Las mujeres engrosan la categoría de los trabajadores desfavorecidos.

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Aunque las mujeres trabajan más, siguen constituyendo una abrumadora mayoría (70 %) de los más de 1.000 millones de personas que viven en condiciones de pobreza. Además, las tasas de subempleo y desempleo de la mujer son superiores a las de los hombres.

Según la Sra. Lin Lim, economista de la OIT, autora del informe, "la conclusión es que, aunque cada vez es mayor el número de mujeres que trabaja, éstas se limitan en su gran mayoría a engrosar la categoría de los trabajadores desfavorecidos". Lim señala que, a pesar de ciertos avances logrados, sobre todo en los países industrializados, "las actividades económicas de las mujeres siguen centrándose fundamentalmente en formas de empleo precarias caracterizadas por una escasa remuneración y una baja productividad; mientras que los hombres copan los puestos de mayor retribución, las mujeres se encuentran en los peor pagados y ganan únicamente entre un 50 % y un 80 % de lo que ingresan los hombres".

En el prólogo al informe, Michel Hansenne, Director General de la OIT, destaca la creciente contribución de las mujeres a la economía mundial: "La mano de obra relativamente barata que ellas ofrecen ha constituido la piedra angular de la industrialización orientada a la exportación y de la consecución de la competitividad internacional para muchos países en desarrollo, y su disposición a renunciar a un hogar y una familia para convertirse en trabajadoras migrantes ha aumentado en gran medida los ingresos en divisas de algunos países". Sin embargo, señala Hansenne, "la igualdad de oportunidades y trato para las mujeres por lo que respecta al empleo sigue constituyendo una meta por alcanzar en todo el mundo".

En este informe de seguimiento publicado por la OIT tras la celebración de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, se destaca la importancia cada vez mayor del empleo de las mujeres para la economía y se proponen políticas encaminadas a mejorar sus condiciones de trabajo.

La OIT señala que más de un 45 % de la población femenina mundial (de edades comprendidas entre 15 y 64 años) es económicamente activa en la actualidad. En los países industrializados trabajan bastante más del 50 % de las mujeres, frente al 37 % y el 30 % que se registraba hace tan sólo dos décadas en Europa Occidental y en Estados Unidos, respectivamente. En Europa Oriental, las tasas de participación de la mujer han sido tradicionalmente elevadas (superiores al 50 %) y se han mantenido en estas cifras a pesar de la transición económica en curso. En el sudeste asiático, la proporción de trabajadoras ha pasado del 49 % al 54 % y, en el Caribe, del 38 % al 49 %. En el sur de Asia, el 44 % de las mujeres trabajan, frente al 25 % que lo hacía hace dos décadas.

Incluso en regiones donde la participación de la mujer en la población activa es relativamente baja, los aumentos proporcionales han sido considerables: en América Latina se ha pasado del 22 % al 34 % y en el norte de Africa, del 8 % al 21 %. Desde el punto de vista regional, sólo los Estados del Golfo siguen resistiéndose a la tendencia al aumento del empleo de la mujer, aunque el número de trabajadoras que emigran a estos países crece con regularidad.

La discriminación comienza pronto

El informe destaca la discriminación en la enseñanza (dos tercios de los casi 1.000 millones de analfabetos adultos que hay en todo el mundo son mujeres) como una de las causas principales de la pobreza y el subempleo de la mujer. En algunos países en desarrollo africanos, como Benin, Burkina Faso, Guinea Bissau, Mali, Mozambique, Níger, Senegal y Togo, o asiáticos, como Afganistán y Nepal, más del 90 % de las mujeres de 25 o más años nunca han ido al colegio. De los 100 millones de menores que no tienen acceso a la enseñanza primaria en todo el mundo, un 60 % son niñas.

Incluso en los casos en que se puede acceder a la enseñanza y a la formación profesional, muchas instituciones "continúan ofreciendo a las chicas cualificaciones típicamente 'femeninas'", como mecanografía, enfermería, costura, restauración y hostelería, y limitando la oferta de conocimientos científicos y técnicos. En los países más pobres, las chicas tienen muchas más probabilidades que los chicos de interrumpir o abandonar su escolaridad para dedicarse a tareas domésticas, a pesar de los beneficios evidentes que reporta la mejora de su formación. Según Lin Lim, "se ha observado que cada año adicional de escolaridad aumenta los ingresos de las mujeres en un 15 %, frente al 11 % en el caso de los hombres, reduce las tasas de fertilidad entre un 5 % y un 10 % y evita la muerte de 43 niños por cada 1.000 mujeres que han accedido a la enseñanza".

