Un planteamiento estratégico de la inspección del trabajo

DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2008.00040.x
AuthorDavid WEIL
Published date01 December 2008
Date01 December 2008
Revista Internacional del Trabajo, vol. 127 (2008), núm. 4
Derechos reservados © El autor, 2008
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2008
Un planteamiento estratégico
de la inspección del trabajo
David WEIL*
Resumen. La OIT, en un informe publicado en 2006, puso de relieve los problemas
con que tropezaba la inspección del trabajo en los Estados Miembros y propugnó di-
versas medidas para hacerla más eficaz. El autor sostiene que los organismos de ins-
pección deben ir más allá de las peticiones de aumento del número de inspectores, e
idear una estrategia capaz de atender las quejas que les llegan y de planear y seleccio-
nar los objetivos de sus investigaciones. Sólo así lograrán la máxima eficiencia de sus
recursos, que son de por sí limitados. Para ello, su labor debe regirse por cuatro prin-
cipios: establecimiento de prioridades, disuasión, perdurabilidad y actuaciones «sis-
témicas». En la parte de conclusiones se esbozan los requisitos que debe satisfacer
una estrategia de inspección coherente.
os gobiernos nacionales se enfrentan a problemas colosales para reglar y
Lfiscalizar las condiciones de trabajo. Es frecuente que sus políticas en ma-
teria de seguridad y salud, discriminación y condiciones laborales básicas den co-
bertura a millones de trabajadores en cientos de miles de centros ubicados en
regiones muy alejadas entre sí. Las condiciones varían mucho de unos lugares a
otros —incluso dentro de un mismo sector—, y los empleadores suelen tener in-
terés en hacerlas tan poco transparentes como les sea posible. Los sindicatos,
aliados tradicionales de los organismos estatales a la hora de orientar y realizar
las inspecciones, padecen un acusado declive en muchos países desarrollados y
en desarrollo. Además, y ello constituye el reto más arduo, estos organismos han
de funcionar con un presupuesto y un personal cada vez más exiguos y en un en-
torno cada vez más complejo.
* Universidad de Boston. Dirección electrónica: davweil@bu.edu. El autor quiere agrade-
cer los comentarios y sugerencias de varias personas con las que debatió algunas ideas contenidas
en este artículo durante su licencia sabática. Entre ellas están Janice Fine, MinWoong Ji, Tom
Kochan, Rick Locke, Paul Osterman, Michael Piore, Amanda Pyles y Andrew Schrank, así como
los participantes en seminarios celebrados en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y
en las universidades de Rutgers y Stanford.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores,
y su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
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La OIT ha reconocido recientemente la crisis de la inspección del trabajo
tanto en el plano nacional como en el internacional. A finales de 2006, pidió a sus
Estados Miembros que adoptasen una serie de medidas de refuerzo y moderni-
zación de sus organismos de inspección para garantizar el cumplimiento de las
directrices fundamentales en la esfera laboral. Con vistas a alcanzar los objetivos
de su amplio «Programa de Trabajo Decente», la Comisión de Empleo y Política
Social del Consejo de Administración de la OIT señaló que:
La principal cuestión estratégica de carácter global es que la calidad de la gober-
nanza del mercado de trabajo es un factor fundamental para distinguir si los paí-
ses tienen éxito o no a la hora de encontrar una trayectoria de desarrollo que
conduzca a una reducción perdurable de la pobreza. La mejora de las inspeccio-
nes del trabajo y la gestión segura del trabajo, así como la integración de la pro-
tección social en el trabajo, conducen a un producto de mejor calidad, a mayor
productividad, a una disminución del número de accidentes y a mayor motivación
de la fuerza de trabajo (OIT, 2006, pág. 4).
Los problemas de los organismos de inspección, sin embargo, no se limitan
a la escasez de inspectores que hagan cumplir las leyes. El hecho de que la tarea
de éstos sea ahora mucho más compleja se debe también a los cambios que se
han producido en el trabajo, desde el crecimiento del sector informal y el resque-
brajamiento de la relación de empleo tradicional hasta el declive de los sindica-
tos y la aparición de nuevos riesgos en los centros de trabajo. Además, las
expectativas y exigencias que pesan sobre el sector público y su consiguiente re-
percusión sobre el modo de supervisar y dirigir los organismos estatales han in-
tensificado la presión y la vigilancia a las que éstos se ven sometidos.
Aparte de reclamar más recursos, el planteamiento de la OIT encarece la
necesidad de mejorar la formación que reciben los inspectores del trabajo, de
enriquecer la infraestructura de apoyo a sus actividades y de arbitrar las refor-
mas pertinentes para que los inspectores queden a salvo de las veleidades de la
política. Como trataremos de demostrar en el presente artículo, tales medidas
son necesarias, pero insuficientes. Creemos que se precisa un planteamiento
más estratégico de la inspección, y que ésta debe valorarse con unos criterios dis-
tintos de los que suelen aplicarse a los organismos que operan en el mundo del
trabajo.
Para abordar este planteamiento empezaremos por analizar las causas por
las que hoy es más difícil imponer las normas del trabajo en muchos países. Los
cambios ocurridos en el mundo laboral suponen un reto de primer orden y lo en-
cararemos analizando los cuatro principios fundamentales que deberían guiar la
labor de la inspección si quiere estar a la altura de la complejidad del entorno en
el que funciona. Nos valdremos después de estos criterios para valorar las inter-
venciones que se realizan en los dos ámbitos principales de la fiscalización del
cumplimiento de la ley, a saber: cómo responder a las quejas de los trabajadores
y cómo efectuar investigaciones programadas. Es cierto que las investigaciones
iniciadas por una queja de los trabajadores llevan a menudo a los inspectores allí
donde hay problemas importantes, pero guiarse sólo por las reclamaciones no
garantiza que las inspecciones se realicen precisamente en los lugares con más

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