Raymond Aron y la teoria de las relaciones internacionales.

AuthorAnzaldi, Pablo A.

Resumen

En el presente trabajo se examina la obra International Relations de Raymond Aron como un proceso de desarrollo a lo largo de tres decenios, en que política, guerra y tecnología se analizan y reinterpretan de tres diferentes maneras.

La primera depende del pensamiento de Spengler, mientras que la segunda y la tercera se basan en una interpretación detenida y original de Clausewitz.

PALABRAS CLAVE: guerra, política. Aron, Clausewitz

Raymond Aron and the theory of international relations

Abstract

The paper examines Raymond Aron's International Relations as a process of development along three decades, where politics, war and technology are analyzed and reinterpreted in three different manners. The first depends on Spengler's thought, while the second and third are based in a deep and original interpretation of Clausewitz.

KEY WORDS: war, politics, Aron, Clausewitz

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I

La política, la paz y la guerra fueron el sino de los años de ruido y furor en que vivió Raymond Aron (1905-1983). La Primera Guerra Mundial, la revolución bolchevique, el fascismo europeo, el ascenso de Hitler, la escalada hacia una nueva guerra, la ocupación alemana de Francia, el gobierno de Vichy, la Segunda Guerra Mundial, los campos de exterminio, el gaullismo, las bombas atómicas, la bipolaridad, la descolonización, Argelia, las carreras de armamentos, las guerras revolucionarias, mayo del 68, las modas intelectuales, fueron algunos de los hitos atravesados por el pensamiento y el análisis de Aron. La singular personalidad intelectual se desplegó en abanico hacia las más variadas disciplinas teóricas. Aron fue filósofo, sociólogo, politólogo, teórico de las relaciones internacionales, estratega, historiador, periodista político, crítico de ideas, teórico liberal, pensador de la cultura occidental: la cantidad de materias abordadas nos proporciona una idea de su especial talento. A pesar de su extraordinaria trayectoria académica, el agudo sentido de lo político que poseía lo mantenía --si no físicamente, al menos en lo espiritual-- a cierta distancia del mundo universitario. Por ello, en una oportunidad dijo que > (Aron, 1985:25). El pensamiento aroniano --como el de todo pensador serio, sustraído a los alardes del público-- desborda con creces los avatares de su vida. Si en su biografía hay algo que explique su posición y orientación, es de hacer notar que fue judío, francés y liberal en el siglo del holocausto del pueblo elegido, cuando Francia fue arrasada y las tiranías se enseñoreaban en Europa. En Aron, la posición política y el ejercicio de la actividad teórica se dan la mano. El liberalismo de Aron se basa en la oposición a las tiranías del siglo XX, más que en doctrinarismos. Su enemistad con la tiranía soviética se expresa en una investigación sobre el marxismo que atraviesa todos o casi todos sus libros, articulándose con la meditación sobre el destino histórico de Europa y Occidente, con los viejos y nuevos problemas de la siempre renovada vida política. Si la tendencia a refugiarse en una hipótesis teórica hasta el punto de hacer irreconocible la realidad política es un peligro que trató de evitar, no es porque restase importancia a las ideas sino más bien lo contrario: Aron pensaba que la realidad política funcionaba en consonancia con las ideas. Nunca soltó amarras con la historia política, en tanto le proporcionaba los materiales de la realidad; ni circunscribió su meditación a una única tesis fuerte (en rigor una hipótesis), para así captar las ideas que operaban en la realidad. El encuentro de esas ideas posibilitaba que su propio pensamiento fuese una dimensión misma de la realidad, y no en menor medida en su función de docente y editorialista. Continuando una antigua tradición occidental, para la que ya apenas quedan adeptos, su saber emanó siempre de la búsqueda de la verdad y no se subordinó jamás a su periodismo.

Aron es un clásico. En el doble sentido de la palabra, esto es, en tanto su pensamiento no ha envejecido en lo fundamental, y en ese peculiar estilo de reunir lo efectivo, lo noble y lo posible en un mismo despliegue intelectual. Su identidad de pertenencia a un universo de pensamiento clásico se vislumbra en el encuentro de la política y la filosofía en la elaboración teórica, en el carácter crítico y polémico que adquieren sus escritos frente a las novedades--acaso modas- intelectuales. La dimensión filosófica de su pensamiento articula las categorías teóricas con los datos de la realidad, ejerciendo la crítica al dogmatismo --en cualquiera de sus manifestaciones--, y desplegando una conciencia concreta de la vida política. También puede hallarse como constante en muchos de sus textos la triple articulación de los niveles analítico-conceptuales, histórico-explicativos y orientador de la acción, porque Aron fue un observador comprometido en el gran estilo intelectual francés del siglo XIX.

Realmente Aron pertenecía a una rara especie de hombres pensadores para los cuales la vida gira en torno a la política y esta, en lo fundamental, ha sido teorizada en el pasado:

D.W.-- Usted abandonó Alemania en 1933. A su regreso a Francia, ¿en qué aspecto estaba más cambiado?

