El modelo economico español: una economia abierta y descentralizada.

AuthorFernández Navarrete, Donato
PositionDocumentos
  1. INTRODUCCIÓN GENERAL

El propósito de este trabajo es el de presentar los grandes rasgos que caracterizan al modelo de desarrollo económico español desde mediados del siglo anterior hasta nuestros días. Parto de la hipótesis de que la transición económica hacia un régimen abierto al exterior comenzó en 1959; esto es, 25 años antes que se iniciara la transición política, a la cual contribuyó a facilitar. Con la Constitución de 1978, el modelo de economía abierta se consolidó definitivamente y se inició la descentralización en España.

La fecha de 1959 fue un punto de inflexión entre dos modelos de desarrollo económico muy diferentes entre sí. Significó el paso de una economía cerrada, que hundía sus raíces en las últimas décadas del siglo xIx, a otro de economía abierta que comenzó con una profunda reordenación económica. La Constitución de 1978 convirtió a dicho modelo en ampliamente descentralizado, tanto en el ámbito interno (creando el Estado de las Autonomías) como en el externo (ingreso en la Unión Europea), implicando en ambos casos considerables transferencias de competencias del Estado central.

El modelo de economía abierta y descentralizada, ha permitido que España se desarrolle pero también ha tenidos sus costes: mientras que el papel que ha jugado el sector exterior en el desarrollo económico español ha sido de primer orden, la descentralización interna se ha visto envuelta en la burocracia, el clientelismo político, el despilfarro del gasto público y la insolidaridad.

  1. DE LA VÍA NACIONALISTA A LA REORDENACIÓN ECONÓMICA: LAS SECUELAS DE LA AUTARQUÍA.

    Con la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII en 1874, España inició un modelo económico que se conoce como La Vía nacionalista del capitalismo español, que finalizó con el Plan de Estabilización de 1959. Dicho modelo duró más de ochenta años y vino a coincidir, con algunos desfases, con las mismas tendencias proteccionistas que se dieron en los principales países europeos y en Estados Unidos.

    El proteccionismo arancelario fue la primera de las manifestaciones del modelo. Su objetivo era la defensa de la producción nacional y su principal instrumento, el arancel de aduanero, que fue reformado, sucesivamente, en 1891, 1906 y 1922. Las dificultades económicas por la que atravesaba España derivadas en buena parte de la situación bélica en la que vivía casi de manera permanente y, muy particularmente, tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, acentuarían aun más el repliegue interno de dicho modelo ya en el amanecer del siglo XX.

    Lo que comenzó siendo un proteccionismo arancelario se fue convirtiendo, desde los inicios del XX, en un nacionalismo económico que intentó sustituir la práctica totalidad de las importaciones por producción interna. Además de proteger --vía arancel--la producción nacional, se inició una política económica consistente en aplicar todas las energías a la regeneración y grandeza de la Patria (1).

    La eficacia real de las políticas limitadoras de importaciones, no parece que fuese mucha si nos atenemos a la evolución seguida por el coeficiente de apertura comercial que no decreció de manera significativa hasta el inicio de los años treinta (con la excepción del periodo bélico de la Primera Guerra Mundial en el que virtualmente desaparecieron las importaciones (2)). La explicación de este hecho parece residir en que los efectos protectores del arancel y de las restantes medidas de acompañamiento fueron, en gran medida, contrarrestados por un tipo de cambio de la peseta muy apreciado frente a las principales divisas del momento.

    La crisis económica de 1929 y el creciente auge de los nacionalismos en Europa, reforzó el proteccionismo hasta el extremo de acabar bilateralizando las relaciones económicas entre los países. Entre los nuevos instrumentos protectores del comercio exterior, sobresalieron los tres siguientes: el tipo de cambio, el control del mercado de divisas y los acuerdos bilaterales. Mientras que la manipulación del tipo de cambio como arma comercial apenas fue necesario utilizarlo en los años treinta, el control de cambios y el comercio bilateral, sí lo fueron por la República. El control de cambios, cuya finalidad era la de controlar desde el Estado el régimen de pagos al exterior y centralizar el mercado de divisas en el Centro de Contratación de Moneda, se reguló por primera vez por Decreto de 29 de mayo de 1931, como respuesta a la crisis económica y a la evasión de capitales que se venía produciendo desde 1930 podía verse incrementada (3). Por su parte, por Decreto de 23 de diciembre de 1931, el comercio con el exterior pasó a ser bilateral y se introdujeron contingentes de importación que pasaron a constituir un arma de defensa de la producción interna que afectaron a la importación de una amplia serie de productos (4).

    En fin, los contingentes comerciales y el control del mercado de divisas, añadidos a la regulación de la actividad económica y al viejo proteccionismo arancelario, permitían alcanzar un proteccionismo integral del aparato productivo Español que, a mediados de los años treinta, en palabras de Perpiñá, lo convertían prácticamente en un modelo autárquico (5).

