La politica del enfrentamiento: la Intifada, entre violencia y negociaciones.

AuthorSnajder, Mario
PositionConflicto arabe-israeli

Desde fines de septiembre del 2000, israelíes y palestinos se enfrentan en una nueva secuencia de violencia, matizada periódicamente por intentos de establecer un cese de fuego y negociar una salida del enfrentamiento, como prólogo a un posible retorno a negociaciones de paz. Ríos de tinta se han vertido sobre esta secuencia del conflicto palestino-israelí y las imágenes comunicadas a través de la prensa electrónica han generado muchas opiniones, sin que, en general, se haga demasiado hincapié en el análisis y la comprensión de los factores que integran el problema. En estas páginas, intentaremos presentar una visión crítica y analítica de los hechos, aportando elementos que quizás contribuyan a una mejor comprensión de los procesos que vive esta parte del conflicto del Medio Oriente. El punto de partida de los enfrentamientos denominados Intifada Armada o Intifada al Aqsa se encuentra en la visita de Ariel Sharon, entonces jefe de la oposición al gobierno --líder del Likud-- en el parlamento israelí -Knesset-- al Monte del Templo-Haram al Shariff, el 28 de septiembre del 2000. Esta visita, percibida por núcleos palestinos como una provocación, fue la chispa que encendió la ola de disturbios que se transforma en el enfrentamiento continuo entre israelíes y palestinos, a partir de esa fecha.

Aunque es cierto que la visita de Ariel Sharon al Monte del Templo fue coordinada de antemano con los personeros de seguridad de la Autoridad Palestina, quienes aseguraron que era factible si se mantenía como un hecho restringido al derecho israelí de visitar la zona sacra para el Islam, la interpretación popular, alimentada por la agitación de círculos religiosos islámicos extremistas, fue distinta. Las manifestaciones que sucedieron a la visita tomaron rápidamente el carácter de rebelión popular palestina contra Israel.

¿GUERRA DE RELIGIÓN?

Aquí hay que agregar un elemento muy importante que identifica esta ronda de violencia. Si bien el conflicto es definido como intercomunitario hasta 1948 y, desde el establecimiento de Israel como Estado soberano, como internacional, hay que tener en cuenta que incluía desde sus inicios un componente religioso.

Tenemos que tomar en cuenta que ya a partir de los años veinte, el componente religioso de la modernidad política en el Medio Oriente se convierte en uno de los factores decisivos de la política en las diversas áreas de la zona. En 1929, el Sheik Hassan el Banna funda en Ismailia la Hermandad Musulmana, cuya influencia se hace sentir más allá de las fronteras de Egipto hasta el día de hoy y que, desde entonces, no deja de competir por el poder en su propio país (1). Por otro lado, Haj Amin el Husseini, hijo de una de las principales familias árabes de Jerusalem, fue nombrado Gran Mufti de esta ciudad por las autoridades británicas en 1921 y elegido líder del Supremo Consejo Musulmán Palestino en 1922. Durante los años veinte se convierte en la principal autoridad política de los árabes palestinos, elaborando ideología y políticas que mezclan elementos religiosos musulmanes de rechazo a la modernidad, representada por el Mandato Británico, así como por la presencia sionista en Palestina. Más adelante dirigirá la huelga general y revuelta palestinas (1936-1939), en los mismos términos, en forma cada vez más acentuada y se aliará al fascismo italiano y al nazismo alemán en la II Guerra Mundial, sufriendo un rápido eclipse político tras la derrota palestina en 1948 (2).

La mención de al Banna y al Husseini como líderes que combinan legitimidad y autoridad de carácter tanto social como político y religioso sirve para reflejar parte de los dilemas de modernización política de un Medio Oriente en el cual los modelos occidentales de Estados dinásticos modernos y Estados-nación republicanos fueron implantados con mucha rapidez, sobre sociedades básicamente tradicionales en las que la principal fuente de autoridad y legitimidad seguía siendo la religión. De aquí que no debamos extrañarnos cuando frente a procesos de crisis, los elementos religiosos, mezclados con los de modernidad occidental, se articulan proponiendo soluciones mal definidas, desde el punto de vista conceptual, como fundamentalistas y que se describen mejor como expresiones del Islam Radical o extremismo islámico (3).

