El islam y la democracia: una lectura transcultural desde Kuala Lumpur.

AuthorBaglioni, Sebastián

El presente trabajo pretende plantear la posibilidad teórica de pensar desde el lugar "del otro" la cuestión de la diversidad religiosa y sus consecuencias políticas; en este caso, a la luz del islam y sus relaciones con el mundo político de Occidente.

La cuestión reviste la mayor importancia, por varias razones: no sólo por la diversidad de cosmovisiones, o por la mera posibilidad de construir fructíferas relaciones entre ellas; sino también, y muy especialmente, debido al actual conflicto entre occidente y el mundo islámico.

Los acontecimientos actuales provocados por la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre pasado y la consecuente reacción de Estados Unidos sugieren una lectura más informada que simples dicotomías e imágenes estereotipadas. Se intenta establecer un análisis apropiado, subrayando los aspectos centrales de una teoría política del islam; a la vez que brindando, elementos para comprender una tradición religioso-cultural tan vasta y rica.

INTRODUCCIÓN

El mundo actual enfrenta un creciente proceso de complejización cultural. Dicho fenómeno --denominado revolución informática, mundialización, globalización-- adquiere expresiones cada vez más comunes: masivos flujos migratorios, diversidad de tradiciones y costumbres, conflictos entre civilizaciones (1).

Desde el punto de vista de la ciencia política en general, y de la teoría política en particular, esta situación provoca una acuciante búsqueda de términos y fórmulas heurísticas apropiadas a la realidad presente. En este contexto, existe el riesgo real de postular una explicación del mundo basada en categorías analíticas anacrónicas. Por ello es necesario adaptar y actualizar las herramientas a través de las cuales politólogos y estudiosos de las relaciones internacionales intentan dar cuenta del mundo contemporáneo. Esto es especialmente cierto al pensar problemáticas como el multiculturalismo, la indeterminación gnoseológica de la verdad social, o la multiplicidad de cosmovisiones --religiosas o no-- que se enfrentan en un mismo espacio mental y/o físico.

Tres ejes de discusión estructuran el trabajo. En primer lugar, se hace referencia a los lineamientos doctrinarios del islam como régimen de organización sociopolítica. En segundo lugar, se alude a los desafíos que éste impone sobre la comprensión occidental de la realidad estructural de la política. En tercer lugar, se discuten las prácticas políticas históricamente condicionadas del islam en Malasia. Finalmente, se intenta avanzar hacia algunas propuestas de diálogo entre cosmovisiones (sean éstas religiosas o no).

LOS PRINCIPIOS POLÍTICOS DEL ISLAM

Al discutir los principios políticos del islam, es necesario tener presente algunas consideraciones previas. En primer lugar, el islam se caracteriza por ser una cosmovisión monista. Esto no significa que carece de un principio de legitimación política autónomo, sino que el reino de la política se encuentra subordinado (o, quizás, subsumido) al reino de la religión. Seguidamente, es conveniente recordar que cuando se habla del islam, éste en realidad constituye un nombre omniabarcador de diversas y múltiples configuraciones histórico-culturales que van desde la península arábiga hasta el archipiélago malayo; desde el siglo VII (la hégira (2) musulmana) hasta la actualidad. Así, el islam incorpora una enorme variedad de experiencias y matices, que relativizan el grado posible de generalización sobre su pensamiento y doctrina.

Ello no impide identificar una serie de conceptos centrales que, a pesar de sus variables definiciones en tiempo y lugar, hacen a la comprensión y posición política de los musulmanes en general. En este sentido, Abu-al-Ala al-Mawdudi subraya que "el sistema político del islam se fundamenta en tres principios; siendo ellos: tawheed (unidad de Allàh), risalat (la verdad del Profeta), y khilafat (Califato) ..." (3). (3). Teniendo en cuenta la importancia de dichos conceptos, a continuación se analizará cada uno de ellos.

