidad y los principios de uso democrático del espacio radioeléctrico como bien común no sujeto a privatización (Pasquali: 1991).

La presencia de medios de la sociedad civil en el espacio europeo sigue siendo débil y ello no enriquece a la democracia. Pero si bien es verdad que inicialmente esta demanda contó con un amplio respaldo de ciertas élites dirigentes y de movimientos sociales, hoy pasa desapercibida para la mayoría social que no se cuestiona que la actual pluralidad de medios establecida por y entre el Primer y el Segundo Sector es suficiente para abastecer necesidades exclusivas de consumo.

Europa ha presumido y llevado a gala los principios de la libertad de expresión y comunicación desde la aplicación de normas de tolerancia hacia los movimientos ciudadanos que han venido reivindicando el derecho de acceso al espacio radioeléctrico. Sin embargo, siendo un entorno económicamente privilegiado y con marcos democráticos estables, los medios del tercer sector no han tenido la repercusión alcanzada en América Latina. Los referentes latinoamericanos han desempeñado un papel más incisivo en la conquista de derechos civiles, aunque sus

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regímenes resulten menos estables y sus sociedades más empobrecidas económicamente.

Los países europeos que han regulado las radios de corte asociativo o comunitario (España no se encuentra entre ellos), lo han hecho desde perspectivas temerosas y atentatorias contra la libertad de comunicación y el derecho de acceso. La presión de las grandes corporaciones de radios comerciales sobre el poder político y el temor de la clase dirigente a no poder controlar el discurso y la capacidad de movilización de sus ciudadanos, son los principales factores que han incidido en la creación de un marco legal de tolerancia insatisfacatorio y lleno de cortapisas.

Las radios...

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