La diplomacia del gas boliviano: integracion energetica y geopolitica en la region.

AuthorOrias Arredondo, Ramiro

El presente trabajo parte de la premisa de que el creciente potencial gasífero de Bolivia condiciona un nuevo patrón de inserción internacional, modificando sustancial y positivamente su rol económico-energético y diplomático-geopolítico en la región; más aún, frente al escenario hemisférico actual, caracterizado por la necesidad creciente de fuentes de energía limpia, estables, seguras y provenientes de la misma región.

Para Bolivia, país que en el último tiempo ha tenido un papel secundario en los procesos económicos y políticos de la región, las abundantes reservas certificadas de gas natural le representan consecuencias importantes para su rol internacional. Por una parte, se presenta la oportunidad de generar vínculos de cooperación e interdependencia energética con las principales' potencias regionales, los que, a su vez, le significan un incremento de su poder político relativo en la región y una mejora de sus posibilidades de gravitación geopolítica y gestión diplomática. Por otra parte, este potencial le representa también la ocasión de consolidar relaciones de interdependencia y equilibrio con sus vecinos, constituyéndose en eje de la integración energética de [a región y contribuyendo así a una mejor complementación económica con ellos.

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El 7 de agosto de 2001, en Sucre, al asumir la presidencia de la República, el Ing. Jorge Quiroga Ramírez decía en su mensaje a la Nación: "Hace más de doce décadas, en un conflicto limítrofe, los bolivianos perdimos territorio y nuestro acceso al Océano Pacífico. Hace más de seis décadas, en otro conflicto limítrofe, defendimos nuestras fronteras y preservamos el territorio boliviano que tiene más del 80% de nuestras reservas gasíferas. Hoy, por las reservas descubiertas --como respuesta a la apertura del mercado brasileño con el gasoducto-- podremos otra vez gravitar sobre el Pacífico. El gas es y será nuestro mejor Embajador, nuestro Canciller y nuestro mejor representante en el siglo XXI".

Estas frases ejemplifican y simbolizan el nuevo rol protagónico que Bolivia está llamada a desempeñar en los procesos de integración energética, política exterior y geopolítica regional.

En los últimos años, Bolivia vive un proceso de espectacular crecimiento de sus reservas certificadas de gas natural. De 5.6 trillones de pies cúbicos (TCF), de reservas probadas y probables en 1997, ha saltado al 1[grados] de enero de 2002 a 52.3 TCF y, si se incluyen las reservas posibles, llega a más de 77.2 TCF convirtiéndose así en la segunda potencia gasífera de la región, después de Venezuela, y en la primera de Sur América en reservas de gas no asociado y disponible.

Este potencial le permite al país cumplir y aun ampliar sus exportaciones de gas natural al Brasil, diversificar su producción e incursionar en otros mercados vecinos, y le abre la posibilidad cierta de llegar a mercados de ultramar. Para esto último, se está impulsando el Proyecto Pacífico LNG, verdadero megaproyecto de exportación de gas licuificado hacia la costa oeste de Estados Unidos y México por un puerto vecino del Pacífico, con una inversión de más de 6 mil millones de dólares de las empresas petroleras transnacionales más importantes del sector de los hidrocarburos.

Para comprender cabalmente este proceso, se examinarán primero las condiciones en que se desenvuelve el mercado energético mundial, la crisis de energía que viven los Estados Unidos y las tensiones en juego, para luego describir el papel que ha venido desempeñando en los procesos de integración energética en la región. Finalmente, se analizará cómo la articulación externa de los hidrocarburos condiciona la gravitación geopolítica del país en la región y en su margen de maniobra diplomática.

ENERGÍA Y GEOPOLÍTICA MUNDIAL

La energía es y ha sido uno de los principales vectores del desarrollo de las sociedades, de ahí su carácter estratégico para todas las naciones. Aunque relativamente abundantes, los recursos energéticos no son ilimitados. Desde el punto de vista económico son bienes escasos y, por tanto, su producción debe ser eficiente y su consumo, racional. Pero ello no siempre es así: en los últimos años el mercado energético internacional se ha caracterizado por desajustes temporales entre la oferta y la demanda, y esta insuficiencia relativa de los recursos a menudo produce fluctuaciones bruscas de los precios internacionales, situaciones definidas como crisis energéticas, que han sido habituales en la historia económica contemporánea.

En la actual economía globalizada, la generación, uso y aprovechamiento sostenible de energía ocupa un lugar clave en la agenda internacional. Así, el Club de Roma, en su informe Remodelando el Orden Internacional (1), hizo un extenso diagnóstico de los principales problemas que aquejan a la sociedad internacional: carrera armamentista, sobrepoblación, falta de seguridad alimentaria, destrucción del medio ambiente, desgaste mundial de los recursos naturales y las fuentes de energía y problemas en los sistemas de comercio y monetarios.

