En las minas actuales, la fatiga, el error humano y el SIDA constituyen nuevas fuentes de riesgo

GINEBRA - Mientras la producción de mineral aumenta, el empleo en las minas disminuye sin cesar. Esta industria, en la que en tiempos se utilizaba mano de obra de manera intensiva, da empleo actualmente a menos del 1% de la fuerza de trabajo mundial, pero la demanda de minerales es más fuerte que nunca.

Un nuevo informe de la OIT preparado para la Reunión tripartita sobre la evolución del empleo, el tiempo de trabajo y la formación en la industria minera, celebrada en Ginebra del 7 al 11 de octubre, refiere el aumento de la presión a la que se ven sometidos los mineros. Se señala asimismo que, sólo en los cinco últimos años, se han perdido más de tres millones de puestos de trabajo en dicha industria, y que, aunque el empleo en el sector se ha estabilizado e incluso ha aumentado en algunas regiones, la tendencia a la baja continuará.

Entretanto, los productores siguen satisfaciendo a un mercado ávido de minerales gracias a la apertura de nuevas minas de gran eficacia (fundamentalmente en los países en desarrollo) y la consecución de mejoras extraordinarias de la productividad en los emplazamientos existentes mediante la aplicación de turnos de trabajo flexibles e intensivos asumidos por equipos de trabajadores de alta cualificación.

Por ejemplo, en lo que respecta a la minería del carbón, en el informe se señala que la productividad registrada en los últimos años en Canadá, India y Estados Unidos creció en un 100%, y en más de un 200% en Australia. En Polonia, donde la producción de carbón disminuyó en casi un 60% en un quinquenio, el empleo acusó una caída aún mayor, superior al 70%. En Sudáfrica, el valor de la producción minera aumentó en más de un 250% entre 1985 y 2000, mientras que el empleo se redujo en un 50%.

El peligro de la fatiga

Estos logros pueden tener un precio. En el informe se advierte que los sistemas de trabajo actuales pueden tener más efectos perjudiciales en la capacidad de discernimiento y la eficacia de lo que se cree. La actividad en las minas se organiza cada vez más en torno a un funcionamiento ininterrumpido, que lleva a los mineros a alternar turnos de trabajo más prolongados y numerosos con amplios períodos de inactividad. Según el informe, las consecuencias para la salud y la seguridad de este tipo de pautas de trabajo de mayor flexibilidad aún no están claras. La relación entre la prolongación de los turnos de trabajo y el error humano y la fatiga no se ha examinado adecuadamente, pero ésta puede ejercer una influencia en el rendimiento laboral tan importante como el consumo abusivo de drogas o alcohol.

El informe denuncia igualmente que, en general, se prohíbe trabajar a los trabajadores que sobrepasan los límites prescritos para el consumo de alcohol, mientras que los que llevan despiertos 18 horas o más muestran los mismos síntomas, pero no deben someterse al mismo tipo de control.

La fatiga y los turnos prolongados pueden traer además consecuencias sociales perniciosas para su bienestar y el de sus familias.

Los estudios en los que se abordan de manera específica los efectos que sobre la vida familiar tiene el trabajo por turnos ponen de relieve que, si no se gestiona con precaución, esta organización de la actividad puede provocar un aumento de los niveles de estrés y diversos trastornos para los compañeros y las familias de los trabajadores por turnos. Se destacan especialmente los horarios nocturnos y la falta de sueño como problemas específicos capaces de perturbar la vida social y familiar de los trabajadores.

La competencia mundial coloca especialmente bajo presión a las viejas explotaciones de los centros mineros tradicionales, como los ubicados en Europa central y oriental y la antigua Unión Soviética, y les obliga a emprender su racionalización o a cerrar. En opinión de ciertos representantes de los mineros (véase el recuadro sobre Ucrania), la preocupación por la productividad y la lucha por la supervivencia ha dado lugar al descuido de la seguridad en estas regiones.

El problema del SIDA en el ámbito minero

En ciertos sectores de la industria minera, y especialmente en el sur de África, la situación se agrava a causa de la alarmante velocidad de propagación del VIH/SIDA en las plantillas. De acuerdo con el informe, en algunos países, el porcentaje de trabajadores mineros seropositivos es considerablemente superior a la de la población en su conjunto (por ejemplo, del 20 al 30% de los mineros frente al 12 % de la población general en Sudáfrica). Se señala la práctica de hospedar a los trabajadores migrantes en alojamientos sólo para hombres, con períodos prolongados de separación de sus familias, como un factor esencial en la elevada incidencia de la infección por VIH entre la población minera.

En el informe se alaba a las empresas y los sindicatos del África meridional que se han situado a la vanguardia de las iniciativas dirigidas a reconocer y abordar la cuestión del VIH/SIDA, así como a satisfacer la necesidad de conceder prioridad a los mecanismos de prevención y prestación de asistencia a sus empleados. Sin embargo, las tasas de infección actuales indican que la capacidad para trabajar de un numero creciente de mineros se verá comprometida, lo que redoblará la presión soportada por sus compañeros cuando éstos tengan que solicitar una baja por enfermedad o cuando se contrate y forme a un nuevo trabajador. Más allá de la repercusión económica del VIH/SIDA, las consecuencias sociales y emocionales para los mineros y sus familias son inconmensurables.

La minería es una industria en transformación. En el informe se advierte que, dados sus riesgos profesionales, las prácticas de trabajo intensivo actuales pueden convertirse en un amargo cáliz para los trabajadores, sus familias, la industria minera y la sociedad en general en los años venideros.

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