El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia

DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2007.00014.x
Date01 September 2007
AuthorSuzanne DURYEA,Jasper HOEK,Deborah LEVISON,David LAM
Published date01 September 2007
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 126 (2007), núm. 3-4
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2007
El trabajo infantil intermitente, su medición
y su importancia
Deborah LEVISON
*
, Jasper HOEK
**
, David LAM
***
y Suzanne DURYEA
****
Resumen.
Valiéndose de datos longitudinales de las zonas urbanas del Brasil, los
autores indagan en la experiencia laboral de miles de niños de entre 10 y 16 años
de edad en cuatro meses consecutivos de los decenios de 1980 y de 1990. La pro-
porción de niños que estaban trabajando en algún momento del cuatrimestre era
sustancialmente mayor de la que aparecía si sólo se estudiaba uno de los meses. Las
tasas de empleo resultantes eran muy distintas, lo que ha inducido a los autores a
calcular unos «multiplicadores de intermitencia». En conclusión, el empleo discon-
tinuo es muy común y característico del trabajo infantil, por lo que ha de tenerse
bien presente para averiguar con precisión los niveles reales de éste e identificar a
los niños trabajadores.
pesar de la creciente preocupación que despierta el problema del trabajo
A
infantil en los países en desarrollo, es muy poco lo que sabemos sobre los
movimientos de entrada y salida de los niños de la población ocupada, es decir,
sobre su comportamiento día a día y mes a mes a este respecto. Puesto que para
establecer una política pública adecuada es necesario valorar con precisión
el alcance del trabajo infantil, hemos de averiguar hasta qué punto se plasma en
*
Humphrey Institute of Public Affairs; dirección electrónica: dlevison@umn.edu. **
De-
partamento del Tesoro de los Estados Unidos/Asuntos Internacionales; dirección electrónica:
Jasper.Hoek@do.treas.gov. ***
Departamento de Economía y Centro de Estudios Demográficos,
Universidad de Michigan; dirección electrónica: davidl@umich.edu. ****
Banco Interamericano
de Desarrollo; dirección electrónica: suzanned@iadb.org. El presente artículo está basado en un
documento de trabajo que se encuentra en la página
working-papers-series/2007-working-papers-1>. Este estudio contó con financiación del Instituto
Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, beca R01HDHD031214, y de la Fundación
Andrew W. Mellon. Agradecemos las ideas de Olga Nieuwenhuys y los demás organizadores de la
conferencia internacional «Replantear la infancia. El reto para las ciencias sociales de los niños que
trabajan» (París, noviembre de 2000), así como de tres especialistas anónimos. Todos los posibles
errores son responsabilidad de los firmantes, cuyos pareceres no coinciden necesariamente con los
del Gobierno de los Estados Unidos ni los de ninguno de sus organismos.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores,
y su publicación en la
Revista Internacional del Trabajo
no significa que la OIT las suscriba.
244
Revista Internacional del Trabajo
empleos duraderos, bien integrados en el mundo laboral o, por el contrario, en
períodos de actividad cortos que empiezan y acaban con frecuencia. Aunque el
carácter específico del trabajo infantil varía sin duda en función de la edad,
el sexo, la región y las circunstancias de la familia, este artículo nace del conven-
cimiento de que no se ha tenido suficientemente en cuenta que el trabajo infantil
puede ser muy inestable y discontinuo (intermitente). Los medios de comunica-
ción suelen fijarse sobre todo en los niños que trabajan muchas horas al día, a lo
largo de todo el año, en una misma fábrica o en un taller clandestino donde son
explotados, lo que refuerza la idea de que tienen un empleo relativamente esta-
ble. Aun en las fábricas, sin embargo, es corriente que los niños no permanezcan
durante mucho tiempo: en un estudio sobre el sector de prendas de vestir de
Bangladesh se comprobó que los niños cambiaban allí de empresa con mucha
frecuencia (Boyden y Myers, 1995). En los modelos teóricos sobre el trabajo in-
fantil (Basu y Van, 1998; Basu, 1999, y Dessy, 2000, entre otros) se suele dividir
a los niños entre los que trabajan y los que no lo hacen, sin dar cabida a la posi-
bilidad de que realicen alguna actividad laboral con un grado considerable de
intermitencia.
Sin embargo, los estudios monográficos y las investigaciones de campo
en zonas pequeñas dan indicios abundantes de que la actividad laboral de los
niños es, en gran parte, esporádica y circunstancial, que cambia con rapidez y
que suele enmarcarse en la economía informal
1
. La mayor parte de nuestra in-
formación sobre el trabajo infantil la hemos extraído de encuestas transversa-
les, que tienen la ventaja de que arrojan datos sobre muestras grandes; ahora
bien, no están diseñadas para medir las incorporaciones al trabajo y las salidas
del mismo. Lo que nos dan estas encuestas es sólo una instantánea de la expe-
riencia de los niños en el mercado laboral, instantánea que tienta a los analistas
(nosotros incluidos) a trazar una división nítida entre los niños que son traba-
jadores cuando se realiza la encuesta y los que no están trabajando en ese mo-
mento, de modo muy similar a como se distingue, en los adultos, entre econó-
micamente activos e inactivos. Pero tal distinción puede ser engañosa a la hora
de delimitar el estrato, potencialmente muy numeroso, de niños que están ocu-
pados de manera intermitente.
La existencia de una proporción significativa de niños que trabajan inter-
mitentemente puede afectar de manera importante a las estimaciones relativas
y absolutas de la cifra de niños trabajadores. Veamos las estimaciones de la
magnitud del trabajo infantil en todo el mundo que ha realizado la Organiza-
ción Internacional del Trabajo (OIT). Se cita con frecuencia en informes y do-
cumentos la que efectuó en 1996 sobre la situación en los países menos adelan-
tados (Anker, 2000a y 2000b); y cabe suponer que la estimación realizada en
1
Véase, por ejemplo, Reynolds (1991). Boyden, Ling y Myers (1998, pág. 162) afirman que
«no tener en cuenta la historia laboral de los niños puede inducir a error, pues la intensidad de su
trabajo, su calendario y sus actividades y ocupaciones son a menudo muy variables, incluso en perío-
dos cortos … Por eso, los estudios longitudinales suelen deparar una visión más fiel de la exten-
sión, los ritmos y la intensidad del trabajo en las diferentes partes del año o en las diversas fases de
la infancia».
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
245
2002 y puesta al día en 2006 alcance una influencia aún mayor habida cuenta
de que los planes y políticas en contra del trabajo infantil ganan cada vez más
importancia y reciben más fondos. Según OIT (2002), en el año 2000 trabaja-
ban en el mundo 211 millones de niños de 5 a 14 años de edad, cifra que des-
cendió a 191 millones en 2004 (OIT, 2006). Estos cálculos se basaban en las es-
timaciones de las encuestas nacionales de hogares (de países de todas las
regiones del mundo) sobre los niños que realizaban alguna actividad laboral
durante una semana de referencia.
En el presente artículo sostenemos que esas cifras son notablemente más
altas cuando se utilizan datos de muestras constantes para delimitar los niños
que trabajan pero no lo hacen de manera continuada. Para resumir la magni-
tud de ese incremento hemos calculado unos «multiplicadores de intermiten-
cia», aplicándolos, por ejemplo, a las estimaciones efectuadas por la OIT en
2000. Así, si el trabajo infantil intermitente tuviera en todo el mundo la misma
importancia que hemos observado en las zonas metropolitanas del Brasil, es
probable que hubiera que situar entre 364 y 409 millones la cifra total de niños
trabajadores. Esto significa que si se preguntara a los niños si han trabajado en
una semana de cada mes de una serie de cuatro meses consecutivos —en vez
de utilizar una única semana de referencia—, y si la situación de los demás paí-
ses fuera semejante a la de las zonas metropolitanas del Brasil, habría que ele-
var la estimación de la población infantil económicamente activa efectuada por
la OIT entre un 72 y un 94 por ciento
2
.
Como se explica en el informe de la OIT del año 2002, hay razones de peso
para utilizar una semana de referencia a fin de averiguar si trabaja o no una per-
sona, sobre todo porque facilita la comparabilidad con las estimaciones anterio-
res y con las que realizan la mayoría de los institutos nacionales de estadística.
(La otra opción más frecuente, el período de referencia de un año, presenta un
problema de sesgo derivado de los fallos de memoria de los encuestados, que es
probable que sea especialmente grave en el caso de los niños.) A nuestro juicio,
en cambio, y dado que la actividad laboral infantil es muy intermitente, toda uni-
dad de medida que se base en una única semana puede conducir a que el alcance
del trabajo infantil se infravalore considerablemente. Para decidir qué período
de tiempo se utiliza es importante tener en cuenta la finalidad que se persigue al
fijar la definición de «niños que trabajan». Si se trata de enumerar y determinar
las características de los niños que corren el riesgo de sufrir accidentes laborales
o el de ser explotados, toda delimitación que se base en una semana de referen-
cia es en exceso restringida; en cambio, indagar si trabajaron en sectores o pues-
tos peligrosos durante los meses anteriores permitirá identificar a niños que pro-
bablemente van a volver a trabajar en esas circunstancias. Si el objetivo es
fomentar la acumulación de capital humano, merece la pena decir que (aun de-
pendiendo del sistema escolar de que se trate) el trabajo intermitente puede
afectar tanto como el trabajo estable al progreso del niño en los estudios. Si lo
2
La manera por la que se ha llegado a estas cifras se expone al final del presente artículo,
y los cálculos precisos figuran en el cuadro 4.
246
Revista Internacional del Trabajo
que se desea es reducir la intensidad del trabajo infantil —por cualquiera de las
varias razones posibles—, será importante averiguar la regularidad del empleo y
su duración, así como el número de horas trabajadas en la semana de referencia.
Las diferentes combinaciones de jornada y duración del trabajo pueden tener
consecuencias muy distintas para el bienestar de los niños y los jóvenes (Anker,
2000b; Mortimer, 2002, y Mortimer y Kirkpatrick Johnson, 1998). Así pues, a
efectos políticos y programáticos creemos que un período de referencia de
una sola semana es demasiado poco, ya que no sirve bien para detectar las fre-
cuentes incorporaciones de los niños a la fuerza de trabajo y sus igualmente
frecuentes salidas de ella. Cuanto más extendida esté la intermitencia, tantos
más niños trabajadores (entendida la expresión en sentido amplio) escaparán de
las mediciones estadísticas.
En el presente artículo nos valemos de datos de muestras constantes para
conocer, mes a mes, los movimientos laborales de los niños brasileños de 10 a
16 años de edad durante los decenios de 1980 y 1990, al hilo de su situación la-
boral en el momento de cada encuesta mensual. Empezaremos por presentar
las tendencias del trabajo infantil entre 1982 y 1999. Ofreceremos después las
tasas de incorporación al empleo y de abandono del mismo, que son los dos
momentos que marcan el cambio de condición laboral. Y con ello llegaremos
a la conclusión, para terminar, de que el empleo de los niños de las zonas ur-
banas suele ser de corta duración e intermitente. Que sepamos, es la primera
vez que se documenta este hecho con una muestra amplia y representativa
3
.
En el caso de los niños que estaban trabajando en algún momento de un cua-
trimestre, los activos durante esos cuatro meses seguidos raras veces llegaban
al 50 por ciento del total, porcentaje que solía descender a menos del 25 por
ciento cuando sólo se consideraba a los menores de 15 años. Estos resultados
resisten bien los análisis de sensibilidad con los que se eliminan los efectos de
las largas vacaciones escolares. Las consecuencias de las incorporaciones y
abandonos frecuentes se sintetizan en el «multiplicador de intermitencia»
mencionado, que indica el número de veces que debe ampliarse la tasa de em-
pleo infantil basada en una semana de referencia para que la estimación abar-
que tanto el empleo actual como el empleo reciente. En los tramos de edad
más bajos, el multiplicador puede llegar a ser incluso de 2, es decir, que midien-
do el fenómeno con una mayor amplitud temporal encontramos el doble de ni-
ños trabajadores de los que se detectan en las encuestas mensuales típicas.
Datos y muestras
Para ser un país que posee unos niveles medios razonables de producto e in-
greso, el trabajo infantil alcanza en el Brasil unas cotas relativamente elevadas.
Es posible que ello se deba a la notable desigualdad en la distribución de la renta
3
La encuesta mensual de empleo del Brasil (Pesquisa Mensal de Emprego, PME) que
hemos usado se basa en muestras representativas de seis zonas metropolitanas del país.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
247
nacional
4
o a la inestabilidad económica de los últimos decenios. La economía
brasileña creció con rapidez en los años sesenta y setenta del siglo pasado, pero
luego sufrió una recesión grave a comienzos de los ochenta, y otras fluctuaciones
posteriores hicieron que en 1990 el ingreso por habitante fuera más o menos el
mismo de 1980. En los noventa le fue mejor a la economía brasileña, pero sin de-
jar de sufrir grandes fluctuaciones. Es opinión general que el Brasil tiene un nivel
de educación inferior al que le correspondería por sus ingresos (Birdsall y Sabot,
1996). Por ejemplo, en 1995 no llegaba a siete años el período de escolarización
que había acabado por término medio la población que contaba entonces entre
25 y 29 años de edad (Lam, 1999).
El organismo nacional de estadística (Instituto Brasileiro de Geografia e
Estatística, IBGE) instituyó la encuesta mensual de empleo (Pesquisa Mensal
de Emprego, PME) para conocer la evolución mensual del empleo y el desem-
pleo en seis de las mayores zonas metropolitanas del país: São Paulo, Río de
Janeiro y Belo Horizonte en el sudeste; Salvador y Recife en el nordeste, y Por-
to Alegre en el sur. En cada hogar de la muestra se acopian los datos demográ-
ficos habituales y los de escolarización, situación laboral e ingresos de cada
miembro de la familia con los 10 años cumplidos. Los hogares entran y salen
por rotación de unas muestras constantes no muy amplias, de manera que un
hogar que es entrevistado una vez al mes durante cuatro meses consecutivos
sale entonces de la muestra y no vuelve a entrar en ella hasta ocho meses des-
pués, cuando se inicia otro cuatrimestre de observación mediante entrevistas
mensuales. De esta manera, idealmente al menos, a los miembros de ese hogar
se les hace un seguimiento durante dieciséis meses. En la parte de nuestro aná-
lisis que se basa en la faceta longitudinal de la PME, sin embargo, utilizamos
únicamente las cuatro primeras entrevistas que se les hacen a los hogares en
meses consecutivos. Debido a la rotación, las muestras se superponen entre sí,
de modo que cada mes se entrevista a unos 35.000 hogares, lo que supone que
a cada una de las seis zonas urbanas citadas le corresponden entre 4.500 y
7.500
5
. Son muestras lo suficientemente grandes para que podamos analizar
por separado a los chicos y a las chicas en cada ciudad, mes y año. Hemos es-
tudiado así, por ejemplo, a unas 190 chicas y otros tantos chicos de 14 años en
São Paulo, y a unas 150 chicas y otros tantos chicos de esa misma edad en Sal-
vador en un mes determinado.
