La moral internacional ante el desarrollo de los pueblos y, en especial, de los En-Vía-De-Desarrollo

AuthorCarlos Corral Salvador
Pages195-211
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CAPÍTULO XIV. LA MORAL INTERNACIONAL
ANTE EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS
Y, EN ESPECIAL, DE LOS EN-VÍA-DE-
DESARROLLO
Es conveniente fijarse, primero, en los pueblos en vías de
desarrollo, para después extender la visión a todos los pueblos
del mundo.
1. Ante los pueblos en vías de desarrollo
De entrada, prescindimos del término “tercer mundo”– adu-
cido en 1964 por René Coste en su Moral Internacional209– que
fue propuesto por el economista francés Alfred Sauvy210 esta-
bleciendo un paralelismo con el término francés Tercer Estado,
para designar a los países que no pertenecían a ninguno de los
dos bloques que estaban enfrentados entonces en la Guerra
Fría, el bloque occidental (Estados Unidos, Europa Occiden-
209 No obstante, para la redacción del presente capítulo hemos seguido en
síntesis a R. Coste, Moral internacional, Parte cuarta, “El tercer mundo o el
drama del siglo”, pp, 627-699 [original francés en 1964]; cf. Azucena Gar-
cía (2008). «Cuarto Mundo: pobreza en los países desarrollados». Uruguay:
Consumer Eroski. Consultado el 23-01-2010, para referirse a las personas
que viven en pobreza extrema o grupos marginales, tanto en el primer como
en el tercer mundo.
210 Sauvy, Alfred (1952). Trois mondes, une planète: L’Observateur, 14 de
agosto de 1952, n°118, pag. 14.
Carlos Corral Salvador
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tal, Japón, Canadá, Corea del Sur, Australia y sus aliados) y el
bloque comunista.
Dos razones nos avalan en la actualidad. Primera: que ha
desaparecido el segundo mundo, representado por el entonces
bloque comunista (Unión Soviética, Europa Oriental, China).
Segunda: que en la actualidad se está pasando ya al fenómeno
de la creación de las megalópolis lo mismo en los países desa-
rrollados que en los en vías de desarrollo (piénsese en Calcuta,
Estambul, El Cairo, Kinshasa …), donde con ellas se pretende
imitar y emular a las de los países desarrollados.
Por ello, preferimos como término general el de los “pueblos
en vías de desarrollo”, tal como lo hace Juan XXIII, Mater et
Magistra (nn. 157-158), escribiendo al respecto:
“Pero el problema tal vez mayor de nuestros días es el
que atañe a las relaciones que deben darse entre las naciones
económicamente desarrolladas y los países que están aún
en vías de desarrollo económico: las primeras gozan de una
vida cómoda; los segundos, en cambio, padecen durísima
escasez. La solidaridad social que hoy día agrupa a todos los
hombres en una única y sola familia impone a las naciones
que disfrutan de abundante riqueza económica la obligación
de no permanecer indiferentes ante los países cuyos miem-
bros, oprimidos por innumerables dificultades interiores, se
ven extenuados por la miseria y el hambre y no disfrutan,
como es debido, de los derechos fundamentales del hombre.
Esta obligación se ve aumentada por el hecho de que, dada
la interdependencia progresiva que actualmente sienten
los pueblos, no es ya posible que reine entre ellos una paz
duradera y fecunda si las diferencias económicas y sociales
entre ellos resultan excesivas” [n. 57].
“Nos, por tanto, que amamos a todos los hombres como
hijos, juzgamos deber nuestro repetir en forma solemne la
afirmación manifestada otras veces: «Todos somos solida-
riamente responsables de las poblaciones subalimentadas
(Alocución del 3 de mayo de 1960; cf. Acta Apostolicae Sedis

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