    Esta fue la situación económica con la que se encontró el franquismo tras el golpe militar de 1936. La política económica puesta en marcha por los nuevos detentadores del poder fue objeto de cambios profundos, mucho más en el ámbito interno que en el externo puesto que este último ya estaba fuertemente intervenido. El franquismo puso en marcha--en parte buscada y en parte impuesta por el bloqueo internacional al que seria sometida España--una economía autárquica que estaría vigente entre 1940 y 1959 (6).

    El periodo autárquico del franquismo forma parte, a todos los efectos, del modelo económico de Vía nacionalista, si bien elevando a sus máximas cotas los conceptos de proteccionismo y nacionalismo económico. El mercado interior fue sometido a una regulación estricta que contemplaba una serie de controles de todo tipo--entre ellos el racionamiento--y el exterior --muy reducido--se mantuvo en su más estricto bilateralismo y contingentación (7).

    Las crecientes dificultades del sector exterior se convirtieron en el principal estrangulamiento de la economía Española. Tales dificultades, que el franquismo se negaba a reconocer, terminaron por asfixiar la economía Española. Y cuando esto ocurre, se acaba cumpliendo una máxima económica inexorable: si un país amenaza insolvencia internacional, como era el caso de España en 1958, los gobiernos claudican con independencia de cual sea su ideología. Esa fue la razón por la cual el franquismo se vio obligado a liberalizar la economía tanto en el interior--ofreciendo mayor juego al mercado--, como en el exterior. A esta fase de transición entre la Autarquía y la Apertura externa, que transcurre entre 1957 y 1960, es lo que se conoce como Reordenación económica. Su elemento central fue el Plan de Estabilización de 1959 cuyas líneas básicas pasamos a considerar a continuación.

  2. EL PLAN DE ESTABILIZACIÓN DE 1959: LA TRANSICIÓN HACIA LA LIBERALIZACIÓN ECONÓMICA

    Los años que median entre 1957 y 1960 fueron de enorme trascendencia para la economía Española debido al Plan de Estabilización. Dicho Plan fue posible gracias al cambio de gobierno que se produjo en febrero de 1967 en el que entraron a formar parte los que se conocerían como tecnócratas del Opus Dei, desplazando a los falangistas de la dirección de la política económica (8).

    La situación por la que atravesaba la economía Española en la segunda mitad de la década de los cincuenta del pasado siglo, era crítica. La tasa de paro real--aunque desconocida debido a la manipulación estadística--y el subempleo, eran muy elevadas; y lo mismo podía decirse de la inflación, debido al desorbitado incremento de los salarios de 1956 y al recurso frecuente a la monetarización del déficit del sector público. Con todo, el problema más grave era el del sector exterior que, a pesar de su escasa importancia cuantitativa, había agotado prácticamente las reservas de divisas.

    Entre 1957 y 1958 el nuevo gobierno tomó una serie de medidas, sobre todo en el ámbito interno, con el objeto de que comenzase a funcionar el mercado de manera más libre. A tal efecto se eliminaron muchos controles sobre la producción y la distribución del mercado de bienes; se llevó a cabo una reforma fiscal con el fin de incrementar los ingresos públicos; y también se acometió una reforma en el mercado de trabajo (Ley de Convenios Colectivos de 1958), introduciendo cierta libertad de las partes en las negociaciones salariales, una limitada participación sindical en las empresas (enlaces y jurados de empresa) y una tímida flexibilidad en el mercado de trabajo (despido) ((9)). En el ámbito externo, España ingresó en algunos de los principales organismos económicos internacionales, tales como el FMI, el BM y la OECE (actual OCDE).

    Ante el creciente deterioro de las cuentas exteriores, el gobierno, con la iniciativa, apoyo financiero y asesoramiento técnico del FMI y de la OECE, llevó a cabo, por Decreto-Ley de Ordenación Económica de 21 de julio de 1959, el Plan de Estabilización ((10)). Visto en perspectiva histórica, es difícil exagerar la importancia que tuvo dicho Plan para la economía española: con él se daba por finalizada la Autarquía y con ésta la Vía nacionalista ((11)). Significó, como se ha dicho, el punto de inflexión entre dos modelos de desarrollo: el paso de una economía muy intervenida y cerrada al exterior a otra en la que comenzaron a funcionar los mecanismos de mercado tanto en el interior como en el exterior.

    El Decreto-Ley de Ordenación Económica de 1959, contenía un amplio programa de reformas que se fue concretando en una serie de medidas específicas sobre la liberalización interna y externa, la última de las cuales fue el nuevo arancel de aduanas de 1960 (que sustituía al de Cambó de 1922). Dicho Plan es generalmente considerado por los especialistas...

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