R.A.-- Tomé conciencia del mundo. En otras palabras, hice mi educación políticamente. Y no sentimentalmente. Al llegar a Alemania en la primavera de 1930 era un novato. En 1933 volví a Francia siendo adulto. Tomé conciencia de lo que es la política en lo que de horrible puede tener. Pero no fue Alemania como tal quien me cambió. Fue Hitler en una Alemania que se había hitlerizado. Eso es todo. No es mucho. Podría haberlo aprendido leyendo libros, pero lo aprendí en la realidad.

D.W.-- ¿Cree realmente que leyendo libros ...?

R.A.-- Sí, Aristóteles y Maquiavelo. Habría bastado probablemente con comprenderlos bien (Aron, 1983: 39).

La alusión a Aristóteles y a Maquiavelo no es casual, ni responde al gusto del público francés de entonces, sumergido en la última moda intelectual, el posestructuralismo. Aristóteles es el padre de la ciencia política, cuyo carácter arquitectónico se adecua a la naturaleza humana, esencialmente política. Maquiavelo es el padre de la ciencia política moderna, el profeta desarmado de una nueva era en la que la naturaleza carece de carácter teleológico y se desatan las pasiones humanas, apenas encauzadas por una creciente ordenación técnica. Aristóteles vio en la tiranía una desviación de los regímenes políticos; Maquiavelo, al suprimir la distinción entre lo bueno y lo malo, al borrar la diferencia entre el príncipe y el tirano, trasegó al príncipe caracteres que los antiguos veían en el tirano y mezcló el vicio y la virtud como partes de la verdad efectiva de la cosa.

II

El encuentro de Raymond Aron con la disciplina de las relaciones internacionales constituye uno de los tantos planos en los que desenvuelve su pensamiento. Autores como Stanley Hoffmann(1991), Celestino del Arenal (1994), James Dougherty y Robert Pfaltzgraff (1993) consideran a Paz y Guerra entre las Naciones como la contribución excluyente de Aron a la disciplina. Sin embargo, la caracterización de Aron como un > (Aron, 1983) posibilita una interpretación más amplia del corpus teórico perteneciente a las relaciones internacionales.

Así y todo, el carácter multifacético de la obra de Aron ligada a las relaciones internacionales constituye un serio desafío para el intérprete. En la medida en que el pensamiento aroniano se despliega a lo largo de una obra tan vasta, en la que la cantidad de autores y perspectivas trabajadas es tan amplia, condiciona al intérprete a una tarea ardua. La indagación teórica es necesariamente provisional e inagotable, ya que se cruzan los antiguos y los modernos, los estadistas y los procesos políticos, los problemas filosóficos de la historia y los problemas de la historia de la filosofía, remitiendo todo --como clave de bóveda-- a unas relaciones internacionales cuyo centro de convergencia es la política mundial.

A pesar de estas dificultades, la unidad de problemática del pensamiento aroniano en relaciones internacionales puede hallarse en la meditación sobre la política, la guerra y la paz. Como no era un utopista ni un esteta --ni de la paz ni de la guerra-- el abordaje de la cuestión bélica a lo largo de toda su trayectoria intelectual se desprende naturalmente de lo histórico-político.

En respuesta a un comentario acerca de su insistencia en la cuestión de la guerra en sus libros, Aron replica:

Pero dígame, ¿acaso no sabe lo que hemos vivido en el siglo XX?¿Acaso no sabe que uno de los grandes acontecimientos de esta historia fue la Primera Guerra Mundial, y otro acontecimiento aún más grande la Segunda? De esa segunda guerra surgió el poderío de la Unión Soviética ... (...) ... podría decirse simplemente que me ha fascinado el carácter misterioso e inteligible a la vez de las grandes guerras que son parte de lo que yo llamo en un artículo >, es decir, la historia como de costumbre. Esa historia son naciones, guerras, héroes, víctimas (1983:194-5). Los intereses científicos y políticos en Aron están indisolublemente ligados. Un debate característico como el del realismo y el idealismo no se le aplica fácilmente. La misma amplitud de su obra convierte a la tarea clasificatoria en una suerte de lecho de Procusto. El estilo aroniano es ajeno a las posturas afectadas del realismo clásico, tales como el reduccionismo a los intereses nacionales y la política de poder. Para Aron la política no solo implica cálculo sino también pasiones, ideales, fines, odios. Por ello no es exponente típico de ninguna escuela.

A menudo sus escritos están atravesados por unidades de análisis diversas e incluso contradictorias. Cualquier lector atento de Paz y Guerra entre las Naciones encontrará el empleo de categorías conductistas como el diplomático y el soldado, y otras sistémicas, como la distinción entre sistemas homogéneos y heterogéneos.

Las sucesivas aproximaciones intelectuales a la realidad política, que...

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