La comunicación y el desarrollo democrático en Latinoamérica: memoria de una quimera irrenunciable.

AuthorLuis Ramiro Beltrán
Pages23-56

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La comunicación y el desarrollo democrático en Latinoamérica: memoria de una quimera irrenunciable 2

Luis Ramiro Beltrán

He tenido el placer y el privilegio de trabajar en comunicación para el desarrollo a partir de 1954; es decir, casi desde el principio de la actividad en ese campo en Latinoamérica. Habrá sido por conocer de tal vivencia que se me ha pedido recapitular esa experiencia, supongo que a modo testimonial. La primera vez que atendí tal encargo, en parte, fue en 1993 en Lima respondiendo a una gentil invitación del Instituto para América Latina a una mesa redonda. Un año después, ante el amable pedido de las asociaciones de comunicadores católicos de la región, hice una complementación al relato en el encuadre de la insurgencia neoliberal y globalizadora. Y ahora, en vista del estimulante interés de los organizadores del presente encuentro en España, acometo la empresa de realizar una relación histórica sumaria más abarcadora y, en lo posible, puesta al día. Pese a la desusada longitud a que ello obliga, esta memoria no pretende ser exhaustiva, puesto que pasa revista a un proceso complejo desplegado a lo largo de medio siglo en un vasto territorio. La bibliografía resulta a su vez necesariamente extensa pero tampoco es, en modo alguno, completa. Y cabe anotar que, con mínimas excepciones indispensables, no he utilizado documentos más que en español y escritos por latinoamericanos. Veamos:

· ¿Qué es la comunicación para el desarrollo?

· ¿Cuáles fueron sus orígenes?

· ¿Cómo evolucionó en Latinoamérica?

· ¿Cuáles son su estado actual y sus perspectivas?

En el presente ensayo se procurará dar algunas respuestas a estas interrogantes.

Naturaleza de la Comunicación para el Desarrollo

No existe una definición universalmente válida y difundida sobre la naturaleza de la genéricamente llamada “Comunicación para el Desarrollo”. Pero tres conceptualizaciones de ésta han prevalecido en Latinoamérica. Dos de ellas -la “comunicación de apoyo al desarrollo” y la “comunicación de desarrollo”- son de

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fuente foránea a la región. La tercera -la “comunicación alternativa para el desarrollo democrático”- es oriunda de ella.

La “comunicación de apoyo al desarrollo” es el uso de los medios de comunicación -masivos, interpersonales o mixtos- como factor instrumental para el logro de las metas prácticas de instituciones que ejecutan proyectos específicos en pos del desarrollo económico y social.

La “comunicación de desarrollo” es la creación, gracias a la influencia de los medios de comunicación masiva, de una atmósfera pública favorable al cambio que se considera indispensable para lograr la modernización de sociedades tradicionales mediante el adelanto tecnológico, el crecimiento económico y el progreso material.

La “comunicación alternativa para el desarrollo democrático” es la expansión y el equilibrio en el acceso de la gente al proceso de comunicación y en su participación en el mismo empleando los medios -masivos, interpersonales y mixtos- para asegurar, además del avance tecnológico y del bienestar material, la justicia social, la libertad para todos y el gobierno de la mayoría.

La primera definición corresponde al enfoque económico, la segunda al económicosocial y la tercera a uno integral con énfasis en lo político. En proyección temporal, la comunicación de apoyo al desarrollo fue la primera, pues su inicio en firme se dio en los años del 50. La comunicación de desarrollo viene en segundo lugar por ser característica de los años del 60. Y la tercera es la más reciente, la comunicación alternativa para el desarrollo democrático, por haberse dado a escala significativa en los años del 70. Sin embargo, no hay necesariamente puntos de corte tajantes entre ellas, pues su vigencia resulta en ciertos casos simultánea. Y algunas nuevas variantes de conceptualización han venido surgiendo desde los años del 80 pero mayormente en los del 90. Hay mayor concordancia entre la comunicación de desarrollo y la comunicación de apoyo al desarrollo que entre ellas y la comunicación alternativa para el desarrollo. Por último, corresponde anotar, sin ánimo de alarde ni riesgo de equivocación, que Latinoamérica se ha destacado internacionalmente por su empeño y su creatividad en poner la comunicación social al servicio del desarrollo nacional.

Los orígenes de la práctica

La vigencia de la comunicación para el desarrollo, tomando en cuenta todas sus variantes, tiene ya algo más de medio siglo en Latinoamérica. Uno de sus orígenes fue estatal y exógeno. El otro fue privado y endógeno. En ambas instancias el año de iniciación fue 1948.