La primera edición de la PME se llevó a cabo a principios de los años ochen-
ta, y en el presente artículo nos basamos en microdatos de muestras constantes
que se superponen y que abarcan desde febrero de 1982 hasta enero de 2000 in-
cluido. En nuestra muestra se incluyeron las entrevistas realizadas todos los me-
ses del año durante ese período y el cuestionario apenas sufrió cambios a lo largo
4
En el compendio de Deininger y Squire (1996) sobre el grado de desigualdad se indica
que el Brasil figura en los últimos decenios entre los países del mundo en los que la desigualdad
de ingresos es mayor.
5
En el apéndice se tratan los problemas que plantean las correspondencias de los datos entre
los paneles (muestras constantes) y el desgaste de la muestra.
248
Revista Internacional del Trabajo
del mismo. Describiremos brevemente las tendencias generales del empleo in-
fantil durante esos años, si bien gran parte del análisis se centrará en tres ciuda-
des durante dos subperíodos: São Paulo, Salvador y Porto Alegre, de 1982 a 1984
y de 1996 a 1998
6
. Además de limitarnos sólo a algunas de las regiones metropo-
litanas, presentaremos muchos de nuestros resultados de forma gráfica, de ma-
nera que las tendencias se aprecien visualmente: hemos preferido poner de
manifiesto la diversidad que caracteriza la vida de los niños en las ciudades bra-
sileñas. São Paulo es, con mucho, la mayor concentración urbana del país: 9,8 mi-
llones de habitantes en 1996. Al igual que la zona metropolitana de Porto Ale-
gre, en el sur (con 1,28 millones en 1996), posee un potente mercado de trabajo,
y las encuestas transversales suelen arrojar en ambas unos niveles de trabajo in-
fantil relativamente elevados. Salvador, en cambio, es una población caracterís-
tica del nordeste del país —la región más pobre—, con un mercado laboral bas-
tante poco desarrollado; tenía 2,2 millones de habitantes en 1996
7
. Todos los
resultados que publicamos en los que se agrupan poblaciones de varias de estas
zonas metropolitanas están ponderados por la inversa de la fracción de la mues-
tra de hogares de cada zona en la PME, de suerte que nuestros resultados agre-
gados son representativos de la experiencia del hogar «medio» en las seis gran-
des zonas urbanas consideradas.
Los niños estudiados son todos los que, teniendo entre 10 y 16 años de
edad, viven en el hogar encuestado, con independencia de la relación que tengan
con el cabeza de familia. Puede tratarse, por lo tanto, de hijos (90,3 por ciento),
parientes de otro tipo (8,3 por ciento) o personas que no guardan relación de pa-
rentesco alguna, como los denominados «agregados»
8
y huéspedes (0,4 por cien-
to), empleados domésticos (0,5 por ciento) y parientes de éstos (0,1 por ciento).
Nuestra muestra de los que tienen de 10 a 16 años de edad incluye asimismo un
pequeño porcentaje de jóvenes que son cabezas de familia (0,1 por ciento) o cón-
yuges de éstos (0,3 por ciento). En la mayoría de los análisis se utiliza un subgru-
po (98,6 por ciento) de esta muestra que incluye únicamente a los hijos de los dos
sexos y a otros parientes del cabeza de familia. A lo largo de todo nuestro análi-
sis, y debido a que las actividades de los niños cambian con rapidez según van
cumpliendo años, presentamos en la medida de lo posible resultados que se re-
fieren a una única edad. Destacamos con frecuencia los que cuentan con 14 y con
16 años, porque la edad mínima de admisión al empleo es de 15 años, según el
Convenio de la OIT sobre la edad mínima, 1973 (núm. 138). Así pues, las edades
de 14 y 16 años son relevantes porque se sitúan justo por debajo y justo por en-
cima de esta línea divisoria.
6
Debido al traslapamiento de las muestras de la encuesta, en los años pares se entrevistó a
muchos más hogares que en los impares. Para trabajar con el máximo número de encuestas, los
cuadros elaborados con datos acopiados en las cuatro primeras entrevistas no incluyen el año 1999
ni enero de 2000.
7
Algunos de nuestros resultados incluyen, asimismo, la zona metropolitana de Río de
Janeiro (5,55 millones de habitantes en 1996) y Belo Horizonte (2,09 millones), ambas del sudeste,
y la zona metropolitana de Recife (1,35 millones), del nordeste.
8
Los «agregados» no se definen con claridad en ninguna fuente. Parece que en esa catego-
ría, proporcionalmente muy reducida, se incluye a los hijos adoptados.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
249
A lo largo del presente artículo entendemos por «ocupado» una persona
que está trabajando «en el mercado laboral en la semana de referencia de un mes
determinado», independientemente de que trabaje por cuenta ajena o por cuen-
ta propia
9
. Queremos señalar, asimismo, que el término «trabajo», aquí en su
sentido estricto de actividad económica dentro del mercado laboral, excluye los
quehaceres domésticos, de notable magnitud, que realizan los niños en sus pro-
pios hogares, es decir, al margen del mercado laboral. Reconocemos, por tanto,
que los niños hacen un trabajo considerable que escapa a las encuestas comunes
sobre la población activa. Raras veces se cuenta el trabajo dedicado a los queha-
ceres domésticos, de manera que la ayuda que prestan las niñas al bienestar de
la familia queda sistemáticamente olvidada (Levison, 2000, y Levison, Moe y
Knaul, 2001). Además, las encuestas diseñadas para medir el trabajo de los adul-
tos no siempre son adecuadas para captar también el de los niños, sobre todo
cuando gran parte de éste se desarrolla en la economía informal. Levison (1991)
estimó que, en la encuesta brasileña de 1985, la pregunta habitual sobre la situa-
ción laboral no pudo detectar como mínimo el 29 por ciento del empleo infantil
que existía realmente en ese momento. Por último, Knaul (1995) llegó a la con-
clusión de que los padres procuran ocultar sistemáticamente a los entrevistado-
res el trabajo de sus hijos. Por todas estas razones, cabe prever que nuestras es-
timaciones sobre el trabajo infantil no doméstico en el Brasil infravaloran la
magnitud verdadera de este fenómeno.
Tendencias del empleo infantil de 1982 a 1999
El trabajo de niños y jóvenes viene descendiendo en las ciudades del Brasil
desde hace tiempo. En el gráfico 1 presentamos un panorama general de las ac-
tividades de los niños en los años ochenta y noventa, con las tendencias agrega-
das del empleo y la matriculación escolar en las seis zonas metropolitanas
abarcadas por la PME
10
. En la parte de arriba figuran, en porcentajes, los chicos
de 14 años que sólo acuden a la escuela y no están, por tanto, ocupados; los que
simultanean la asistencia a la escuela con una ocupación; los que forman parte
de la población ocupada y no están matriculados en ningún centro escolar, y, por
último, los que, según sus respuestas, no tienen actividad alguna. En la parte de
abajo del gráfico se da información idéntica sobre las chicas de la misma edad.
Según estos datos, la gran mayoría de niños y jóvenes están escolarizados y no
trabajan. De los que sí tienen una ocupación laboral, una parte significativa
acude también a la escuela, cosa que no es de extrañar, pues son muchos los cen-
tros escolares que funcionan con turnos de unas cuatro horas cada uno, por lo
que los alumnos disponen de muchas horas al día en que no tienen clase y no es-
tán en la escuela. La proporción de niños trabajadores se reduce a cifras muy pe-
queñas en los últimos años examinados. En cuanto a las chicas, hay casi el mismo
9
En el apéndice se da más información acerca de las preguntas de la PME sobre el trabajo
y la matriculación escolar.
10
En Levison y otros (2007) figuran datos desagregados sobre chicos y chicas de 14 y 16 años
en Salvador, São Paulo y Porto Alegre.
250
Revista Internacional del Trabajo
Gráfico 1. Porcentajes de chicos y chicas de 14 años que sólo asisten
a la escuela o sólo están ocupados o ambas cosas o ninguna,
en seis zonas metropolitanas del Brasil, de 1982 a 1999
Solamente escuela
Ambas cosas
Solamente ocupados
Ninguna de las dos cosas
60
70
80
90
100
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Solamente escuela
Ambas cosas
Solamente ocupados
Ninguna de las dos cosas
60
70
80
90
100
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Chicos
Porcentaje
Año
Chicas
Porcentaje
Año
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual de empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
251
porcentaje en la categoría de «ni escuela ni trabajo» que en la de «sólo trabajo».
Al analizar datos transversales análogos sobre el Brasil de 1985 se comprueba
que muchas de esas chicas trabajan fundamentalmente en quehaceres domésti-
cos (Levison, 1991).
Suele pensarse que, en los países en desarrollo, los niños que trabajan son
niños pobres. Tal idea no deja de ser razonable en el caso de los más pequeños
que están inmersos en el mercado de trabajo; más discutible resulta, sin embar-
go, en el caso de los más mayores, en el de quienes se van acercando a la edad
adulta. Así pues, analizar la condición laboral de los niños en relación con su
situación socioeconómica (SSE) es importante para entender la estructura del
trabajo infantil y la función que éste desempeña en las vidas de unos niños más
o menos acomodados y de sus familias. Para determinar de manera aproxima-
da la situación socioeconómica, dividimos la muestra entre los que están por
encima y por debajo de la mediana del ingreso por habitante de los hogares
11
.
A partir de ahí, limitamos la muestra a ese 98,6 por ciento del total de niños
que son hijos o parientes de otro tipo del cabeza de familia. Damos un sentido
amplio al término «madre»: es la cabeza de familia o la esposa del cabeza de
familia, mientras que las personas de entre 10 y 16 años analizadas son los hijos
de los dos sexos y los parientes del cabeza de familia. Por ejemplo, algunos de
los hijos de los cabezas de familia varones son hijastros o hijastras de su cónyu-
ge actual.
En el gráfico 2 se indican las proporciones de chicos y chicas de 14 años ocu-
pados que pertenecen a hogares cuyo ingreso está por encima de la mediana de
todos los hogares, y las de los que pertenecen a hogares que no llegan a dicha me-
diana
12
. Tanto en un sexo como en el otro, observamos que durante los años
ochenta los niños pertenecientes a hogares de ingresos bajos tenían más o menos
el doble de probabilidades de estar trabajando que los pertenecientes a hoga-
res de ingresos más altos. Después, cuando bajaron las tasas de empleo infantil,
lo hicieron de manera más acusada en los niños del estrato de menos ingresos,
por lo que se redujo muy notablemente esa diferencia entre ambos bloques
socioeconómicos. A finales de los noventa, las tasas de empleo de los niños de
hogares de ingresos bajos eran solamente un poco más altas que las de los del
otro estrato. Y un panorama similar presentaban los chicos y chicas de 16 años
11
Para calcular el ingreso de los hogares sólo se tiene en cuenta lo aportado por los adultos,
pues de esa manera se deja al margen la decisión de poner a trabajar a los niños o no. En datos que
no ofrecemos aquí hemos utilizado también el nivel de instrucción de la madre como indicador
secundario del nivel socioeconómico del hogar, clasificando en el estrato más alto a los niños cuyas
madres poseen cuatro o más años de escolarización. Al incluir este dato se aquilatan mejor las
posibilidades del hogar a largo plazo, pues se reduce la influencia de la inestabilidad inmediata de
los ingresos. Cuando se tiene en cuenta la educación de la madre para determinar el nivel del
hogar, la comparación entre niños de hogares de SSE alta y baja arroja unos resultados muy simi-
lares a los que se obtienen cuando se emplea como criterio el ingreso por habitante del hogar.
12
En algunos de los grupos de la muestra (por mes, por sexo o por edad) el número de
observaciones es bastante bajo, lo que aumenta la variabilidad de las estimaciones de los porcen-
tajes. Para suavizar esta volatilidad, en el resto de las cifras del presente artículo utilizamos pro-
medios móviles de tres meses. Así, el promedio «asignado» a marzo de 1996 es, por tanto, el de
febrero, marzo y abril de 1996.
252
Revista Internacional del Trabajo
Chicos de 14 años
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
0,30
0,35
0,40
Marzo 1982
Marzo 1983
Marzo 1984
Marzo 1985
Marzo 1986
Marzo 1987
Marzo 1988
Marzo 1989
Marzo 1990
Marzo 1991
Marzo 1992
Marzo 1993
Marzo 1994
Marzo 1995
Marzo 1996
Marzo 1997
Marzo 1998
Marzo 1999
Por debajo de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Por encima de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Chicas de 14 años
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
0,30
0,35
0,40
Marzo 1982
Marzo 1983
Marzo 1984
Marzo 1985
Marzo 1986
Marzo 1987
Marzo 1988
Marzo 1989
Marzo 1990
Marzo 1991
Marzo 1992
Marzo 1993
Marzo 1994
Marzo 1995
Marzo 1996
Marzo 1997
Marzo 1998
Marzo 1999
Gráfico 2. Proporción de chicos y chicas de 14 años ocupados, según el ingreso
del hogar, en seis zonas metropolitanas del Brasil, de 1982 a 1999
(promedios móviles de tres meses)
Por debajo de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Por encima de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual del empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
253
(que no incluimos aquí). Se precisa más información para esclarecer la combina-
ción de factores que llevó a este cambio; pero cabe aventurar, entre otros, una
demanda creciente de educación por parte de los hijos de padres menos instrui-
dos, una mayor oferta de plazas escolares, la mejora de la calidad de las escuelas
públicas y un descenso de la demanda de mano de obra infantil, sobre todo para
los puestos que tradicionalmente han ocupado los niños de hogares modestos.
Medición de los cambios de situación laboral:
tasas de entrada y de salida
Cualquiera que sea el nivel de empleo hay siempre gente que se pone a trabajar
y gente que deja de trabajar. El nivel absoluto de personas ocupadas puede des-
cender porque son menos los que empiezan a trabajar, porque los que se incor-
poran dejan de trabajar más rápidamente o por ambas cosas a la vez. En esta
parte, aprovechando el carácter longitudinal de los datos de la encuesta mensual
de empleo, analizamos las tasas de incorporación al trabajo y de abandono del
mismo referentes a los niños, con el fin de comprender mejor las tendencias an-
tes mencionadas.
