RICHER, Edmond; Del Poder Eclesiástico & Político, 1612

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La Iglesia tiene una política monárquica, instituida con un fin sobrenatural, manejada por un gobierno aristocrático por el Soberano Pastor de las almas nuestro Señor Jesucristo, Caen.

(1560-1631)

[...] 5. La Iglesia y el Estado se distinguen en su gobierno. El Estado es monárquico, lo que se reporta a la unidad y al orden y a la

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ejecución eficaz de las reglas y ordenanzas. Pero en la Iglesia el gobierno es aristocrático, [...] porque la Iglesia está regida por reglas y no por un poder absoluto.

6. El poder infalible de discernir o constituir las reglas, pertenece a toda la Iglesia, que es la columna [2] donde se apoya la Verdad, no sólo en San Pedro, lo que se demuestra por las prácticas de la Iglesia. [...]

[5] 8. La frecuente asamblea de los Concilios es simple y absolutamente necesaria para conducir mejor y más santamente la Iglesia y decidir en qué casos las bulas y las decretales de los soberanos pontífices son obligatorios.

9. Al igual que [para decidir] hasta donde se extiende la plenitud del poder del Papa y en qué casos puede dispensar cánones y codicilos.

10. Aunque la Iglesia tenga un jefe único esencial, sin embargo en lo relativo al gobierno del Estado el cargo del Papa es distinto de aquel del príncipe político.

11. En vista de que la Iglesia no tiene ni territorio, ni derecho de espada según Jesucristo, y que está instituida solo para un fin sobrenatural y espiritual juzga de los medios necesarios para la beatitud únicamente por persuasión y dirección...