La gobernanza mundial y el derecho mundial en un mundo fragmentado.

AuthorSenghaas, Dieter
PositionOpinión

En una 'Breve historia del mundo globalizado del siglo XXI', título del libro exitoso aparecido en 2005 y traducido a varios idiomas, Thomas L. Friedman columnista del New York Times y autor de bestsellers sostiene que el mundo es plano (1). En efecto, algún elementos del mundo globalizante confirman en cierta forma esta perspectiva, como se comprueba en el rol y función de la Internet, en las cadenas globales de valor vía > o subcontratación, > e >, en la planificación digital de los ritmos de trabajo, así como en otros procesos que son objeto de organización global. Sin embargo, esta perspectiva, algo exagerada, resulta demasiado para describir adecuadamente o realizar un examen analítico del mundo real existente. Ello porque el mundo actual se caracteriza por grandes disparidades y situaciones problemáticas globales del más diverso orden.

UN MUNDO FRAGMENTADO

La estructura macroeconómica mundial se caracteriza por una extremada jerarquización y estratificación. Existe un vacío entre un centro de gravitación, que se distingue por la interconexión simétrica densa, y el >. Este centro de gravitación, constituido por el espacio que abarca la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que con una participación del 15% de la población mundial contribuye al 75% del producto bruto interno mundial, domina en todos los aspectos. En cambio, la estructura del resto del mundo --que representa la mayor parte de la población mundial-- se distingue por una interdependencia asimétrica que se traduce en una dependencia estructural frente a este centro de gravitación. Hasta ahora no hay otro centro de poder colectivo y coordinado que se le compare y se le oponga, ni siquiera a nivel regional. No obstante, se ha traído a discusión la aparición del llamado Grupo-BRIC, formado por Brasil, Rusia, India y China, como posible constelación de poder emergente que pudiese hacerle contrapeso al predominio de Estados Unidos y al espacio de la OCDE en su conjunto, así como a las organizaciones internacionales en que influyen decisivamente. Pero en vista de las realidades políticas mundiales prevalecientes aún, se trata aquí más bien de un deseo y no de un análisis serio.

En esta estructura mundial se perciben tanto a nivel global como en las sociedades en particular procesos de movilidad social ascendente (vgr. Asia del Este) y movilidad social descendente (vgr. África subsahariana). Mas estos adquieren grandes dimensiones cuando, al darse simultáneamente movilidad social ascendente y descendente, se llega a un vacío o disparidad absoluta entre ellas, como sucede entre la OCDE o Asia del Este en que se da la primera, y la África subsahariana, que se caracteriza por la segunda. Pero también en el caso individual de sociedades de movilidad social ascendente, como China, se presentan fragmentaciones internas de magnitud relativa o absoluta, que por lo general son de carácter geográfico o social. Incluso el mismo espacio de la OCDE está expuesto a las tendencias de fragmentación, aunque en medida moderada debido principalmente al éxito de una competencia desplazante en esferas productivas situadas por debajo de los sectores punta, ocasionada por países emergentes de movilidad social ascendente. Entales sociedades se va formando entonces un > de personas que en el mercado de trabajo ya no son productores ni consumidores, característica que ha sido siempre común en los llamados países del Tercer Mundo.

El diagnóstico sobre América Latina en los años sesenta y setenta, producto del debate acerca de la >, que revela la existencia de una fragmentación interna creciente producto de la integración en una economía mundial de estructura asimétrica (llamada >), se ha convertido en un fenómeno mundial, con la característica particular de que en esta oportunidad es escalonado.

CONTROVERSIA EN LA GOBERNANZA MUNDIAL

¿Qué consecuencias acarrea esta macroestructura para la gobernanza mundial y las ideas programáticas sobre el orden mundial? (2) Al respecto, cabe distinguir cuatro modelos:

  1. Imperio/hegemonía

    Una estructura jerarquizada y graduada, que muestra relaciones densas de los actores en su cúspide y una gran fragmentación de ellos en su parte inferior, provoca efectivamente ideas programáticas imperiales o hegemónicas sobre el orden mundial. Pero a diferencia de tiempos pasados, hoy estas ideas se asemejan más a fantasías irracionales de poder que a conceptos operativos realistas. A pesar de ello, ha habido intentos de poner en práctica una política de tal orientación, como se aprecia en el caso de Estados Unidos con la consigna de la >. Su fracaso es inevitable. La razón principal es que actualmente la movilización social de sociedades por separado y su consiguiente politización global --precisamente en la zona de fragmentación--, están demasiado avanzadas como para dar pie a una política imperial o hegemónica de este tipo que, al menos transitoriamente en tiempos pasados fue imaginable y fiable. Con todo, siguen existiendo > que son indispensables para una política imperial y hegemónica y que actúan a nivel local --como sucede con el régimen de Hosni Mubarak en Egipto para la política de Estados Unidos y Occidente. Pero estas > que se comprometen de esta manera se convierten también en blanco de una creciente resistencia política local. En la mayoría de los casos, solo se mantienen en el poder por un tiempo y gracias a una política de clientelismo financiada por el extranjero, sumada a un aumento de la represión, que agrava la situación política del lugar.

  2. Concierto multipolar de las potencias

    Otra idea sobre el orden mundial, que se entiende como realismo político, ve una posible solución al problema en una constelación de grandes potencias, que a su vez estarían formadas por potencias líderes regionales. Concepciones de este tipo consideran a Estados Unidos, la Unión Europea y los Estados del grupo BRIC como los guardianes privilegiados del orden político mundial. Pero estas potencias líderes regionales también están inmersas en la misma problemática en el sentido de que son aspirantes potenciales a una política imperial mundial, lo que significa recurrir a prácticas de dominación sobre Estados y pueblos que generalmente se encuentran en situaciones de cambio político, social y cultural, sin que tenga que ser más rentable hacerlo desde afuera. A ello se suma el hecho de que la conformación de nuevas constelaciones de poder ha provocado --por lo menos en la historia contemporánea actual-- una problemática llamada de transición del poder, esto es, una cons conflictiva entre una potencia anteriormente líder pero actualmente en vías de declinación y una nueva potencia en acenso que tiene posibilidades de acceder al poder (3); constelación que se está formando principalmente entre Estados Unidos y China y que es materia de intenso debate en ambos países. De momento se hace difícil anticipar una respuesta a la cuestión de si en la práctica esta problemática de crisis hegemónica adoptará realmente la forma de una relación...

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