Introducción

AuthorRobert Cameron
PositionProfesor del Departamento de Estudios Políticos, Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
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Ver nota 1

Hace diez años, la revista The Economist calificó a África de "Continente sin remedio", sugiriendo que en él se estaba produciendo un descenso inevitable hacia el estado fallido. Aunque podría haber cierta parte de verdad en esta afirmación, aún sería posible cuestionar si es sensato generalizar sobre un continente que tiene 54 países, y cerca de un billón de habitantes. En realidad, el relativo éxito de la gestión de la Copa del Mundo de la FIFA 2010 ha disipado, en cierta forma, tal mito.

Lo que sí es cierto es que África es el más pobre de los continentes. Se teoriza sobre los débiles estados que caracterizan al África sub-sahariana, con excepción de Sudáfrica. El legado específico que desembocó en los estados débiles de África es el colonialismo (Leonard y Strauss, 2003:8).

Olowu y Sako (2002:59-60) han planteado que muchos problemas de gober-nanza campean en los países africanos. Tales problemas se refieren a un paradigma dominante, autoritario y patrimonial, que incluye violaciones de los derechos humanos; clientelismo sistemático; corrupción y uso indebido de los recursos estatales; degeneración del ámbito público, evidenciada por la corrupción a niveles mínimos de burócratas de bajo nivel, al tiempo que existe otra a gran escala por parte de muchos dirigentes; y el hecho de que las fronteras internacionales de África reflejan las realidades de sus antiguos amos coloniales. Encajar grupos étnicos diferentes dentro de los estados se ha mostrado como uno de los problemas de la construcción nacional, y, en algunos casos, ha conducido a la violencia étnica.

Los funcionarios africanos no tienen incentivos suficientes para ser eficientes en su gestión. Los gestores de la mayoría de estos estados no obtienen un salario suficiente que les permita "reproducirse" (por ejemplo, para educar a sus hijos a fin de que alcancen niveles sociales equivalentes al que ellos ocupan), si son decentes, eficientes y permanecen dentro del sector público. Las retribuciones dentro del sector público africano son patentemente insuficientes (Leonard y Strauss,2003:48). Ello ha contribuido a la fuga de los que ocupan altos niveles de gestión hacia el sector privado, así como hacia empleos más sustanciosos fuera del continente.

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Los mismos problemas se plantean dentro de los estudios sobre la Administración Pública. Los bajos salarios académicos han contribuido al éxito de los estudiosos mejores y más brillantes de África en otros países. Se les puede encontrar en universidades y organizaciones internacionales de países desarrollados. Incluso quienes permanecen en las universidades africanas se ven forzados a hacer trabajos extra para sobrevivir. Por ejemplo, muchos académicos de las universidades públicas de Nigeria dan clases en universidades privadas en su tiempo libre. Tales circunstancias son difícilmente propicias para que surja una plataforma de estudiosos de la Administración Pública a base únicamente de personal autóctono.

Pero, además, las cuestiones teóricas se consideran un lujo en África, enfrentada a una pobreza a gran escala que precisa solución. Normalmente, se da prioridad a políticas de intervención pública urgente, por delante de planteamientos más reflexivos y académicos. Tampoco existe un grupo profesional que represente a los estudiosos africanos de la Administración Pública. La Asociación Africana de Gestión y Administración Pública (AAPAM), con base en Nairobi, es una organización activa, que organiza conferencias y workshops anuales. Normalmente, se ocupa de cuestiones que preocupan a los profesionales, y no es un vehículo específico para los temas académicos.

Pese a todas estas dificultades, se han producido algunas innovadoras reformas del sector público en África en los últimos años, algunas veces por solicitud de los países donantes, en otras, debido a su dinámica interna, y, en ocasiones, por factores tanto internos como externos.

La presente edición especial se centra en la Administración Pública africana. Los objetivos que pretende son, en primer lugar, ofrecer a la Administración Pública africana y a los estudiosos de la Gestión Pública una plataforma que sirva de escaparate a su trabajo y promueva la comunicación entre ellos; y, en segundo lugar, informar a los lectores de esta revista, en todo el mundo, sobre un continente cuya situación, desde el punto de vista de la administración pública, no es conocida, excepto para los especialistas.

Esta edición especial ofrece seis artículos:

El de Jamil Jreisat se ocupa de la Administración Pública Comparada (CPA) y África. La CPA es, probablemente, la rama más rigurosa, metodológicamente hablando, de la Administración Pública.

Los objetivos de este artículo son, primeramente, definir las contribuciones de la CPA al conocimiento de la gobernanza, la gestión de servicios públicos, y el desarrollo nacional; segundo, evaluar la importancia de tales contribuciones para la experiencia africana; tercero, examinar la forma en que la investigación comparada, pese a algunas limitaciones, ha obligado a la Administración Pública a salir de un sistema de análisis etnocentrista y provinciano para entrar en un horizonte...

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