Efectos de la inoculación al estrés sobre la percepción de estresores en personas que viven con VIH

AuthorMónica Teresa González Ramírez/René Landero Hernández
Pages141-160

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Introducción

Ballester (2003) señala que son pocos los programas de intervención psicológica dirigidos a personas que viven con VIH o sida, aunque todavía son más escasos los trabajos en los que se reportan datos respecto del grado de eficacia de esos programas sobre variables clínicas relevantes, que incluyen la reducción de los niveles de carga viral y el incremento de los linfocitos CD4+, fundamental-mente. En este trabajo se presentan los resultados de una intervención conducida a lo largo de ocho sesiones, en la cual se buscó reducir la percepción del estrés con base en el adiestramiento en inoculación del estrés. Se incluye, asimismo, información sobre el estrés psicológico y el estrés percibido: estresores en general y estre-sores en personas que viven con VIH o sida.

Estrés psicológico y estrés percibido

En diferentes áreas de la psicología resulta de especial interés el estudio del estrés. Una de ellas corresponde a la de los efectos del estrés en la salud, y en particular

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sobre el sistema inmune. Para dicho propósito se han conducido numerosos estudios enfocados a analizar dicha relación; una síntesis de muchos de estos estudios se puede encontrar en el metaanálisis realizado por Segerström y Miller (2004), en el cual incluyeron la revisión de más de 300 artículos empíricos, cuyos resultados llevaron a los autores a la conclusión de que el estrés altera el funcionamiento del sistema inmune.

La forma en la que el estrés actúa sobre dicho sistema es la siguiente: cuando una persona percibe una situación como estresante hay una activación del eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal, con liberación de la hormona corticotrópica (ACTH), estimulando así a las glándulas adrenales, que liberan una enorme cantidad de hormonas, sobre todo catecolaminas (adrenalina) y glucocorticoides como el cortisol; éstas provocan la activación del sistema nervioso simpático y una supresión de la respuesta inmune (Hassig, Liang y Stampfli, 1996). A través de la inhibición de los linfocitos para la producción de interleucina 2 (IL-2) y de inter-ferón ? (IFN-?) se disminuye la capacidad del organismo para contener las bacterias y virus, lo que trae consigo un aumento en la susceptibilidad a las infecciones (Hassig et al., 1996).

En las personas que viven con VIH o sida, el estudio sobre el efecto del estrés en la progresión clínica de la enfermedad como tal es importante, sobre todo si se tienen en cuenta las investigaciones en las que se ha comprobado la relación estrecha entre el estrés psicológico, los trastornos emocionales y un estilo pasivo de afrontamiento, con el incremento en comportamientos de riesgo (i.e., sexo no protegido y uso de drogas) y con la rápida progresión del sida como tal (Grassi, Rigui, Sighinolfi, Makouni y Ghinelli, 1998).

Al respecto, Evans et al. (1997), quienes condujeron una investigación que contó con la participación de 93 personas con VIH sin sintomatología, encontraron que entre más severo era el estrés mayor era el riesgo de progresión de la enfermedad. Leserman et al. (1999), en una muestra de 82 hombres infectados con VIH sin síntomas de sida, relacionaron el deterioro en la inmunidad con síntomas de depresión y estrés severo, y adicionalmente relacionaron la progresión del sida con acontecimientos vitales estresantes (35% de los pacientes evolucionó durante el estudio). Asimismo, Glaser, Rabin, Chesney, Cohen y Natelson (1999) encontraron que variables psicológicas como el estrés o la depresión pueden predecir la disminución de los linfocitos CD4+, la progresión del sida e incluso la muerte.

El estrés puede ser producto de diferentes situaciones, no obstante que hoy en día se sabe que no todas las personas valoran de la misma manera cada situación, motivo por el cual se habla de estrés percibido, de acuerdo con la caracterización propuesta por Lazarus y Folkman (1984). Lazarus (2000) menciona que es

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inapropiado definir al estrés psicológico como estímulo o suceso provocador (el estresor) o como respuesta o reacción (reacción orgánica generada por el estresor).

Asimismo, Lazarus y Folkman señalan que el estrés no debe ser considerado exclusivamente como un evento externo, del cual la persona es víctima; en un sentido opuesto, definen al estrés psicológico como una relación particular entre la persona y su entorno, que es evaluado por la propia persona como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar.

Con base en lo anterior, para que se produzca una respuesta de estrés se requieren condiciones internas y externas, cuya relación entre ambas potenciará su aparición, en conjunto con determinadas características personales. Esto explica por qué cada persona puede responder de manera diferente ante un mismo estímulo y según su historia, experiencias y características individuales, interpretar y afrontar de modo distinto cada situación (Taboada, 1998).

