La OIT pide a los países asiáticos que aborden la crisis económica con nuevas políticas sociales.

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Al igual que la depresión de los años 1930 fue el origen de un nuevo contrato social en los países industrializados, la actual crisis asiática debe servir de impulso para la creación de un modelo de desarrollo que tenga una mayor orientación social. Así se expresa Eddy Lee, economista de la OIT, en un nuevo informe de la OIT en el que señala que es poco probable que los profundos problemas sociales y económicos de la región se resuelvan en un futuro próximo. El informe, realizado en Hong Kong y publicado el pasado año, pide encarecidamente a las autoridades gubernamentales y a los responsables de la elaboración de políticas que adopten medidas de emergencia, innovadoras y a largo plazo, destinadas en particular a crear un seguro de desempleo que ampare al creciente número de trabajadores recientemente desempleados.

En vista de la gravedad de la crisis, las soluciones necesitarán "un extraordinario grado de flexibilidad de los actores nacionales e internacionales a la hora de definir políticas, entre las que se incluye el aumento del gasto social, que podría revelarse inevitable si los países adoptan medidas viables para cambiar y aliviar los aspectos más negativos de la crisis", sostiene Eddy Lee.

Tal contrato social debe fundarse en una democracia y una protección social más desarrolladas, lo que supone en particular un mayor respeto por el derecho de los trabajadores a formar sindicatos libres, que también son elementos esenciales para anular los efectos de la crisis. El análisis de la OIT insiste en que "la idea de que los países pobres son incapaces de costear la puesta en práctica de los derechos civiles y políticos básicos", incluida la libertad sindical, "carece de fundamento".

Pérdidas de empleo, país por país

En 1998 desapareció uno de cada cinco puestos de trabajo del sector estructurado de Indonesia, lo que echa por tierra las décadas de progreso del empleo industrial moderno de este país, así como el sustento de 4 a 5 millones de trabajadores y de sus familias. Se prevé que en 1998 un 20 por ciento de los habitantes de Indonesia, es decir, cerca de 40 millones de personas, pasen a formar parte de las categorías pobres de la población.

En la República de Corea, uno de cada 20 trabajadores perdió su puesto de trabajo durante el período de nueve meses que va de noviembre de 1997 a julio de 1998; se teme que el desempleo visible aumente del 2,3 al 8,2 por ciento. Se prevé que en 1998 alrededor del 12 por ciento de la población coreana se coloque por debajo del umbral de pobreza del país.

En Tailandia, estaba pronosticado que los niveles de desempleo visible se triplicaran y aumentaran del 2 al 6 por ciento en 1998 y una información parcial indicó una rápida aceleración del índice de pérdida de puestos de trabajo en los últimos tres meses. Se estima que, a raíz del estancamiento de la creación de empleo y de los ingresos, el 12 por ciento de la población tailandesa se empobrecerá, lo que aumentará considerablemente el casi 16 por ciento de tailandeses desposeídos que existen en la actualidad.

En Hong Kong, China, el desempleo pasó del 2 a más del 5 por ciento en los primeros nueve meses de 1998, lo que equivale a una pérdida neta de alrededor de 75.000 puestos de trabajo y en Malasia, se prevé que el desempleo se duplique, colocándose en el 5,2 por ciento a fines de ese año. Ahora bien, Hong Kong y Malasia entraron en recesión en 1998, lo que indica un ritmo relativamente rápido de destrucción de empleos en un período de tiempo comparativamente corto.

Con todo, el informe hace ver que las estadísticas de desempleo muestran sólo una parte de la realidad, pues hay indicios de que "las consecuencias adversas para los mercados de trabajo de estos países han sido mayores...además del desempleo visible, también parece haber aumentado la cantidad de trabajadores que han perdido las esperanzas de encontrar un trabajo".

En la República de Corea, por ejemplo, el índice de participación de la fuerza laboral cayó del 63,1 al 61,5 por ciento entre el segundo trimestre de 1997 y 1998: "Ello representa una disminución de la participación de la fuerza laboral que equivale a 1,6 millones de trabajadores, en comparación con la situación que se habría producido si la tendencia de crecimiento de la etapa anterior a la crisis hubiese continuado".