Como medida de las incorporaciones al empleo, o tasa de entrada, toma-
mos el número de individuos que pasan de no trabajar en el mes 1 a trabajar
en el mes 2, dividido por el número de individuos que no estaban trabajando
en el mes 1. Análogamente, el abandono del empleo, o tasa de salida, es el nú-
mero de individuos que pasa de trabajar en el mes 1 a no trabajar en el mes 2,
dividido por el número de individuos que estaban trabajando en el mes 1. En
el São Paulo de principios de los años ochenta, y entre los chicos de 14 años, la
probabilidad de que quien no trabajaba en el mes 1 sí lo hiciera en el mes 2 era
de aproximadamente el 10 por ciento; entre las chicas de esa misma edad ba-
jaba a más o menos el 5 por ciento. La probabilidad de que al mes siguiente un
chico ocupado hubiera dejado el empleo era de aproximadamente el 25 por
ciento y la proporción era semejante en las chicas.
Duryea, Lam y Levison (2007) han estudiado la relación que existe entre
la tasa de entrada y la tasa de salida, y entre ambas y el porcentaje de la pobla-
ción que está ocupado. Y destacan a este respecto dos cosas importantes. La
primera es que las diferencias sistemáticas en cuanto al empleo entre diversos
estratos de la población o los cambios que se producen en el nivel de empleo a
lo largo del tiempo guardan relación con las diferencias en las tasas de entrada
y de salida. Al comparar a un sexo con otro, por ejemplo, podemos preguntar-
nos si las tasas de empleo más altas que presentan los chicos se deben a que tie-
nen más probabilidades de acceder a un puesto de trabajo, a que tienen menos
probabilidades de dejarlo o a alguna combinación de ambas cosas. La segunda
idea importante es que algunas de las diferencias que aparecen en las tasas de
entrada y de salida pueden deberse, simplemente, al nivel total de ocupación.
En general, habrá tasas de entrada más altas y tasas de salida más bajas en los
estratos que poseen unos niveles de ocupación más elevados, aunque esa ten-
dencia puede verse contrarrestada por otros factores. Por ejemplo, los varones
254
Revista Internacional del Trabajo
de 30-49 años de la zona metropolitana de Belo Horizonte (grupo en el que el
nivel de empleo supera el 90 por ciento) registraron en el período de 1982-1998
unas tasas de entrada de entre 0,40 y 0,68 aproximadamente. Las de las muje-
res adultas de edades similares (cuyo nivel de ocupación se acerca al 50 por
ciento) se situaban sólo entre 0,15 y 0,40, resultado que era previsible si se
piensa que, por término medio, era menos probable que las mujeres estuviesen
a la expectativa de incorporarse a un empleo.
Ya hemos señalado antes que las tasas de trabajo infantil registraron una
tendencia descendente durante los años ochenta y noventa. Vamos a ocuparnos
ahora de los vectores de esta evolución. ¿Bajaron las tasas de entrada, se eleva-
ron las de salida, o quizás ambas cosas a la vez? Como, a pesar de observar a mu-
chos niños, obtuvimos un número relativamente bajo de entradas y salidas por
ciudad, mes, sexo y tramo de edad, las cifras que damos sobre las tasas de entra-
da y salida comprenden datos de las seis zonas metropolitanas cubiertas por la
PME. En el gráfico 3 se puede comprobar que las tasas de entrada tendieron a
bajar a lo largo de los años ochenta y noventa en el grupo de 14 años de edad,
chicos y chicas por igual, a pesar de que había una volatilidad considerable. En
los ochenta la probabilidad de que un chico no ocupado empezara a trabajar en
cualquier mes dado fluctuaba entre el 6 y el 12 por ciento; en las chicas fluctuaba
en torno al 5 por ciento. En los noventa bajaron las tasas de entrada de uno y otro
sexo: por vez primera, en algunos meses se pusieron a trabajar menos del 5 por
ciento de los chicos de 14 años, mientras que las chicas descendieron también
por debajo de esa cifra, pero de manera más constante. Unos y otras coincidie-
ron en una serie de máximos y mínimos en las tasas de entrada (aunque menos
pronunciados en las chicas), lo que indica que seguían las condiciones del mer-
cado de trabajo. Por ejemplo, el primer mínimo coincide más o menos con el co-
mienzo de la crisis económica de los primeros años ochenta, lo que apunta a que
el empleo infantil se comporta en el sentido del ciclo
13
.
En la parte inferior del gráfico 3 se representan las tasas de salida del gru-
po de 14 años de edad. Hay mucha más coincidencia entre los dos sexos que en
las tasas de entrada. La probabilidad de que un chico que trabaja deje de ha-
cerlo en un mes cualquiera es del 20-30 por ciento en los años ochenta, y au-
menta hasta el 30-40 por ciento a finales de los noventa. Una vez más, en la pri-
mera parte de esos años noventa parecen observarse cambios de origen
estructural.
En el gráfico 4 figuran las tasas de entrada y salida correspondientes a los
jóvenes de 16 años de ambos sexos. En comparación con las del grupo de 14 años
(también de los dos sexos), las de entrada son más altas y las de salida más bajas.
Y, como ocurría en el grupo anterior, las tasas de entrada masculinas son más o
menos el doble de las femeninas en todos los períodos, con notables descensos
en los años noventa. Y, de nuevo al igual que en el grupo de 14 años, las tasas de
13
Basándose en doce ediciones de la encuesta anual de hogares del Brasil (la Pesquisa
Nacional por Amostra de Domicílios, PNAD), Duryea y Arends-Kuenning (2003) demuestran
que, ponderando los resultados a tenor del ingreso del hogar, las tasas de ocupación del tramo de
14-16 años de edad de las zonas urbanas se elevan a medida que aumentan los salarios.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
255
Gráfico 3. Tasas de entrada y salida del empleo de chicos y chicas de 14 años,
en seis zonas metropolitanas del Brasil, de 1982 a 1999
(promedios móviles de tres meses)
Tasas de entrada
0,00
0,02
0,04
0,06
0,08
0,10
0,12
0,14
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
Chicos de 14 años
Chicas de 14 años
Tasas de salida
0,00
0,10
0,20
0,30
0,40
0,50
0,60
Chicos de 14 años
Chicas de 14 años
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual del empleo del Brasil (PME).
256
Revista Internacional del Trabajo
Tasas de entrada
Tasas de salida
Gráfico 4. Tasas de entrada y salida del empleo de chicos y chicas de 16 años,
en seis zonas metropolitanas del Brasil, de 1982 a 1999
(promedios móviles de tres meses)
Chicos de 16 años
Chicas de 16 años
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,00
0,05
0,10
0,15
0,20
0,25
0,30
0,35
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
Chicos de 16 años
Chicas de 16 años
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual del empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
257
salida son muy similares en los dos sexos, lo que indica que, una vez que han con-
seguido una ocupación, ellos y ellas tienen la misma probabilidad de dejarla (o,
con más precisión, de pasar a ser personas no ocupadas) en un mes cualquiera.
Duryea, Lam y Levison (2007) sostienen que, en determinadas condiciones,
unas tasas de salida semejantes indican que los chicos y las chicas permanecen
aproximadamente la misma cantidad de tiempo en el puesto de trabajo (es decir,
que la duración de su empleo es similar). Cualesquiera que sean las razones para
dejar el empleo, llevan a patrones semejantes en los dos sexos. En cambio, la di-
ferencia que se observa entre las tasas de entrada masculinas y las femeninas pa-
rece indicar que los pros y contras de ponerse a trabajar son distintos en los chi-
cos y las chicas. La mayor demanda de mano de obra joven masculina hace que
ellos perciban salarios más altos (Levison, 1991), mientras que a ellas se les sue-
len asignar responsabilidades domésticas o de cuidado de niños pequeños, tareas
que entran en conflicto con el trabajo remunerado. El hecho de que las tasas de
entrada femeninas sean más bajas que las masculinas comporta que ellas se de-
dican a actividades no estrictamente laborales (como asistir a la escuela o ayudar
en las tareas domésticas) de una manera más constante que ellos.
Nuestro análisis de las tasas de entrada y salida masculinas y femeninas
por zonas metropolitanas (que no exponemos aquí) revela que las de entrada
(desglosadas por sexos) son semejantes en todas las zonas estudiadas, lo que
parece indicar la existencia de unos patrones regionales comunes en cuanto a
las ventajas (incentivos) y desventajas derivadas de la situación socioeconómi-
ca; las tasas de salida, en cambio, presentan más variación entre unas zonas y
otras. De nuevo, la demanda de mano de obra parece que tiene mucho que ver
con estas diferencias regionales.
Las tasas de entrada y salida varían con arreglo a la situación socioeco-
nómica (SSE). En el gráfico 5 figuran las correspondientes a chicos de 14 años
pertenecientes a hogares de ingresos altos y de ingresos bajos, distinción para
la que hemos utilizado como línea divisoria, al igual que anteriormente, la me-
diana del ingreso por habitante de los hogares. En la primera parte del gráfico
se puede comprobar que las tasas de entrada son sistemáticamente más altas
en el grupo de SSE baja. Durante muchos meses de los años ochenta la proba-
bilidad de ponerse a trabajar era entre los chicos de este estrato el doble que
entre los del otro, si bien la diferencia se redujo notablemente en los noventa.
Por ejemplo, la probabilidad de que un chico de 14 años de SSE baja se incor-
porara al empleo en un mes dado cualquiera era de más o menos el 12 por cien-
to a comienzos de 1982, mientras que era sólo de alrededor del 5 por ciento en
el caso de un homólogo suyo de SSE alta. Algo semejante ocurría con las tasas
de las chicas de 14 años y con las masculinas y femeninas de 16 años (que no
incluimos aquí), aunque se mantenía la circunstancia, ya observada anterior-
mente, de que las tasas de entrada eran más bajas en las chicas y en el grupo de
14 años de edad.
Como se puede apreciar en la segunda parte del gráfico 5, y en contraste
con las tasas de entrada, las de salida no presentan claras diferencias debidas a
la situación socioeconómica. En el estrato alto son más inestables, aunque ello
258
Revista Internacional del Trabajo
Tasas de entrada
Tasas de salida
Gráfico 5. Tasas de entrada y salida del empleo de chicos de 14 años,
según el ingreso del hogar, en seis zonas metropolitanas,
de 1982 a 1999 (promedios móviles de tres meses)
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
0,00
0,02
0,04
0,06
0,08
0,10
0,12
0,14
0,16
0,18
0,00
0,10
0,20
0,30
0,40
0,50
0,60
Por debajo de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Por encima de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Feb. 1982
Feb. 1983
Feb. 1984
Feb. 1985
Feb. 1986
Feb. 1987
Feb. 1988
Feb. 1989
Feb. 1990
Feb. 1991
Feb. 1992
Feb. 1993
Feb. 1994
Feb. 1995
Feb. 1996
Feb. 1997
Feb. 1998
Feb. 1999
Por debajo de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Por encima de la mediana del ingreso por habitante del hogar
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual del empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
259
puede explicarse porque el número de observaciones de niños ocupados de
este estrato es menor (pues para salir del empleo han de estar previamente
ocupados). Así pues, los niños que son más pobres se pondrán a trabajar en
mayor proporción que los que gozan de mejor situación económica. Una vez
que han empezado a trabajar, sin embargo, los de SSE alta no tienen más pro-
babilidades de dejar de hacerlo que los de SSE baja. En ambos estratos se re-
pite la pauta general de descenso de las tasas de entrada e incremento de las de
salida en los años noventa.
Comprobación del empleo intermitente
Los datos que acabamos de presentar sobre las tasas de entrada en la población
ocupada y salida de la misma indican que son muchos los chicos y chicas que
cambian de situación laboral. Es decir, que su inserción en el mundo del tra-
bajo no es muy firme, al menos en las edades más bajas. No obstante, de las
tasas de entrada y salida resulta imposible deducir si la discontinuidad es una
característica común a la mayoría de ellos o si, por el contrario, una parte está
compuesta por niños trabajadores estables, con una ocupación de larga dura-
ción, y otra parte entra y sale del empleo con mucha frecuencia. Nuestro aná-
lisis final, que se resume en los cuadros 1 y 2, aclara en parte estas cuestiones y
otras relacionadas. Como ya hemos señalado, la muestra empleada en este
análisis incluye únicamente a niños sobre los que disponíamos de información
relativa a todos y cada uno de los primeros cuatro meses (consecutivos) de
cada ciclo de entrevistas. Pasaremos ahora a los patrones de empleo que apa-
recen en ese cuatrimestre.
En el cuadro 1 presentamos varias tasas de empleo y de cambio de situa-
ción laboral de niños de tres tramos de edad (10-12, 13-14 y 15-16) que vivían
en las zonas metropolitanas de Salvador, São Paulo y Porto Alegre en los años
1982-1984. En el cuadro 2 exponemos la misma información recogida casi
quince años después, en 1996-1998. En la parte de arriba de cada cuadro figu-
ran los datos sobre los chicos, y en la de abajo los relativos a las chicas. Los
errores típicos de las tasas de empleo estimadas se encuentran en los cuadros B
y C del apéndice. La fila superior de cada parte del cuadro indica el porcentaje
de niños de la muestra que no estuvieron nunca ocupados durante la semana
de referencia de las cuatro entrevistas mensuales consecutivas
14
. En esta situa-
ción se encontraba la gran mayoría de los niños de 10-12 años. Eran los de Sal-
vador los que presentaban el porcentaje más bajo en esta categoría: 86 por
ciento en 1982-1984 y 95 por ciento en 1996-1998. En cuanto a los de 10-12 años
de ambos sexos (y de las tres zonas), entre el 92 y el 96 por ciento no estuvieron
nunca ocupados en los cuatrimestres de los primeros años ochenta, porcentajes
que pasaban al 97-99 en el período de 1996-1998. Las grandes transiciones que
14
Como es obvio, es posible que los niños que con este método figuran como «no ocupados
nunca» hubieran trabajado antes del cuatrimestre en que se les entrevistó o, incluso, dentro de ese
período, en semanas distintas de la tomada como referencia en cada uno de esos cuatro meses.