En la post Guerra Fría, el déficit energético, unido a estas otras variables, es una de las nuevas fuerzas que amenazan nuestro planeta y podrían llegar a causar inestabilidad y conflicto, convirtiéndose en una verdadera amenaza a la seguridad nacional de muchos Estados y a la estabilidad del orden internacional.

Si se analiza el balance energético por regiones, puede identificarse una serie de áreas, según el consumo y la producción de energía por países. El informe del Foro de la Industria Energética Española correspondiente a 1999 señala:

América del Norte es a la vez una de las áreas de mayor consumo energético y de producción variada. Lo primero se debe al descomunal peso del consumo de los Estados Unidos, que desequilibra el balance energético de la zona, dotada de ingentes recursos de carbón, petróleo, gas natural, hidroelectricidad y uranio.

Europa Occidental, cuya producción es insuficiente para cubrir sus amplias necesidades energéticas, precisa importar un porcentaje significativo (40%) de su consumo, fundamentalmente petróleo procedente de la OPEP.

El Pacífico industrializado (Australia, Corea del Sur y Japón) es también deficitario, debido al elevado consumo de Japón, país que no tiene demasiados recursos, aunque es importante productor de energía hidroeléctrica y nuclear. Últimamente, Australia ha surgido como gran productor y exportador de carbón, elevando algo las reducidas cifras de la zona que, como Europa Occidental, realiza masivas importaciones de crudo de la OPEP.

La ya desaparecida Unión Soviética ha sido (y Rusia sigue siendo) el mayor productor de energía y el segundo en consumo, y su excedente ha abastecido las necesidades de los países del este de Europa --durante décadas bajo la órbita soviética-- y ha exportado a occidente. Rusia es el país que cuenta con mayores recursos energéticos. Europa del este presenta saldo deficitario debido a su elevado nivel de consumo y a la falta de hidrocarburos.

Los países de OPEP, organización o cártel exportador de petróleo, tienen bajo consumo comparado con su enorme riqueza de hidrocarburos, que vende, sobre todo, a los países industrializados de occidente. Su papel como equilibrador del balance energético mundial es sencillamente clave.

Finalmente, el superávit energético de América Central y del Sur, que tienen bajos niveles de consumo y producción, no es muy importante pues, excluidos Venezuela y Ecuador, que son miembros de la OPEP, México, gran exportador de petróleo, que no pertenece a esa organización, desnivela el saldo hacia el lado positivo.

En cuanto a la evolución del abastecimiento mundial de energías primarias, el mismo Informe señala que los hidrocarburos, junto con el carbón, continúan ocupando la mayor participación relativa. En el caso de los hidrocarburos, aunque en términos absolutos el petróleo sigue siendo el principal producto, se observa una creciente tendencia al aumento de la participación del gas natural en el mercado energético, del 18,2% en 1973 al 23,2% en 1997, mientras que la del petróleo declinó de 47,3% en 1973 al 39,9% en 1997.

Para comparar mejor las perspectivas del gas natural y del petróleo, hay que señalar que las reservas petrolíferas están muy concentradas, pues dos tercios de ellas corresponden a cinco países que se asoman al Golfo Pérsico (Arabia Saudita 26%; Irak y Kuwait 10% cada uno; Irán y Abu Dhabi 9% cada uno). Otros países que tienen reservas importantes son Venezuela (6,3%), México (5,0%), Rusia (4,8%), y los Estados Unidos (3,1%). En su conjunto, los países de la OPEP tienen cerca del 80% del total. Desde el punto de vista de la producción, pese a que sus reservas son menores, hasta hace poco los Estados Unidos eran el principal productor de crudo, preeminencia que han ido perdiendo frente a Arabia, que hoy ocupa ya el primer lugar.

Por su parte, las reservas de gas natural también están desigualmente distribuidas en el mundo ya que Rusia (40%) y el Próximo Oriente y África (41%) concentran más de cuatro quintas partes del total mundial, concentración superior a la que se da en el petróleo.

Por otro lado, la producción de gas natural también está muy concentrada, destacándose los casos de Estados Unidos y Rusia, que en conjunto producen cerca de la mitad del total mundial.

La utilización de gas natural se ha desarrollado después de la del petróleo. El gas natural que surgía en casi todos los yacimientos petrolíferos se quemaba como residuo, ya que no se podía aprovechar debido a los problemas de almacenamiento y transporte. Como tiene gran poder calorífico, su combustión es regulable y produce escasa contaminación, en el último tiempo el uso del gas natural ha aumentado notablemente. La necesidad de nuevas fuentes de energía limpia, su abundancia fuera de los países árabes, el desarrollo de las técnicas de licuefacción de gas y la posibilidad de transportarlo por vía marítima, unidos a la eliminación de la necesidad de gasoductos, están...

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