De acuerdo con el informe, la discriminación por razón de sexo abarca desde la enseñanza hasta el lugar de trabajo. Entre las formas más evidentes de discriminación en los mercados de trabajo figuran "la aplicación de normas distintas en materia de contratación y promoción, la desigualdad del acceso a la formación y la reconversión profesional, así como al crédito y otros recursos productivos, las diferencias de remuneración para un mismo trabajo, la segregación profesional y la participación desigual en el proceso de toma de decisiones económicas".

Un ejemplo llamativo de la concentración de mujeres en los sectores de baja remuneración es el de la industria de la confección, en la que más de dos tercios de los trabajadores son mujeres y que absorbe casi una quinta parte de la mano de obra femenina dedicada a la manufactura.

Incluso en sectores mejor pagados, las trabajadoras se sitúan en el extremo inferior de la escala salarial. En general, casi dos tercios de las mujeres empleadas en industrias manufactureras pertenecen a la categoría de "trabajadores manuales, operarios y trabajadores dedicados a la producción"; sólo un 5 % ocupan puestos técnicos o ejercen una profesión liberal y un 2 % desempeñan tareas administrativas y de gestión".

En el sector servicios, en el que trabajan la mayoría de las mujeres, éstas siguen concentrándose en los puestos más próximos a la base de la estructura laboral y de la escala salarial y ocupan "únicamente un 14 % de los puestos administrativos y de gestión y menos del 6 % de los cargos de alta dirección". En los países de la OCDE, entre un 65 % y un 90 % de los trabajadores a tiempo parcial son mujeres.

Más trabajo por menos salario: los puestos de trabajo de la mujer

La segregación profesional por razón de sexo sigue siendo alta en todas las regiones del mundo, con independencia del nivel de desarrollo. En el informe se citan datos correspondientes a unas 500 profesiones no agrarias en Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, los cuales ponen de manifiesto que aproximadamente un 45 % de la población activa se organiza en torno a actividades profesionales en las que dominan los trabajadores de uno u otro sexos, es decir, que las mujeres o los hombres constituyen en ellas, como mínimo, un 80 % de la mano de obra. En Japón, el 95 % de las personas ocupadas en trabajos asistenciales, de enfermería y otras actividades hospitalarias, la docencia en guarderías y el servicio doméstico son mujeres.

"Las mujeres y los hombres no sólo se dedican a actividades profesionales diferentes", afirma Lin Lim, "sino que, habitualmente, los hombres ocupan puestos mejor retribuidos y de mayor prestigio social; por ejemplo, la mayoría de los directores de colegio y de los médicos son hombres, mientras que entre los profesores y los profesionales de la enfermería predominan las mujeres".

En el este y el sudeste asiáticos, las mujeres constituyen el 80 % de la mano de obra en las zonas de elaboración de productos destinados a la exportación. En América Latina y el Caribe, el 71 % de las trabajadoras se concentra en el sector de los servicios, pero se considera que el número de trabajadoras no registradas es elevado en las industrias manufactureras. En Asia y Africa, la mayoría de las trabajadoras (más del 80 % en el Africa Subsahariana) se encuadra en el sector agrario (cuyos salarios se sitúan entre los más bajos) y más de un tercio de las mujeres que desarrollan actividades no agrarias lo hacen en el sector informal. A pesar del predominio de las mujeres en la agricultura, se estima que sólo son beneficiarias del 5 % del crédito rural concedido por los bancos multilaterales.

El trabajo en el sector informal, en el que los ingresos suelen situarse en el umbral de pobreza, es desempeñado mayoritariamente por la población femenina, ya que es habitual que sea el único tipo de ocupación que encuentran. En la República Dominicana, por ejemplo, el 70 % de las mujeres que trabajan en dicho sector obtienen ingresos por debajo del umbral de pobreza.

Según señala el informe, en todas las regiones del mundo las mujeres trabajan más horas a cambio de salarios inferiores a los de sus compañeros varones en los mismos puestos. En los países desarrollados, las mujeres trabajan al menos dos horas más por semana que los hombres, aunque no es excepcional encontrar diferencias de 5 a 10 horas. En Australia, Canadá y Alemania, el volumen de trabajo por horas de ambos sexos es prácticamente el mismo, pero en Italia las mujeres trabajan un 28 % más que los hombres, en Austria un

12 % y en Francia un 11 %. En Japón, el tiempo que dedican las mujeres al trabajo no remunerado es nueve veces superior al que le dedican los hombres.