Sin entrar en un análisis detallado, señalaremos sólo algunos hitos de la centralización del Islam Radical en la política del conflicto israelí-palestino. En la parte palestina, a partir de 1979 --período en que se establece la República Islámica en Irán-- y especialmente desde el comienzo de la primera Intifada, a fines de 1987, tal componente religioso del conflicto fue adquiriendo mayor importancia. Los incidentes masivos provocados en septiembre de 1996, tras la apertura de un túnel de la época herodiana a lo largo del Muro de los Lamentos (que es a su vez el parapeto exterior del Monte del Templo-Haram al Sharif), lo pusieron de manifiesto. El estallido de la Intifada al Aqsa, tal como lo denota su nombre, centraliza nuevamente el elemento religioso, presente en actitudes palestinas anti-israelíes, que a través de propaganda y hechos, a veces cobran un claro carácter anti-judío general, en términos de conflicto religioso.

La terminología de Hamás y Jihad Islámica resalta el elemento de "guerra de religión", al punto que se hace difícil diferenciar entre la parte `nacional' y la parte `religiosa' del conflicto. En este sentido, debemos mencionar la apreciación de Rodríguez Elizondo cuando se refiere a las "raíces abrahámicas" de Israel. Al señalar la importancia de la dimensión cultural religiosa, el autor mencionado aporta un elemento analítico que, sin disminuir el impacto de los factores modernizadores, presentes tanto entre israelíes como palestinos, dan al conflicto entre estas partes un substrato mucho más profundo y difícil de resolver, en términos políticos modernos (4). Por otro lado, en términos de nacionalismo israelí, está claro que desde 1967, la centralidad del elemento religioso quedó establecida al declararse la "necesidad" de crear asentamientos en Cisjordania, a partir de las promesas bíblicas referentes a la Tierra Prometida. La actividad posterior de Gush Emunim --Bloque de Creyentes-- y los grupos seguidores de la ideología extremista del Rabino Meir Kahana, son elementos que corroboran la tesis de que la confrontación israelí palestina es un conflicto nacional-religioso.

EL ASPECTO ISRAELÍ INTERNO DE LA INTIFADA

Contribuyó en forma notoria a alimentar e intensificar los disturbios el que la policía israelí no estuviera preparada para contener a los manifestantes. Esto, en situaciones de peligro para sus agentes, la obligó a recurrir una y otra vez al uso de armas de fuego en los primeros días de la Intifada Armada. Las manifestaciones se extendieron rápidamente y pronto comenzaron a participar ciudadanos árabes-israelíes, apoyando a su connacionales --pero no conciudadanos-- palestinos. El resultado fue que los choques causaron la muerte de 13 jóvenes árabes-israelíes y la fractura entre los dos grandes grupos poblacionales en Israel se profundizó y agudizó.

Aquí también hay que tener en cuenta que más allá de los elementos nacionalistas palestinos, siempre presentes en la cultura árabe-israelí, el renacimiento islámico de la última década ha sensibilizado notoriamente al árabe-israelí en todo lo que respecta a los sacros lugares. Es así que el acceso y el monopolio de culto islámico en el Monte del Templo-Haram al Sharif son temas muy discutidos y de alta sensibilidad en el seno de la población árabe en Israel. El alto número de víctimas y la violencia de los enfrentamientos entre este sector y la policía, por los motivos ya citados --nacionales palestinos y religiosos islámicos, fuertemente entremezclados-- no podían sino generar fuertes demandas políticas por parte del sector árabe-israelí. Si a esto se agregan las frustraciones que esta minoría ha acumulado desde el establecimiento de Israel como Estado soberano, en el que la población árabe es minoritaria y ocupa los estratos socioeconómicos más bajos, está claro que la explosión y sus resultados impactaron en forma violenta en el escenario político israelí.

Ante el clamor del sector árabe-israelí, las autoridades establecieron la Comisión Orr, encargada de clarificar los hechos que provocaron la muerte de las trece víctimas antes mencionadas. Esta Comisión, a la que se le atribuyeron facultades de investigación jurídica, es presidida por el juez Theodore Orr y sus miembros serían el conocido orientalista y ex-embajador de Israel en Jordania, profesor Shimon Shamir y el juez Sahal Jarah, de Nazareth, más tarde reemplazado por el juez Hashem Hatib (5). Muchos expertos en Israel consideraron que el ahondamiento de la fractura árabe-judía en Israel misma es, quizás, el más grave resultado del estallido de la Intifada al Aqsa en septiembre-octubre del 2000.

La violenta represión de manifestantes `árabes' --ciudadanos israelíes pero claramente identificados por sus orígenes socioculturales y aun nacionales como palestinos-- que causó trece muertos entre éstos, creó una situación política peculiar en la que gran parte del voto árabe no participó en la elección israelí de febrero...

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