En Tailandia, el número de personas en edad de trabajar que quedan "al margen de la fuerza laboral" aumentó en 600.000 en 12 meses, entre febrero de 1997 y 1998. En Malasia, la presencia de un gran número de trabajadores extranjeros ilegales tal vez sea un factor de distorsión que haga subestimar la cantidad real de pérdidas de puestos de trabajo. En Indonesia, donde las cifras estimativas del desempleo varían de un 7 a un 14 por ciento, la estimación más baja se basa en la hipótesis de que aproximadamente la mitad de todos los trabajadores desplazados serán absorbidos por el vasto sector no estructurado y la economía rural del país. Esta posibilidad es remota, debido a la pobreza generalizada e incluso al hambre que afectan tanto a la ciudad como a las zonas rurales.

Un futuro inmediato poco optimista

El informe deja ver que, si bien los resultados económicos de la región en 1998 excedieron las previsiones más pesimistas, las posibilidades de una recuperación inmediata son escasas. Los pronósticos más optimistas ven el comienzo de una recuperación moderada en el segundo semestre de 1999, pero son pocos los observadores que esperan una vuelta a los altos índices de crecimiento que se dieron antes de la crisis. También es muy poco probable que a corto plazo se vuelva al pleno empleo, característica de los últimos 30 años del milagro económico asiático.

La OIT estima que, incluso en el caso de un cambio radical en las iniciativas de recuperación de Japón, Estados Unidos y de los países de la cuenca del Pacífico, el modelo social asiático necesita adaptarse a la nueva realidad: "Puesto que es evidente que ya no se puede contar con un crecimiento elevado y sostenido, se debe buscar un grado mucho mayor de protección social", afirma el Sr. Lee.

Para la OIT, cuando el programa de medidas económicas pasa de la gestión y estabilización de la crisis a las reformas necesarias del sector financiero y a la reestructuración industrial, los programas de seguro de desempleo para los trabajadores afectados se hacen factibles, abordables y cada vez más necesarios. La falta de prestaciones de desempleo "ha producido sufrimiento y penurias innecesarias".

De los cuatro países nombrados, sólo la República de Corea proporciona a los trabajadores despedidos prestaciones de desempleo, pero éstas son de bajo nivel y corta duración.

Aunque la OIT reconoce que la reactivación del crecimiento económico, "el último fundamento para sanar las heridas sociales", depende del éxito de la lucha por restaurar la estabilidad financiera y la confianza internacional, insiste en que sería "arriesgado" ignorar las lecciones de política social que la crisis ha entregado de manera tan dolorosa: "Un replanteamiento fundamental de la dimensión social del desarrollo económico es tan importante como los asuntos puramente económicos que en la actualidad son el centro del debate". El informe afirma que Asia necesita "un contrato social nuevo y mejor".

¿Son los "amigos" los responsables de la crisis?

Según el análisis de la OIT, el Producto Interior Bruto (PIB) de Indonesia, el país más afectado, disminuyó en un 15 por ciento en 1998. El PIB de Tailandia bajó un 6,5 por ciento y el de la República de Corea, un 5 por ciento. Se estima que en los casos de Malasia y Hong Kong, China, disminuyó entre un 3 y 4 por ciento. Japón, Singapur, Filipinas, Vietnam y China entraron en recesión o vieron disminuir drásticamente sus previsiones de crecimiento. El efecto dominó de la crisis se hace sentir en todo el mundo, desde Rusia hasta América Latina, y también en las bolsas de valores de EE.UU. y Europa.

La OIT se pregunta cómo, después de algunos decenios de espectaculares resultados económicos, tantos países de Asia oriental y sudoriental fueron envueltos en una crisis económica de un alcance y gravedad sin precedentes. El informe examina cuatro de las causas más citadas del colapso: "el capitalismo de amigos y el fracaso del modelo asiático, el papel de los mercados de capitales internacionales, la liberalización y la fragilidad financieras, y el fracaso de las políticas nacionales".