260
Revista Internacional del Trabajo
Cuadro 1. Tasas de empleo y de cambio de situación laboral de los niños de 10-12,
13-14 y 15-16 años, de ambos sexos, en las zonas metropolitanas
de Salvador, São Paulo y Porto Alegre, en 1982-1984
Salvador São Paulo Porto Alegre
Edades:
10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16
Chicos, 1982-1984
Porcentaje de ocupados 0 meses85,6 68,0 51,6 92,0 69,9 36,8 91,6 71,1 38,5
Porcentaje medio mensual de ocupados7,1 18,4 32,5 4,2 18,4 49,7 4,7 20,8 48,1
SSE baja
1
9,2 22,1 38,4 4,9 21,2 52,9 6,4 23,7 52,4
SSE alta
2
3,2 10,7 21,3 2,1 10,7 40,6 1,7 14,6 38,4
Porcentaje de ocupados al menos un mes14,4 32,0 48,4 8,0 30,1 63,2 8,4 28,9 61,5
SSE baja
1
18,4 38,0 57,4 9,7 34,3 68,0 11,2 33,0 67,4
SSE alta
2
7,0 20,1 31,8 3,6 18,3 49,9 3,6 19,8 48,8
Multiplicador de intermitencia
3
2,02 1,74 1,49 1,93 1,63 1,27 1,78 1,39 1,28
SSE baja
1
2,01 1,71 1,50 1,97 1,62 1,28 1,74 1,40 1,29
SSE alta
2
2,19 1,88 1,49 1,70 1,71 1,23 2,05 1,35 1,27
Tamaño de la muestra 2.763 1.740 1.794 4.311 2.801 2.796 2.935 2.029 1.951
SSE baja
1
1.763 1.125 1.135 3.117 2.062 2.032 1.870 1.384 1.307
SSE alta
2
991 602 635 1.183 734 755 1.058 640 631
Datos de los que trabajaron al menos un mes:
Tamaño de la muestra 397 557 869 347 842 1 767 248 587 1 200
Promedio de horas trabajadas a la semana
4
29,3 32,1 36,4 30,4 37,8 42,7 31,5 37,4 41,1
Porcentaje de ocupados 1 mes48,4 36,3 23,5 43,5 32,3 13,6 37,1 20,3 14,1
Porcentaje de ocupados 2 meses20,9 21,0 18,5 22,2 19,8 13,9 24,6 17,4 15,5
Porcentaje de ocupados 3 meses15,4 19,6 23,9 17,3 18,5 16,8 15,3 16,2 14,3
Porcentaje de ocupados 4 meses15,4 23,2 34,1 17,0 29,3 55,7 23,0 46,2 56,2
Porcentaje con un cambio 40,6 38,2 33,5 41,8 36,5 22,8 39,5 27,3 24,3
Porcentaje con dos cambios35,0 28,2 23,4 26,8 22,4 14,8 25,8 17,2 11,6
Porcentaje con tres cambios4,0 5,4 4,5 5,5 4,5 1,9 4,0 2,9 2,4
Chicas, 1982-1984
Porcentaje de ocupadas 0 meses94,6 84,6 71,7 96,0 83,0 58,7 95,0 79,2 63,4
Porcentaje medio mensual de ocupadas2,4 9,1 19,0 1,9 10,0 29,9 2,6 14,2 26,7
SSE baja
1
2,2 7,5 16,0 2,2 11,5 33,9 3,3 16,9 30,6
SSE alta
2
1,2 3,3 9,7 0,7 4,3 17,0 1,4 7,7 15,0
Porcentaje de ocupadas al menos un mes5,4 15,4 28,3 4,0 17,0 41,3 5,0 20,8 36,6
SSE baja
1
5,6 15,4 27,3 4,8 19,8 46,9 6,2 24,5 42,2
SSE alta
2
3,3 6,6 17,4 1,5 7,6 24,9 2,9 12,6 21,2
Multiplicador de intermitencia
3
2,23 1,70 1,49 2,11 1,70 1,38 1,92 1,47 1,37
SSE baja
1
2,54 2,04 1,70 2,15 1,73 1,38 1,89 1,45 1,38
SSE alta
2
2,75 2,02 1,80 2,19 1,76 1,46 2,11 1,64 1,41
Tamaño de la muestra 2.724 1.836 1.828 4.207 2.796 2.741 2.815 1.818 1.867
SSE baja
1
1.607 1.113 1.010 3.046 2.049 1.939 1.796 1.186 1.206
SSE alta
2
1.045 623 631 1.145 722 707 1.013 613 567
Datos de las que trabajaron al menos un mes:
Tamaño de la muestra 147 282 518 167 474 1.132 142 378 683
Promedio de horas trabajadas a la semana
4
33,0 42,4 41,5 32,7 40,9 43,2 33,0 41,7 42,9
Porcentaje de ocupadas 1 mes59,2 34,8 28,8 50,3 37,1 21,3 42,3 25,9 22,1
Porcentaje de ocupadas 2 meses16,3 22,7 15,8 24,0 18,1 15,9 24,6 17,5 12,9
Porcentaje de ocupadas 3 meses10,2 14,5 13,5 12,0 17,1 15,1 15,5 15,1 16,3
Porcentaje de ocupadas 4 meses14,3 28,0 41,9 13,8 27,6 47,7 17,6 41,5 48,8
Porcentaje con un cambio 42,9 31,2 26,6 43,1 34,6 29,1 39,4 31,5 30,5
Porcentaje con dos cambios38,1 32,6 22,6 34,7 28,5 14,9 28,2 17,5 14,5
Porcentaje con tres cambios0,7 2,5 3,7 2,4 3,4 2,9 5,6 2,9 1,9
1
Niños que viven en hogares cuyos ingresos de los adultos son inferiores a la mediana.
2
Niños que viven en hogares cuyos
ingresos de los adultos son superiores a la mediana.
3
Multiplicador de intermitencia = porcentaje de ocupados al menos 1 mes /
porcentaje medio mensual de ocupados.
4
En el promedio de horas trabajadas no se incluyen las semanas en las que el niño no
trabajó. En unas pocas encuestas se decía que el interesado estuvo trabajando en un mes determinado, pero con 0 horas trabaja-
das; tales casos se excluyeron del promedio de horas trabajadas, pero no del porcentaje de ocupados.
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual de empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia
261
Cuadro 2. Tasas de empleo y de cambio de situación laboral de los niños de 10-12,
13-14 y 15-16 años, de ambos sexos, en las zonas metropolitanas
de Salvador, São Paulo y Porto Alegre, en 1996-1998
Salvador São Paulo Porto Alegre
Edades:
10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16
Chicos 1996-1998
Porcentaje de ocupados 0 meses94,8 86,7 69,9 97,1 86,8 59,1 98,6 87,6 63,8
Porcentaje medio mensual de ocupados2,1 5,5 15,2 1,3 7,3 29,1 0,6 7,5 25,0
SSE baja
1
2,3 6,5 17,0 1,6 8,2 29,9 0,6 9,1 28,6
SSE alta
2
1,5 3,3 11,2 1,1 6,1 28,0 0,7 5,5 19,7
Porcentaje de ocupados al menos un mes5,2 13,3 30,1 2,9 13,2 40,9 1,4 12,4 36,2
SSE baja
1
6,1 15,4 33,6 3,6 14,8 43,5 1,3 15,3 41,3
SSE alta
2
3,6 8,8 22,5 2,0 11,1 37,6 1,6 8,7 28,7
Multiplicador de intermitencia
3
2,53 2,44 1,98 2,14 1,81 1,41 2,16 1,65 1,45
SSE baja
1
2,59 2,38 1,97 2,30 1,80 1,46 2,06 1,68 1,44
SSE alta
2
2,35 2,70 2,02 1,87 1,82 1,34 2,29 1,60 1,46
Tamaño de la muestra 2.376 1.756 1.817 3.143 2.241 2.337 2.351 1.668 1.735
SSE baja
1
1.551 1.186 1.225 1.683 1.241 1.302 1.334 922 1.011
SSE alta
2
825 566 587 1.454 998 1.027 1.013 745 715
Dados de los que trabajaron al menos un mes:
Tamaño de la muestra 124 234 547 90 295 956 33 206 628
Promedio de horas trabajadas a la semana
4
29,9 32,1 34,9 30,4 35,5 39,0 35,3 34,5 37,7
Porcentaje de ocupados 1 mes60,5 58,1 41,5 52,2 37,3 23,4 57,6 31,6 24,4
Porcentaje de ocupados 2 meses25,8 24,4 26,9 22,2 25,4 14,0 12,1 23,8 17,4
Porcentaje de ocupados 3 meses8,9 12,8 19,6 12,2 15,9 17,3 18,2 15,5 15,6
Porcentaje de ocupados 4 meses4,8 4,7 12,1 13,3 21,4 45,3 12,1 29,1 42,7
Porcentaje con un cambio 37,1 45,7 41,7 50,0 40,7 29,7 36,4 35,9 30,6
Porcentaje con dos cambios42,7 37,2 32,5 25,6 26,1 18,9 48,5 24,3 18,2
Porcentaje con tres cambios9,7 7,7 6,9 5,6 4,1 1,9 0,0 4,9 2,7
Chicas 1996-1998
Porcentaje de ocupadas 0 meses97,9 94,3 84,8 98,5 93,1 75,9 98,9 94,3 76,9
Porcentaje medio mensual de ocupadas0,7 2,4 7,2 0,6 3,7 15,8 0,5 3,2 15,6
SSE baja
1
0,8 2,5 6,8 0,7 4,7 16,3 0,7 4,2 16,1
SSE alta
2
0,4 1,2 4,1 0,5 2,4 14,1 0,3 1,9 13,5
Porcentaje de ocupadas al menos un mes2,1 5,7 15,2 1,5 6,9 24,1 1,1 5,7 23,1
SSE baja
1
2,4 6,4 15,4 1,6 8,6 25,1 1,4 7,2 24,0
SSE alta
2
1,5 3,3 10,4 1,3 4,9 21,4 0,7 3,6 20,1
Multiplicador de intermitencia
3
3,00 2,43 2,10 2,45 1,87 1,52 2,17 1,75 1,48
SSE baja
1
2,86 2,58 2,26 2,40 1,82 1,54 2,17 1,71 1,49
SSE alta
2
3,69 2,67 2,57 2,48 2,02 1,51 2,15 1,93 1,50
Tamaño de la muestra 2.288 1.712 1.942 3.046 2.277 2.270 2.283 1.640 1.626
SSE baja
1
1.478 1.135 1.299 1.699 1.236 1.209 1.318 920 926
SSE alta
2
793 553 585 1.343 1.034 1.021 961 716 656
Datos de las que trabajaron al menos un mes:
Tamaño de la muestra 48 98 295 46 158 546 26 93 375
Promedio de horas trabajadas a la semana
4
28,9 35,0 36,0 27,1 34,5 36,4 29,3 33,7 35,9
Porcentaje de ocupadas 1 mes75,0 61,2 52,2 60,9 45,6 27,7 50,0 48,4 25,1
Porcentaje de ocupadas 2 meses16,7 22,4 18,6 19,6 17,7 17,9 23,1 7,5 18,9
Porcentaje de ocupadas 3 meses8,3 7,1 15,3 15,2 13,9 18,3 19,2 11,8 16,0
Porcentaje de ocupadas 4 meses0,0 9,2 13,9 4,3 22,8 36,1 7,7 32,3 40,0
Porcentaje con un cambio 60,4 39,8 39,3 54,3 49,4 35,5 42,3 33,3 35,2
Porcentaje con dos cambios37,5 41,8 36,6 32,6 18,4 22,0 34,6 28,0 17,9
Porcentaje con tres cambios0,0 8,2 5,4 4,3 2,5 1,8 11,5 1,1 0,8
1
Niños que viven en hogares cuyos ingresos de los adultos son inferiores a la mediana.
2
Niños que viven en hogares cuyos
ingresos de los adultos son superiores a la mediana.
3
Multiplicador de intermitencia = porcentaje de ocupados al menos 1 mes /
porcentaje medio mensual de ocupados.
4
En el promedio de horas trabajadas no se incluyen las semanas en las que el niño no
trabajó. En unas pocas encuestas se decía que el interesado estuvo trabajando en un mes determinado, pero con 0 horas trabaja-
das; tales casos se excluyeron del promedio de horas trabajadas, pero no del porcentaje de ocupados.
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual de empleo del Brasil (PME).
262
Revista Internacional del Trabajo
se producen en los años de la adolescencia se reflejan en que las tasas de los
que no estuvieron ocupados ningún mes son más bajas en los de 13-14 años, y
aún más en los de 15-16. En ambos grupos de edad, la tasa femenina es más alta
que la masculina. Las estimaciones de los cuadros 1 y 2 indican que las diferen-
cias entre principios de los años ochenta y finales de los noventa son muy no-
tables, siendo las muestras lo bastante grandes para que sean estadísticamente
significativas. El descenso del número de niños de más edad que trabajan es
verdaderamente muy pronunciado. Por ejemplo, en el São Paulo de 1982-1984
el 59 por ciento de las chicas de 15-16 años no trabajó ninguno de los cuatro
meses, cifra que se elevó al 76 por ciento en 1996-1998. Entre los chicos de esa
misma edad de São Paulo, el porcentaje de los que no estuvieron ocupados
nunca durante el intervalo cuatrimestral pasó del 37 al 59 por ciento.
Ya hemos sostenido anteriormente que la intermitencia del trabajo in-
fantil, aunque es un fenómeno importante, ha sido difícil de detectar con las
encuestas de población activa de carácter transversal. En los cuadros 1 y 2,
las filas siguientes dan buena prueba de lo que decimos. El porcentaje medio
mensual de ocupados es la tasa de empleo que resulta utilizando solamente la
semana de referencia de un mes determinado, como en las clásicas encuestas
transversales de población activa. El porcentaje de ocupados al menos un mes
(de los cuatro meses consecutivos) indica la proporción de los niños observa-
dos que, con ese criterio amplio de la «ocupación reciente», cabría considerar
como trabajadores integrados en la población activa. La diferencia que hay en-
tre estos dos valores es un hecho que apoya nuestra tesis. Por ejemplo, aunque
la tasa media mensual de ocupados de los niños de 10-12 años en Salvador en
1982-1984 es del 7 por ciento, la proporción de los que han tenido ocupación al
menos durante un mes (una «ocupación reciente») es del 14 por ciento, es de-
cir, del doble. Los porcentajes se duplican aproximadamente también en los ni-
ños de esta misma edad de otras ciudades, así como en el caso del segundo pe-
ríodo
15. En cuanto a las edades mayores, en todos los períodos y ciudades, el
porcentaje de ocupados recientemente es entre 7 y 16 puntos superior al que
arroja la tasa tradicional de base mensual. En las tasas femeninas aparecen
igualmente grandes diferencias entre los porcentajes de ocupadas que arroja la
medición de un mes y la de «ocupadas recientemente». Por ejemplo, mientras
que entre las chicas de 15-16 años de Porto Alegre la tasa de ocupación men-
sual en el segundo de estos períodos fue del 16 por ciento, la proporción de las
que aparecían trabajando durante al menos uno de esos cuatro meses ascendía
al 23 por ciento. En términos generales, estos datos vienen en apoyo de la tesis
de que las encuestas transversales de población activa no logran detectar una
parte significativa del total de niños y jóvenes trabajadores.
