En portada: protección social, sociedades bajo presión. Un nuevo informe de la OIT advierte de las 'consecuencias destructivas' si las sociedades ignoran las desigualdades sociales.

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GINEBRA - Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Islandia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, Suecia y Suiza cuentan con los sistemas de protección del desempleo más generosos de todos los países miembros de la OIT.

Australia, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda y el Reino Unido pertenecen a la categoría de los "sistemas de nivel medio". El número de desempleados que recibe prestaciones en estos países es menor y la remuneración que se les ofrece es inferior a la que se les facilita en el primer grupo.

En cualquier caso, la situación de la seguridad social en el resto del mundo es desalentadora.

"La inmensa mayoría de la población de muchos países en desarrollo, incluidos los asalariados del sector no estructurado y los trabajadores autónomos, carece de todo tipo de protección social", se advierte en el informe, en el que se añade que "el objetivo principal debe consistir en la ampliación de la cobertura" de estos trabajadores.

Con todo, "mal que les pese a los retóricos del alarmismo, la protección social es viable a la larga, incluso en las formas supuestamente onerosas que se encuentran en la mayoría de los países avanzados", afirma Juan Somavía, Director General de la OIT. "Es viable porque es indispensable para todos, pero también porque es productiva a más largo plazo. Las sociedades que se desinteresan de la seguridad, especialmente para sus miembros más débiles, acabarán pagando las consecuencias."

La ayuda gubernamental es "indispensable"

En el informe se señala que millones de personas activas en el sector no estructurado "obtienen ingresos muy bajos y disponen de una capacidad extremadamente limitada para contribuir a los regímenes de protección social". No pueden permitirse ahorrar una gran parte de sus escasos ingresos ni esperar a que se les concedan pensiones y prestaciones de seguro de enfermedad. A menudo, se muestran reacias a buscar la ayuda que prestan los sistemas de asistencia social allí donde éstos existen, o, sencillamente, no se encuentran en condiciones de solicitarla.

De acuerdo con el informe, en los países en desarrollo de bajos ingresos, "es imprescindible dar prioridad a los sistemas diseñados especialmente para satisfacer las necesidades de los trabajadores del sector no estructurado". La ayuda gubernamental se considera "indispensable" en este empeño, y un posible punto de partida consistiría en la extensión de los regímenes obligatorios de seguridad social "para lograr una cobertura ampliada, y posiblemente universal".

EL informe formula varias propuestas de ampliación de la protección social, que actualmente alcanza a menos de la mitad de la población mundial. Las tres principales opciones planteadas para la consecución de tal objetivo son la ampliación de los programas existentes, la creación de otros nuevos dirigidos a los trabajadores del sector no estructurado, y el desarrollo de sistemas de prestación social financiados con cargo a impuestos.

"Los cambios en la estructura familiar se han combinado con otras tendencias, como el aumento del desempleo y la desigualdad, para producir un acusado aumento de las tasas de pobreza infantil entre mediados de la década de los 60 y mediados de la de los 90", se afirma en el informe.

Las tasas de fertilidad caen en todo el mundo, lo que permite el acceso de un mayor número de mujeres al mercado de trabajo. Sin embargo, en gran parte a causa de este descenso, la población envejece con rapidez en la mayoría de las regiones del planeta. Esta evolución tiene un efecto fundamental sobre el coeficiente que se obtiene al comparar la generación de personas en edad de trabajar con los segmentos de la población compuestos por jubilados.

En el informe se esbozan diversas medidas encaminadas a mejorar la seguridad social dirigida a las mujeres:

Medidas prácticas (prestaciones de maternidad, servicios para el cuidado de los hijos, permiso parental) que ayuden a hombres y mujeres a combinar el empleo remunerado y la crianza de los hijos, y que faciliten el acceso de las mujeres al trabajo retribuido.

La ampliación de la seguridad social obligatoria a todos los trabajadores, incluidos aquellos pertenecientes a las categorías en las que las mujeres se encuentran ampliamente representadas (p.ej., trabajadores del servicio doméstico y a tiempo parcial).