Parte importante de la definición transaccional de estrés es la evaluación que la persona hace de la situación; en otras palabras, no sólo hay sobreactivación biológica del organismo, sino que también se hace una valoración cognoscitiva. Por lo tanto, el estrés es un proceso que involucra características personales, la forma en la que se evalúan las posibles amenazas o estresores y los recursos personales de que dispone para hacerles frente (Lazarus, 2000).

En el modelo de Lazarus y Folkman se define al estrés como un sistema de procesos interdependientes, incluida la evaluación y el afrontamiento, que median en la frecuencia, intensidad, duración y tipo de respuestas psicológicas y somáticas; este modelo enfatiza el papel activo de la persona ante los procesos de estrés. Por lo tanto, no sólo decide qué es estresante mediante ciertos procesos perceptivos, sino que además, una vez identificada la fuente de estrés, puede transformarla a través de diferentes estrategias de afrontamiento (Peñacoba y Moreno, 1999). Ésta es la base del adiestramiento en inoculación al estrés que será explicado posteriormente.

Estresores

Las situaciones estresantes o estresores son acontecimientos emocionales intensos; también se conocen como sucesos o eventos vitales, que se refieren a circunstancias que requieren un ajuste por parte de las personas debido a cambios en su entorno (Peñacoba y Moreno, 1999). Los sucesos vitales son considerados habitualmente como acontecimientos no planificados o imprevistos, perjudiciales tanto física como psicológicamente. Generalmente se trata de vivencias inevitables y las personas que los sufren no suelen disponer del tiempo deseado para su prevención o

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para prepararse a enfrentarlos (Sandín, Chorot, Santed y Valiente, 2002). Los acontecimientos son valorados como estresores cuando son percibidos como un aspecto saliente y molesto en la calidad de vida de la persona; tal concepción del estresor enfatiza la experiencia individual subjetiva (Peñacoba y Moreno, 1999).

Al considerar la relación de los eventos vitales con la salud, éstos pueden ser entendidos como factores predisponentes y precipitantes. Las primeras están constituidas generalmente por sucesos ocurridos durante la infancia (maltrato infantil y pérdida de algún padre, entre otros), mientras que los factores precipitantes son más bien cambios vitales recientes, normalmente ocurridos durante los dos últimos años (por ejemplo, separación matrimonial, pérdida del empleo y despido laboral, por mencionar algunos) (Sandín, 2003).

Los sucesos suelen diferenciarse de otros estresores sociales más recurrentes y duraderos que actualmente se definen como estrés crónico (Sandín, 2003). Los estresores sociales crónicos consisten en problemas, amenazas y conflictos relativamente duraderos que la mayor parte de la gente enfrenta en su vida diaria. Muchos de estos estresores crónicos se relacionan con los principales roles sociales, como por ejemplo dificultades en el trabajo, problemas de pareja o complicaciones en las relaciones entre los padres y sus hijos.

De acuerdo con el planteamiento de Lazarus y Folkman (1984), considerar una situación como fuente de estrés dependerá de la valoración que haga la persona de dicha situación; puede ser que para determinadas poblaciones haya estresores comunes. Así, existen esfuerzos por medir estresores en poblaciones específicas, como el cuestionario desarrollado por Peñacoba y Moreno (1999) para evaluar estresores en estudiantes universitarios. En el presente estudio se expone una propuesta de un inventario de estresores para las personas que viven con VIH o sida.

Estresores para personas con VIH


Las personas con VIH generalmente reportan altos niveles de estrés (Sikkema, 1998), ya que en la adquisición y evolución de la infección se producen varias situaciones capaces de facilitarlo. Sobre el particular, Bayés (1995) plantea las siguientes:

• Cuando la persona ha practicado algún comportamiento de riesgo y cree estar infectada.

• Cuando considera realizarse el examen para la detección del VIH y al tiempo de esperar el resultado.

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• Al momento del diagnóstico de seropositividad.
• Cuando se plantea la necesidad de comunicarlo a la familia.
• Cuando la persona percibe o cree percibir un trato diferente por la enfermedad.
• Cuando oye hablar del sida.
• Cuando percibe cualquier sintomatología que suponga el desarrollo del sida.

Además de las anteriores situaciones generadoras de estrés, Schneiderman, Antoni e Ironson (1998) agregan el costo del medicamento, mientras que Sikkema (1998) menciona que uno de los acontecimientos más estresantes para las personas que viven con VIH o sida es la muerte de la pareja, un familiar o un amigo por sida. Esto último sin considerar la situación laboral, la vida sexual y la comunicación del diagnóstico a la pareja sexual.

Asimismo, Bayés, Comellas, Lorente y Viladrich (1998)...

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