¿Son válidas las mismas tendencias en los dos estratos en que se puede
dividir a los niños por su situación socioeconómica? La respuesta es, sin duda,
15 Como puede verse en los cuadros B y C del apéndice, en estas estimaciones los errores
típicos son relativamente pequeños. Por ejemplo, en la estimación del 7,1 por ciento de empleo
masculino en el grupo de 10-12 años en Salvador el error típico era del 0,55 por ciento.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 263
afirmativa. En los dos grandes estratos se observan niveles de empleo reciente
que son notablemente más altos que los porcentajes correspondientes de em-
pleo según la medición mensual. De las tasas de empleo reciente, las de los ni-
ños de hogares cuyos ingresos están por debajo de la mediana por habitante (lo
que hemos llamado SSE baja) son las que presentan los valores más altos en
los cuadros 1 y 2. Aunque esas tasas son más pequeñas en los niños de hogares
con ingresos superiores, el porcentaje de ocupados al menos un mes suele ser
el doble del que indica los ocupados mensuales del mismo estrato.
La diferencia que se da entre las tasas de empleo infantil cuando se toma
como período de referencia una sola semana o un plazo más largo —en cuyo
caso es posible detectar en parte el fenómeno frecuente del paso de un estado
a otro, con y sin trabajo, y viceversa— puede plasmarse en un «multiplicador
de intermitencia». Si aparece una tasa media de ocupación mensual del 10 por
ciento y una tasa de ocupación reciente del 20 por ciento, el valor de ese mul-
tiplicador es de dos16. El multiplicador de intermitencia es, por tanto, el factor
por el que ha de multiplicarse la tasa de ocupación mensual para calcular la
tasa de ocupación reciente. En los cuadros 1 y 2 se presentan estos multiplica-
dores respecto de cada tramo de edad, desglosados por situación socioeconó-
mica. En el cuadro 1 vemos que entre los chicos de 10-12 años de Salvador el
multiplicador de intermitencia fue en 1982-1984 de 2,02, valor que no presenta
grandes variaciones cuando se introduce la división en los dos estratos so-
cioeconómicos. Si queremos hacer una estimación del número total de niños
que trabajaban, la estimación basada en una pregunta sobre la situación labo-
ral en una sola semana habrá de multiplicarse por dos para saber aproximada-
mente el número de niños de los que hay constancia que trabajaron en algún
momento del cuatrimestre. El multiplicador baja en las edades más altas, y así,
por ejemplo, es de 1,3-1,5 en el tramo de 15-16 años de edad, asunto que ana-
lizaremos con más detalle después.
Las últimas nueve filas de cada parte de los cuadros 1 y 2 nos informan de
las pautas de empleo de los niños de 10-12, 13-14 y 15-16 años que trabajaron
en la semana de referencia de al menos uno de los primeros cuatro meses de
cada ciclo de entrevistas (los que han tenido una ocupación reciente). Como
las cifras de ocupados son relativamente pequeñas, sobre todo las de los niños
de menor edad y en el período más reciente, el número de niños analizados en
esta parte de los cuadros es a veces lo bastante pequeño como para crear un
problema, pese al gran tamaño de las muestras que utilizamos. Este problema
se plantea con especial gravedad en el caso de los niños de 10-12 años en el pe-
ríodo 1996-1998, pues el número de ocupados está muchas veces bastante por
debajo del centenar.
16 Usamos a veces la expresión «tasa de ocupación mensual» porque es la manera habitual
de informar de los niveles de ocupación y de desempleo estimados en la PME. Concretamente, la
«tasa media de ocupación» capta si, según la entrevista, el niño ha trabajado o no en una semana
de referencia determinada de un mes determinado, mientras que la «tasa de ocupación reciente»
capta si, según la entrevista, el niño ha trabajado o no en alguna de las cuatro semanas de referen-
cia, pertenecientes cada una de ellas a uno de los cuatro meses consecutivos.
264 Revista Internacional del Trabajo
En el cuadro 1 se pone de manifiesto que, entre los niños que tienen una
ocupación, aun los que sólo cuentan de 10 a 12 años dedican al trabajo una can-
tidad de tiempo considerable, unas 30 horas semanales en promedio. Según los
cuadros 1 y 2, el promedio de horas trabajadas a la semana se eleva sistemáti-
camente con la edad, hasta llegar a unas 40 horas en los de 15-16 años. En 1982-
1984 las chicas de todas las edades trabajaron por término medio las mismas
horas que los chicos, o incluso más. El caso en el que la jornada de ellas es más
larga en comparación con la de ellos es el del tramo de 13-14 años de Salvador,
lo que probablemente refleja la intensidad del trabajo doméstico realizado por
las chicas empleadas en los hogares. Para 1996-1998, sin embargo, el promedio
de horas trabajadas se había vuelto muy similar en los dos sexos.
En las cuatro filas siguientes de cada parte de los cuadros 1 y 2 se abordan
con más detalle la intermitencia del empleo y el grado de inserción del niño en
el mundo laboral. La estructura de la encuesta, fundada en entrevistas repeti-
das, nos permite calibrar esta vinculación en los niños que estaban ocupados al
menos una vez durante el cuatrimestre. Indicamos el porcentaje de niños que
trabajaron durante uno solo de los cuatro meses de la serie de entrevistas (no
necesariamente el primero), de los que trabajaron dos de los cuatro meses
(no necesariamente consecutivos), de los que lo hicieron durante tres, y por úl-
timo de los que estaban trabajando en la semana de referencia de los cuatro
meses. Las cuatro mediciones equivalen a un 100 por ciento dentro de cada ciu-
dad, sexo y tramo de edad.
Los porcentajes respectivos de niños que trabajaron uno, dos, tres o cua-
tro meses ponen de manifiesto algunos patrones interesantes que varían según
la edad. La pauta más sencilla es la que aparece en los niños de 10-12 años de
Salvador y São Paulo: las tasas de niños ocupados descienden de una manera
razonablemente constante al ir pasando desde un mes de empleo hasta cuatro.
En muchos casos se observa que, dentro de los niños ocupados, son más los que
trabajaron un mes o los cuatro que los que lo hicieron dos o tres. Tal vez a esas
edades sea necesaria una dosis considerable de ensayo y error hasta llegar a un
trabajo o puesto que derive después en un empleo estable.
Una de las preguntas obvias es la que se refiere a la proporción, dentro
de los niños que trabajaron, de los que lo hicieron los cuatro meses, es decir, la
proporción de niños con integración en el empleo típica de los trabajadores
adultos. Pues bien, esta proporción nunca es mayor del 50 por ciento de los que
trabajaron solamente uno de los cuatro meses. Por ejemplo, en Porto Alegre,
en 1996-1998, el 30 por ciento de los chicos de 13-14 años que había trabajado
en algún momento lo había hecho durante todo el cuatrimestre. Aunque está
demostrado hace mucho tiempo, sobre la base de los datos transversales, que
las tasas de empleo se elevan con la edad, en los cuadros 1 y 2 se comprueba
que la intermitencia laboral suele descender con la edad, o, dicho a la inversa,
que la inserción en el trabajo se fortalece con la edad. En São Paulo, por ejem-
plo, en 1996-1998 trabajó los cuatro meses el 4 por ciento del total de las chicas
ocupadas de 10-12 años, pero esa proporción subía al 23 por ciento en las de
13-14 años y al 36 por ciento en las de 15-16 años. Los niveles son distintos tan-
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 265
to en las chicas de otras ciudades como en los chicos, pero se confirma la regla
general de que la inserción en el mundo laboral va aumentando con la edad17.
Como ya hemos visto en los gráficos, los chicos presentan tasas de ocu-
pación más altas que las chicas en todos los períodos, ciudades y tramos de
edad. En los cuadros 1 y 2 comprobamos ahora que el porcentaje de los ocu-
pados recientemente («ocupados al menos un mes») es también más alto, en
todas las ciudades y en todos los tramos de edad, entre los chicos. En general,
los chicos recientemente ocupados trabajan con más frecuencia los cuatro me-
ses que las chicas recientemente ocupadas, pero hay algunas excepciones. En
el primer período, al que se refiere el cuadro 1, las chicas de Salvador de 13-14
y de 15-16 años que habían trabajado alguna vez presentaban una probabilidad
mayor que los chicos de haberlo hecho durante todo el cuatrimestre. En el se-
gundo período, las chicas de 13-14 años de las tres ciudades, y las de 15-16 de
Salvador, superaron a los chicos en cuanto a la posibilidad de estar ocupadas
los cuatro meses. Es probable que ello tenga que ver con el trabajo de emplea-
das domésticas que realizan muchas chicas18.
Según han documentado Levison (1991) y Barros, Mendonça y Velazco
(1996), las tasas de empleo de los niños de más edad y los porcentajes de niños
trabajadores que estuvieron ocupados los cuatro meses son superiores en las
ciudades cuyo mercado de trabajo ofrece mejores oportunidades, São Paulo y
Porto Alegre, a los de otras más rezagadas en este aspecto como Salvador. Por
ejemplo, la tasa de ocupación mensual de los chicos de 15-16 años fue en 1996-
1998 del 15 por ciento en Salvador frente a más o menos el 29 y el 25 por ciento
en São Paulo y Porto Alegre, respectivamente. La tasa de ocupación de las chi-
cas de las otras tres ciudades duplica más o menos la de Salvador. En el grupo
masculino de menos edad, en cambio, la tasa de ocupación mensual y la de ocu-
pados alguna vez son más altas en Salvador, lo que parece indicar que esos ni-
ños se pusieron a trabajar perseguidos por la pobreza.
En términos generales, las variaciones tan notables entre ciudades, sexos y
tramos de edad que se aprecian en estos datos indican que las distintas definicio-
nes de «niño trabajador» serán muy sensibles a la población que se estudie y a
los intervalos fijados para dilucidar si están o no ocupados. Cuanto más largo sea
el período que se abarque para los «ocupados recientemente», tanto mayor será
la discrepancia potencial de la tasa global con la tasa de empleo tradicional,
obtenida mediante encuestas transversales. El hecho de que sólo con tomar el
17 Una notable excepción es la similitud que hay entre la integración laboral de los tramos de
13-14 y de 15-16 años en Porto Alegre, especialmente en el segundo de los períodos. Ello puede
deberse al predominio de la industria del calzado en esa zona metropolitana. Comprobamos que los
niños que habían trabajado alguna vez en la fabricación de calzado tenían un empleo más estable que
los que estaban en otros sectores: de los ocupados de 13-14 años, el 50 por ciento de los chicos
que trabajaban en el calzado y el 42 por ciento de las chicas lo habían hecho durante los cuatro meses
de 1996-1998, frente al 26 y el 31 por ciento, respectivamente, de los chicos y chicas ocupados en otros
sectores. Además, en ambos períodos, de los ocupados de 13-14 y 15-16 años, la proporción de los
empleados en fábricas de calzado era mayor entre los de 13-14 años que entre los de 15-16 (en uno
y otro sexo).
18 En Levison y otros (2007) se indican los diez ramos que acumulan más empleo infantil
en Salvador, São Paulo y Porto Alegre.
266 Revista Internacional del Trabajo
cuatrimestre como período de referencia estas estimaciones difieran tanto de las
obtenidas con el método de medición tradicional, y también difieran tanto entre
sí, significa que adoptar períodos de referencia más prolongados podría arrojar
cifras aún más altas de niños englobados en la categoría de «trabajadores» (al
margen del sesgo de los fallos de memoria de los encuestados).
Las tres últimas filas de cada parte de los cuadros 1 y 2 tratan de las entra-
das y salidas del empleo. Como observamos cuatro meses consecutivos, es posi-
ble que un niño dado cambie de situación —poniéndose a trabajar o dejando de
hacerlo— hasta en tres ocasiones. Los datos que presentamos en los cuadros in-
dican porcentualmente, respecto de los ocupados al menos un mes, cuántos vi-
vieron un cambio de situación, cuántos dos y cuántos tres. Incluyendo la catego-
ría, aquí omitida, de los que no hicieron ningún cambio, el total equivale al
100 por ciento en cada ciudad, sexo y tramo de edad. Los datos sobre estos cam-
bios de situación demuestran, probablemente de manera más convincente que
otros argumentos, la existencia del empleo discontinuo, intermitente. Aunque
en un solo cuatrimestre fueron pocos los que cambiaron de situación en tres oca-
siones, la mayoría de los de 10-14 años lo hizo en una o en dos. La única excep-
ción se dio en Porto Alegre, en donde esta proporción (uno o dos cambios de
Cuadro 3. Multiplicadores de intermitencia de chicas y chicos de 10-12, 13-14
y 15-16 años en seis zonas metropolitanas del Brasil, en 1982-1984
y en 1996-1998
Edad
10-12 13-14 15-16
ChicasChicosChicasChicosChicasChicos
Contando todos los cuatrimestres
1982-1984 2,05 1,97 1,65 1,63 1,43 1,35
SSE baja12,09 1,97 1,69 1,62 1,45 1,36
SSE alta22,21 1,95 1,77 1,68 1,52 1,31
1996-1998 2,37 2,20 1,96 1,85 1,58 1,49
SSE baja12,39 2,31 1,94 1,83 1,59 1,51
SSE alta22,37 2,04 2,08 1,87 1,60 1,45
Contando sólo los cuatrimestres de marzo a noviembre (el curso escolar)
1982-1984 2,04 1,95 1,61 1,62 1,43 1,35
SSE baja12,11 1,96 1,65 1,61 1,46 1,36
SSE alta22,05 1,93 1,72 1,72 1,48 1,29
1996-1998 2,21 2,12 1,88 1,78 1,57 1,47
SSE baja12,23 2,22 1,90 1,77 1,57 1,49
SSE alta22,19 1,93 1,89 1,79 1,61 1,43
1 Niños que viven en hogares en los que los ingresos de los adultos son inferiores a la mediana. 2 Niños que
viven en hogares en los que los ingresos de los adultos son superiores a la mediana.
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual de empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 267
situación) no pasaba del 45 por ciento en los niños de 13-14 años en 1982-1984;
en la mayoría de los casos, y en el tramo de 10-14 años de edad, más de dos
tercios de los que habían trabajado alguna vez cambiaron de situación en una o
dos ocasiones. Vemos de nuevo aquí que los cambios disminuyen con el avance
de la edad, pese a lo cual más de un tercio de los de 15-16 años que habían tra-
bajado alguna vez cambiaron de situación en una o dos ocasiones durante el
cuatrimestre.
