Del tercer al cuarto debate en las relaciones internacionales

AuthorKepa Sodupe
PositionCatedrático de Relaciones Internacionales Universidad del País Vasco
Pages65-93

Page 65

    Este artículo se engloba en un Proyecto de Investigación sobre Teoría de las Relaciones Internacionales. He de agradecer el apoyo financiero que dicho Proyecto ha recibido del programa de ayudas a la investigación de la empresa Iberdrola.
I Introducción

Las Relaciones Internacionales experimentaron un cambio histórico en los años noventa, en gran medida, consecuencia de desarrollos que habían venido produciéndose en el decenio precedente. No puede negarse que la fisonomía de la disciplina ha cambiado radicalmente. Un especialista en este campo del saber que hubiera dado un salto de doce años en el tiempo, encontrándose súbitamente en el año 2002, tendría serios problemas para situarse ante la nueva literatura. Vería que las referencias a T. S. Kuhn, a los paradigmas estatocéntrico, globalista y estructuralista, o a la inconmensurabilidad de estos paradigmas habían desaparecido de las publicaciones especializadas. En su lugar, hallaría otras, desconocidas para él, especialmente si su formación en cuestiones de filosofía de la ciencia no es particularmente digna de mención, como construcción social de la disciplina, reflexividad teórica o antifunda-Page 66cionalismo. Podría ser útil para este especialista, si su propósito es familiarizarse cuanto antes con el nuevo estado de cosas, informarle de que las Relaciones Internacionales entraron en el transcurso de esos doce últimos años en una nueva etapa, cuyos rasgos esenciales, tan distintos de los de etapas precedentes, justifican su sensación de absoluto desconcierto. Esta nueva etapa, como momentos anteriores de esta ciencia social, está marcada por un nuevo debate.

En efecto, en los momentos actuales, las Relaciones Internacionales se encuentran en lo que en este trabajo hemos denominado ´cuarto debateª. En un sentido, como ha subrayado D. S. L. Jarvis, las Relaciones Internacionales, desde su nacimiento a comienzos de siglo, han recorrido un largo camino. En otro, sin embargo, parecen estar siempre en el mismo punto de partida 1. A lo largo de su historia, la disciplina ha mostrado una cierta aversión a acumular conocimiento, prefiriendo, en su lugar, renovarse a fondo y empezar de nuevo periódicamente. De esta manera, los grandes debates han tenido lugar con regularidad. Cada uno de ellos ha supuesto nuevos marcos conceptuales y nuevas teorías con los que proceder a la renovación mencionada. Asimismo, dice Jarvis no muy satisfecho con ello, han permitido desprenderse de todo conocimiento que corría el riesgo de convertirse en permanente. Con independencia de si los grandes debates han conducido a una mayor comprensión o han generado una mayor confusión, no puede negarse la presencia de un impulso permanente a (re)inventar la disciplina.

Este artículo versa sobre el tránsito del tercer al cuarto debate. De manera preliminar, trata de describir las razones que promovieron la desaparición del debate interparadigmático. A continuación, tras detenerse en algunos aspectos generales del cuarto debate, el artículo pretende poner de relieve los rasgos esenciales que le dotan de personalidad propia. Entre las preguntas a las que procura responder están las siguientes: øcuáles son las partes implicadas en este nuevo debate?, øcuáles son los puntos centrales de discrepancia en torno a los que se articula el debate?, øcuál es, en definitiva, el nuevo mapa que puede servir de guía para situarse en el momento actual de la disciplina?

II La desaparición del debate inter-paradigmático

La significación del debate inter-paradigmático en los años setenta y ochenta está fuera de toda duda. Sin embargo, las alusiones a dicho debate fueron desvaneciéndose con gran rapidez. Bien fuera en su versión ortodoxa, que describía la disciplina en términos de un único paradigma, bien fuera en su versión relativista, que describía la disciplina en términos de una pluralidad paradigmática 2, el tercer debate no superaría el espacio temporal delimitado por los dos decenios mencionados. Son varios los motivos que pueden explicar esta circunstancia: la excesiva simplificación implícita Page 67 en la reducción del debate a tres grandes enfoques, el carácter desigual del intercambio de opiniones entre ellos, la evolución del globalismo hacia posiciones compatibles con el neorrealismo y la pérdida del carácter de inconmensurabilidad de los paradigmas.