En los países en desarrollo, las mujeres dedican de 31 a 42 horas por semana a actividades no remuneradas, frente a las 5-15 horas de los hombres. En Kenya, el tiempo que dedican las mujeres a las tareas domésticas es 10 veces superior al empleado por los hombres. En la India, las mujeres y las niñas trabajan al menos 20 horas más por semana en tareas del hogar. Según el informe, las responsabilidades familiares recaen casi siempre más en la población femenina que en la masculina, "incluso en el caso del relativamente reducido grupo de mujeres cuya formación y capacitación les cualifica para ocupar puestos de nivel superior".

Ultimas contratadas, primeras despedidas

Además de ser las últimas a las que se contrata, las mujeres son también las primeras a las que se despide. Según las conclusiones del informe, "las tasas de desempleo de la mujer tienden a ser superiores a las del hombre". En las regiones desarrolladas del mundo, las tasas de desempleo de la mujer registradas oficialmente en los últimos años son en todo caso entre un 50 % y un 100 % superiores a las correspondientes a la población masculina, aunque el total absoluto de hombres desempleados es mayor (debido a que su tasa de participación en la población activa es superior).

En las regiones en desarrollo, donde el problema más grave es el subempleo, los datos disponibles sobre el desempleo declarado revelan que las tasas de la mujer son considerablemente superiores a las del hombre en Africa, América Latina, el Caribe y Asia. Asimismo, en el informe se documentan casos, también referidos a Europa Central y Oriental, indicativos de que "la discriminación contra las mujeres tiende a crecer con el aumento de los niveles de desempleo", basándose en el argumento de que los hombres necesitan un puesto de trabajo más que las mujeres. Como consecuencia, "las mujeres, y especialmente las de edad avanzada, constituyen el grupo mayoritario entre los desempleados de larga duración".

Mejora de los puestos y las condiciones de trabajo para las mujeres

En opinión de la OIT, "no basta con aumentar la oferta de empleo para las mujeres: deben emprenderse acciones a fin de mejorar las condiciones de ese empleo". Al adoptar las medidas necesarias para mejorar la calidad del empleo de la mujer, deben tenerse en cuenta las cuestiones siguientes, abordadas en distintas normas internacionales del trabajo:

* Aplicación del principio de "valor comparable, concediendo la misma remuneración para trabajos de igual valor". El respeto de este principio es necesario para eliminar las diferencias salariales intrasectoriales entre hombres y mujeres y reducir la acusada disparidad existente entre los puestos de trabajo "femeninos" y "masculinos" en un mundo laboral caracterizado por su alto nivel de segregación por razón de sexo.

* Mejora de la salud y la seguridad de las trabajadoras, a fin de mitigar y eliminar los peligros medioambientales y propios del lugar de trabajo y, en especial, los que afectan a las mujeres embarazadas y lactantes, así como adopción de medidas para reducir el estrés profesional provocado, entre otros factores, por "la duración excesiva de la jornada de trabajo, la monotonía de las tareas realizadas en cadenas de montaje y el acoso sexual".

* Adopción de medidas para reducir la vulnerabilidad en el mercado de trabajo, sobre todo en lo que respecta a la mejora de la seguridad de formas de trabajo informales o atípicas. En muchos casos, las mujeres tienen que recurrir a modalidades de empleo no normalizadas, que conllevan, por ejemplo, la realización de tareas a tiempo parcial o el trabajo a domicilio, debido a la necesidad de combinar las responsabilidades laborales y domésticas. El riesgo consiste en la frecuente precariedad de estas formas de trabajo y en la falta de cobertura por parte de los regímenes jurídico y de seguridad social aplicables al empleo normalizado.

* Garantía de la libertad de asociación y del derecho a sindicarse y a negociar colectivamente. Para las mujeres que trabajan en el sector formal, la acción colectiva, sobre todo a través de los sindicatos, resulta esencial y debe prestarse mayor atención a los problemas de la mujer al elaborar los convenios colectivos. En el caso de las mujeres con empleo informal, atípico o rural, la organización y la movilización de grupos de base constituyen una vía de habilitación importante.

* Regulación adecuada del mercado de trabajo, que tenga en cuenta las necesidades de las mujeres en materia de flexibilidad y comprenda medidas de apoyo especiales en áreas como la protección de la maternidad y el cuidado de los hijos, y otras destinadas a eliminar la desigualdad de oportunidades y trato entre hombres y mujeres imperante en el mercado de trabajo.