En el primer caso se trataba del establecimiento de actividades de comunicación de apoyo al desarrollo, instituidas por los gobiernos de la región por acuerdos cooperativos con el de los Estados Unidos, bajo la égida de la política de asistencia

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técnica y financiera proclamada en la temprana postguerra por el Presidente Harry Truman. Ésta llegó a conocerse bajo el apelativo de “Punto Cuarto” y estuvo a cargo de un organismo internacional creado exprofeso para aplicarla y que hoy se identifica por la sigla USAID. Los principales de esos programas estaban dirigidos a apuntalar el desarrollo nacional en materia de agricultura, de educación y de salud. De ahí nacieron las ramas de comunicación técnicoeducativa denominada “extensión agrícola”, “educación audiovisual” e “información sanitaria”. Y fue en el ejercicio de ellas que se fueron formando, en la década de 1950, los primeros profesionales en comunicación para el desarrollo de la región.

En el segundo caso se trataba del nacimiento de dos sistemas de difusión radiofónica coetáneos pero diferentes. Uno se dio en Colombia al crear el párroco de una aldea andina llamada Sutatenza una rudimentaria radioemisora para comunicarse con el campesinado, entonces fuera del alcance de la radiodifusión comercial y estatal. El propósito inicial del Padre Joaquín Salcedo era solamente el de llevar a más gente del campo la prédica católica. Pero bien pronto se dio cuenta de que también podían valerse de aquello para combatir al analfabetismo y creó la estrategia denominada “escuela radiofónica”. Se trataba de una red de pequeños grupos comunitarios de audición, guiados por auxiliares capacitados para ello, los que, después de oír periódicamente los programas dirigidos específicamente a ellos por diversos maestros, reflexionaban y tomaban decisiones para la acción desarrollista. En apenas poco más de una década, convertida la experiencia en la entidad llamada Acción Cultural Popular (ACPO), se habían establecido millares de tales “escuelas” en todo el país, habían agregado varios otros rubros de desarrollo a su programación y habían construido una cadena de emisoras de alta potencia. Con patrocinio del gobierno de Colombia y con asistencia de la cooperación gubernamental holandesa, ACPO llegó a ser así la mayor y más innovativa empresa del mundo en materia de educación no formal campesina pro desarrollo. Correspondía ella al formato de comunicación de apoyo al desarrollo.

El otro sistema radiofónico precursor fue el de las emisoras mineras de Bolivia. Se trataba de rústicas estaciones de corto alcance que, sin embargo, irían a cobrar utilidad e importancia para que el pueblo trabajador, soslayado por los medios masivos comerciales y estatales, pudiera tener expresión propia. Estas emisoras, que proliferaron en la década de los 50 hasta llegar a formar una cadena de alrededor de 30 de ellas, se caracterizaron principalmente por dar libre acceso a todos los interesados en manifestarse mediante la estrategia de “micrófono abierto” y por ser manejadas de forma autogestionada por cada sindicato. Costeadas por los magros salarios de los explotados obreros del subsuelo, cumplieron ante todo funciones de información sindical en relación con la situación política, caracterizada por la violenta represión impuesta por los numerosos regímenes dictatoriales que asolarían al país por algo más de veinte años. Lo más importante de esta experiencia es que no provino de un impulso de entidad externa alguna ni, menos, tuvo patrocinio gubernamental o extranjero. Nació y se desenvolvió -bajo muy difíciles condiciones- por la iniciativa, la voluntad y el valor de los trabajadores conscientes de la importancia de poder comunicarse libremente entre ellos y con la nación para hacer escuchar su voz, la de

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los marginados y víctimas de la extrema pobreza causada por el desarrollo antidemocrático. Corresponde, por eso, en condición modesta pero pionera, a las raíces del formato de comunicación alternativa para el desarrollo democrático que iría a entrar en auge en la región más tarde, especialmente a partir de la década del 70.

Los orígenes de la teoría

La práctica de la comunicación para el desarrollo antecedió en una década a la teoría sobre la misma. Se reconoce como el punto de arranque de la formulación teórica a un estudio publicado en 1958 por el sociólogo estadounidense Daniel Lerner sobre la “extinción de la sociedad tradicional”. Después de verificar en algo más de 50 países una estrecha correlación entre el desarrollo nacional y el desarrollo de los sistemas de comunicación, este investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (M.I.T) sostuvo que la comunicación tenía las siguientes funciones en el desarrollo: (1) crear nuevas aspiraciones, (2) propiciar el aumento de la participación de la gente en las actividades de la sociedad; (3) apuntalar el crecimiento del nuevo liderazgo necesario para el cambio social; y (4) enseñar “empatía”, la habilidad de una persona para ponerse en el lugar o papel de otra. Advirtió, además, que la modernización de un país parecía seguir estas etapas: urbanización (incluyendo a la industrialización); participación en los medios de comunicación; alfabetismo; y participación en política. Y llegó a la conclusión de que la comunicación venía a ser tanto un indicador como un inductor...

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