El futuro de Israel y de Palestina tras el reconocimiento de ésta como «estado observador no miembro» en las Naciones Unidas

AuthorRomualdo Bermejo García - Carlos Ramón Fernández Liesa
PositionUniversidad de León y Universidad Carlos III de Madrid
Pages262-269

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  1. El reconocimiento de Palestina como «Estado Observador no Miembro» por la Resolución 67/19, de 29 de noviembre de 2012, de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido considerado como un gran triunfo diplomático, jurídico y político no sólo por los palestinos sino también por todo el mundo árabe e islámico en general, así como por todos aquellos Estados que votaron a favor, entre los cuales catorce son de la Unión Europea. Es más algunos países que se abstuvieron, como Alemania, Países Bajos, etc. Hicieron saber de una u otra manera que ya iba siendo hora de que israelíes y palestinos se pusieran a negociar una salida al conflicto de una vez por todas. Existía, pues, un cierto cansancio en algunos de estos países que, como Alemania, por razones de todos conocidas habían dado su apoyo a Israel en otras ocasiones, aunque también los Países Bajos, Italia o Polonia. Desde esta perspectiva, no es extraño que el Ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riyad al Maliki, haya considerado la votación en la Asamblea General, en la que 148 Estados votaron a favor y sólo nueve en contra, como un auténtico referéndum internacional sobre la causa palestina, aunque también señala que «el futuro de Palestina es un camino legal, más que un camino político» (http://internacional.elpais.com/internacional/2012/12/19/actualidad/1355927652_595).

    No es ésta sin embargo nuestra opinión. Que el reconocimiento de Palestina como Estado Observador no Miembro de las Naciones Unidas pueda ser considerado como un cierto éxito político no plantea serias dudas. Sin embargo, pensar que es un gran éxito jurídico tras el parón que se dio el año pasado a la solicitud presentada el 21 de septiembre de 2011 en la que se pedía que se admitiera a Palestina como Estado miembro de las Naciones Unidas es ser demasiado optimista, sobre todo si se contempla la situación sobre el terreno. Y es que hasta el mismo Al Maliki reconoce la complicada situación, al señalar lo siguiente: «Tras el reconocimiento de la Asamblea General de la ONU, trabajamos en dos líneas de actuación: una, interna, acabar con la división entre Cisjordania y Gaza y con el objetivo de celebrar elecciones conjuntas en breve; esa es la más importante. La otra prioridad es conseguir el apoyo de la comunidad internacional, en especial la UE y Estados Unidos, para reactivar el proceso de paz y entablar negociaciones directas con Israel» (Ibid, p. 2).

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    Este discurso optimista y esperanzador es el que se da para los medios, pero hay algo detrás que sigue preocupando a los palestinos. Y es que al margen de una gran retórica de victoria cuando surge algún conflicto con Israel y se llega a una tregua como la negociada tras la Operación «Pilar Defensivo» lanzada por el Estado hebreo tan sólo unas semanas antes de que se adoptara la Resolución 67/19, hay además, y esto es quizás lo peor, una cierta demagogia que rodea el conflicto palestino como ha apuntado el Prof. Ignacio Ruiz, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (http:// www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_495397/historico/37). Sin embargo, y a pesar de estos problemas que son conocidos, la vuelta a las Naciones Unidas de los palestinos no les debe hacer olvidar aquella Resolución 181(II) de 1947 que estableció el «Plan de Reparto» de Palestina para que se crearan dos Estados, uno judío y otro árabe, Plan que fue rechazado como se sabe por los árabes y que dio lugar a la primera guerra árabe-israelí de 1948-1949, durante la cual Israel tomó en torno a unos 8.000 km² de territorio de la parte reservada para que los palestinos crearan su propio Estado. Así, más de sesenta años después, los palestinos vuelven a pedir lo que ya se les había concedido. Evidentemente, todo hubiera sido distinto sin ese error histórico, aunque ahora hay que saber superarlo, cosa que está por ver, ya que varios grupos radicales palestinos siguen reivindicando todo el territorio de la antigua Pales-tina y la destrucción del Estado judío, entre ellos Hamás [véase Bermejo García, R.,

    Es Hamás una organización terrorista?

    , en Gutiérrez Espada, C. (dir.) y Cervell Hortal, M. J. (coord.), Nosotros y el Islám, Murcia, Diego Marín, 2012, pp. 8-45).

    Desde esta perspectiva es evidente que la Autoridad Nacional Palestina debe ser consciente de la responsabilidad que la Asamblea General le ha dado para gestionar correctamente la causa palestina. Y es que la Resolución 67/19 no reconoce, no puede hacerlo, la existencia de un Estado palestino desde un punto de vista jurídico, ya que esto es pura y simplemente el derecho del gobierno de un Estado frente a la entidad que quiere reconocer como tal, es decir como Estado, como clara y llanamente se ha expuesto en relación precisamente con Palestina (véase De Rivière, N. Y Gorjestani, T., «La question de la Palestine aux Nations Unies et dans les organisations internationales», RGDIP, 2012, pp. 549 y ss.).

  2. Evidentemente, los palestinos quieren sacar el máximo provecho del triunfo diplomático recogido en la Asamblea General de las Naciones Unidas pues piensan que están ya más cerca de la creación de Palestina como Estado independiente. Además, piensan que hoy en día existe una corriente de simpatía nunca conocida hasta ahora que llevó a muchos europeos a apoyarles en las Naciones Unidas, de forma que incluso hasta Alemania le ha negado esta vez el sí a Israel. En nuestra opinión, los palestinos deberían mitigar un poco ese optimismo por dos razones: la primera es que no se sabe hoy en día a ciencia cierta los efectos que va a tener sobre el terreno, y si la reciente tregua pactada con Hamás se consolida o no; la segunda es que por mucho que esta vez hayan cosechado un relativo triunfo en Europa (decimos relativo porque doce países se abstuvieron en la votación, es decir Alemania, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Países Bajos, Polonia, Reino Unido y Rumania, mientras que la República Checa votó en contra) esto no tiene un gran significado para el desarrollo del conflicto, pues como reconoce el propio Ministro de Asuntos Exteriores palestino, Al Maliki, a pesar del sostén europeo, «sin los Estados Unidos no se puede mover ficha» (http://internacional.elpais.com/internacional/2012/12/19/actualidad/1355927652_595). Incluso en algunas cuestiones, nos atrevemos a decir que los Estados Unidos no tienen «barra libre», como ha demostrado Netanyahu a Obama en estos años pasados con la cuestión de los asentamientos. Y es que se quiera o no reconocer, Israel tiene trazadas determinadas líneas existenciales

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    que hace valer también frente a los...

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