Construir sociedades dignas: El replanteamiento del papel de la seguridad social en el desarrollo

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Aunando acontecimientos históricos y contemporáneos de la protección social en los países de la OCDE y en desarrollo, y considerando en especial la actual crisis financiera y económica mundial, el libro contempla nuevas estrategias internacionales que pueden establecer la seguridad social, atenuar la pobreza y contribuir al desarrollo económico y social. El libro concluye señalando que, para alcanzar tal objetivo, los países de bajos y medios ingresos requieren sistemas de seguridad social de una escala equiparable a la de los sistemas que operan en países con elevados ingresos.

En la actualidad, los 30 países de la OCDE dedican una media superior al 13% del PIB directamente a la seguridad social, lo que contrasta drásticamente con los países de bajos ingresos, que contribuyen, como media, con un porcentaje inferior al 2%. A fin de remediar esta discrepancia, es necesario extraer lecciones de las políticas económicas y sociales de ambos grupos de países.

La protección social en Europa y la OCDE

Los sistemas de protección social en Europa y los países de la OCDE han evolucionado a lo largo de más de un siglo. Actualmente, los elevados niveles de gasto social suelen asociarse a un grado de pobreza bajo, aunque hay excepciones como Estonia, Polonia y Eslovaquia, donde, a pesar de unos niveles de gasto generosos, la escala de la pobreza sigue siendo alta. Con la integración y el desarrollo del mercado interior, la Unión Europea (UE) se ha visto sometida a una presión creciente para adaptar un nuevo modelo de desarrollo de la protección social basado en la justicia social y la solidaridad, en lo que constituye una política social de la UE financiada a escala de la Unión.

Los sistemas de seguridad social en la OCDE son una combinación de medidas universales y selectivas; sin embargo, todos los países de esta organización aceptan la creencia subyacente en que la seguridad social constituye un medio de modernización y crecimiento sostenible, así como un factor fundamental para la atenuación de la pobreza a escala nacional. Si los sistemas de seguridad social de la OCDE tuvieran que ser adoptados por países de bajos ingresos, tendrían que realizarse cambios esenciales en los que se tenga en cuenta la economía mundial.

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La cuestión de si tales modelos pueden importarse a los países en desarrollo depende de las diferencias en la voz política del país. Las democracias ricas cuentan con programas relativamente igualitarios; algunos universales, y otros orientados a los grupos de renta más desfavorecidos. Por otro lado, en muchos países en desarrollo, prevalecen aún programas regresivos, o incluso elitistas. El modelo europeo de bienestar, aunque nunca pueda ser emulado plenamente, proporciona en cualquier caso una referencia de utilidad para los reformadores del estado del bienestar de los países en desarrollo.

Experiencias de los países con bajos ingresos

En los países en desarrollo, los sistemas de seguridad social adolecen de una desesperante escasez de recursos y se caracterizan por una gran diversidad. Hace un siglo, las potencias coloniales en Asia, África y el Caribe introdujeron regímenes de baja cobertura que beneficiaban fundamentalmente a los funcionarios y a los empleados de grandes empresas en lo tocante a la atención sanitaria, los permisos de maternidad, las prestaciones por discapacidad y las pensiones. La mayor parte de la población, y en especial los pobres del medio rural, carecía de ayudas en efectivo. En la actualidad, el reto principal consiste en extender la cobertura de la seguridad social a la población en su conjunto.

A pesar de las tradicionales dudas de gobiernos y donantes, los estudios ponen de relieve que pueden existir sinergias positivas entre las políticas de protección social, y de crecimiento agrario. El Gobierno de Etiopía, por ejemplo, ha abordado con éxito el paso de un planteamiento basado en "primero alimentación", a otro denominado "primero dinero en efectivo". Los estudios realizados en Bangladesh, Etiopía y Malawi respaldan en general el refuerzo a largo plazo del gasto en protección social, y los programas ejercen el efecto positivo de crear activos comunitarios, como el suelo, la conservación del agua, y carreteras, así como activos agrarios para los hogares, incluido el ganado.

Sudáfrica, por su parte, heredó un sistema de asistencia social que se igualó a todas las razas, se amplió y, en 1998, se complementó con una prestación en efectivo para niños de corta edad. Para 2010 existirá un nuevo fondo obligatorio y contributivo, relacionado con los ingresos, que constituirá un vehículo para los ahorros de jubilación, el seguro de desempleo y las prestaciones por discapacidad y fallecimiento, así como un notable paso adelante hacia la consecución de un sistema global.

Un reto fundamental para el desarrollo del estado del bienestar en Sudáfrica y otros lugares es la falta de una política de asistencia social coherente o exhaustiva frente a la epidemia del VIH/SIDA. Vinculado a este hecho se plantea el problema a gran escala de garantizar un sistema de cobertura universal de la asistencia sanitaria. La mayoría de los 100 millones de personas empujadas a situaciones de pobreza en todo el mundo por las facturas médicas reside en países en desarrollo. Una interesante excepción es la de Tailandia, donde se logró la cobertura universal en sólo 27 años (frente a los 70 años que les llevó a los países desarrollados), implementando amplias políticas a favor de los pobres y del medio rural.

Promoción de la seguridad social a escala mundial

Las principales estrategias de las Naciones Unidas y de todos los organismos internacionales deben consistir en el fomento a escala mundial de unos mínimos en materia de seguridad social, como elemento primordial de las políticas de atenuación de la pobreza, y de las políticas de desarrollo de mayor alcance, que permitan a los países crecer con equidad. La rápida expansión de la seguridad social universal en los países de bajos ingresos está plenamente fundada. Se trata de un potente mensaje que ha cobrado especial relevancia respecto a la crisis financiera y económica mundial de 2008-2009, y ha comenzado a abrirse paso en los debates sobre política de desarrollo. Los esfuerzos nacionales e internacionales conjuntos encaminados a introducir una plataforma mínima de protección social básica en todos los países, como solicitaron gobiernos, trabajadores y empleadores en el Pacto Mundial para el Empleo de la OIT en junio de 2009, constituyen un significativo paso adelante en este sentido.

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[1] Peter Townsend, Building decent societies: Rethinking the role of social security in development, ISBN 978-92-2121995-8. OIT, 2009 (co-publication with Palgrave Macmillan Publishers). See also page 36.

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