El reconocimiento del trabajo no remunerado que conlleva la crianza de los hijos, mediante la concesión de créditos en el marco de sistemas contributivos o la oferta de prestaciones universales.

La falta de protección del seguro de desempleo

Países desarrollados- En los 14 países a la cabeza de los sistemas de protección contra el desempleo referidos anteriormente, tal protección consiste en la oferta de diversos estratos de prestaciones. El primero y más importante es el constituido por el seguro de desempleo que se abona durante el período inicial posterior a la pérdida del puesto de trabajo, y que registra unas tasas medias de sustitución superiores al 60% de la media de ingresos nacionales. Este índice es significativamente superior al de aquellos países que pertenecen a la siguiente categoría.

La mayoría de los países con un sistema de alto nivel cuentan con un segundo estrato de prestaciones contra el desempleo, normalmente conocido como de ayuda a los desempleados. Estos sistemas amparan a los trabajadores desempleados que han agotado su derecho a percibir prestaciones del seguro de desempleo y les conceden un período de gracia antes de que se acojan a planes de asistencia social, menos generosos.

En la década de 1990, casi todos los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) redujeron la protección dispensada por sus sistemas de prestaciones de desempleo. Las normas de elegibilidad se han endurecido, y tanto la duración de las prestaciones como las tasas de sustitución se han reducido en casi todos los países europeos.

En una tendencia a la que se califica en ocasiones como de "bienestar laboral", numerosos países occidentales han condicionado la concesión de prestaciones a la participación en iniciativas de formación, a la aceptación de puestos de trabajo considerados adecuados por la administración encargada de gestionar las prestaciones, o a una actividad de búsqueda de empleo intensa y demostrable. Asimismo, a través de la formulación de políticas de mercado de trabajo activas, se han redoblado los esfuerzos para conseguir que los desempleados vuelvan a trabajar.

El informe sugiere que la oferta de prestaciones de desempleo se coordine estrechamente con las políticas de mercado de trabajo. Se aboga asimismo por la ampliación de la cobertura de dichas prestaciones, lo que procuraría seguridad en los ingresos a grupos más numerosos de desempleados y tendría un efecto positivo sobre la flexibilidad del mercado de trabajo.

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ALGUNAS TENDENCIAS Y CUESTIONES QUE AFECTAN A LA PROTECCIÓN SOCIAL

En sólo cinco años, el número de personas que viven en una situación de extrema pobreza en todo el mundo ha aumentado en 200 millones, sobre todo en el África subsahariana, Asia central, Europa oriental y el sudeste asiático.

850 millones de personas trabajan menos de lo que quisieran o ganan una cifra inferior a la del salario de subsistencia.

La pobreza es uno de los principales factores que lleva a 250 millones de niños a acceder prematuramente al mercado laboral y pone en peligro su asistencia a la escuela.

En ciertos países desarrollados, las tasas de divorcio se han elevado hasta en un 500% (Canadá, Reino Unido) a lo largo de un período de 30 años, y, como consecuencia, aumenta el número de niños que viven en hogares monoparentales.

En muchos de estos países, la cifra de hijos de mujeres solteras se ha multiplicado por seis en ese mismo período, lo que refuerza el incremento de hogares monoparentales.

Las tasas de pobreza en hogares a cargo de una madre soltera son, al menos, tres veces superiores a las de hogares de dos padres en Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Luxemburgo, Noruega y Países Bajos.

El gasto en seguridad social como porcentaje del PIB se ha elevado en la mayoría de los países en el período 1975-1992, si bien se han producido excepciones a esta tendencia, en especial en África y América Latina.

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Asistencia sanitaria

Las tasas de mortalidad de los pobres son mayores que las de los ricos en cualquier edad, pero esa diferencia es particularmente acusada durante la infancia. "Hasta los cuatro años de edad, la mortalidad en el grupo constituido por el 20 % de países más pobres del mundo es nueve veces mayor para los pobres que para los ricos, y en el caso de los que tienen de 5 a 14 años, diez veces mayor", se afirma en el informe.