La oferta de más y mejores puestos de trabajo para las mujeres requerirá también un entorno macroeconómico propicio, incluido el acceso a datos exactos y realistas, para desarrollar políticas coherentes, eficaces y sensibles a las cuestiones relativas a los sexos. Al elaborar estas políticas, deben considerarse el marco jurídico, los mecanismos de aplicación, las actitudes culturales y la sensibilización pública.

Empleo seguro y estable a tiempo completo en el sector formal

Lin Lim, autora del informe, señala que las medidas adoptadas para mejorar el empleo de las mujeres, como los programas de enseñanza y formación, la legislación laboral relativa a las condiciones de trabajo, los sistemas de seguridad social y la representación y la negociación colectiva, se han basado en la idea de que las mujeres deben acceder a un empleo seguro y estable, a tiempo completo y en el sector formal. Los sistemas fiscales y de protección social se han construido en función de una imagen del hombre como sostén de la familia y la mujer como persona dependiente o perceptora secundaria de ingresos. "Esa imagen ya no es aplicable, y deben revisarse los procedimientos para adaptarlos a la realidad actual y garantizar que las modalidades de empleo nuevas o atípicas no sean deficientes en materia de respeto de los derechos humanos, condiciones de trabajo, seguridad social y perspectivas profesionales".

Nota:

(*) More and better jobs for women - An action Guide. Informe de seguimiento de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, elaborado por Lin Lim para la OIT. ISBN 92-2-109459-6. OIT, Ginebra, 1996.

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Datos y cifras sobre las mujeres en la economia

* En 1994, en torno a un 45 % de la población femenina mundial de edades comprendidas entre los 15 y los 64 años era económicamente activa.

* En los países de la OCDE, la tasa de participación de la mujer en la población activa creció más del doble que la del hombre entre 1980 y 1990. En la Unión Europea, siete de los ocho millones de nuevos empleados en ese período eran mujeres.

* En Europa Central y Oriental, las tasas de actividad del hombre y de la mujer cayeron en comparación con los niveles registrados antes de la reforma. No obstante, la reducción de las tasas de participación de la mujer sólo fue mayor que la disminución de la del hombre en la República Checa y en Bulgaria.

* En el este y el sudeste asiáticos, las mujeres constituyen el 80 % de la mano de obra en las zonas de elaboración de productos destinados a la exportación.

* En cuanto a la emigración de mano de obra a escala internacional, la proporción de mujeres respecto a la de hombres es de 12 a 1 entre los filipinos que emigran a otros destinos asiáticos, de 3 a 1 entre los indonesios y de 3 a 2 entre los ciudadanos de Sri Lanka.

* En los países desarrollados, las mujeres trabajan al menos dos horas más por semana que los hombres, aunque no es excepcional encontrar diferencias de 5 a 10 horas. En los países en desarrollo, las mujeres dedican de 31 a 42 horas por semana a actividades no remuneradas, frente a las 5-15 horas de los hombres.

* En América Latina y el Caribe, el 71 % de las trabajadoras se concentra en el sector servicios. En los países desarrollados, la cifra se sitúa en torno al 60 %. La concentración de la mano de obra femenina en el sector agrario es superior al 80 % en el Africa Subsahariana y alcanza al menos el 50 % en Asia.

* En todo el mundo, las mujeres están peor remuneradas que los hombres y no se aprecian signos de un cambio inmediato de tendencia. La mayoría de las mujeres siguen ganando, como media, tres cuartas partes del salario que perciben los hombres fuera del sector agrario.

* Las mujeres ocupan un 14 % de los puestos administrativos y de gestión y menos del 6 % de los cargos de alta dirección de todo el mundo.

* En los países industrializados, gran parte del aumento de la participación de la mujer en la población activa se ha materializado en puestos de trabajo a tiempo parcial. Entre el 65 % y el 90 % de los trabajadores a tiempo parcial en los países de la OCDE son mujeres.

* En Africa, más de un tercio de las mujeres que no trabajan en la agricultura desarrollan su actividad en el sector informal. Esta proporción asciende al 72 % en Zambia, al 62 % en Gambia, al 41 % en la República de Corea, al 65 % en Indonesia y a más del 80 % en Lima, Perú.

* En dos tercios de los países situados en regiones desarrolladas, las tasas de desempleo de la mujer son superiores a las del hombre. En Europa Central y Oriental la diferencia oscila, en términos generales, entre el

* 50 % y el 100 %, salvo en Hungría, Lituania y Eslovenia, donde las tasas de desempleo del hombre son superiores.

* Casi un 70 % de los pobres y más del 65 % de los analfabetos del mundo son mujeres.

* Las mujeres sólo son beneficiarias de un 5 % de los créditos rurales concedidos por los bancos multilaterales.

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