MONTOBBIO, Manuel, Búnkeres, Icaria, Barcelona, 2015, 216 pp.

AuthorFernando Delage
PositionUniversidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE
Pages1-3
www.reei.org
DOI: 10.17103/reei.31.24
MONTOBBIO, Manuel, Búnkeres, Icaria, Barcelona, 2015, 216 pp.
No son las memorias diplomáticas un género frecuente en España. Tampoco son
habituales los libros escritos por embajadores sobre los países en que han estado
destinados. Más raras son aún aquellas obras que compaginan el análisis político con
una aproximación literaria a las sociedades en que han sido jefes de misión. Búnkeres,
de Manuel Montobbio, pertenece a esta última categoría. Aunque ya había escrito una
Guía poética de Albania, país en el que fue el primer embajador de España entre 2006 y
2011, el autor vuelve sobre este pequeño Estado balcánico en un libro singular, a la vez
poema y ensayo.
En la era de la globalización, en la que los gigantes económicos compiten por la
definición de las reglas del juego de un mundo en transformación, no solemos prestar
mucha atención a los Estados de pequeñas dimensiones. Albania es, sin embargo, un
interesante objeto de estudio. Lo es por su experiencia totalitaria durante la guerra fría y
por su posterior transición política, pero también—y éste es quizá el enfoque preferido
por Montobbio—por las ideas y sentimientos contradictorios que se suceden en la
mente y el corazón de los albaneses, al pasar de una cárcel aun mundo en el que no
saben cómo orientarse. El drama de su historia contemporánea ha impregnado un alma
colectiva, cuyas señas de identidad este libro busca desentrañar.
El símbolo que mejor representa la esencia de Albania es, para el autor, el búnker. Con
28.000 kilómetros cuadrados y 3,5 millones de habitantes, Albania es un país
bunkerizado desde que su líder supremo, Enver Hoxha—tras haber roto primero con
Tito, después con la Unión Soviética por el revisionismo de Kruschev, y con China
después de que Mao recibiera a Nixon—, decidiera defender su paraíso en la Tierra de
una posible invasión enemiga. La construcción de cerca de un millón de búnkeres
respondía a una motivación militar, pero también a los imperativos de movilización
nacional del régimen, convirtiéndose así en una opción de psicotización colectiva. No se
trataba sólo de defender el poder de Albania hacia fuera, sino también hacia dentro, en
cada albanés: “Tal vez sea por ello, sí, que el búnker se convierta no solo en una
construcción que puebla el paisaje y el rostro de Albania; sino también en un símbolo
que aprisiona su alma. Símbolo de una época, de un poder, un tiempo, un ánimo o
desánimo colectivo, una obsesión, una razón y una sinrazón. Y que a medida que se va
haciendo presente en el paisaje que ven sus ojos, se vaya haciendo presente también en
el que habita su alma. Y lo invada todo”.
Cuando cayó el comunismo, había en Albania un semáforo, 400 coches y casi un millón
de búnkeres. También una montaña, en Gjirokastra, ciudad natal de Hoxha, donde
estaban gravadas las cinco letras de su nombre: ENVER. Por mucho que se intentó
resultó imposible eliminarlas, y hubo que dinamitar la montaña, dejando un vacío tan
simbólico como el del alma de los albaneses, encerrados en sus búnkeres internos. La
narración y los poemas del libro describen de manera certera el impacto del poder
absoluto: la obediencia ciega en el mundo nuevo del socialismo bajo la dirección del
Partido del Trabajo de Albania, única encarnación de las esencias del marxismo-

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