La familia, instrumento de gestión ambiental

AuthorVanessa E. Gil Rodríguez de Clara
ProfessionInstituto CEU de Estudios de la Familia. Profesora Adjunta del Departamento de Derecho Privado, Área de Derecho Civil, de la Facultad de Derecho en la Universidad CEU San Pablo
Pages193-199

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I El desarrollo humano y el orden de la naturaleza

El hombre es el rey de la creación visible y dueño de las realidades temporales, administrador solidario y usuario responsable, de todos los bienes creados; labor que desempeña en el ejercicio de su trabajo.

Sin embargo, el orden que regula el funcionamiento de la naturaleza es un orden preestablecido por su Creador, regulador del cosmos y de la humanidad y en cuyo conocimiento el hombre se adentra poco a poco, mediante el progreso científico y tecnológico.

La inteligencia del hombre le sitúa en un plano de supremacía sobre el universo material, que le permite alcanzar el necesario bienestar material y espiritual, gozar de la felicidad temporal y usar libremente de los medios necesarios que le hacen merecedor de la salvación eterna.

La acción humana y su injerencia sobre la naturaleza no es, siguiendo este orden, rechazable. Al contrario, la ciencia y la técnica son en sí mismas positivas por proceder de la inteligencia con que Dios ha dotado al hombre, quien acrecienta su responsabilidad en la medida en que conquista la naturaleza. Debe ejercer su libertad conforme a lo que aquella es, de lo contrario, la naturaleza beneficiará o perjudicará al hombre, proporcionalmente a la injerencia recibida. La intervención del hombre debe ser conforme a lo que naturaleza y sus criaturas son, lo que requiere una rectitud en la acción humana.

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II El desarrollo humano como factor principal del cambio climático

Actualmente, la relación del hombre con su entorno se ha quebrado. Por ello, debemos cuestionarnos qué es lo que provoca la crisis en la relación hombre-medio ambiente.

Existe una corriente muy arraigada, que surge y se extiende en las Conferencias de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente. En 1992, se elaboran diversos programas de «sostenibilidad ecológica», en la Conferencia de Río de Janeiro, que implantan medidas de alcance global y entre ellas los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio1. El séptimo objetivo, con el que se persigue garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, ante el continuo aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, que acrecientan el problema del cambio climático, se invita a los gobiernos a implantar un nuevo sistema político y económico de carácter global. Este sistema se fundamenta sobre la falsa premisa que considera el desarrollo humano, el factor principal que origina el cambio.

Estos objetivos han sido periódicamente revisados y actualizados. En la Cumbre de Copenhague, celebrada entre el 7 y el 18 de diciembre de 2009, el compromiso acordado no es vinculante y responde a una mera declaración de intenciones, que negocian EEUU, China, India y Sudáfrica, frente al descontento mayoritario del resto de países. El compromiso económico, alcanza la determinación de una financiación que los países ricos destinarán a la mitigación y adaptación al cambio climático de las naciones en desarrollo2.

La declaración de intenciones que propone China, la lidera su Viceministra de la Comisión Nacional de Población y Planificación Familiar de la República Popular de China, Zhao Baige, quien establece una relación directa entre las emisiones de Dióxido de Carbono y el factor población. Asimismo, manipula el Informe 2009 sobre el Estado de la Población Mundial realizado por la ONU, para consolidar una interesada teoría, en virtud de la cual el incremento de la población ha sido el responsable del incremento de las emisiones3. Pretende dirigir la conducta social hacia el modelo adoptado por esta

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nación según el cual la política de planificación familiar, China ha logrado evitar 400 millones de nacimientos, ahorrando así la emisión de más de 18 millones de toneladas de CO2 cada año.

La falta de unanimidad conlleva que entre las medidas adoptadas se permita a los países emergentes -China, India, Brasil, Sudáfrica...- que moderen el ritmo de sus emisiones de CO2, pero con límites autoimpuestos, en virtud de los cuales se controlarán sus progresos respetando «su soberanía nacional». La política de planificación familiar de China, si bien no se impone como medida de control frente a las emisiones, tampoco se prohibe.

La intervención de EEUU, omite la injerencia del crecimiento de la población en el cambio climático, pero tampoco se opone a la propuesta China. No obstante, la omisión de sus consideraciones, no impide suponer la actuación de EEUU. Su Presidente, Barack Obama, treinta y cinco años después de que el Tribunal Supremo fallara en el caso ‘Roe contra Wade’4, manifiesta que: nunca como ahora ha sido tan importante proteger el derecho a decidir. Durante toda mi carrera he sido un partidario constante y fuerte de la justicia reproductiva, y he compartido al cien por cien los puntos de vista de ‘Planned Parenthood’ y de la ‘Liga Norteamericana por el Derecho al Aborto»5. Por lo que, si se consolida como teoría garantista de la sostenibilidad del medio ambiente la planificación...

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