Parece razonable la hipótesis de que muchos niños urbanos se hubieran
puesto a trabajar al término del curso escolar, hubieran trabajado durante las va-
caciones y hubieran dejado el empleo al iniciarse el nuevo curso. ¿Hay alguna ra-
zón estructural detrás de estos datos sobre la intermitencia laboral infantil? Para
tratar de responder a esta pregunta creamos una submuestra que incluía única-
mente a niños cuyo primer cuatrimestre de entrevistas estaba comprendido ínte-
gramente en el curso escolar. Este análisis de sensibilidad permite comparar los
resultados de los niños entrevistados entre marzo y noviembre (ambos inclui-
dos) con los de la muestra anterior (entrevistados en cualquier mes del año). Re-
hicimos así los cuadros 1 y 2 para referirlos únicamente a esa muestra coinciden-
te con el curso escolar, pero no los publicamos en este artículo porque los
resultados eran muy similares a los de los cuadros originales. Los cambios debi-
dos a que se inicia o se termina el curso escolar explican una fracción muy peque-
ña de los cambios observados. Lo mismo cabe decir, como veremos después, del
análisis de sensibilidad que se aplicó para confeccionar el cuadro 3.
Multiplicadores de intermitencia
Los multiplicadores de intermitencia sobre las diversas ciudades que figuran en
los cuadros 1 y 2 ponen de manifiesto las amplias discrepancias que aparecen en-
tre las tasas de ocupación infantil que se estiman en una única instantánea tem-
poral y las que surgen adoptando un período de referencia más amplio (para
detectar las entradas y salidas del empleo que ocurren en plazos breves). En el
cuadro 3 figuran unos multiplicadores de intermitencia similares referidos al
conjunto de las seis zonas metropolitanas abarcadas en la encuesta mensual de
empleo; versan sobre las distintas edades, sexos y situaciones socioeconómicas
en los períodos de 1982-1984 y 1996-1998. De los datos de este cuadro 3 se dedu-
cen varios hechos de interés. Véase la primera parte del cuadro, calculada con la
muestra de todo el año, no la de los meses escolares. En primer lugar, y como
ocurría en los cuadros 1 y 2, los multiplicadores de intermitencia descienden con
la edad. Ello coincide con todos nuestros indicios de que la intermitencia es más
frecuente en los niños de menos edad que en los adolescentes y que, presumi-
blemente, en los adultos. En los de 10-12 años, los multiplicadores están en
torno a 2,0. En segundo lugar, los de las chicas son casi siempre más altos que los
de los chicos. Dicho de otro modo, si se corrigen las estimaciones teniendo en
cuenta la intermitencia, se modificarán más las tasas femeninas que las mascu-
linas. En tercer lugar, como los niveles de empleo infantil se van reduciendo
con el tiempo, los multiplicadores de intermitencia se van elevando. Todos estos
268 Revista Internacional del Trabajo
patrones son coherentes con una relación negativa subyacente entre las tasas de
ocupación usuales y la intermitencia.
En la segunda parte del cuadro 3 figuran los multiplicadores de intermiten-
cia de la submuestra que incluye únicamente los resultados obtenidos durante el
curso escolar. Los valores totales del período de 1982-1984 difieren en poco de
los de la muestra general. De 1996 a 1998, la submuestra coincidente con el curso
escolar arroja unos multiplicadores sólo algo más bajos que los generales. A me-
dida que el trabajo va siendo menos frecuente en niños y jóvenes, es más plausi-
ble que el calendario escolar influya en los cambios de situación laboral, aunque,
en todo caso, ésta es una causa que sólo actúa en una fracción muy pequeña del
total.
Quizás podría afirmarse que los niños que trabajan de manera intermiten-
te difieren en algunas características importantes de aquellos otros cuya inser-
ción en el mundo laboral es estable. Concretamente, habría que saber si los niños
que trabajan de modo intermitente, y en jornadas reducidas, lo hacen sólo con el
fin de ganar algo de dinero para sus gastos personales, el llamado «dinero de bol-
sillo». Para ello, calculamos el promedio de horas trabajadas en la semana de re-
ferencia por los niños que habían tenido una ocupación durante uno, dos, tres o
cuatro meses. Los que habían estado activos tres o cuatro meses tendían a tra-
bajar más horas a la semana que los que lo habían estado uno o dos, pero todos
los grupos arrojaban un promedio mínimo de 20 horas, y muchas veces cerca de
las 30.
Los altos niveles de intermitencia que aparecen en los niños que trabajan
pueden apreciarse mejor si los miramos desde el prisma de unas estimaciones
semejantes acerca de los trabajadores adultos. El hecho de que los multiplica-
dores desciendan de manera notable al pasar del tramo de 10-12 años de edad
al de 15-16 hace prever que su valor en los adultos será probablemente aún más
bajo. Aunque queda fuera del ámbito de este artículo estudiar a fondo la inter-
mitencia laboral de los adultos, un análisis provisional indica que ésta es mu-
cho más baja en un cuatrimestre que la de los niños (según los resultados que
presentamos). Por ejemplo, estimaciones comparables sobre las mujeres de 25-
34 años (tramo de edad del que cabría esperar una intermitencia relativamente
alta) de São Paulo de 1982 a 1984 indican que el 52 por ciento de ellas estaba
trabajando los cuatro meses del período de referencia, mientras que el 62 por
ciento estaba ocupada en algún momento del cuatrimestre. Ello supone un
multiplicador de intermitencia de 1,2, es decir, el número total de mujeres que
estuvo trabajando en algún momento del cuatrimestre era un 20 por ciento ma-
yor que el número de las que aparecen trabajando tal o cual mes. Aunque de-
bería tenerse en cuenta en los estudios sobre la actividad laboral de las muje-
res, esta diferencia no deja de ser mucho menor que los multiplicadores de
intermitencia que hemos estimado para los chicos y chicas de 10-12 años en
este mismo período, que eran de 1,9 y 2,1 respectivamente. (Al estimar las ci-
fras de otros tramos de edad de adultos y otros períodos se llega a unos resul-
tados similares.) Si bien ampliar el marco cronológico siempre nos llevará a
unas estimaciones más altas —pues en todos los grupos se da un cierto grado
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 269
de intermitencia—, los niveles de ésta que se observan en los niños son muy su-
periores a los de los adultos. Aunque nuestras estimaciones del trabajo infantil
pueden con frecuencia duplicarse si utilizamos como período de referencia un
cuatrimestre en vez de una semana, nuestras estimaciones del empleo adulto
sólo se incrementan en entre un 10 y un 30 por ciento, incluso en los tramos de
edad en los que cabría pensar que son más frecuentes las incorporaciones al
empleo y los abandonos del mismo19.
Tiene que haber alguna relación entre el multiplicador de intermitencia
que hemos definido aquí y la tasa general de ocupación. Por ejemplo, si el 75 por
ciento de un determinado grupo de población está ocupado, sería evidentemen-
te imposible que en ese grupo el multiplicador de intermitencia fuera de 2,0. En
el gráfico 6 se resume la relación entre los multiplicadores de intermitencia y la
estimación transversal de la tasa de ocupación. Vemos en este gráfico un diagra-
ma de puntos de los multiplicadores observados en cada mes junto a la tasa me-
dia de empleo, desagregados ambos valores por sexos y tramos de edad. A fin de
dar una idea más clara del «espacio» en el que se sitúan nuestros multiplicadores,
incluimos en el gráfico las cotas superior e inferior de cada uno de ellos, así como
un multiplicador simulado en el que el empleo se distribuye aleatoriamente en-
tre los niños a lo largo de un cuatrimestre. La cota inferior es igual a 1, lo que
equivale a un caso en el que un determinado volumen de empleo se concentrara
en el menor número posible de niños. Es decir, todos los niños ocupados han de
estar ocupados cuando se realizan todas y cada una de las entrevistas mensua-
les consecutivas. La cota inferior es invariable con respecto a la tasa media de
ocupación.
La cota superior del multiplicador es una función de la tasa media de ocu-
pación, y la forma de esa función dependerá de la longitud de la muestra cons-
tante. Como nuestra observación se desarrolla a lo largo de cuatro meses con-
secutivos, el multiplicador nunca puede ser superior a 4. Se trata de un caso en
el que un determinado volumen de empleo en los cuatro meses anteriores se
distribuye de la manera más igual posible entre el total de niños, de suerte que
en cada uno de esos cuatro meses no se observaría trabajando a más de la cuar-
ta parte de ellos. En el caso de las tasas medias de ocupación superiores al
25 por ciento, sin embargo, más de una cuarta parte de ellos estará trabajando
cada mes, con independencia de la forma más o menos igual en que se distri-
buya el volumen de empleo disponible. Así, la cota superior del multiplicador
desciende cuando el empleo medio supera ese nivel. En su extremo máximo,
la cota superior converge hacia 1. En muestras más largas, la cota superior del
multiplicador se eleva, y su interpretación será lógicamente otra.
19 Adviértase que estas estimaciones de los cambios de situación laboral en las mujeres
adultas sugieren también que las altas tasas que a ese respecto presentan los niños no son simple-
mente resultado de imprecisiones de la medición que producirían falsos cambios. Cabe presumir
que tienen errores de medición las tasas de empleo de todos los miembros del hogar, pero las tasas
de cambio de los niños son varias veces más altas que las de los adultos.
270 Revista Internacional del Trabajo
En el gráfico 6, la serie de «multiplicadores simulados» es el resultado de
una técnica en la que el empleo se distribuye aleatoriamente entre el total de ni-
ños a lo largo de un cuatrimestre. Por ejemplo, si hay 100 niños observados a lo
largo de cuatro meses y el promedio de ocupados en alguno de esos meses es el
10 por ciento, en la simulación se asignan 40 (= 100 × 4 × 0,10) meses de empleo
entre los 400 meses/niño observados. En el gráfico 6 se representan visualmente
diez signos por cada punto porcentual de incremento de la tasa media de ocupa-
ción. Con niveles de empleo altos, la distribución aleatoria da un multiplicador
muy próximo a la cota superior, ya que al asignar aleatoriamente muchos meses
de empleo entre toda la población se obtendrá que la mayoría de los niños ha es-
tado ocupada al menos en un mes. La varianza del multiplicador aumenta en las
tasas medias más bajas, pues la concentración accidental de varios meses de ocu-
pación en algunos niños modifica el multiplicador. Dicho de otro modo, como en
la simulación se parte de que en el caso de un niño concreto el empleo no está
correlacionado positivamente con determinados meses, la variación aleatoria
producirá casos en los que es posible distribuir el empleo de forma más igual, es-
pecialmente en las tasas de ocupación más bajas. Para que el multiplicador lle-
gue a la cota superior es necesario que haya una correlación negativa entre la
ocupación y determinados meses en el caso de un niño concreto.
Gráfico 6. Multiplicadores de intermitencia simulados con el empleo aleatorio
y multiplicadores observados en chicos y chicas de 10-12, 13-14
y 15-16 años, con respecto al porcentaje de ocupación medio,
de 1982 a 1999
0
1
2
3
4
0 102030405060708090100
Porcentaje medio de ocupados durante los últimos cuatro meses
Multiplicador
Cota superior
Multiplicador simulado con asignación aleatoria
Multiplicador esperado con signación aleatoria
Multiplicador observado por sexo, edad y mes
Cota inferior
Fuente: Elaboración propia con datos de la encuesta mensual del empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 271
Como no es de extrañar, los multiplicadores que hemos estimado están
bastante por debajo de la referencia de «asignación aleatoria», lo que indica
que el empleo guarda una correlación positiva a lo largo de los meses. En el
gráfico 6 se puede ver, asimismo, que la tasa media de ocupación (el porcentaje
medio) explica en gran parte la variación del multiplicador. Las tasas medias
más bajas que encontramos en las chicas, los niños de ambos sexos de menor
edad y el estrato socioeconómico superior están muy asociadas a unos multi-
plicadores de intermitencia más altos en esos grupos. Lo más importante es
que unas tasas de ocupación más bajas dejan a un mayor porcentaje de la po-
blación disponible para incorporarse al empleo en un mes cualquiera.
Los gobernantes, expertos y activistas dan mucha importancia a las cifras
de trabajo infantil que hay en determinados contextos y, sin embargo, las ci-
fras que elaboran los especialistas raras veces corresponden al concepto de «ni-
ño que trabaja» que se maneja habitualmente. Los multiplicadores de intermi-
tencia son un instrumento sencillo pero poderoso para comprender la extensión
y las características del trabajo infantil. En los últimos años han proliferado los
programas encaminados a reducir la actividad laboral de niños y adolescentes.
Como ejemplos se pueden citar el PETI (Programa de Erradicación del Trabajo
Infantil) del Brasil y el PAI (Programa de Atención Inmediata) de Costa Rica
(Duryea y Morrison, 2004; Legovini y Regalia, 2001, y Yap, Sedlacek y Orazem,
2001). No obstante, es probable que, a la hora de diseñar y ampliar estos progra-
mas, los gobiernos y las organizaciones internacionales hayan subestimado los
recursos necesarios, especialmente en lo que atañe a todas las chicas y a los chi-
cos menores de 15 años.
Consecuencias para las estimaciones
del trabajo infantil en el mundo:
un ejercicio «contrafáctico»
A manera de ejemplo de las consecuencias que puede tener la intermitencia la-
boral sobre la valoración global del trabajo infantil vamos a usar los multipli-
cadores que hemos calculado para ajustar la estimación de la OIT del número
de niños trabajadores que había en el mundo en el año 2000 (véase en OIT,
2002, los detalles de cómo se llegó a esa estimación). Las estimaciones de la
OIT se basan en varias preguntas sobre el empleo en una semana de referencia
incluidas en veintinueve encuestas nacionales de hogares. Estas estimaciones
«contrafácticas» se utilizan para obtener cifras aproximadas de niños que tra-
bajan por regiones, sexos y tramos de edad. Como el sistema para medir el em-
pleo que utiliza la OIT es idéntico al que hemos manejado con respecto a un
único mes (es decir, al que se basa en las respuestas a la pregunta sobre una
sola semana como período de referencia), es interesante plantear la cuestión
de hasta qué punto se elevaría esa estimación de los niños que trabajan en el
mundo si la basáramos en un cuatrimestre (con datos de muestra constante) y
si la relación entre las estimaciones basadas en una sola semana de referencia
272 Revista Internacional del Trabajo
y las basadas en un cuatrimestre fuera la misma que se ha observado en estas
zonas urbanas del Brasil.
