Informe sobre el trabajo en el mundo 2008 - Desigualdades de renta en la era de la globalización financiera

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GINEBRA - A pesar del enorme crecimiento económico que ha creado millones de puestos de trabajo nuevos desde comienzos del decenio de 1990, la desigualdad en los ingresos ha crecido de manera espectacular en casi todas las regiones del mundo y se espera que aumente debido a la actual crisis financiera mundial, según un estudio nuevo1 publicado por el Instituto Internacional de Estudios Laborales (IILS), sección de la OIT dedicada a la investigación.

Raymond Torres, Director del Instituto, afirma que la promoción de la Agenda de Trabajo Decente ayudará a hacer frente a las consecuencias sociales de la crisis.

La crisis financiera afecta al mundo del trabajo...

La crisis financiera que se fue desarrollando durante el último año y estalló en agosto representa una de las mayores amenazas para la economía mundial en la historia moderna. La crisis del crédito y el colapso del mercado de valores comienzan a afectar las decisiones de inversión de las empresas, así como los ingresos de los trabajadores y el empleo. Algunas economías desarrolladas están prácticamente en recesión y el desempleo está aumentando. El crecimiento económico de las economías emergentes y de los países en desarrollo ha disminuido, en algunos casos de manera significativa.

Los esfuerzos para superar la crisis actual son, por supuesto, bienvenidos, y en principio, deberían ayudar a evitar otra Gran Depresión. Pero si bien las medidas de rescate del sector financiero son importantes, también lo es abordar la dimensión estructural de la crisis.

Como muestra este Informe sobre el trabajo en el mundo, el incremento en la desigualdad de ingresos que se produjo antes de la crisis es especialmente relevante en este aspecto.

...y se produce cuando la desigualdad de ingresos está aumentando...

Mientras el coste de las medidas para rescatar el sistema financiero recaerá sobre todos, los beneficios del precedente período de expansión estaban distribuidos de manera desigual.

Entre principios de los años 90 y mediados de los 2000, cerca de las dos terceras partes de los países sobre los que hay datos disponibles, el ingreso total en los hogares de altos ingresos se expandió con mayor rapidez que el de los hogares con bajos ingresos. En otras dimensiones de la desigualdad de ingresos se observan tendencias similares, por ejemplo los ingresos de la mano de obra frente a los beneficios, o los altos salarios frente a los sueldos de los trabajadores pobremente retribuidos. En 51 de los 73 países sobre los que existen datos, el porcentaje de salarios en el total de ingresos ha disminuido en las últimas dos décadas.Además, durante el mismo período, la brecha entre el 10% de los asalariados con ingresos más altos y el 10% con los más bajos aumentó en el 70% de los países sobre los que hay información.

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Este fue un período de crecimiento económico relativamente rápido y de sostenida creación de empleo. En 2007, el empleo mundial fue casi un tercio suprior que en 1990. En resumen, los ingresos del período de expansión, que finalizó en 2007, beneficiaron más a los grupos de altos ingresos que a los de ingresos medios y bajos.

... a un ritmo que probablemente ha sido excesivo

Una mayor desigualdad de ingresos puede ser útil, pues puede estar relacionada con mayores retribuciones al esfuerzo en el trabajo, a la innovación y al desarrollo de cualificaciones. Lo cual mejoraría las perspectivas económicas para todos, ricos y pobres.Al contrario, una diferencia más reducida en los ingresos podría afectar las perspectivas laborales, por ejemplo porque el mercado laboral no sería lo suficientemente atractivo para algunos trabajadores. Además, una desigualdad demasiado pequeña de los ingresos podría debilitar los incentivos para asumir riesgos o invertir en capital humano y, por lo tanto, afectaría de manera negativa las perspectivas de crecimiento económico.

Sin embargo, existen casos en los que una mayor desigualdad en los ingresos sería socialmente perjudicial y económicamente problemática.

Los estudios muestran que el conflicto social crece cuando se percibe que las desigualdades aumentan de manera excesiva. El apoyo de la sociedad a las políticas que favorecen el crecimiento disminuiría si los grupos de trabajadores con bajos ingresos y la clase media perciben que estas políticas hacen poco para mejorar su situación o la de sus familias, mientras que benefician a los grupos de altos ingresos. Las encuestas apuntan a una disminución de la tolerancia entre los entrevistados sobre la creciente desigualdad.

El informe muestra además que, antes de la crisis financiera, ya había señales que sugerían que las tendencias de la desigualdad de los ingresos eran insostenibles.

