Mesa redonda sobre politica exterior de Chile.

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Como publicación académica multidisciplinaria, Estudios Internacionales acoge en sus páginas el producto del trabajo y de las investigaciones de profesionales y especialistas que se dedican al estudio y la difusión de los distintos aspectos del amplio campo de las relaciones internacionales. A fin de permitir que sus lectores conozcan no solo el fruto de la labor individual sino también, de primera mano, las opiniones intercambiadas en reuniones informales de expertos en torno a distintos temas de interés actual, desde hace un tiempo la revista ha venido organizando reuniones de mesa redonda en las que académicos y especialistas debaten sobre un tema determinado. Posteriormente, se publica una reseña de las alternativas de estos ejercicios colectivos. Así, en una primera oportunidad se eligió como tema de discusión el recién inaugurado gobierno de Barack Obama en Estados Unidos; luego, en una segunda, se cambiaron ideas sobre la relación Chile-Perú., que fue tan fructífera como para ser objeto de un interesante comentario del Embajador de ese país.

En esta tercera oportunidad, Estudios Internacionales invitó a Hernán Felipe Errázuriz, Teodoro Ribera, Alberto Van Klaveren, Ángel Flisfisch y Juan Gabriel Valdés a que dieran a conocer sus opiniones sobre la política exterior de Chile desde una perspectiva de mediano plazo. El Director de la revista instó a los participantes a compartir libremente sus impresiones, entre otros temas, sobre los actores que participan en los procesos de la política exterior; en qué medida la opinión pública es un factor de ella, cómo la Internet cambia la naturaleza de la participación en un país, la proliferación de organizaciones no gubernamentales y cómo estas compiten con los grupos de interés establecidos y los partidos políticos y el entrelazamiento cada vez más estrecho entre la agenda interna y la agenda internacional del país. También los invitó a examinar el tradicional predominio del poder ejecutivo, arraigado en la cultura política y consagrado en normas constitucionales y legales, todo ello en relación con los problemas cada vez más complejos de coordinación al interior del poder ejecutivo, en circunstancias que cada vez más ministerios tienen algún grado de actividad internacional y que la Cancillería mantiene pendiente un plan de modernización. Los instó asimismo a considerar el papel del Congreso Nacional en los acuerdos internacionales y el fenómeno creciente de la diplomacia parlamentaria, a mirar ampliamente las áreas geográficas de nuestra política exterior, las relaciones con los países americanos, Europa y Asia Pacífico, y a preguntarse si piensan que se darán pasos para desarrollar nuestras relaciones con África y otras partes del mundo hasta ahora escasamente alcanzadas por nuestra política exterior.

A continuación, Estudios Internacionales ofrece una breve reseña de las intervenciones, en el orden en que tuvieron lugar, agregándoles algunas opiniones surgidas en el debate posterior a las intervenciones que constituyeron el cuerpo de la reunión.

* Hernán Felipe Errázuriz

(Ex Embajador, ex Ministro de Relaciones Exteriores)

Hemos sido invitados a exponer nuestros puntos de vista para proyectar la política exterior de Chile con una visión de mediano plazo. En las empresas, cuando se realiza esta clase de ejercicio se elaboran un presupuesto y un programa, generalmente para cinco años, que se van actualizando anualmente de acuerdo con las circunstancias. En este caso tendríamos que aplicar los principios permanentes de la política exterior chilena a las nuevas realidades.

Entre estas nuevas realidades, cabe destacar que Chile está próximo a transformarse en la primera economía desarrollada de América Latina y tiene mayores obligaciones internacionales, que hay desarrollos científicos y tecnológicos que debemos incorporar con la mayor rapidez para mejorar nuestro bienestar y competitividad y para agilizar el desarrollo y la seguridad; el desinterés de Estados Unidos por América Latina; el escalamiento del poder de los BRIC, con Brasil como uno de sus integrantes; el creciente multilateralismo; el avance de China hacia ubicarse en los próximos cinco años como primera economía mundial; la pérdida de influencia de Europa y la irrupción de las redes sociales en la diplomacia pública. En el entorno vecinal, es preciso tener presente su complejidad ya que el fallo en la cuestión de la delimitación marítima reclamada por Perú coincide con el plazo fijado por la Constitución boliviana para denunciar el Tratado de paz de 1904, o negociar la incorporación marítima soberana de Bolivia en la Asamblea General de la OEA, que debería celebrarse en La Paz en 2012 y la desclasificación de los documentos británicos sobre las guerras de las Malvinas, en que los sectores nacionalistas argentinos buscarán material que nos cause problemas.