La disponibilidad de una asistencia preventiva y curativa adecuada es esencial para garantizar que los trabajadores reúnan las condiciones suficientes para ganarse la vida dignamente. La función de los sistemas de financiación de la asistencia sanitaria es asegurar que los costes de esta prestación, elevados e impredecibles, no repercutan directamente en los presupuestos de los hogares. Muchos trabajadores, y en especial aquéllos que no ocupan un puesto de trabajo que les permita percibir un salario regular, carecen de todo tipo de cobertura médica satisfactoria.

En los países de bajos ingresos del África subsahariana y el sur de Asia, se desarrollan sistemas de microseguro para la financiar la asistencia sanitaria con el fin de favorecer a las personas que, de lo contrario, quedarían desprotegidas. Actualmente, el desarrollo de estos sistemas depende en gran medida de la ayuda prestada por gobiernos, ONG y organizaciones internacionales, como la OMS y la OIT. Estos regímenes, mediante la participación popular en su constitución y gestión, contribuyen a la inclusión social y política de los excluidos.

No obstante, no es probable que los sistemas de financiación a pequeña escala constituyan la única respuesta al problema fundamental que representa el acceso adecuado a la asistencia sanitaria. La mayoría de los países industrializados pusieron en marcha seguros de enfermedad sociales (o servicios nacionales de salud) que sólo cubrían a los trabajadores del sector estructurado, pero que se ampliaron con posterioridad para asistir a los trabajadores peor remunerados, a los agricultores y a los autónomos. La mayor parte de los países en desarrollo se encuentran aún en la primera fase de la prestación de cobertura de seguro social de enfermedad.

Puesto que la incorporación de la totalidad de la población activa al sector estructurado es un proceso largo y, de hecho, puede que nunca culmine, muchos gobiernos de países en desarrollo tendrán que utilizar diversos mecanismos de financiación de la sanidad para alcanzar sus objetivos en cuanto a formulación de políticas. "La combinación que utilicen (mecanismos públicos, privados, cooperativas o iniciativas comunitarias) tiene una importancia secundaria, siempre que, en conjunto, de lugar a la adopción de una cobertura [de asistencia sanitaria] verdaderamente universal", se indica en el informe.

Pensiones de vejez y a favor de supervivientes

En el informe se afirma que numerosos países en desarrollo han comenzado en fecha reciente a establecer sistemas de pensiones y que algunos de ellos no han constituido ningún sistema de protección de los trabajadores jubilados.

En muchas partes del África subsahariana y en algunas de América Latina y Asia, la cobertura alcanza a menos del 10% de la población activa. En el informe se añade que la vejez engendra aún inseguridad para ciertas categorías de la población en los países industrializados.

Es probable que quienes hayan trabajado en el sector no estructurado, predominantemente mujeres, obtengan ingresos muy modestos en su vejez y tengan que depender de la asistencia pública.

"Es, pues, evidente que, pese a esos logros impresionantes, los sistemas de pensiones tienen muchos problemas pendientes," se asegura en el informe. "Al mismo tiempo, han de adaptarse a una esperanza de vida más larga y a la evolución de los mercados de trabajo, así como a los nuevos cometidos masculinos y femeninos".

Se concluye que "los regímenes de seguridad social contributivos siguen siendo el instrumento más indicado como fuente principal de ingresos de jubilación para los trabajadores de la inmensa mayoría de los países". No obstante, se afirma que las dos grandes prioridades deben ser la ampliación de la cobertura de los seguros de pensiones y la mejora de su gestión.

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(*) Informe sobre el trabajo en el mundo 2000: La seguridad de los ingresos y la protección social en un mundo en plena transformación, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, junio de 2000, ISBN 92-2-110831-7. Precio: 45 francos suizos. Pueden obtenerse copias del informe solicitándolas a Publicaciones de la OIT, Oficina Internacional del Trabajo, CH-1211 Ginebra, Suiza, tel.: +4122/7997828, fax: +4122/7996938, correo electrónico: pubvente@ilo.org, página web: www.ilo.org/publns

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