Aunque muchos de los análisis hechos después del crash se limitaban inicialmente a imputar responsabilidades, sea a los actores nacionales, sea a los internacionales, culpando a un amplio espectro de agentes, que iban de los funcionarios estatales corruptos e ineptos a los inversionistas predadores que simplemente fueron presa del pánico y huyeron, el análisis de la OIT rechaza la noción según la cual el colapso financiero fue el resultado del "pánico" de los inversores internacionales, descartando firmemente el impacto del "capitalismo de amigos" como causa principal.

La crisis se produjo por diversos factores, incluidos la volatilidad de los mercados financieros internacionales, la ineficiencia de la gestión empresarial y los fracasos de las políticas nacionales; no obstante, según la OIT, "se demostró que el sistema financiero mismo fue el verdadero talón de Aquiles de la pre-crisis de las economías asiáticas".

La explicación del "capitalismo de amigos" sugiere que, a pesar de contar con políticas económicas abiertas y una gestión macroeconómica estable, las economías asiáticas fueron debilitadas paulatinamente por una extendida injerencia política en el mercado, a través de la corrupción, tratos preferenciales para parientes y amigos del Gobierno o financiación de empresas conectadas con la política. "Es muy probable que estas formas de injerencia en las operaciones de los mercados hayan agravado el problema de una inversión excesiva y mal distribuida y del consecuente descenso del índice de rendimiento sobre el capital".

El informe agrega que "sin duda alguna, el capitalismo de amigos influyó en cierta medida en la evolución de la crisis, pero no tuvo el papel predominante que algunos le han atribuido". El análisis de la OIT considera que este capitalismo es una de las muchas "insuficiencias" que llevaron a una serie de errores de política nacional que, finalmente y en forma súbita, confluyeron para desatar una catastrófica pérdida de confianza en el mercado, después de la crisis monetaria tailandesa de 1996. Estos errores de política fueron muy diferentes de un país al otro, pero en general provocaron la dramática pérdida de confianza de los inversionistas que se propagó por toda la región con extraordinaria celeridad.

El informe de la OIT no se pronuncia sobre si la originalidad o la ortodoxia deberían prevalecer en la aplicación de una política monetaria y fiscal, argumentando que sólo "en situaciones en que la opinión profesional está muy dividida y cuando existe un alto índice de incertidumbre, sería útil disponer de un grado de flexibilidad superior al usual en la implementación de políticas".

El informe cita la decisión tomada por Malasia, a principios de septiembre, de no acatar los dictámenes del FMI sobre los elevados tipos de interés, como un paso "muy interesante" en el marco de los esfuerzos que se hacen para detener la contracción económica que afectó la economía de este país a comienzos de año. Sin embargo, la OIT afirma que es demasiado pronto para saber qué efecto tendrá esta medida.

Lo que está sucediendo en Malasia y en otros países y territorios es "un experimento en el mundo real, que presenta un conjunto de políticas alternativas para los que, hasta ahora, parecen no haber podido detener la crisis". A fin de evitar un posible estancamiento de la política, la OIT pide encarecidamente actuar con pragmatismo y efectuar un "control riguroso de los efectos que han tenido las actuales políticas y una disponibilidad de efectuar cambios cuando se justifiquen".

¿Pueden los remedios prescritos sanar las dolencias?

Es un hecho que aunque las dimensiones sociales de la crisis asiática han recibido mayor atención, "el alivio social proporcionado hasta ahora dista mucho de ser suficiente".

A pesar de la importancia primordial dada a la estabilización, se produjo, sin embargo, una importante disminución de la presión fiscal, "acompañada de importantes aumentos en los gastos para aminorar los efectos sociales negativos de la crisis". Una buena parte revisten la forma de una mayor ayuda extranjera, destinada a la asistencia social. En particular, se han otorgado grandes préstamos para el sector social a Indonesia y Tailandia.

