Trabajos para mujeres y hombres jóvenes en Kirguistán

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Cuando un país tiene un desajuste entre sus necesidades de mercado de trabajo y la educación y cualificaciones de sus jóvenes, ¿cuál es la respuesta? Kirguistán lucha por abordar esta problemática mediante la formación de jóvenes para que adquieras las cualificaciones profesionales que demanda su economía transformada.

BISHKEK - Durante años, fue el Estado soviético el que decidió cuántos jóvenes requerían capacitación, y para qué ocupaciones. Pero la transición del país hacia una economía de libre mercado ha puesto de relieve una dolorosa realidad.

"En Kirguistán sobran los graduados universitarios capacitados que no consiguen trabajo", señala Erkinbek Omurov, Secretario de Estado del Organismo público de formación profesional del Gobierno de la República de Kirguiz. "En cambio, los trabajadores manuales encuentran empleo de un día para otro."

Miles de kirguizos, en su mayoría hombres, han salido del país para trabajar en Rusia o en Europa occidental y mandan una buena parte de su salario a la familia para que ésta pueda sobrevivir. Hoy en día, Kirguistán se está convirtiendo en un país de "abandonados", con mujeres desempleadas, ancianos y niños, y con una población activa restringida a ocupaciones básicas.

Gracias al apoyo brindado por la OIT en el marco de un proyecto financiado por los Países Bajos, el gobierno kirguizo reformula su política de empleo juvenil mediante el desarrollo de amplios programas de capacitación profesional dirigidos a la población en general, y en especial a las mujeres, para que puedan adquirir nuevas cualificaciones solicitadas en el actual mercado laboral.

"En Kirguistán, la OIT se moviliza a favor de la creación de oportunidades de trabajo decente para todos", señala Walter Verhoeven. "Nuestro proyecto abarca varios aspectos: la promoción de políticas a favor del empleo juvenil, estrategias locales e integradas para el empleo juvenil, provisión de información sobre el mercado laboral y formación para la adquisición de destrezas, cursos sobre creación de empresas, y orientación profesional."

Actualmente, aumenta el número de jóvenes kirghizos interesados en las competencias profesionales que tienen mayor demanda en el mercado laboral. Gracias al enfoque de formación por módulos concebido por la OIT, pueden adquirir una cualificación profesional en un plazo inferior. Suyun Maitikova, Vicedirectora de Lyceum 43 Bishkek, señala que:

"Durante los diez meses del curso, estos jóvenes adquieren tres cualificaciones: primero aprenden el oficio de yesero; después, el de albañil y, en el tercer trimestre, el de carpintero. Así pues, en apenas diez meses, reciben capacitación en tres ocupaciones que ahora tienen demanda".

Nasiba Halilova alberga grandes esperanzas. Su sueño es abrir una guardería; en el seminario de la OIT aprendió la manera de estimar los costes y elaborar un plan empresarial. "Este seminario es muy estimulante", comenta. "Te animan a desarrollar una idea, y después te enseñan a realizarla".

Dilorom Holmatova está rompiendo con todos los estereotipos: desempleada, sin formación superior, y viviendo en una ciudad azotada por el desempleo y la pobreza. Gracias a la formación impartida por la OIT en el marco de su programa "Inicie y Mejore su Negocio", Dilorom pudo abrir el primer taller de confección de cortinas de la ciudad. Cuatro años más tarde, su negocio tiene tanto éxito, que emplea ya a cuatro costureras. Y Dilorom no quiere que la cosa termine ahí.

"Aquí viven más de 300 madres solteras que no tienen a nadie que las ayude. No consiguen trabajo porque no tienen con qué pagar la guardería para sus hijos, que es muy cara. Si tuviera la posibilidad de capacitarlas, lo haría".

Dilorom planea expandir su negocio y contratar a más costureras. Son nuevos puestos de trabajo, y una nueva esperanza para las mujeres desempleadas de su localidad. "¡Ahora sí que puedo considerarme definitivamente una mujer de negocios!", afirma Dilorom.

Estas mujeres "dejadas atrás", que en algún momento parecían estar sin futuro, ya son modelos de éxito para otras mujeres kirghizas, al tiempo que contribuyen a la reconstrucción del país. . . sin prisa, pero sin pausa.

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Empleo juvenil: derribar barreras de género para hombres y mujeres jóvenes

Mil millones de personas alcanzarán la edad de trabajar en el curso del próximo decenio: la generación mejor educada y formada de hombres, y especialmente, de mujeres jóvenes de todos los tiempos. Sin embargo, a pesar del enorme esfuerzo dedicado por gobiernos e interlocutores sociales, la crisis del empleo juvenil se agrava, y las barreras de género han de superarse aún. Es cierto que recibimos más niños y niñas en las escuelas, pero no logramos insertarlos en el empleo productivo y el trabajo decente.

Para muchos jóvenes en edad de comenzar a trabajar, la falta de posibilidades de acceder a un trabajo digno aumenta su vulnerabilidad, mientras transitan este camino que separa la niñez y la edad adulta. Las inversiones en educación y capacitación que hacen los gobiernos quedarán en la nada si los jóvenes no tienen oportunidades de acceder a empleos productivos que les permitan mantenerse, contribuir a los ingresos familiares y cumplir con sus deberes públicos. Sin embargo, en general, el nivel de desempleo de las mujeres y de los hombres jóvenes duplica o triplica el de los adultos. Esta desproporción afecta especialmente a las mujeres jóvenes. Con mucha frecuencia, trabajan demasiadas horas, sufren inseguridad laboral, y sus contratos son a menudo informales e intermitentes, caracterizados por la baja productividad, los escasos ingresos y la reducida protección laboral. Los índices de participación en la fuerza laboral de las mujeres jóvenes son inferiores a los de los hombres jóvenes. Las mayores brechas se dan en Asia meridional (35 puntos porcentuales) y en Oriente Medio y el norte de África (29 puntos porcentuales). Tales brechas reflejan principalmente las diferentes tradiciones culturales y la falta de oportunidades para las mujeres que combinan trabajo y obligaciones familiares, no sólo en los países en desarrollo, sino también en los industrializados. El escaso valor que se atribuye a las aportaciones económicas de las mujeres y las opiniones imperantes acerca de que el ingreso de las mujeres es tan sólo el segundo o tercer ingreso familiar, contribuyen a que esta realidad no cambie. Es posible que las discriminen, puesto que la percepción general es que apenas se casen y tengan hijos, serán menos productivas o dejarán de trabajar. Muchas jóvenes se desaniman ante esta situación y se preguntan si los logros académicos son en verdad el camino a un empleo acorde con sus cualificaciones. A menudo sin conocer sus derechos legales y carentes de suficientes modelos de actuación, las mujeres acceden lentamente a las profesiones tradicionalmente dominadas por los varones. La mejora en el acceso a oportunidades de capacitación en las que no exista segregación de género contribuirá a elevar la empleabili-dad de las jóvenes y potenciará sus futuros ingresos y condiciones socioeconómicas. Las iniciativas deberán completarse con una orientación vocacional más adecuada a sus capacidades y necesidades, y con servicios de asesoramiento y colocación que tengan en cuenta las cuestiones de género, para que las jóvenes puedan desarrollar todo su potencial.

Para más información:

Campaña "La igualdad de género en el corazón del trabajo decente, 2008-2009", en www.ilo.org/gender.

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