La unidad de Allàh (Dios)

El principio del tawheed o tawhid (4) se refiere a la unidad de Allàh. Esto quiere decir que Dios es uno y único, y de Él emana todo principio regulador de conducta o ley, en sentido moral. Es interesante la propia argumentación de Mawdudi, cuando sostiene que dicho principio puede oponerse en algún sentido a la idea de democracia (5). En efecto, en la teoría política del islam, la soberanía popular deja paso a la superior y perfecta "soberanía de Allàh", y su vice-regencia (delegación) humana en manos del Califa. De este modo, rememorando la delegación divina del poder real en la Europa presecular, la unidad política del islam adopta la forma del Reino de Dios o, por usar categorías clásicas, de una teocracia. Ahora bien, el islam, en principio, le da un nuevo significado a dicho término, sin asociarlo al dominio de una persona o clase privilegiada, sino a la ummah o comunidad. Mawdudi por su parte, propone denominar dicho sistema como una "teo-democracia"; esto es, una democracia cuya fundamentación última es de origen divino (6).

La verdad del Profeta

El principio de risalat se refiere a la calidad de verdadero Profeta que recae en Mahoma. Esto significa que Mahoma no sólo es el verdadero enviado de Allàh, a quien le es revelado el Santo Libro (la voluntad de Allàh); sino que al mismo tiempo representa al Destinado a coronar la obra de los profetas anteriores, desde Abraham y Moisés a Jesús. Dicho status de Mahoma como El profeta adquiere importancia para el orden político en cuanto se reconoce en sí mismo una fuente legitimadora de preceptos y normas religiosas, todas las cuales tienen su estrecho correlato en el orden político. La traslación de la figura mítica del Profeta al modelo de un líder político concreto se gestará a lo largo de la historia del islam, a través de las fuentes centrales de la doctrina islámica.

En primer término se hallan las fuentes "directas", como son el propio testimonio del Corán, dictado por Allàh a Mahoma, y las sunna, o conjunto de prácticas de la primera comunidad (comentario viviente del Corán). Luego se encuentran los hadith, que constituyen la tradición autorizada sobre el Libro y el Profeta, y la shari'a o ley islámica, que constituye un complejo código de conducta global del creyente.

El Califato

Mahoma conforma la primera comunidad musulmana en la ciudad de Medina, estableciendo en ella una organización de orden tanto espiritual como político. El Califato es el principio de sucesión de la autoridad política originariamente sostenida por el Profeta en esa ciudad. La instauración del orden del Califato y los Califas es de vital importancia en el islam, ya que la misma establece la titularidad del poder político y, por lo tanto, la tutela de los asuntos religiosos. A partir de ello, aquella persona investida con la autoridad política debe contar con la reputación de ser un hombre devoto. Este requisito moral se ha transformado en una regla de oro, incluso desde los tiempos mismos de la muerte de Mahoma (7).

En otras palabras, el Califa es la autoridad (política) soberana y, al mismo tiempo, la cabeza visible de la ummah. El carácter monista del poder político y la dirección religiosa en las manos del Califa ha conducido a numerosas tensiones dentro del islam. Dichas tensiones son inevitables al considerar los límites de secularización de la política o, más precisamente, el grado de autonomía que la autoridad política puede ejercer con respecto a la ley y los doctores (ulama) (8).

La elección del Califa es decidida por medio de la shura, que literalmente significa "consulta mutua". Mediante este procedimiento, la ummah da a conocer su opinión sobre la persona a ocupar dicha posición. Las garantías de consulta a la comunidad en general (a través, especialmente de los ulama) expresa el control que debe ejercerse sobre tal elección. Esto es así por dos razones concurrentes: en primer lugar, el Califa es el sucesor del Profeta; y en segundo término, inherente a sus funciones, se encuentra la obligación de dirigir el gobierno de un Estado islámico, con los correspondientes deberes políticos y religiosos.

Además de los tres principios enunciados, existe una serie de procedimientos que han sido adoptados a lo largo de la historia política del islam. Los mismos están llamados a complementar u operacionalizar, según sea el caso, los preceptos generales establecidos por los principios anteriores. En este sentido, adquiere importancia la manera en que se resuelvan dos cuestiones fundamentales: por un lado, la posibilidad de disenso dentro de...

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