¿La macdonalización del sistema de justicia criminal?: nuevo orden o nuevo derecho en la globalidad de la sociedad excluyente

AuthorGabriel Ganón
Pages439-457

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No hay ni fe ni verdad que no comiencen por dudar de todas las verdades en las que se había creído hasta el momento...

FRIEDRICH NIETZSCHE

I Introducción

El Sistema de Justicia Criminal Argentino transita quizás la etapa más aguda de su histórica crisis endémica, en un contexto en el que los índices de criminalidad y miedo al delito alcanzan niveles jamás antes imaginados. Por estos motivos, pensar en soluciones sencillas a un problema nacional que ha sido y que será más complejo resulta tan infecundo como pretender establecer las consecuencias mundiales de una improbable invasión marciana. Efectúo semejante afirmación porque nos agrade o no a los argentinos o mucho mejor aún, a aquellos trajinantes mercaderes de milagrosas soluciones, que es mucho menos que evidente, que quizás sin haberlo deseado también nos encontramos inmersos en el espacio planetario global, y en él, después del atentando contra las torres gemelas, nadie pero nadie puede sentirse verdaderamente seguro (Baumann, 2004).

Sin embargo, después de haber observado por televisión la segunda marcha de la "Cruzada por Axel Blumberg", quedé sorprendido por la forma jactanciosa en que numerosos argentinos, muchos de ellos con responsabilidades políticas, se refugian bajo la "imagen" del dolor y del horror de un padre, para pretender desatender la realidad global e imaginar un sinnúmero de propuestas de ley y orden que recuperen el pasado perdido.

De este modo, el padre de Axel es convertido y se convierte en el líder que salvará tanto al medio pelo argento como a la pauperizada clase media nacional del desastre de la desintegración, la inseguridad y del fin del sueño del milagro argentino.1De todas

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maneras, deberían saber que por más denodados que sean sus esfuerzos sufrirán por siempre la frustración perpetua de Sísifo y jamás podrán reencontrar a la comunidad "argentina" de sus sueños (Bauman, 2003b: 25).

II Los "cruzados" en búsqueda de la comunidad perdida y del nuevo milagro argentino

Así, la impactante "cruzada por Axel" mucho más lejos de sus propósitos iniciales, lograba por un instante reconducir las angustias2del sector social "más decente y más argentino"3que no por casualidad se identificaba con el padre de Axel. En este sentido, aunque el tiempo y el espacio hayan cambiado, me parece posible establecer una paradójica analogía entre en el proceso aglutinante de miedo que soporta a los "cruzados" con el miedo que sintieron muchos porteños en la década del 50 ante la invasión de los "cabecitas negras"4(ver Jauretche: 257; y Orgambide, 2003: 7).

En un sentido más general para poder abreviar, pues a las causas autóctonas se agregan otras mucho más generales y globales, no quedan dudas de que el miedo de los "cruzados" se focaliza en lo que queda en su imaginario de aquellos "cabecitas" que ahora se han "convertido" en piqueteros que "interrumpen el tránsito al trabajo de la gente decente"5o en los predadores callejeros, que "nos violan, roban y matan".

De alguna manera, este salto a la escena política, como decía sin casualidad alguna bajo el lema de la cruzada,6presenta bastante pocas diferencias tanto en la construcción de sus fundamentos discursivos como en sus acciones concretas con las cruzadas medievales, convirtiendo "... el destino de la ley penal posmoderna en la re-institucionalización de la antigua dialéctica de polución-purificación, con sus estructuras sacrificiales subsidiarias..." (Garapon, 1997: 11).

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III La desnaturalización del concepto de ciudadanía y los nuevos enemigos

Así, vemos nacer al nuevo infiel, al otro, al nuevo enemigo, representado por aquellos desclasados que, como decía, "voluntariamente" han devenido en piqueteros, drogadictos o delincuentes. Por este motivo, por su "salvación" y la de los "cruzados" deberán de inmediato ser evangelizados/ reeducados y si no fuese posible eliminados/ desterrados/ o recluidos definitivamente.

Básicamente, desde el reclamo del reestablecimiento del "orden" del presente se construye desde el discurso la desnaturalización del concepto de ciudadanía, estableciendo parámetros ajenos al estado de derecho.