El informe de la OIT agrega que "no todo el aumento del gasto, logrado gracias a mayores déficit fiscales, se ha destinado a ayuda social". En Tailandia, "el gasto social asciende a sólo la mitad del déficit fiscal proyectado de 3 por ciento del PIB, mientras que en la República de Corea el porcentaje correspondiente es del 62,5 por ciento. Indonesia es el único país donde una cantidad casi igual al 90 por ciento del aumento del gasto se destinará a la ayuda social".

El informe examina la proporción de los necesitados de Asia que se beneficiarán gracias a estas medidas y concluye que "sólo una pequeña proporción de desempleados puede esperar una asistencia a través de programas de creación de empleos públicos". En Tailandia, "solamente un 7 por ciento de los desempleados y en Indonesia (como máximo) un 10 por ciento puede abrigar la esperanza de obtener un trabajo en estos programas". Como contraste, "esta cifra es mucho más alta en la República de Corea, donde aproximadamente un 24 por ciento de los desempleados pueden contar con esta forma de empleo".

La OIT pone en tela de juicio que a estos programas y otras formas de ayuda directa se les "pueda llamar debidamente redes de seguridad social". Los recursos empleados hasta ahora "proporcionan ayuda a sólo una pequeña parte de los necesitados".

La viabilidad del seguro de desempleo

El informe de la OIT señala que, en vista de las circunstancias y perspectivas actuales, se necesitarán iniciativas de políticas más importantes, entre las que destaca la creación de un sistema completo, serio y económicamente viable de un seguro de desempleo. Según el análisis de la OIT, el papel potencialmente constructivo del seguro de desempleo en el actual proceso de reforma es tan importante que resulta "misterioso" averiguar porqué otros países, además de la República de Corea, no han introducido ninguna forma de seguro de desempleo.

Una de las objeciones - basada en la existencia de un bajo nivel de desempleo visible - que antes de la crisis se hacía a las prestaciones de desempleo, ha dejado de ser válida. Una segunda objeción, que se plantea en relación a los países con grandes sectores agrícola e informal, como Indonesia y Tailandia, sostiene que dichos sectores son capaces de absorber a los trabajadores despedidos en el marco de las reducciones de personal. Sin embargo, la dimensión del desempleo en las ciudades y de la pobreza rural, así como también la necesidad de modernizar la agricultura, nos obligan a "olvidar toda noción de suficiencia de las redes de seguridad tradicionales".

Por otra parte, hay quienes sostienen que los costes fiscales del seguro de desempleo y su administración son demasiado altos para los países en vías de desarrollo, que las prestaciones podrían afectar a la ética del trabajo y fomentar patologías sociales muy opuestas a los "valores asiáticos", y que los beneficios del desempleo vendrían a alterar el libre mercado, por ejemplo, al aumentar los costes laborales y disminuir los incentivos para que los empleadores inviertan y contraten, o al incrementar los costes de una reestructuración industrial muy necesaria.

La OIT impugna estos argumentos e insiste en que "una de las consecuencias beneficiosas de un sistema de seguro de desempleo es que facilita el proceso de reestructuración industrial, ya que la seguridad económica añadida disminuye la resistencia de los trabajadores al cambio".

En cuanto al coste, supuestamente prohibitivo, la OIT argumenta que "los programas de seguro de desempleo, como se deduce de su nombre, suelen autofinanciarse" con las contribuciones de los trabajadores, de los empleadores o de ambos. La cuestión del coste fiscal para los Gobiernos no necesita plantearse, "a menos que el Gobierno decida subvencionar el programa". Queda claro que los Gobiernos, necesitarían intervenir para establecer un sistema de prestaciones, lo que ampliaría en forma óptima la cobertura, compensando así la ausencia casi total de un seguro privado.

"Sin la intervención estatal se produciría una provisión inadecuada frenta a las contingencias del desempleo; las personas no proporcionan una cobertura suficiente por sí solas y, puesto que la provisión privada no es viable, no pueden solucionarlo con la compra de seguros". Los programas auspiciados por el Gobierno podrían autofinanciarse, con mínimas cargas para las empresas y el mercado.