Frente a la fuerte moderación de sus salarios, los trabajadores y sus familias se endeudaron cada vez más para poder hacer frente a sus decisiones de inversión inmobiliaria, y algunas veces también a las decisiones relacionadas con el consumo. En algunos países esta situación sostuvo la demanda de los hogares y el crecimiento económico, y fue posible gracias a las innovaciones financieras. Sin embargo, la crisis puesto de manifiesto los límites de este modelo de crecimiento.

Por lo tanto, es fundamental para quienes están a cargo del diseño de políticas, garantizar que la desigualdad de los ingresos no aumente en exceso. Al mismo tiempo, cualquier acción en este ámbito debería tener en cuenta la necesidad de contar con un empleo sostenible. El informe muestra que es posible alcanzar tanto el objetivo del empleo como el de limitar desigualdades excesivas.

Los modelos de desigualdad reflejan, en primer lugar, un proceso de globalización financiera que ha intensificado la inestabilidad económica...

El Capítulo 2 del informe muestra que la globalización financiera -consecuencia de la desregulación de los flujos internacionales de capitales - es una causa importante de la desigualdad de ingresos.

Se esperaba que la globalización financiera ayudaría a mejorar la asignación de los ahorros y, por lo tanto, estimularía el crecimiento económico, flexibilizando al mismo tiempo las restricciones del crédito y mejorando las perspectivas de ingresos de los grupos de bajos ingresos.

Sin embargo, la globalización financiera no logró contribuir al aumento de la productividad mundial ni al crecimiento del empleo. Es más, la globalización financiera ha intensificado la inestabilidad económica. En los años 90, las crisis del sistema bancario fueron diez veces más frecuentes que a finales de los turbulentos años 70.

El coste de este aumento en la inestabilidad, por lo general, lo pagan con creces los grupos de trabajadores con bajos ingresos. Experiencias anteriores sugieren que la pérdida de empleos ocasionada por las crisis del sistema financiero fue especialmente grave, con efectos más duraderos en los grupos más vulnerables. También se puede prever que el desempleo aumente como resultado de la caída de las inversiones y esto puede intensificar aún más las desigualdades de los ingresos. Es más, la globalización financiera ha reforzado la tendencia decreciente del componente salarial en la mayoría de los países. Por otraPage 57 parte, la globalización financiera ha tenido un efecto disciplinario sobre las políticas macroeconómicas, tanto en los países desarrollados como en los países emergentes.

Por lo tanto, en materia de políticas no es necesario ir hacia una cada vez mayor liberalización financiera pero tampoco hacia el aislamiento. Existen diversas opciones para alcanzar un "camino intermedio". Es importante que los gobiernos consideren el impacto social de cada una de ellas. Es importante adoptar un enfoque prudente sobre la globalización financiera, en particular en aquellos países en los que los mercados financieros no están lo suficientemente desarrollados y donde los mecanismos de supervisión son débiles, como en muchos de los países en desarrollo. Pero en todos los países, es esencial reforzar el control prudencial con el objetivo de reducir la asunción de riesgos irresponsable por parte de algunos actores financieros. En realidad, existe un problema de "riesgo moral" en el hecho que estos actores perciban todos los beneficios de posiciones financieras arriesgadas, mientras que las pérdidas ocasionadas por estas operaciones son en parte transferidas a la sociedad y a los contribuyentes. La acción coordinada entre países también podría desempeñar un papel importante.

...en segundo lugar, aumentos desproporcionados en los salarios de los ejecutivos con respecto al rendimiento real de la empresa...

La evolución de la gestión global de las empresas también ha contribuido a la percepción de una excesiva desigualdad de los ingresos. Un hecho fundamental ha sido la utilización del llamado "sistema de retribución basado en el rendimiento" para ejecutivos y directores.

El resultado ha sido un excesivo aumento del salario del personal de dirección. En Estados Unidos, por ejemplo, entre 2003 y 2007, el salario de los gerentes ejecutivos creció en términos reales un 45%, en comparación con un aumento de 15% en los salarios de los ejecutivos no directivos, y un crecimiento de menos del 3% del salario del trabajador medio. Por lo tanto, en 2007 el gerente ejecutivo medio de las 15 mayores empresas de EE.UU. percibió un sueldo 500 veces más elevado que el del empleado medio de ese país, en comparación con una diferencia superior a 300 veces en 2003.Modelos similares pueden observarse en otros países como Alemania, Australia, Hong Kong (China), Países Bajos y Sudáfrica.

