La segunda conferencia de paz de La Haya (1907) y la posición de España

AuthorElena Crespo Navarro
PositionProfesora titular de Derecho Internacional Público Universidad Miguel Hernández
Pages113-128

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I Introducción: El contexto histórico

Recientemente cumplido el centenario de la segunda Conferencia de Paz de La Haya de 1907 nos proponemos llevar a cabo un breve recordatorio de los trabajos de la misma y de sus principales logros y fracasos, prestando una especial atención a la posición que España ocupó en su seno y destacando los cambios que empezaron a gestarse entonces, tanto en la búsqueda de alternativas a la guerra, como en materia en huma nización de los conflictos.

Ahora bien, para comprender mejor tales cambios es preciso situarse en la realidad de la época, por lo que comenzaremos tratando de describir muy brevemente el contexto histórico. Es preciso recordar, en ese sentido, que tras las convulsiones experimentadas por el sistema europeo de Estados durante la Revolución francesa y el Imperio Napoleónico, el siglo XIX se abre con el deseo de alcanzar un nuevo orden de estabilidad en Europa mediante una cierta organización institucional de la paz. A esa Page 114 aspiración respondió, en un primer momento, la idea del liderazgo común de las grandes potencias de la época, que materializada en el Congreso de Viena, se llevó a la práctica mediante el sistema de Congresos. Dicho sistema que permitió disfrutar a Europa de un período de relativa paz y tranquilidad, pero acabó fracasando al convertirse en un mecanismo de intervención en los asuntos internos de los Estados más débiles. Por otra parte, desde finales del siglo XVIII y como consecuencia, primero de la descolonización americana, y después de la admisión de Turquía a participar en el Concierto europeo tras el Congreso de París, se fue produciendo una ampliación progresiva del sistema internacional que dejaba de ser exclusivamente cristiano-europeo para comenzar a universalizarse. Además, con la revolución industrial del siglo XIX se iniciaba el desarrollo tecnológico y los consiguientes avances en materia de comunicaciones y en las relaciones comerciales. Todo ello llevó a los Estados a tomar conciencia de la existencia de intereses comunes y de la necesidad de cooperar entre sí para regular jurídicamente sus relaciones mutuas en un plano multilateral, al tiempo que surgen nuevos medios de combate con un alcance destructivo cada vez mayor, generando la preocupación por regular el uso de la fuerza con el fin de evitar daños innecesarios.

Comienza así a surgir, ya desde un punto de vista universal, un cierto interés por organizar la paz para evitar la guerra, si bien de una manera indirecta, sin plantearse en absoluto todavía la prohibición del uso de la fuerza. De modo que los temas centrales del debate de la época eran el desarme o la limitación de armamentos y la búsqueda de alternativas a la guerra como medio de solución de controversias internacionales, iniciándose, asimismo, una tendencia hacia la humanización de los conflictos, mediante la creación de reglas orientadas a evitar daños o sufrimientos innecesarios, por la vía del desarrollo del ius in bello.

Los acontecimientos de mayor repercusión en ese proceso fueron las Conferencias de Paz de La Haya, de 1899 y de 1907. La primera Conferencia, sobre todo gracias a la adopción de la Convención sobre arreglo pacífico de las controversias internacionales, supuso el primer intento oficial de establecer una completa codificación del procedimiento internacional de arreglo pacífico de controversias, e impulsó el desarrollo del arbitraje facultativo, especialmente mediante la regulación del procedimiento arbitral y la creación de un Tribunal Permanente de Arbitraje con sede en La Haya 1. Sin embargo, no pudo estar a la altura de las expectativas generadas al comienzo de sus trabajos, sobre todo por no lograr un acuerdo sobre el arbitraje obligatorio 2.

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II Preliminares:
1. La convocatoria de la Conferencia

Los escasos resultados alcanzados en la primera Conferencia de Paz de La Haya y el hecho de que en los años siguientes la carrera armamentista fuera en aumento, llevaron a que desde diferentes instancias se manifestara un interés renovado por el tema. En esa línea, la Unión Interparlamentaria, adoptó, en su reunión de San Luis celebrada en 1904, una Resolución en la que llamaba a la celebración de una nueva Conferencia internacional que continuaría la labor iniciada por la de 1899, al tiempo que solicitaba al Presidente de los Estados Unidos que se ocupara de su convocatoria 3.