Sin embargo, sería absurdo o una pérdida de tiempo buscar explicaciones complejas a esta retórica de la diferencia y de la exclusión porque, por un lado, bajo similares fundamentos desde las cruzadas medievales hasta el nazismo, o en la mucho más actual lucha contra el terrorismo, se ha podido encontrar siempre al mejor "enemigo" para poder ocultar mejor nuestras frustraciones. Por otro lado, por la simple y sencilla razón de que identificado el "enemigo", los estados y su élite política pueden al menos prometer algo posible para calmar la infinita angustia del pueblo: el endurecimiento de las leyes penales, el aumento de policías en la calle o la construcción de más cárceles (Bauman 2003b).

De este modo, se puede adormecer a muchos y desplazar casi todos los asuntos públicos hacia la justicia penal y criminalizar todos los problemas sociales. Sin embargo, el comienzo de esta "guerra" siempre se traduce en una guerra contra los derechos y garantías de los ciudadanos. Así, los límites a la violencia estatal se evaporan y flexibilizan7de manera tal que aquel que "ataca" a la sociedad, se aviene voluntariamente a perder todos sus derechos y habilita al estado a la utilización de cualquier medio para "proteger" a la sociedad atacada (Waddington, 2000). Con esta lógica contraria al funcionamiento democrático no son pocas las voces locales y extranjeras que reclaman la intervención del ejército en tareas de seguridad interior. Este reclamo incluye también una crítica severa al funcionamiento de los sistemas de justicia criminal de la región.8Finalmente debo decir, porque me parece un hecho destacable, que en el proceso de construcción de la categoría de "enemigo social" nunca entran como variables de su constitución ni la existencia de una prohibición penal de la conducta ni tampoco la magnitud del daño producido.9De todas maneras, en esta compleja coyuntura, la "Cruzada por Axel", por más que su líder se obstine en negarlo, se introduce en el espacio público de la lucha por el poder, aunque por ahora no busque personalmente convertirse en un candidato electivo. Esta opción de invasión del espacio público se produce con su movilización, su

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decisión, sus lemas, sus proclamas y asume un fuerte compromiso político para disputar cómo se establecen los límites y la formas de ejercicio de la violencia por parte del estado (Bauman, 2003a).

Así las cosas, su movimiento social se convierte en un desafío a la poca o mucha legitimidad existente y está claro que no busca otra cosa que debilitar y flexibilizar mediante la "búsqueda de fines valiosos y últimos" los métodos de coerción aprobados por el Estado de Derecho vigente.

IV Dogmatismo penal como el regreso de la jactancia argentina

En el transcurso de este viaje tan controvertido como sinuoso aparecen en escena también otros caminantes. Estos, que desde el discurso y las intenciones buscan diferenciarse con claridad de los "cruzados" no pueden tampoco abandonar la jactancia y por eso presentan sus planteos reformistas del sistema de justicia criminal como valiosos en sí mismos.

De este modo, los nuevos reformistas de la ley, "cruzados" o no, con la mediación del miedo y la añoranza del pasado mejor, pueden seguir soñando despiertos en la existencia de un mundo feliz, lugar tan utópico como lejano y bien distinto al descrito por Shakespeare en Macbeth.

Quizás por eso se olvidan o quieren hacernos creer que se han olvidado, no sólo que el orden perdido jamás regresará sino también que desde la revolución burguesa los estados han practicado y modelado en forma absolutamente esquizofrénica sus sistemas de justicia penal. Con este sentir, todos los estados del mundo han podido establecer ininterrumpidamente durante más de doscientos años una justicia fraternal para los ricos e iluminados, y otra muy pero muy distinta para los desconocidos desclasados. Por este motivo entre muchos otros la "justicia" no ha podido ser más que "...la buena voluntad que existe entre quienes son más menos igual de poderosos de acomodar cada uno sus exigencias para que sean compatibles con las del otro, de llegar a ‘entenderse’ mediante el equilibrio, y en lo que respecta a quienes son menos poderosos, de forzarles a que lleguen a un equilibrio caracterizado por el sometimiento..." (Nietzsche, 2000).

De todos modos, me parece oportuno recordar que tampoco el hecho social determinante de la cruzada por Axel estaba dotado, como muchos quisieron hacernos creer, de dosis de pura "argentinidad".10Así por ejemplo, seis años antes otros solitarios asustados habitantes de la angustiante globalidad, se congregaban en el oeste de Inglaterra para encarar una acción política concreta vinculada también al sistema penal impedir la liberación del pedófilo Sydney Cooke.

Quizás las diferencias entre ambos casos sean menos sutiles de lo que a mí me parecen, sin embargo creo que ambos ejemplos son equiparables en cuanto consiguieron convertir preocupaciones privadas en públicas para, por un lado, poder liberar un...

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