Integracion regional o marginalidad internacional: las dos opciones de America Latina.

AuthorCasanueva, Hector

A finales de los ochenta, nuestra región inició un proceso de reinserción internacional producto de una confluencia de factores políticos (recuperación democrática y procesos de paz) y económicos (reformas estructurales, ajustes y liberalización comercial), en un contexto mundial de recuperación del crecimiento la inversión. El presidente del BID, Enrique Iglesias, lo señalaba entonces muy gráficamente: "Estamos pasando de la década perdida a la década de la esperanza ". Doce años después, el propio BID nos advierte que la región, al ritmo de crecimiento actual, contrastado con el dinamismo de la revolución económica mundial necesitaría un siglo para llegar a los niveles que hoy tienen las naciones desarrolladas. ¿Dónde estarán éstas en un siglo? Y dónde estará América Latina?

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Una percepción de esta naturaleza no es nueva ni original. La tuvo Europa respecto de si misma cuando advirtió la brecha de competitividad que la separaba crecientemente de los Estados Unidos y el Asia y que amenazaba su desarrollo y propiciaba su dependencia económica. La respuesta instrumentada a partir de la economía fue esencialmente política: construir la integración articulando "solidaridades concretas", según el decir de Adenauer. Varias décadas después, la consolidación de la moneda única y el mercado común, así como los contenidos de la reciente Cumbre Europea de Barcelona sobre competitividad demuestran que el fortalecimiento de un espacio común para relacionarse con las grandes potencias es un camino necesario e imprescindible. No obstante una evidencia como ésta, en América Latina, en lo que respecta a integración los hechos no están a la altura de nuestra retórica

Partiendo de la premisa de que para nuestra región, al igual que ocurriera con Europa, la marginalidad internacional sólo se puede revertir con una acelerada integración, en este artículo nos proponemos analizar brevemente la realidad del proceso después de veintidós años de suscrito el Tratado de Montevideo de 1980, que dio nacimiento a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), y a cuarenta y dos años del nacimiento de la ALALC, antecedente directo del actual TM80. Este análisis hace referencia al comportamiento de los flujos comerciales intrarregionales, de las inversiones y del comercio exterior de la "región ALADI", pero fundamentalmente está centrado en identificar los principales condicionamientos e indefiniciones presentes que, de no ser solucionadas, permiten proyectar a mediano plazo una grave situación política y económica regional, con las consecuencias sociales del caso.

La nueva competitividad mundial se da hoy a partir de grandes espacios integrados. Los Estados Unidos son un gran proceso de integración consolidado. La Unión Europea es un gran proceso de integración en fase final de consolidación. Esto, además de Japón y de una China que crece y seguirá creciendo a tasas de 7, 8 y 10% y que se ha incorporado a la OMC. Y aunque Asia ha sido renuente a este tipo de compromisos, ya se escucha que sus líderes también están pensando en algunas formas de interrelacionamiento y dando pasos en la dirección de un espacio integrado.

Las bases mismas de la economía y del comercio mundial están cambiando dramáticamente: el fenómeno de la nueva economía, la genética y la biotecnología, la creación de Internet y el e-commerce, nos plantean un desafío enorme que todavía no estamos en condiciones de enfrentar exitosamente. Por ejemplo, somos sólo el 5% de la demografía de la red de Internet del mundo. Estados Unidos es el 50% y Europa el 32%. Con esas cifras, se nos acerca la posibilidad de un nuevo subdesarrollo, al que llamaríamos subdesarrollo digital.

Podemos afirmar de entrada, que el problema central radica, por lo tanto, en la falta de competitividad sistémica. Como sabemos, ésta depende esencialmente de tres elementos básicos concatenados e interactuantes: desarrollo institucional, base productiva y capacidad innovadora.

Interesa explorar, por lo tanto, a partir de esta constatación, los caminos que permitirían superar nuestra incapacidad presente para enfrentar competitivamente la globalización de los mercados, la apertura de las economías y la nueva estructura productiva mundial. Esto, en un marco de complejización creciente derivada de la dispersión originada por las múltiples iniciativas comerciales en curso, algunas de las cuales trascienden la región y superan su actual capacidad de respuesta --como el ALCA o la Ronda del Milenio de la OMC-- y otras, de carácter subregional, afectadas por fuertes asimetrías y descoordinación interna, además de una problemática política neutralizante.

LA INTEGRACIÓN COMO RESPUESTA

Hace cincuenta años, Raúl Prebisch planteó en Centroamérica la necesidad de establecer un proceso integrador que abarcara progresivamente a todo el continente, para salir de la periferia de las decisiones y de la economía mundial. La idea, que dio origen al Mercado Común Centroamericano, a la ALALC, el Pacto Andino, la ALADI, y más recientemente, la Comunidad Andina, el Mercosur, el Grupo de los Tres, radicó siempre en la creación de espacios solidarios que, a partir de la apertura económica recíproca y la complementariedad productiva, llegaran a configurar una comunidad de naciones en busca del desarrollo compartido, de modo de poder hablar con una misma voz en el concierto internacional, a fin de participar más equitativamente en el crecimiento mundial.

No obstante que gracias a los esfuerzos de desgravación arancelaria pactados en los Acuerdos de Complementación Económica intra-ALADI ha sido posible que la mayor parte de la región haya obtenido notables cifras de crecimiento comercial recíproco y lograra captar mas inversiones externas, con el devenir de los años se fue produciendo una creciente disociación con el objetivo político fundacional, y pasara a primar cada vez más uno de los componentes de la integración --la apertura comercial-- por sobre las dimensiones política, social y cultural.

En 1965, el entonces presidente de Chile, Eduardo Frei Montalva, advertía, mediante la conocida "Carta a los cuatro sabios" (1), acerca de la lentitud, el sesgo arancelario y las desviaciones del proceso. Sus destinatarios coincidían en ello, agregando la recomendación de "aprender a vivir en comunidad para formar la comunidad de pueblos latinoamericanos".

Los diferentes intentos históricos --el Pacto Andino y la ALALC, por ejemplo--...

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