Niños soldados. Adiós a las armas, aprender para el futuro

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[NO INCLUYE FOTOGRAFIAS]

Muchos de los 30.000 niños que intervinieron en conflictos armados en la República Democrática del Congo (RDC) entre 1996 y 2003* han sido desmovilizados. Sin embargo, la misión más difícil no se ha completado aún: devolver a estos niños a la vida normal. El pasado mes de mayo, Mar-cel Crozet, fotógrafo de la OIT, siguió el recorrido de estos niños soldados desde su reclutamiento por las milicias armadas, a su reintegración en la vida civil y profesional.

En julio de 2004, el gobier-o de la RDC emprendió un programa global de desarme, desmovilización y reintegración (DDR). Los miembros de las milicias que aceptan el proceso de paz acceden a centros en los que son desarmados y enviados a centros de orientación. Los adultos pueden elegir entre el regreso a la vida civil y la integración voluntaria en el ejército de la RDC, mientras que los menores son desmovilizados de manera sistemática y enviados a ONG locales o internacionales que trabajan en centros de tránsito y orientación.

En esta etapa, el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT interviene a través de sus socios locales. Basándose en los conocimientos técnicos especializados de la OIT en la promoción del trabajo decente, el IPEC concentra su actividad en los aspectos económicos y sociales de la reintegración de los jóvenes a la vida civil. Desde el inicio de esta iniciativa en octubre de 2003, unos 2.700 jóvenes asociados a la milicia se han reincorporado a la vida social y profesional en la RDC.

Dependiendo de su edad y sus cualificaciones, los beneficiarios del programa pueden aprender a leer y escribir, continuar sus estudios, o participar en cursos de formación profesional para facilitar su reintegración económica como sastres, carpinteros, panaderos, etc. Durante su estancia en el centro, que suele durar tres meses, se hace todo lo posible para procurar su readaptación a la vida civil. Asimismo, pueden recibir las herramientas necesarias (barco, redes de pesca, máquinas de coser, etc.) para emprender una actividad profesional.

Estos niños, separados de sus familias durante varios años (más de dos años y medio como media), traumatizados por las penurias a las que se han visto sometidos, y en algunos casos, huérfanos, necesitan algo más que escolarización y formación. Aprenden también la manera de expresar sus necesidades y participar en actividades para redescubrir una vida sin violencia.

Esta es la historia de algunos de esos niños.

Datos del Banco Mundial y del Gobierno de la República Democrática del Congo. Page 20

La mayoría de los niños en centros de tránsito y orientación (CTO) aprendió a manejar un arma antes de saber leer y escribir.

La desmovilización de niñas es aún más delicada que la de los varones. Consideradas como "esposas", más que soldados, por las milicias, fueron objeto a menudo de abusos sexuales y eran devueltas a sus hogares al quedar embarazadas. Si lograban escapar, eran estigmatizadas y rechazadas por sus comunidades.Page 21

Los Mai Mai son guerreros tradicionales y fetichistas que llevan a cabo rituales de magia. Son especialmente violentos, y tienen reputación de invencibles, basada en rituales esotéricos que comprenden abluciones de ellos mismos y de sus arm Por esta razón, aún cuando no se encuentren bajo la influencia de drogas, los niños que combaten creen estar protegidos frente a las balas del enemigo.

Aunque la edad media de los niños soldados reclutados se sitúa en torno a los 12 años, muchos de ellos son mucho menores. La foto muestra a un niño que huyó de la milicia Mai Mai, con su certificado de desmovilización en la mano.Page 22

Kafende, Kazaroho, Ombeni y Muhindo recibieron estas dos piraguas tradicionales y las redes de pesca después de su formación profesional. Comparten estas herramientas y los beneficios de la actividad pesquera en el seno de una pequeña cooperativa establecida por el programa.

Ombeni nació en Kaliba, en la provincia de Katana. A los 15 años de edad fue secuestrado por la milicia RCD cuando se dirigía a la escuela. Durante dos años actuó como niño soldado en la meseta de Uvira. Tras conseguir huir, sobrevivió en Katana durante un año, antes de incorporarse al IPEC y recibir formación como pescador. Actualmente se gana la vida pescando en el lago Kivu.Page 23

Pascatia, de 15 años de edad, procede de Cigo-ma. A los 12 años, los Mai Mai la secuestraron y la trasladaron a la selva. Durante dos años trabajó como "ama de casa" y, ocasionalmente, como espía. De forma milagrosa, eludió el destino habitual de las "esposas" de los señores de la guerra, que incluye el riesgo del VIH/SIDA y el embarazo. Durante una batalla con otra milicia, consiguió escapar. Tras su desmovilización, Pascatia se sumó al IPEC para recibir formación como ganadera. Cuida de dos cabras y un cerdo, y continúa acudiendo a la escuela. Así lo pidió explícitamente.

Félicité fue secuestrada a los 14 años de edad en Katana por la milicia Mai Mai, que la retuvo durante un año. Estaba embarazada cuando logró escapar. Tras recibir formación como sastra, regenta un taller que funciona como cooperativa, junto con otras cuatro chicas.Page 24

Tras su desmovilización, Nathalie siguió un curso de formación en mecánica y recibió una caja de herramientas a su conclusión. Hace seis meses, comenzó a trabajar para un gran taller en Bukavu. Dieudonne, su empleador, ha formado ya a más de un centenar de aprendices en los últimos 25 años. Cree que Nathalie saldrá adelante. Recibe el mismo sueldo que un hombre...

Murhalla fue desmovilizado en 2003. En la actualidad tiene 20 años y se muestra optimista respecto a su futuro. Después de sólo unos pocos meses de formación, Murhalla, dotado de una gran destreza manual, es capaz ya de producir guitarras eléctricas por si mismo. CAPA, el centro de formación profesional para el que trabaja, vende los instrumentos a diversos establecimientos de la ciudad. Cada guitarra lleva la firma de la persona que la produce.

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