Aplicando nuestros multiplicadores de intermitencia relativos a los perío-
dos de 1982-1984 y 1996-1998 a las estimaciones de la OIT, obtenemos dos esti-
maciones revisadas —de las muchas posibles— acerca del número total de niños
que trabajaban en el mundo en 2000. Nuestro supuesto básico es que los multi-
plicadores obtenidos para las zonas urbanas del Brasil están positivamente co-
rrelacionados con los multiplicadores «mundiales» no observados (y tal vez in-
observables) por edades y sexos. Es necesario partir de un supuesto tradicional
porque la encuesta mensual brasileña no abarca a la población de entre 5 y
9 años de edad; y su nivel de ocupación es sin duda más bajo que el que tienen
los niños de 10 a 12 años, lo que conlleva un grado mayor de intermitencia. Para
ser cautos, no obstante, aplicamos a ese primer tramo de edad (5-9 años) los mul-
tiplicadores del de 10-14 años, desglosados por sexo. En el cuadro 4 damos los
cálculos principales que hacemos. Como nuestros multiplicadores oscilan entre
1,7 y casi 2, tienen un efecto muy grande cuando se aplican a las estimaciones del
trabajo infantil en todo el mundo. Así ajustadas las estimaciones, y tomando
como período de referencia un cuatrimestre en vez de una semana, la cifra total
de niños de 5 a 14 años que trabajaban en el mundo en el 2000 ascendería de
211 millones a entre 364 y 409 millones. Aunque se trata de estimaciones figura-
das —fundadas en que se cumpla la no desdeñable condición de que la intermi-
tencia laboral tenga en todo el mundo magnitudes semejantes a las observadas
en las zonas urbanas del Brasil—, creemos que son provechosas para esclarecer
lo sensibles que son las estimaciones del trabajo infantil al período de obser-
vación que se adopte. Podrían realizarse ejercicios similares con muchas de las
encuestas del Programa de Información Estadística y Seguimiento en materia de
Cuadro 4. Estimaciones ajustadas del número de niños trabajadores que había
en todo el mundo en el año 2000 (ambos sexos, de 5 a 14 años de edad)
Sexo y tramo de edad Estimaciones
de la OIT1
Multiplicadores de intermitencia
de las zonas metropolitanas
del Brasil2
Estimaciones ajustadas
según los multiplicadores
de intermitencia
(en miles) 1982-1984 1996-1998 (en miles)
Chicos de 5-9 años 38.100 1,71 1,90 65.269 72.432
Chicos de 10-14 años 70.900 1,71 1,90 121.459 134.787
Chicas de 5-9 años 35.000 1,74 1,98 60.877 69.441
Chicas de 10-14 años 66.800 1,74 1,98 116.187 132.534
Total de 5-9 años 73.000 126.146 141.873
Total de 10-14 años137.700 237.646 267.321
Total de 5-14 años210.800 363.792 409.194
1 OIT (2002), cuadro 1, pág. 17. 2 El multiplicador correspondiente al tramo de 10-14 años se ha aplicado al
de 5-9 años, pues éste no aparece en la encuesta mensual de empleo del Brasil (PME).
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 273
Trabajo Infantil (SIMPOC), de la OIT, algunas de las cuales miden el empleo a
lo largo de doce meses además de hacerlo mediante una sola semana de referen-
cia, aunque en esos casos el efecto del sesgo derivado de los fallos de memoria
de los encuestados sería mayor. Aunque los datos del SIMPOC no permiten
analizar los cambios de situación laboral con el grado de detalle con que lo he-
mos hecho aquí, nuestros resultados apuntan a que el carácter muy intermitente
del trabajo infantil obliga a prestar más atención a la influencia que sobre las es-
timaciones de este fenómeno tiene la adopción de un período de referencia de-
terminado. Tal vez sea conveniente que se hagan estimaciones específicas para
los diversos propósitos de concepción de políticas y programas que se persigan.
Conclusiones
El análisis de las series de datos de muestras constantes sobre zonas metropoli-
tanas del Brasil demuestra que en el decenio de 1990, y en comparación con el
de 1980, descendieron los porcentajes de chicos y chicas ocupados de 10 a 16 años
de edad. Este hecho se debe tanto al descenso de las tasas de incorporación al
empleo (tasas de entrada) como al aumento de las de abandono del mismo (tasas
de salida). Aunque los chicos y los pertenecientes a hogares de ingresos bajos
presentaban más actividad laboral que las chicas y los pertenecientes a familias
más acomodadas, estas diferencias causadas por la situación socioeconómica se
redujeron en los años noventa. Todo parece indicar que a finales de ese decenio
el trabajo infantil afectaba a sólo un pequeño porcentaje de la población urbana.
Esta documentada reducción de la actividad laboral de los niños resulta convin-
cente en la medida en que el sistema de medición que normalmente se utiliza
para calcular el número de adultos ocupados sea válido también para la pobla-
ción infantil.
La consulta de datos longitudinales, aun referidos a un período tan corto
como un cuatrimestre, pone de manifiesto con toda claridad que el método uti-
lizado tradicionalmente para medir el empleo de los adultos no funciona con
la población infantil. Al basarse en una sola semana de referencia, ese sistema
tradicional no capta en toda su magnitud, ni mucho menos, la actividad laboral
de los niños, dada la tendencia de éstos a trabajar de manera intermitente. Al
medir el empleo durante cuatro meses consecutivos se comprobó que era rela-
tivamente bajo el porcentaje de trabajadores jóvenes en el Brasil urbano que
hubiesen estado trabajando sin interrupción todo ese tiempo. Y en toda la
franja de 10 a 16 años de edad era muy alto, en cambio, el porcentaje de los que
en ese cuatrimestre habían cambiado al menos dos veces de situación, empe-
zando a trabajar o dejando de hacerlo. Es decir, gran parte de los períodos de
empleo tenía una duración relativamente breve. Aunque los investigadores del
trabajo infantil conocen bien los estudios monográficos que corroboran este
grado tan alto de intermitencia laboral, el presente artículo es el primer estudio
a gran escala en el que se confirma este hecho característico.
Si bien las tasas de entrada eran más elevadas en los niños de peor situa-
ción socioeconómica, ésta no causaba diferencias en las tasas de salida, de lo que
274 Revista Internacional del Trabajo
se deduce que, una vez que han empezado a trabajar, los niños de mejor situa-
ción tienen las mismas probabilidades de seguir ocupados que los de familias
modestas. Este mismo patrón parece darse también cuando se divide a los niños
por sexo: las tasas masculinas y femeninas de salida son mucho más parecidas en-
tre sí que las respectivas de entrada.
La confirmación del hecho de que muchos niños se ponen a trabajar y de-
jan de hacerlo en breve plazo no contradice la conclusión de que en los años
ochenta y noventa el empleo infantil descendió en las zonas urbanas del Brasil.
Lo que nos dice la medición tradicional de la población ocupada es que, por
término medio, en la semana de referencia de un mes o año dados, a finales de
los años noventa el porcentaje de niños trabajadores era notablemente inferior
al de principios de los ochenta. (Parece que esta tendencia se mantuvo hasta
2004, tal como indican los resultados sobre América Latina publicados en OIT,
2006.) Nuestras averiguaciones indican, por otra parte, que el porcentaje de ni-
ños ocupados durante la semana de referencia de al menos uno de los cuatro
meses de la observación se redujo también sustancialmente entre 1982-1984 y
1996-1998. Por ejemplo, en Salvador, São Paulo y Porto Alegre alrededor del
30 por ciento de los chicos de 13-14 años estaba trabajando al menos en un mes
de los cuatro en 1982-1984; esta cifra había bajado a menos de la mitad, hasta
el 13 por ciento, en 1996-1998. En el caso de las chicas de esa misma edad el
descenso fue aún mayor, de una horquilla del 15-21 por ciento a más o menos
el 6 por ciento.
El sistema de medición del empleo diseñado para los adultos ha servido
en esta ocasión para documentar acertadamente que el trabajo infantil ha ve-
nido descendiendo en el Brasil urbano. Aunque la tendencia hallada es correc-
ta, los niveles que arroja el sistema tradicional de medición son muy engaño-
sos. En las mediciones puntuales normalmente no se detecta a muchos niños
que, de hecho, sí que pertenecen a la población ocupada. Además, en esos sis-
temas de medición se subraya indebidamente la distinción entre niños ocupa-
dos y no ocupados, que equivale a hacer una división entre los niños que han
trabajado alguna vez y los niños que no han trabajado nunca. Llegamos así al
quid de la cuestión: el empleo intermitente es una característica esencial del
trabajo infantil que no suele tenerse en cuenta y que, por lo tanto, no se conoce
bien.
De nuestros multiplicadores de intermitencia se deduce que, dentro de los
niños brasileños urbanos de 10-12 años, observamos que los que trabajan consi-
derando un período de cuatro meses son más del doble de los que trabajan si sólo
se toma una semana de referencia. Si la intermitencia en el empleo tuviera una
magnitud similar en los niños que trabajan en todo el mundo, habría unos
409 millones de niños trabajadores en el planeta. Para poder estimar el número
de niños que trabajan «a menudo» o de manera «frecuente» necesitamos averi-
guar los multiplicadores de intermitencia de muchos países y muchos mercados
de trabajo. No hay un multiplicador universal. Aunque los que se han elaborado
para las zonas metropolitanas del Brasil pueden ser bastante típicos del empleo
infantil, el valor de los multiplicadores variará necesariamente según las caracte-
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 275
rísticas de cada mercado de trabajo y según el período de referencia que se adop-
te. Asimismo, puede haber diferencias sustanciales entre el medio urbano y el
medio rural, como parece deducirse del nivel en general más alto de empleo in-
fantil en éste20.
Sospechamos que en el desarrollo del niño y del joven en función de la edad
es «normal» que al principio haya un grado de intermitencia alto y que luego
vaya descendiendo, al hilo del paso de la escuela, las actividades lúdicas y el tra-
bajo no remunerado al empleo remunerado de los adultos. Tras la primera in-
corporación a la población activa se plantea la necesidad de contar con algunas
aptitudes básicas. Por ejemplo, los jóvenes han de aprender a presentarse pun-
tualmente en el lugar de trabajo, día tras día. En algunos casos, eso se aprende
bajo la amenaza del despido por incumplimiento. Cada puesto de trabajo nuevo
conlleva una labor de búsqueda y un proceso en el que el chico o la chica aprende
a reconocer los empleos buenos o los que suponen en ese momento una solución
razonable. A veces se comprueba, con el tiempo, que haber aceptado una deter-
minada oferta fue una decisión equivocada. Los puestos de trabajo que son into-
lerables por una u otra razón deberían elevar las tasas de abandono del empleo,
a medida que los jóvenes aprenden a irse de los sitios en que son explotados o
víctimas de abusos. Si bien unas tasas de intermitencia altas pueden tener aspec-
tos positivos para los jóvenes que pronto serán adultos, debe tenerse presente
también que un determinado número de niños, generalmente superior al que se
suele conceder, está aportando al mercado de trabajo una serie de horas —a ve-
ces muchas por semana—, cuando su tarea principal, especialmente en el caso de
los grupos de menos edad, no ha de consistir en encontrar un trabajo adecuado,
sino en asistir regularmente a la escuela y aprender.
Los datos que hemos presentado en este artículo indican que el trabajo in-
termitente es una característica fundamental de la actividad laboral de los niños,
con unos niveles de cambio rápido de situación muy superiores a los observados
en los adultos. De esa fuerte intermitencia se deriva que con los métodos tradi-
cionales de medir el empleo basados en una única semana de referencia no se de-
tectan algunas facetas importantes del trabajo infantil, y que pueden divulgar
una idea engañosa de este fenómeno. Según los resultados que hemos obtenido,
la mayoría de los niños que trabajan, sobre todo los de menor edad, no lo hacen
de manera continuada, pues muchos están trabajando en un mes determinado y
ya no trabajan al mes siguiente. Sin embargo, de estos mismos resultados se de-
riva que el número total de niños con actividad laboral es muy superior al que se
detecta en un solo mes cualquiera del año. Un entendimiento más completo de
este aspecto del asunto, la intermitencia, permitirá mejorar las políticas y los pro-
gramas destinados a combatir el trabajo infantil.
20 Por ejemplo, según Kassouf (2001), en el Brasil de 1999 los niños de 5-9 años que traba-
jaban en las zonas rurales más o menos triplicaban a los que lo hacían en las urbanas. Entre los de
10-14 años de los dos sexos, eran una vez y media más.
276 Revista Internacional del Trabajo
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OIT. 2006. La eliminación del trabajo infantil: Un objetivo a nuestro alcance – Informe global
con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y dere-
chos fundamentales en el trabajo. Informe del Director General (Informe I (B)) a la
95.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (2006). Ginebra.
—. 2002. Every child counts: New global estimates on child labour. Ginebra.
—. 1996. El trabajo infantil. Lo intolerable en el punto de mira. Informe VI (1) a la 86.ª reunión
de la Conferencia Internacional del Trabajo (1998). Ginebra.
Reynolds, Pamela. 1991. Dance Civet Cat: Child Labour in the Zambezi Valley. Athens, Ohio
University Press.
Poterba, James M., y Summers, Lawrence H. 1986. «Reporting errors and labor market dyna-
mics», Econometrica, vol. 54, núm. 6 (noviembre), págs. 1319-1338.
Yap, Yoon-Tien; Sedlacek, Guilherme, y Orazem, Peter F. 2001, actualizado en 2002. Limit-
ing child labor through behavior-based income transfers: An experimental evaluation
of the PETI Program in rural Brazil. Manuscrito. Febrero. Se encuentra en la página
1153333441931/11375_orazem-peti-brazil.pdf>
[consultada el 19 de septiembre de 2007].
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 279
Apéndice
Diseño de las muestras constantes de la PME
(Pesquisa Mensal de Emprego)
Al igual que en muchas encuestas nacionales de empleo en las que se utilizan muestras
constantes rotatorias, con la estructura de paneles de la PME se pretende sobre todo
reducir la volatilidad al estimar las variaciones mensuales y anuales del desempleo. La
PME no está diseñada explícitamente para analizar los cambios longitudinales de los
individuos. La muestra se refiere más a las unidades de residencia que a los hogares, de
manera que éstos sólo se mantienen en ella si siguen residiendo en la misma vivienda
que se seleccionó originalmente. Aunque las versiones de los datos que se hacen públi-
cas no están pensadas para el análisis longitudinal, contienen números de identificación
de los hogares que permiten hacer un seguimiento de éstos a lo largo de varios meses.
En el caso de los individuos que forman los hogares es necesario utilizar el mes y año
de nacimiento, proceso que en la mayoría de los casos permite un seguimiento relativa-
mente directo. Tanto en los hogares como en los individuos, las correspondencias se fil-
traron en los diversos meses por variables como el sexo, el año y mes de nacimiento y
el nivel de instrucción.
