Gustavo Lagos, constructor de puentes.

Authorde Imaz, Jos
PositionObituario - Obituario

A mediados de septiembre recibí un llamado telefónico, en mi casa, de Gustavo Lagos Matus: "Si estás en Buenos Aires, necesito verte mañana mismo", me dijo mi querido amigo. Era el momento en que imperaba la máxima necedad: las Fuerzas Armadas Argentinas se aprestaban para invadir Chile. Según era público y notorio en la época, el presidente de la República, General Jorge Rafael Videla, estaba a favor de la solución pacífica del conflicto del Beagle. Pero no mandaba, era solamente un "primus inter pares", fruto de una malhadada decisión previa al golpe militar, que consistió en evitar los excesivos personalismos militares, pasándose al otro extremo: cada una de las Fuerzas Armadas tenía opinión propia y en el Ejército imperaba el feudalismo de los comandantes regionales. Así se había arribado a la no gobernabilidad.

Con Gustavo quedamos en comer, el mismo día de su llegada, en San Telmo, frente a la Plaza Dorrego, más o menos por donde se fundó la ciudad. En la mesa me extendió un documento que venía íntegramente redactado y en el que, dirigido a los dos Jefes de Estado, se apelaba al sentido común y a la historia. Entre otras cosas se recordaba que junto al Cristo Redentor de Los Andes había una placa que decía: "Que antes caerían estas montañas que se derramara sangre entre los dos países". Firmaban el petitorio un conjunto de científicos e intelectuales chilenos de primera calidad, entre ellos el biólogo Héctor Croxatto, Juan Gómez Millas, Felipe Herrera, Eduardo Latorre, el Dr. Amador Neghme, Sergio Villalobos y el físico Igor Saavedra, académico de su especialidad, con más el tucumano Raúl Prebisch. El documento así redactado llevaba por fecha el 21 de septiembre de 1978. Se trataba entonces de ver quiénes serían los partners argentinos de esta declaración. Convinimos con Gustavo en que lo fueran Ernesto Sábato, la escritora Victoria Ocampo, el Premio Nobel Dr. Luis Leloir, el penalista Sebastián Soler, el economista Felipe Tami y Jorge Luis Borges, siempre que estuvieran de acuerdo, pero dando por previsible su conformidad. Gustavo me solicitó que dado que él firmaba el documento, también lo hiciera yo, tan distante académicamente de mis pares pero que, aparte de gestor local, exhibía un impoluto curriculo integracionista. En efecto, nacido en hogar hispanista -vale decir, una corriente de opinión importante de la época que negaba la leyenda negra de la historia y además se enfrentaba con el malnacido de Domingo Faustino Sarmiento, el...

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