Crónica de hechos internacionales (Julio - Diciembre 2016)

AuthorMarta Iglesias Berlanga y Carmen Quesada Alcalá
PositionProfesora de Derecho Internacional Público en el IEB y en ICADE. Profesora Titular de Derecho Internacional Público de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Pages1-22
www.reei.org
DOI: 10.17103/reei.33.16
CRÓNICA DE HECHOS INTERNACIONALES
(JULIO - DICIEMBRE 2016)
Marta Iglesias Berlanga* y Carmen Quesada Alcalá*
Sumario: I. ELECCIONES Y CAMBIOS POLÍTICOS EN EL MUNDO. II. RELACIONES
Y CONTROVERSIAS ENTRE ESTADOS. III. LOS ESTADOS Y LA SEGURIDAD. IV.
LOS ESTADOS Y LOS TRIBUNALES INTERNACIONALES. V. LAS
ORGANIZACIONES INTERNACIONALES Y LOS ESTADOS. VI. OTROS.
I. ELECCIONES Y CAMBIOS POLÍTICOS EN EL MUNDO
1. Golpe de Estado en Turquía
Fundador en 2001 del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Tayip
Erdogan lleva en el poder en Turquía de modo ininterrumpido desde 2003, primero
como Jefe de Gobierno y luego como Presidente. Es el líder indiscutible del país desde
hace más de una década y, durante ese período, nadie ha podido poner seriamente en
duda sus credenciales democráticas.
Sin embargo, el país ha sumado durante ese periplo de gobierno islamista un largo
catálogo de problemas. Entre ellos:
a) El flagelo del terrorismo. Del problema kurdo al del “califato”. A mediados
de 2016, la inestabilidad y la violencia se recrudecieron notablemente en
Turquía. Algunas zonas del sudeste se mantuvieron, prácticamente, como zonas
de guerra, mientras que las dos principales ciudades del país, Estambul y
Ankara, sufrieron sangrientos ataques terroristas cometidos por yihadistas y por
terroristas kurdos.
b) Malestar en los cuarteles. Un pulso permanente con los generales. Desde su
llegada al poder, Erdogan ha tratado por todos los medios de reducir el papel de
los generales. Docenas han sido juzgados en el marco del llamado Caso
Ergenekon. El pretexto de la negociación con la Unión Europea también ha
servido en ocasiones para reducir presupuestos y competencias. El estamento
militar laicista y prooccidental sin fisuras- nunca ha ocultado su malestar hacia
el AKP y su inquietud por la deriva islamista del régimen.
c) Economía en caída libre. Los atentados terroristas han provocado los peores
resultados en la industria turística desde 1999. Pero el resto de la economía se
* Profesora Doctora de Derecho Internacional Público en el IEB y en ICADE.
* Profesora Titular de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho de la UNED.
[33] REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS INTERNACIONALES (2017)
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DOI: 10.17103/reei.33.16
resiente de otros factores internos y externos. El crecimiento ha pasado del 8%
anual al 4%, la deuda y el déficit crecen y la lira se deprecia.
d) El “Factor Gülen”. Promotor de un islam moderado, el imán Fetulá Gülen
hoy exiliado en Estados unidos- dirige una vasta red de escuelas, ONGs,
empresas y medios en Turquía, sobre los cuales Erdogan se apoyó durante
mucho tiempo para asentar su autoridad tras la llegada al poder de su partido en
2002. Le declaró la guerra en diciembre de 2013, convencido de que estaba
detrás de las investigaciones anticorrupción contra varios miembros de su
Gobierno y algunos familiares.
e) Asedio a la prensa libre. Por su carácter autoritario y su estilo abrasivo, Tayip
Erdogan nunca tuvo buena prensa fuera de Turquía. Desde su llegada al poder en
2002, Erdogan ha procurado asfixiar por vía penal o administrativa- a medios
críticos o pasar a su propiedad a empresarios afines al partido.
f) Suspenso en derechos. Todos los informes sobre derechos humanos, tanto de la
Comisión Europea como de los organismos internacionales, denuncian la
situación indigente de Turquía en materia de protección de minorías,
independencia judicial y libertad de reunión.
g) Aislamiento internacional. Erdogan ha logrado enemistarse con Rusia (derribo
de un avión), la Unión Europea, Israel, e incluso con el tradicional aliado
norteamericano, por el apoyo de los Estados Unidos a los kurdos de Siria.
2. Acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano
Tras cuatro años de arduo diálogo en La Habana, los equipos negociadores del Gobierno
y la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) sellaron el
24 de agosto de 2016 el acuerdo definitivo de paz del que ambas partes esperaban que
sirviera para poner fin al largo conflicto colombiano.
El camino fue largo y tortuoso. De hecho, hicieron falta 44 meses de diálogo bajo el
auspicio del Gobierno cubano, que actuó como facilitador entre las dos delegaciones. El
acuerdo alumbrado es tan complejo como la guerra con la que se pretende terminar y
tiene como ejes fundamentales la entrega, en un proceso supervisado por la ONU, del
armamento de las fuerzas insurgentes y su desmovilización, una amnistía para los
milicianos que no hayan ostentado puestos de mando y la creación de una jurisdicción
especial para juzgar a los presuntos responsables de crímenes de guerra y contra la
humanidad.
Pero el entendimiento tan laboriosamente forjado no significa el final del camino.
Quedaban muchas etapas por completar y poderosos detractores como los expresidentes
Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, que acusaron a Santos de haber abierto la puerta a la
impunidad de los que califican como “terroristas” y haber hecho claudicar al Estado. En
esta línea, el Director para las Américas de la ONG Human Rights Watch, José Miguel

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