Una respuesta imaginativa a la nueva agenda social no exige necesariamente desviar la atención o los recursos de otros aspectos de la crisis asiática. El informe de la OIT insiste en que el reforzamiento del sistema financiero reviste una importancia capital y es "indispensable para asegurar una vuelta a un crecimiento elevado y estable en el período de post-crisis".

El informe de la OIT afirma que "la libertad sindical y el derecho de sindicación son componentes esenciales de una acción internacional para promover la democracia y el pleno respeto de los derechos humanos básicos". El informe rechaza el argumento de que existen "valores asiáticos" distintos (que coloca a los valores comunitarios y a la armonía social por encima de los derechos individuales) lo que está en total contradicción con los derechos civiles y políticos aceptados universalmente. "No existen pruebas de que el pensamiento y la tradición asiáticas hayan dado históricamente menor importancia a las libertades civiles y políticas". El informe agrega que los argumentos sobre existencia de "valores asiáticos" distintos son difíciles, si no imposibles de defender, dado el tamaño y la diversidad de las culturas en la región; además, dichos valores muy a menudo han sido "articulados por regímenes autoritarios" y no "representan una expresión de voluntad popular".

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(1) The Asian Financial Crisis: The challenge for social policy, de Eddy Lee. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra 1998. ISBN 92-2-110850-5. Precio: 20 francos suizos.

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Aumento de las tasas de desempleo (%)

Antes de la crisis Los más recientes

Indonesia 4,9 (agosto 1997) 15,0 *

Tailandia 2,2 (feb. 1997) 6,0 *

Corea, República de 2,3 (oct. 1997) 8,4 (sept. 1998)

Malasia 2,6 (fin 1997) 5,2 *

Hong Kong 2,4 (fin 1997) 5,0 (3er. trimestre 98)

Singapur 1,8 (fin 1997) 4,5 (sept. 1998)

* Estimación.

Fuentes gubernamentales.

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Trabajadores asiáticos: A pesar de los progresos,

la OIT afirma que la libertad de asociación

sigue siendo un objetivo incumplido

Aunque algo se ha avanzado en los últimos meses, la libertad de asociación - esto es, el derecho de los trabajadores y de los empleadores a asociarse libremente, sin necesidad de autorización previa - sigue siendo una meta no alcanzada en gran parte del Este y del Sudeste de Asia, en opinión de la OIT. En un extenso informe, publicado en noviembre de 1998, la OIT examina la situación de los derechos de los trabajadores en la región. Se incluye una amplia reseña del informe en la nota de prensa OIT/98/41, disponible en las oficinas de la OIT y que puede consultarse en Internet (www,ilo.org/public en "notas de prensa").

La grave crisis económica y social que aún está desarrollándose en Asia ha centrado la atención en la necesidad de un auténtico diálogo social y ha llevado a las autoridades en varios países a reconsiderar sus anteriores posturas. El ejemplo más espectacular de esta tendencia fue la ratificación del Convenio núm. 87 por parte de Indonesia, el 5 de junio de 1998, tras años de represión sistemática.

La OIT ha organizado seminarios en Camboya, China y Malasia para estudiar las implicaciones legales y prácticas de la adhesión a los Convenios núms. 87 y 98, mientras que, por su parte, la República Popular Democrática de Laos ha solicitado y recibido consejo acerca de la compatibilidad de su legislación laboral con los principios de libertad de asociación.

De los doce países (2) que integran esa región, sólo cuatro - Indonesia (en 1988), Japón (1965), Myanmar (1955) y Filipinas (1953) - han ratificado el Convenio núm. 87 de la OIT sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, instrumento que formaliza este principio en la legislación internacional. En todo el mundo, de los 174 Estados miembros de la OIT, 122 han ratificado ese Convenio (3). Pero la mera ratificación significa poco cuando se niegan la democracia y la primacía de la ley, como ocurre actualmente en Myanmar.

"La libertad de asociación con aquellos que uno elige es un derecho humano fundamental, que nunca se valora tanto como cuando se niega", dice Michel Hansenne, Director General de la OIT. "Es esencial para la construcción de modelos de desarrollo más democráticos, participativos y equitativos en todas las regiones del mundo. Sin el derecho de asociación, ejercido o no, las perspectivas de conseguir la justicia social son escasas o inexistentes".