Dicha Resolución fue presentada el 24 de septiembre al Presidente Roosevelt, que aceptó el encargo de buen grado, de modo que, el 21 de octubre de 1904, el Secretario de Estado norteamericano envió a todos los representantes de su país acreditados ante los gobiernos firmantes del Acta final de la Conferencia de 1899 una circular en la que les pedía que pusieran el texto de la citada Resolución en conocimiento de los gobiernos correspondientes y les llamaran a participar en una segunda Conferencia de paz que tendría por objeto completar los trabajos de la anterior 4. La propuesta estadounidense fue bien recibida por todos los Estados, entre ellos España. Rusia, en aquel momento en guerra con Japón, manifestó su imposibilidad de asistir mientras se mantuvieran esas circunstancias, por lo que el Presidente Roosevelt decidió posponer la celebración de la Conferencia 5. En 1905, una vez firmada la paz entre Rusia y Japón 6, el Embajador ruso en Washington dirigió un memorándum al Gobierno de los Estados Unidos manifestando el interés en la celebración de la Conferencia, y pidiendo que ésta fuera formalmente convocada por el propio Zar. Así, a comienzos de abril de 1906, Rusia dirigió a las potencias una circular proponiendo la convocatoria para la segunda mitad del mes de julio y ofreciendo un programa de trabajo inicial, que sería posteriormente modificado 7. No obstante, la fecha tuvo que ser atrasada casi un año por la previsión de un Page 116 congreso internacional de la Cruz Roja en junio en Ginebra y de una Conferencia Panamericanana en Río de Janeiro en julio.

2. El programa ruso

El programa presentado por Rusia se limitaba prácticamente a plantear el desarrollo de las normas adoptadas en la primera Conferencia, en particular las disposiciones de la Convención sobre arreglo pacífico de controversias, y la elaboración de nuevas convenciones sobre la guerra marítima. No se mencionaban, en cambio, los que seguían siendo los dos problemas principales de la época, el arbitraje obligatorio (excluido por la oposición del gobierno alemán) y el desarme (descartado por el escepticismo ruso). Sin embargo, no todos los Estados estuvieron totalmente conformes con esas omisiones. Estados Unidos 8, España 9, e Inglaterra, manifestaron su interés por que la Conferencia tratara el tema del desarme y se reservaron el derecho a plantearlo, a pesar de su no inclusión formal en el programa. Igualmente, los gobiernos de Bolivia, Dinamarca, Grecia y los Países Bajos, se reservaron el derecho a someter a la consideración de la Conferencia otros temas similares a los recogidos de manera explícita en el programa ruso y otros Estados, como Japón, Alemania, Austria-Hungría y la propia Rusia se reservaron el derecho a no participar en discusiones que consideraran inútiles por entender que no conducirían a resultados prácticos 10.

III El desarrollo de los trabajos:
1. La sesión inaugural y la distribución del trabajo

El 14 de mayo de 1907, día previo al inicio oficial de la Conferencia, tuvo lugar un acto histórico, la firma por las potencias participantes en la primera Conferencia de un Protocolo 11 cuya finalidad era permitir la adhesión a la Convención de 1899 para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales a los Estados invitados a participar Page 117 en esta segunda Conferencia que no estuvieron representados en la primera 12, seguida de las manifestaciones de adhesión al Protocolo por parte de los gobiernos de esos Estados.

El día 15 de junio, el Ministro de Asuntos Exteriores holandés abrió la sesión inaugural de la Conferencia en la sala de los caballeros de Binnenhof, proponiendo el nombramiento como presidente de la misma al primer delegado ruso y Embajador de Rusia en París, Sr. Nelidow. Dicha propuesta fue unánimemente aceptada, procediendo el nuevo presidente a proponer a su vez la designación del Vicepresidente, cargo que recayó en el delegado de los Países Bajos, W. H. de Beaufort 13.

Ya en esa primera sesión de la Conferencia se suscitó la cuestión de la publicidad de los debates, manifestándose dos posturas enfrentadas al respecto. Por un lado, la de Estados como Francia, Inglaterra e Italia, contrarios a la admisión de periodistas, tanto en las sesiones plenarias como en los trabajos de las Comisiones, postura ésta compartida también por España. Por otro lado, Alemania, defensora de la publicidad total de la Conferencia. A mitad de camino, Austria, favorable a la publicidad únicamente para las sesiones plenarias y defensora del secreto para las Comisiones. El tema quedó resuelto en la segunda sesión plenaria, celebrada el 22 de junio, en la que se aprobó el Reglamento que regiría los trabajos futuros, cuyo artículo 10 establecía como regla general la no publicidad, admitiendo excepcionalmente y sólo en los plenos la entrada de periodistas y reservándose la mesa en todo caso la facultad de negar la entrada en determinadas sesiones 14.

La Conferencia, que desarrolló su labor entre el 15 de julio y el 18 de octubre de 1907, dividió sus trabajos en...

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