Desgaste de la muestra
Como la PME no persigue directamente un seguimiento longitudinal de los hogares, el
desgaste de la muestra es relativamente alto. Como se puede comprobar en el cuadro A
de este apéndice, alrededor del 82 por ciento de los niños de 10-16 años que son obser-
vados en el mes 1 son observados también en los meses 2, 3 y 4, lo que los hace válidos
para nuestro análisis de la intermitencia laboral. A pesar de ese desgaste relativamente
alto, podemos ver también en el cuadro A que los que no salen de la muestra difieren
muy poco de los que faltan de ella uno o varios meses. Por ejemplo, los chicos observa-
dos en los cuatro meses presentan una tasa de escolarización del 89,2 por ciento y una
tasa de ocupación del 14,4 por ciento en el mes 1, frente a un 88,3 y un 14,7 por ciento,
respectivamente, entre los observados solamente en el mes 1. Del mismo modo, en el
cuadro A se puede comprobar que la fracción de niños cuyas madres poseen más de
cuatro años de escolarización es prácticamente idéntica en la muestra completa obser-
vada en el mes 1 y en la muestra parcial de los observados los cuatro meses. Aunque
hay muchas razones para esperar un desgaste no aleatorio en una encuesta que, como
es el caso, está basada en el lugar de residencia, una gran parte de ese desgaste es real-
mente aleatorio, debido a causas como el tamaño y diseño de la muestra o el carácter
incompleto de los números de identificación. Aunque es imposible saber los resultados
de cambios de situación laboral que habrían arrojado esas observaciones no realizadas,
es tranquilizador que las sí efectuadas no puedan distinguirse de las otras a la luz de las
variables observables del mes 1. Dada la escasez de datos de muestras constantes de los
países en desarrollo, consideramos que las virtudes de estos datos —derivadas de una
muestra grande, un período de observación largo y un buen grado de detalle en la infor-
mación laboral— compensan sobradamente sus defectos, lo que permite obtener una
visión bastante inédita de la intermitencia laboral de los niños.
Preguntas de la PME sobre el trabajo y la escuela
La pregunta sobre el empleo que se hace en la PME es «o qué fez X na semana passada?»,
es decir, «¿qué hizo X la semana pasada?», donde X representa cada miembro del hogar
que tenga más de 10 años de edad. Lo más frecuente es que una única persona, adulta,
280 Revista Internacional del Trabajo
responda por sí misma y por todas las demás. El entrevistador le va leyendo las posibles
respuestas —trabajó, no trabajó aunque tiene colocación, buscó empleo, está jubilado, es
estudiante, realizó quehaceres domésticos, otras cosas— y se detiene en cuanto le respon-
den afirmativamente. Así, con esta forma de entrevistar, un niño que trabaje y vaya a la
escuela será clasificado entre los que trabajan, pues esa opción aparece antes en la lista.
Por la escolarización de los diversos integrantes del hogar se inquiere en otra pregunta
distinta que no tiene nada que ver con la situación laboral, durante la parte de la entre-
vista dedicada a hacer la «ficha personal» y en la que se recogen datos como la fecha de
nacimiento, la relación con el cabeza de familia y los estudios realizados. Es posible, por
consiguiente, identificar a los niños que trabajan y asisten simultáneamente a la escuela.
Errores de medición y tasas de entrada y salida
Es evidente que nuestra estimación de las tasas de entrada y salida contiene errores de
medición. Debido a diversas razones relacionadas con la medición, las cifras de cambios
de situación laboral pueden presentar desviaciones tanto al alza como a la baja. La
inexactitud de las respuestas sobre el trabajo de los niños en uno o varios meses es un
problema que puede verse agravado por el hecho de que la información la proporcionó
un adulto que quizás no era el mismo todos los meses. Una información inexacta en un
solo mes puede arrastrarse a los meses siguientes, falseando el número de cambios de
situación laboral. Poterba y Summers (1986) utilizaron encuestas de repetición para
demostrar que las informaciones erróneas sobre la condición laboral que contienen los
datos de muestras constantes exageraban el número de cambios de los adultos en los
Estados Unidos. Otro sesgo que amenaza a nuestras estimaciones, pero ahora en el sen-
tido contrario, se deriva del hecho de que sólo observamos la situación en una semana
de referencia de cada mes, por lo que es posible que nuestras cifras estén subestimadas
si se producen cambios en las demás semanas. Pero no existe la forma de calcular el
efecto neto de esos sesgos potenciales después de contrarrestarse uno con otro.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 281
Cuadro A. Datos sobre desgaste de la muestra en la PME del Brasil: medias de chicos
y chicas de 10-16 años observados en el mes 1 y en los meses 1-4,
años 1982-1999
Variable Niños observados
en el mes 1
Niños observados
en los meses 1-4
(1) (2)
Chicos
Edad del niño en el mes 1 12,97 12,98
El niño va a la escuela en el mes 1 88,3% 89,2%
El niño trabaja en el mes 1 14,7% 14,4%
Años de escolarización por niño 3,97 4,01
Fracción de niños cuyas madres tienen cuatro años o más de estudios
en el mes 1 63,5% 63,5%
Tamaño de la muestra 239.586 199.033
Porcentaje de todos los observados en el mes 1 100 83,1
Chicas
Edad de la niña en el mes 1 13,01 13,00
La niña va a la escuela en el mes 1 88,0% 89,4%
La niña trabaja en el mes 1 8,2% 7,6%
Años de escolarización por niña 4,37 4,42
Fracción de niñas cuyas madres tienen cuatro años o más de estudios
en el mes 1 64,3% 63,9%
Tamaño de la muestra 239.340 196.683
Porcentaje de todas las observadas en el mes 1 100 82,2
282 Revista Internacional del Trabajo
Cuadro B. Errores típicos correspondientes a los porcentajes del cuadro 11
Salvador São Paulo Porto Alegre
Edades: 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16
Chicos 1982-1984
Porcentaje de ocupados 0 meses0,67 1,12 1,18 0,41 0,87 0,91 0,51 1,01 1,10
Porcentaje medio mensual de ocupados0,55 1,15 1,52 0,35 0,93 1,40 0,46 1,17 1,64
SSE baja20,69 1,45 1,90 0,40 1,09 1,64 0,58 1,41 2,00
SSE alta30,82 1,83 2,55 0,74 1,75 2,70 0,67 2,13 2,89
Porcentaje de ocupados al menos un mes0,67 1,12 1,18 0,41 0,87 0,91 0,51 1,01 1,10
SSE baja20,74 1,16 1,17 0,45 0,90 0,88 0,58 1,04 1,06
SSE alta30,48 0,96 1,10 0,29 0,73 0,95 0,34 0,89 1,13
Porcentaje de ocupados 1 mes2,51 2,04 1,44 2,66 1,61 0,82 3,07 1,66 1,00
Porcentaje de ocupados 2 meses2,04 1,73 1,32 2,23 1,37 0,82 2,73 1,56 1,04
Porcentaje de ocupados 3 meses1,81 1,68 1,45 2,03 1,34 0,89 2,29 1,52 1,01
Porcentaje de ocupados 4 meses1,81 1,79 1,61 2,02 1,57 1,18 2,67 2,06 1,43
Porcentaje con un cambio 2,46 2,06 1,60 2,65 1,66 1,00 3,10 1,84 1,24
Porcentaje con dos cambios2,39 1,91 1,44 2,38 1,44 0,85 2,78 1,56 0,92
Porcentaje con tres cambios0,99 0,96 0,70 1,22 0,72 0,33 1,25 0,69 0,44
Chicas 1982-1984
Porcentaje de ocupadas 0 meses0,43 0,84 1,05 0,30 0,71 0,94 0,41 0,95 1,11
Porcentaje medio mensual de ocupadas0,31 0,81 1,17 0,22 0,69 1,17 0,34 1,03 1,36
SSE baja20,25 0,67 1,08 0,22 0,68 1,17 0,34 1,04 1,35
SSE alta30,22 0,65 1,04 0,20 0,67 1,14 0,31 0,95 1,35
Porcentaje de ocupadas al menos un mes0,43 0,84 1,05 0,30 0,71 0,94 0,41 0,95 1,11
SSE baja20,57 1,08 1,40 0,39 0,88 1,13 0,57 1,25 1,42
SSE alta30,56 0,99 1,51 0,36 0,99 1,63 0,52 1,34 1,72
Porcentaje de ocupadas 1 mes4,05 2,84 1,99 3,87 2,22 1,22 4,15 2,25 1,59
Porcentaje de ocupadas 2 meses3,05 2,49 1,60 3,30 1,77 1,09 3,62 1,95 1,28
Porcentaje de ocupadas 3 meses2,50 2,10 1,50 2,51 1,73 1,06 3,04 1,84 1,41
Porcentaje de ocupadas 4 meses2,89 2,67 2,17 2,67 2,05 1,48 3,20 2,53 1,91
Porcentaje con un cambio 4,08 2,76 1,94 3,83 2,18 1,35 4,10 2,39 1,76
Porcentaje con dos cambios4,01 2,79 1,84 3,68 2,07 1,06 3,77 1,95 1,35
Porcentaje con tres cambios0,68 0,93 0,83 1,18 0,83 0,50 1,93 0,86 0,52
1 Este cuadro presenta los errores típicos correspondientes a los porcentajes del cuadro 1. Para un porcentaje dado 100p el error
típico se calcula con la raíz cuadrada de {p*(1-p)/N }, donde N es el tamaño de la muestra. El «porcentaje medio mensual de ocu-
pados» del cuadro 1 se calcula mediante la fórmula 0,25*(porcentaje de ocupados 1 mes) + 0,5*(porcentaje de ocupados 2 meses)
+ 0,75*(porcentaje de ocupados 3 meses) + porcentaje de ocupados 4 meses. De acuerdo con esto, los errores típicos de este
promedio se calculan con la raíz cuadrada de {0,252* Var(porcentaje de ocupados 1 mes) + 0,52*Var(porcentaje de ocupados
2 meses) + 0,752*Var(porcentaje de ocupados 3 meses) + Var(porcentaje de ocupados 4 meses). 2 Niños que viven en hogares
cuyos ingresos de los adultos son inferiores a la mediana. 3 Niños que viven en hogares cuyos ingresos de los adultos son supe-
riores a la mediana.
El trabajo infantil intermitente, su medición y su importancia 283
Cuadro C. Errores típicos correspondientes a los porcentajes del cuadro 21
Salvador São Paulo Porto Alegre
Edades: 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16 10-12 13-14 15-16
Chicos 1982-1984
Porcentaje de ocupados 0 meses0,46 0,81 1,08 0,30 0,71 1,02 0,24 0,81 1,15
Porcentaje medio mensual de ocupados0,26 0,51 0,96 0,22 0,64 1,26 0,18 0,78 1,37
SSE baja20,29 0,64 1,16 0,27 0,87 1,66 0,25 1,04 1,80
SSE alta30,53 0,76 1,68 0,37 0,95 1,93 0,24 1,18 2,11
Porcentaje de ocupados al menos un mes0,46 0,81 1,08 0,30 0,71 1,02 0,24 0,81 1,15
SSE baja20,49 0,86 1,11 0,33 0,75 1,03 0,23 0,88 1,18
SSE alta30,38 0,68 0,98 0,25 0,66 1,00 0,26 0,69 1,09
Porcentaje de ocupados 1 mes4,39 3,23 2,11 5,27 2,82 1,37 8,60 3,24 1,71
Porcentaje de ocupados 2 meses3,93 2,81 1,90 4,38 2,54 1,12 5,68 2,97 1,51
Porcentaje de ocupados 3 meses2,55 2,19 1,70 3,45 2,13 1,22 6,71 2,52 1,45
Porcentaje de ocupados 4 meses1,93 1,38 1,39 3,58 2,39 1,61 5,68 3,17 1,97
Porcentaje con un cambio 4,34 3,26 2,11 5,27 2,86 1,48 8,37 3,34 1,84
Porcentaje con dos cambios4,44 3,16 2,00 4,60 2,56 1,27 8,70 2,99 1,54
Porcentaje con tres cambios2,66 1,74 1,09 2,41 1,15 0,44 0,00 1,50 0,65
Chicas 1982-1984
Porcentaje de ocupadas 0 meses0,30 0,56 0,81 0,22 0,53 0,90 0,22 0,57 1,04
Porcentaje medio mensual de ocupadas0,10 0,36 0,65 0,13 0,46 0,97 0,15 0,51 1,14
SSE baja20,10 0,32 0,58 0,13 0,47 0,96 0,15 0,52 1,14
SSE alta30,04 0,22 0,52 0,13 0,43 0,98 0,13 0,47 1,14
Porcentaje de ocupadas al menos un mes0,30 0,56 0,81 0,22 0,53 0,90 0,22 0,57 1,04
SSE baja20,40 0,73 1,00 0,30 0,80 1,25 0,33 0,85 1,40
SSE alta30,43 0,75 1,26 0,31 0,67 1,28 0,27 0,70 1,57
Porcentaje de ocupadas 1 mes6,25 4,92 2,91 7,20 3,96 1,91 9,81 5,18 2,24
Porcentaje de ocupadas 2 meses5,38 4,21 2,27 5,85 3,04 1,64 8,26 2,74 2,02
Porcentaje de ocupadas 3 meses3,99 2,60 2,09 5,30 2,75 1,66 7,73 3,35 1,89
Porcentaje de ocupadas 4 meses0,00 2,92 2,01 3,01 3,34 2,06 5,23 4,85 2,53
Porcentaje con un cambio 7,06 4,94 2,84 7,34 3,98 2,05 9,69 4,89 2,47
Porcentaje con dos cambios6,99 4,98 2,80 6,91 3,08 1,77 9,33 4,65 1,98
Porcentaje con tres cambios0,00 2,77 1,32 3,01 1,25 0,57 6,27 1,07 0,46
1 Este cuadro presenta los errores típicos correspondientes a los porcentajes del cuadro 2. Para un porcentaje dado 100p el error
típico se calcula con la raíz cuadrada de {p*(1-p)/N }, donde N es el tamaño de la muestra. El «porcentaje medio mensual de ocu-
pados» del cuadro 2 se calcula mediante la fórmula 0,25*(porcentaje de ocupados 1 mes) + 0,5*(porcentaje de ocupados 2 meses)
+ 0,75*(porcentaje de ocupados 3 meses) + porcentaje de ocupados 4 meses. De acuerdo con esto, los errores típicos de este
promedio se calculan con la raíz cuadrada de {0,252* Var(porcentaje de ocupados 1 mes) + 0,52*Var(porcentaje de ocupados
2 meses) + 0,752*Var(porcentaje de ocupados 3 meses) + Var(porcentaje de ocupados 4 meses). 2 Niños que viven en hogares
cuyos ingresos de los adultos son inferiores a la mediana. 3 Niños que viven en hogares cuyos ingresos de los adultos son supe-
riores a la mediana.

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