Introducción

AuthorMª Rosa García Vilardell
ProfessionUniversidad CEU Cardenal-Herrera (Elche). Instituto CEU de Disciplinas y Estudios Ambientales
Pages13-15

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No cabe duda que el medio ambiente es un bien jurídico colectivo, pues pese a que se disfrute individualmente, su titularidad es de todos. Cuestión que se percibe con sólo tener en cuenta que cualquier lesión al medio ambiente, aunque pueda atribuirse a particulares, afecta a toda la humanidad. Y en esta dirección, los distintos ordenamientos cuando consagran un derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado, recogen al mismo tiempo el deber de conservarlo, y conminan, además, a la utilización racional de los recursos naturales, apoyándose en la solidaridad colectiva.

Se trata, en definitiva, de afirmaciones que a nadie hoy sorprenden. Efectivamente, la protección del medio ambiente se ha convertido, en los últimos años, en una de las preocupaciones del mundo actual, propiciada, en gran parte, por el debate generado en torno al cambio climático. Todos los días la prensa nos presenta noticias con un claro contenido ambiental, y cada vez somos más conscientes de los cambios en el clima. Es indudable, en definitiva, que el ambiente y su protección se ha convertido en una cuestión global, que supera con mucho el mero enfoque nacional, afectando a toda la humanidad, no sólo por las consecuencias que conlleva -como decíamos antes-, sino también por la adopción de las diversas medidas que su solución exige.

Los organismos internacionales apelan desde el siglo pasado, a partir de la década de los 70, a la conciencia de la humanidad subrayando la urgente necesidad de llegar a un acuerdo global para acabar con el problema del deterioro ambiental y fomentar un desarrollo sostenible, con el objetivo de permitir que las generaciones futuras puedan vivir en un entorno semejante al que nosotros hemos disfrutado. Sin ánimo exhaustivo, y a título únicamente ilustrativo, podemos referirnos a la Conferencia de las NNUU celebrada en 1972 en la ciudad de Estocolmo, pasando por las de Río y de Kyoto, celebradas respectivamente en los años 1992 y 1998, y terminando por la de Copenhague del 2009.

En suma, la preocupación por el medio ambiente ha traspasado, en los últimos años, las dimensiones estrictamente técnicas y científicas, presentán-

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dose, de hecho, como un problema de índole ética y moral. El compromiso con el medio ambiente no es una cuestión que afecta única y exclusivamente a los poderes públicos, sino que debe incorporarse al conjunto de valores y normas que deben guiar la conducta diaria de los individuos y de la sociedad en...

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