Más importante aún, estudios empíricos muestran efectos muy modestos, cuando existen, de estos sistemas de pago en el rendimiento de las empresas.Además, existen importantes diferencias entre países, ya que en algunos no hay relación alguna entre el pago por rendimiento y los beneficios de la empresa. Aunque es evidente la necesidad de indagar más en esta cuestión, una posible explicación de las tendencias observadas es que los ejecutivos están en una posición de negociación dominante en relación con los accionistas de las empresas, posición que ha sido facilitada por la organización institucional.

En definitiva, la evolución en los salarios de los ejecutivos puede haber ayudado a reforzar las desigualdades, siendo al mismo tiempo económicamente ineficiente.

Ello sugiere un espacio para la acción política.

Como prueba de ello, en la actualidad se están considerando diversas opciones de reforma, pero es demasiado pronto para evaluar los pros y contras de cada una de ellas.

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....en tercer lugar, cambios institucionales y políticas de redistribución más débiles Las políticas internas en materia laboral, social y fiscal también han contribuido a los resultados observados. Las instituciones laborales continúan desempeñando un papel redistributivo en la mayoría de los países analizados, a pesar de la disminución de la afiliación sindical documentada en el Capítulo 3. En especial, una alta afiliación sindical, una estructura más coordinada de negociación colectiva, y una mayor cobertura de los convenios colectivos, tienden a ser asociados con menores niveles de desigualdad. Sin embargo, es difícil para estas instituciones contrarrestar las tendencias mundiales que surgen de la globalización. En general, parece que se ha debilitado la capacidad de negociación de los empleados, aún en países donde existe escasez de mano de obra.

Otro factor importante es el aumento de la incidencia del empleo atípico observado durante los últimos 15 años en la mayoría de los países (Capítulo 4). De hecho, los trabajos atípicos reciben remuneración mucho menor que los trabajos regulares equivalentes. Más importante aún, la transformación de los modelos de empleo puede haber contribuido al debilitamiento de la capacidad de negociación de los trabajadores, en especial de los menos cualificados.

Finalmente, el régimen fiscal es cada vez menos progresivo en la gran mayoría de los países y por lo tanto menos capaz de redistribuir los beneficios del crecimiento económico. Ello refleja una reducción en los impuestos de las personas de altos ingresos (Capítulo 5). Entre 1993 y 2007, la tasa media del impuesto a las empresas (en todos los países sobre los que este dato estaba disponible) disminuyó en 10 puntos porcentuales.

En el caso del impuesto sobre renta de las personas físicas, la reducción de las tasas sobre rentas altas fue de 3 puntos porcentuales durante el mismo período. El Capítulo 5 muestra además que la disminución de la progresividad de los impuestos, en general, no ha sido compensada con mejorías en las políticas sociales.

La reducción de impuestos a los ingresos o beneficios más elevados puede justificarse con el argumento de una mayor eficiencia económica. En algunos casos puede incluso perseguir objetivos de igualdad, si el efecto contribuye a mejorar la situación de todos. Sin embargo, en otros casos esta reducción de impuestos produce resultados inferiores al nivel óptimo, incluso cuando se consideran las compensaciones en eficiencia e igualdad.Del mismo modo, una protección social más fuerte, si está bien diseñada, puede ayudar a mejorar el empleo. El informe ofrece ejemplos de estas políticas en países con diferentes niveles de desarrollo económico.

La utilización de prestaciones condicionadas en efectivo es una interesante innovación en este sentido.

Es el momento de avanzar con la Agenda de Trabajo Decente.

Este Informe sobre el trabajo en el mundo muestra que, si las autoridades están preocupadas por la excesiva desigualdad en sus países y al mismo tiempo por mantener el empleo, tienen en sus manos una herramienta eficaz. Según el Capítulo 6, los países que tienen instituciones tripartitas relativamente fuertes, normas del trabajo y programas de protección social bien elaborados, y respecto por los derechos fundamentales de los trabajadores, progresan no sólo en términos de empleo, sino que también limitan más eficazmente la tendencia al alza de las desigualdades de los ingresos. De hecho, esta es la esencia de la Agenda de Trabajo Decente. Avanzar con la Agenda ayudará a hacer frente a las consecuencias sociales de la crisis financiera. Y junto a la reforma de la arquitectura financiera, contribuirá además a alcanzar una economía más equilibrada y sostenible.

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[1] Informe sobre el trabajo en el mundo 2008: Desigualdades de renta en la era de la globalización financiera. ISBN 978-92-9014-868-5. Instituto Internacional de Estudios Laborales, Ginebra, 2008.

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