La regulación de los movimientos internacionales de capital y de las inversiones extranjeras

AuthorLuis M. Hinojosa Martínez
Pages297-326
CAPÍTULO XIII
LA REGULACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
INTERNACIONALES DE CAPITAL
Y DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
Luis M. Hinojosa Martínez
1. LA REGULACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
INTERNACIONALES DE CAPITAL
1. Desde una perspectiva terminológica, y en un plano internacional,
conviene distinguir entre operaciones f‌inancieras y monetarias. Mientras las
primeras se ref‌ieren a la realización de transacciones de las que se deriven
cobros o pagos exteriores, las segundas se identif‌ican por la realización de
un cambio de divisas. Normalmente, una operación f‌inanciera internacional
implica una paralela operación de cambio, aunque esto no siempre es así. De
ahí que se hable de las transacciones monetarias y f‌inancieras internaciona-
les para describir de forma más completa una misma realidad económica.
En principio, es posible realizar una operación de cambio de monedas en
una única jurisdicción, sin efectuar ninguna transacción f‌inanciera internacio-
nal. También es posible llevar a cabo una transferencia entre dos jurisdicciones
monetarias diferentes sin realizar ninguna operación de cambio, si ambas admi-
ten la legalidad de la operación.
Dentro de las transacciones f‌inancieras internacionales, se suelen distin-
guir los movimientos de capital de los pagos corrientes, ya que en la mayo-
ría de los Estados ambas operaciones se regulan de forma diferente.
298 LUIS M. HINOJOSA MARTÍNEZ
En Derecho europeo, la def‌inición clásica de estos conceptos tiene un ori-
gen jurisprudencial. La sentencia del TJCE Luisi y Carbone estableció que
debían considerarse pagos corrientes «las transferencias de divisas que cons-
tituyen una contraprestación en el contexto de una transacción subyacente», es
decir, el pago de un bien o un servicio en el extranjero. Por contra, se def‌inían
movimientos de capital como «aquellas operaciones f‌inancieras que pretenden
esencialmente la colocación o la inversión del montante en cuestión y no la
remuneración de una prestación», es decir, aquellas transacciones en las que
simplemente se decide colocar los activos f‌inancieros en otro país (Sentencia de
31 de enero de 1984, G. Luisi et G. Carbone, as. acumulados 286/82 y 26/83,
Rec. 1984, p. 404, § 21).
Aunque las inversiones constituyen uno de los tipos de movimiento de
capital, su importancia económica y su trascendencia para las relaciones
comerciales internacionales justif‌ican que dediquemos una parte esencial de
este capítulo al análisis de su tratamiento jurídico (vid. epígrafe II de este
capítulo).
2. Los movimientos internacionales de capital pueden tener muy di-
versas causas. En una primera aproximación, se podrían distinguir las moti-
vaciones de estas operaciones según sean públicas o privadas.
Las transferencias de capital público al exterior se han justif‌icado tradicio-
nalmente como una forma de apoyo al sector exportador nacional o como una
forma de inversión en sectores estratégicos para los intereses del país. También
es frecuente que dichas transferencias se produzcan para apoyar al gobierno o
a un régimen político en otro país o como parte de un programa de ayuda al
desarrollo.
Los movimientos de capital de origen privado, los más importantes por
su volumen, buscan dos objetivos fundamentalmente: a) una mayor seguri-
dad o b) unos rendimientos más elevados.
a) En cuanto a la búsqueda de seguridad, ésta se justif‌ica en virtud del
principio económico de la aversión al riesgo. Los inversores pref‌ieren que su
dinero esté invertido en países y activos que sean lo menos arriesgados posibles.
Adicionalmente, como regla general, la diversif‌icación internacional de activos
reduce el riesgo del inversor (se trata de no jugárselo todo a una sola carta y en
un único país).
b) Los inversores también pueden colocar sus activos en el extranjero si
esperan obtener así más rendimientos que en su país.
3. La creación de los actuales mercados internacionales de capital tie-
ne su origen en la guerra fría, cuando China, la Unión Soviética y otros
países comunistas abrieron cuentas en dólares para f‌inanciar sus operacio-
nes comerciales, aunque fuera de los Estados Unidos, para evitar que esas
divisas estuviesen bajo control de las autoridades estadounidenses. En los
años setenta, los países árabes utilizaron los bancos europeos para depositar

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