Michel Hansenne, Director General de la OIT

"Si la democracia versa sobre la participación del pueblo en la toma de decisiones, se desprende que el Convenio núm. 87 es más importante que nunca, puesto que se refiere a los derechos de las personas a expresar sus puntos de vista, a formar organizaciones y a ser libres de cualquier interferencia", observa William Simpson, Director del Equipo Multidisciplinario de la OIT para Asia oriental. "Esto es especialmente crucial en una región donde abundan ejemplos de lo mucho que puede ir mal cuando se hace caso omiso de la libertad de asociación".

Adoptado hace 50 años, en 1948, el Convenio núm. 87 (4) está respaldado por un poderoso mecanismo supervisor: una Comisión integrada por 20 expertos independientes que se reúne una vez al año en Ginebra para llevar a cabo el seguimiento y emitir un informe público sobre la aplicación de los Convenios - en especial el Convenio núm. 87 - en todos los países que los han ratificado. Además, el Comité de Libertad Sindical de la OIT - integrado por delegados de los trabajadores, los empleadores y los gobiernos - se reúne tres veces al año para examinar las quejas presentadas por las organizaciones de trabajadores, así como, menos frecuentemente, por las organizaciones de empleadores y los gobiernos.

La característica distintiva del Comité de Libertad Sindical es que, con la autoridad que recibe de la propia Constitución de la OIT, está habilitado para examinar las quejas tanto si el país al que se refieren ha ratificado los Convenios relevantes sobre la libertad de asociación, como si no lo ha hecho. Este es un rasgo único que no tiene paralelo en el derecho internacional. Las infracciones alegadas se refieren, entre otros, a casos de discriminación antisindical, violaciones de los derechos humanos y de las libertades civiles básicas, falta de compromiso para negociar colectivamente, negación del derecho de huelga e interferencia por parte de los empleadores en la organización, elecciones y actividades de los sindicatos.

Desde su creación en 1951, el Comité ha examinado cerca de 2.000 quejas. Tal vez se le conozca sobre todo por su infatigable búsqueda de información concerniente a los sindicalistas asesinados, encarcelados o "desaparecidos".

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(2) Camboya, China, República de Corea, Filipinas, Indonesia, Japón, República Democrática Popular de Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia, Viet Nam.

(3) El Convenio núm. 98 sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949, ha sido ratificado hasta la fecha por 139 países, entre los que figuran Indonesia (1957), Filipinas (1953), Japón (1953), Malasia (1961) y Singapur (1965).

(4) Para una información más amplia sobre los orígenes, la significación y el impacto del Convenio núm. 87, véase la Revista Internacional del Trabajo, volumen 137, núm. 2. Número especial: Derechos laborales, derechos humanos. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1998. ISSN 0378-5548.

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La reunión de la OIT en Bangkok califica el pleno empleo de "objetivo vital".

BANGKOK - La necesidad de conceder al empleo una prioridad absoluta en la formulación de políticas de desarrollo, que constituyó uno de los temas centrales de debate de la Consulta Regional Asiática derivada de la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, que tuvo lugar en enero en la ciudad de Bangkok, es una de las líneas maestras de la futura actuación de la OIT.

Los representantes de gobiernos, ministerios de trabajo y de planificación, y organizaciones de empleadores y trabajadores de Asia y el Pacífico, se reunieron para debatir el desafío que plantea el incremento y la mejora del empleo en medio de la crisis económica asiática. En conjunto, representaban a doce países y una región. (5)

En el informe técnico elaborado para la reunión subrayaba que la crisis había supuesto un punto de inflexión tras decenios de progreso hacia el pleno empleo en Indonesia, la República de Corea y Tailandia. Los efectos devastadores de la crisis sobre el empleo podrían recrudecerse a medida que los bancos y empresas intentasen recuperar su rentabilidad reduciendo la plantilla. Si el crecimiento no se recupera, existe, asimismo, el riesgo de que un mayor número de personas se vean desplazadas desde el trabajo asalariado en la economía moderna hacia los puestos peor retribuidos del sector informal.