Primeramente, puede destacarse que la visión ordenada de la disciplina, formada en torno a la existencia de tres paradigmas, se logró a costa de una excesiva simplificación 3. Dentro de cada uno de estos paradigmas había una gran diversidad de puntos de vista. Así, por ejemplo, el paradigma estatocéntrico englobaba corrientes de pensamiento -como la idealista, la realista y la behaviorista- con serias discrepancias entre ellas. En distintos momentos del pasado de la disciplina, la agrupación de estas corrientes dentro de un mismo marco de referencia se hubiera considerado como algo sorprendente. Ciertamente, la intensidad de los debates, primero, entre idealismo y realismo y, después, entre realismo y behaviorismo, ha marcado auténticos hitos en la evolución de las Relaciones Internacionales 4. Al igual que el paradigma estatocéntrico, el globalismo y el estructuralismo registraron en su seno fuertes discusiones entre partidarios de construcciones teóricas diversas. En lo que respecta al globalismo, J. F. Rioux, E. Keenes y G. Légaré estimaron que estas construcciones teóricas estaban tan profundamente distanciadas como para elevarlas a la condición de paradigmas. Así, en lugar de una única perspectiva globalista, plantearon la consideración de dos paradigmas: el mundialismo, que se sustentaba en la obra de J. W. Burton, y el transnacionalismo, que se apoyaba en las tesis de R. O. Keohane y J. S. Nye 5. En cuanto al estructuralismo, es posible distinguir dos grandes corrientes: la teoría de la dependencia y la teoría del sistema capitalista mundial 6. A su vez, dentro de cada una de estas teorías podían apreciarse divergencias notables. F. H. Cardoso escribió que las diferencias que separaban a los especialistas que se englobaban en la escuela de la dependencia eran tan marcadas que difícilmente permitirían reunir a todos ellos en la misma sala de conferencias 7.

En segundo lugar, la participación de los tres enfoques básicos en el debate interparadigmático fue muy desigual. Es posible afirmar que dicho debate tuvo como principales protagonistas al paradigma estatocéntrico, especialmente en su versión Page 68 realista, y al paradigma globalista 8. Hubo realmente un nivel de discusión muy bajo entre estatocentrismo y estructuralismo o entre globalismo y estructuralismo. En cualquier caso, nada similar a la confrontación intensa entre realismo y globalismo de los años setenta y ochenta que Maghroori y Ranberg denominaron ´el tercer debateª en la disciplina. Dejando a un lado la inspiración marxista de buena parte del estructuralismo, la circunstancia descrita puede deberse a los propios orígenes de este paradigma. Su nacimiento se produjo en el seno de la Economía Política 9. El paradigma estructuralista fue más una consecuencia de las críticas a la teoría del desarrollo vigente en Occidente e, incluso, a determinadas proposiciones del marxismo tradicional, que de los intentos deliberados de crear una alternativa a las posiciones estatocéntricas dominantes.

Estos orígenes del estructuralismo quedan claramente reflejados en el contenido esencialmente económico de la literatura que solía presentarse como característica del mismo. El grueso de esta literatura, constituida por las aportaciones de autores como F. H. Cardoso y E. Faletto, C. Furtado, A. G. Frank, S. Amin y O. Sunkel, estuvo orientado al análisis de los efectos del sistema capitalista mundial sobre las economías del conjunto o de determinadas regiones del mundo menos avanzado. La obra de otros autores, como la de J. Galtung y I. Wallerstein, presenta en ocasiones una mayor proximidad a cuestiones de relaciones internacionales, pero aun así el énfasis fundamental de su trabajo recae en problemas de subdesarrollo. Solamente un grupo reducido de autores, como R. Cox, A. Linklater o M. Hoffmann parecía encajar de manera natural en la disciplina. Hasta cierto punto resultaba un tanto forzado ver englobados a estos autores, junto con algunos de los citados más arriba, dentro de la rúbrica general de estructuralistas o dependentistas. La significación de este grupo reducido de autores varía radicalmente con el comienzo del cuarto debate. Pasan a ubicarse, como partidarios de la teoría crítica, en el seno del reflectivismo.

El estructuralismo permaneció esencialmente en su estado original. Este enfoque fue tomado como una de las alternativas paradigmáticas en las Relaciones Internacionales, confiando posiblemente en que en el proceso de adaptación a la disciplina adquiriría un perfil más ´internacionalª. Fueron pocos, sin embargo, los esfuerzos llevados a cabo para transformar el legado recibido, buscando, entre otras posibilidades, desarrollar una mayor relación entre el campo de la economía y el campo de la política 10.

Como tercer motivo de la desaparición del debate inter-paradigmático, cabe destacar que el globalismo sufrió cambios de sumo interés. Dentro de este paradigma, las posiciones más abiertamente superadoras del estatocentrismo acabarían perdiendo terreno en favor de lo que con anterioridad hemos llamado transnacionalismo. En efecto, las tesis de J. W. Burton expuestas en The World Society no fueron articuladas Page 69 de manera suficiente para constituir una alternativa al viejo paradigma. Lejos de ello, Burton y otros autores que compartían sus...

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