La primera prioridad de nuestra política exterior serán más que nunca las relaciones vecinales, que se tornarán más complejas por la coincidencia de factores de tensión y de conflicto con Perú y Bolivia y por el incremento en nuestro territorio del tráfico de drogas proveniente de esos países que son los mayores productores mundiales de cocaína. Esta situación exigirá dar a esas relaciones mayor contenido político y complementar el aspecto jurídico de nuestra defensa frente a la aspiración marítima boliviana y a la reclamación de delimitación marítima planteada por Perú. En otras palabras, además de seguir basando la defensa chilena en el derecho de los tratados habrá que agregar elementos políticos a la defensa y difusión de nuestras posiciones. Por ejemplo, habría que señalar y valorizar el costo para Chile del libre tránsito boliviano, los costos que hemos asumido en materia de infraestructura desde 1904, que nos ha significado eliminar sin reciprocidad los derechos de las exportaciones bolivianas a Chile, desmentir con un informe económico que la pobreza de Bolivia sea resultado de su mediterraneidad y con un estudio comparado de los acuerdos de libre tránsito y libre comercio que tienen los más de 40 países mediterráneos de África, Asia y Europa, para demostrar que las ventajas concedidas por Chile son excepcionales. Estos estudios podrán además servir para mejorar el libre tránsito y detectar nuevos espacios de cooperación.

En cuanto a Argentina, hay buenas probabilidades de mejorar y profundizar las relaciones. Desde luego, Argentina no tiene la carga de conflictos históricos como los demás vecinos. Es inexplicable que nuestras exportaciones a ese país sean inferiores a aquellas destinadas al Perú, que no haya inversiones argentinas en Chile y que disminuyan las nuestras en el país trasandino.

Una vez superado el fallo del tribunal de La Haya y bien manejado su desenlace, se abre la posibilidad de que las relaciones con Perú se reanuden de manera constructiva. Pero es preciso trabajar y preparar ese desenlace con el gobierno peruano.

Como potencia mundial emergente Brasil es clave en nuestras relaciones y en el plano regional debería interesarnos de manera especial otorgándoles prioridad debido a la influencia que ejerce en el mundo y a su representatividad de la región en los foros mundiales, a su irrupción en las elecciones peruanas y a su interés geoestratégico en ese país por sus recursos energéticos, en especial hídricos, para suministrar electricidad a Sao Paulo. En consecuencia, es fundamental atraer la atención y densificar los lazos con Brasil así como con Estados Unidos, dos países que han perdido interés en la región, incluido Chile.

Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia mundial en esta década y probablemente en las siguientes. En el plano mundial no deberíamos simplificar demasiado y pensar que a mediano plazo el país habrá perdido poder. A mi juicio, pese a que Estados Unidos muestra menos interés en América Latina, seguirá siendo la primera potencia militar, diplomática y líder en ciencia y tecnologia del mundo durante los próximos diez años, si no más.

El creciente multilateralismo nos obliga a aumentar las consultas con otros gobiernos y a promover la reforma de la OEA y la convergencia de organismos regionales como UNASUR y MERCOSUR, y mundiales como las Naciones Unidas y el FMI.

Es preciso asumir y capitalizar la globalización mediante un redespliegue de nuestras misiones en el exterior en regiones en que estamos ausentes, especialmente el África subsahariana y Eurasia, así como en el Báltico. Se da el absurdo de que en la región subsahariana, donde se congregan 48 países, esto es, casi diez veces más que en el norte de África, solo tenemos una embajada en Sudáfrica y otra en Kenia, pero no estamos presentes en Nigeria ni otros países importantes de esa región.

Mientras que África subsahariana crece a un ritmo superior a la del norte, nuestro comercio con ella equivale apenas al 0.4% de nuestras exportaciones. Brasil tiene 37 embajadas en esa región y representa el 10% de su comercio, algo similar a Argentina. Tampoco tenemos presencia en Asia central, donde se encuentran Ucrania y Kazajstán que junto con el África subsahariana dominan el foro de los Países No Alineados, frente al cual nos encontramos en una situación incómoda debido a nuestro ingreso a la OCDE. En cambio, en el norte de Africa tenemos embajadas en toda la región salvo Libia y Túnez, donde fue cerrada hace algunos años.

En un marco de globalización los mercados energéticos se han politizado debido a que la energía se usa políticamente: Chávez, Putin, Gaddafi y Morales así lo hacen. Sabemos que la principal vulnerabilidad de nuestra economía y de nuestra seguridad proviene de nuestra apretada matriz energética, puesto que hemos postergado indefinidamente la generación nuclear y dificultado, a mi juicio por falsas razones escénicas, la generación hidráulica y por razones ambientales las termoeléctricas, sin considerar que no alcanzamos a producir más que un 0.5% del petróleo que consumimos. Asegurar el consumo de 233 mil barriles al...

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