Zainal Rampak, representante de los trabajadores de Malasia y miembro del Consejo de Administración de la OIT, manifestó en la sesión de clausura que la generación de empleo constituía, en todo momento, la piedra angular de un desarrollo humano sostenible y exigía la aplicación de una política coherente. Subrayó que la creación de empleo debía "ir de la mano del cumplimiento de las normas de trabajo fundamentales".

Aseguró que "ahora hemos de hacer frente a un incremento significativo del trabajo infantil, a una mayor explotación de la mujer trabajadora, a una mayor desigualdad sexual y a una tendencia a reducir los salarios en los nuevos contratos de trabajo".

El Sr. Bryan Noakes, representante de los empleadores australianos y miembro del Consejo de Administración de la OIT, aseguró que la reunión había sido un buen ejemplo de actuación tripartita, ya que los delegados habían podido abordar temas controvertidos y alcanzado un acuerdo global. Pidió un mayor grado de realismo en relación con el pleno empleo y con el grado de protección social que es posible alcanzar. A pesar de los esfuerzos realizados por las organizaciones de trabajadores y de empleadores, la principal responsabilidad en la lucha contra los efecto sociales de la crisis corresponde a los gobiernos.

La Sra. Mitsuko Horiuchi, Directora General Adjunta de la OIT y responsable de la actividad de la organización en Asia y el Pacífico, manifestó en la reunión que "sencillamente, el objetivo del pleno empleo es más vital que nunca en nuestra región." Añadió que, por fin, los países asiáticos estaban aprendiendo a afrontar los efectos de la liberalización financiera. La Sra. Horiuchi aseguró que la crisis era una crisis humana que, por consiguiente, exigía una preocupación aún mayor por el bienestar y la protección de los trabajadores.

Añadió que los resultados de los debates sostenidos por los participantes en la reunión, concretados en los acuerdos alcanzados por los grupos de trabajo, servirían de pauta a la actuación futura de la OIT.

Los grupos de trabajo subrayaron, entre otras, las cuestiones siguientes:

hacer de la creación de empleo sostenible un objetivo central de las políticas de desarrollo;

fortalecer las organizaciones de empleadores y de trabajadores, para reforzar su participación en la formulación de políticas laborales, economicas y sociales;

agilizar la ratificación y aplicación de los principales Convenios de la OIT y fomentar el conocimiento de las normas laborales internacionales;

aumentar las inversiones en educación, formación y multicualificación, en línea con la demanda del mercado, así como favorecer una mayor participación de empleadores y trabajadores en la formulación de políticas;

instar a los gobiernos, empleadores y trabajadores a que colaboren en el logro de un crecimiento sólido y sostenible, y en el reforzamiento de la confianza entre los tres grupos;

crear mejores redes de seguridad social, capaces de aportar una protección social básica;

apoyar a los grupos vulnerables, como menores, trabajadores migrantes y trabajadores discapacitados;

mejorar la información sobre el mercado de trabajo;

diseñar políticas de ayuda a la pequeña y mediana empresa que permitan salvaguardar la calidad del empleo;

fomentar la conciencia del potencial de esas empresas para crear empleo y garantizar su acceso al crédito, la formación y los demás servicios que precisan;

aplicar programas de trabajo autónomo que faciliten el regreso de los trabajadores urbanos a las áreas rurales;

garantizar el acceso de la mujer a la formación, a las redes de seguridad y a la representación en organizaciones sindicales y órganos tripartitos, con el objeto de superar la discriminación sexual en el mercado de trabajo.

Penny Ferguson, OIT/EASTMAT

Nota: El informe de la reunión será publicado y distribuido por la Oficina Regional de la OIT para Asia y el Pacífico. También será accesible en la web, en http://www.ilo.org/asie.

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(5) Australia, China, India, Filipinas, Indonesia, Japón, Malasia, Nepal, Pakistán, Papúa Nueva Guinea, Región Administrativa Especial de Hong Kong de China, República de Corea y Tailandia.

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